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Epílogo

Scarlett

— ¿Terminaste de hacer la última maleta? —preguntó Payton desde el marco de la puerta de mi habitación.

Cerré la maleta y la dejé sobre la cama, tomándome un descanso luego de haber empacado lo necesario. Me senté sobre el colchón y la observé, sabiendo que estaba en un debate consigo misma entre si decirme lo que pensaba de esto o no.

— Suéltalo, Payton.

Ella suspiró, dejando de juguetear con sus dedos y su vista se dirigió hacia mí. Mordió su labio inferior durante unos segundos antes de que abriera su boca para comenzar a hablar.

— ¿Estás segura de esto?

Esa era una muy buena pregunta.

Habían pasado dos semanas desde que todo el asunto de Gerard y el Kanima se acabara de una vez y por todas. Creo que habían sido las dos semanas de tranquilidad que no había tenido desde el verano pasado, pero todavía quedaba algo de inquietud en mi ser. No podía continuar con mi vida sabiendo que mi madre seguía evitándome por completo y también con el hecho de que mi padre no era alguien inocente.

Eran respuestas que estaba buscando hasta debajo de las piedras y que no estaba ni cerca de conseguirlas, por lo que tomé una decisión un poco apresurada. Tenía que ir al país natal de mi padre, al origen del clan de los Salamander para obtener las respuestas necesarias antes de poder continuar con mi vida aquí en Beacon Hills.

— Necesito hacerlo, Payton —dije—. Se me hace difícil ver a todos resolviendo sus vidas mientras que yo sigo estancada en el mismo lugar.

Payton asintió, aceptando mis palabras.

— Bien, entonces iré contigo. —Arqueé una de mis cejas—. ¿Qué? ¿En serio pensaste que iba a dejarte ir así sin más?

Casi me reí de mí misma porque el pensamiento sí había cruzado mi mente por un segundo, pero Payton era cabezota. Sería capaz de retrasarme el vuelo solo para asegurarse de que ella se iría conmigo para saber que me encuentro bien.

— Quizá —admití.

Payton chasqueó su lengua, negando con su cabeza.

— Estás mal, primis.

Rodé los ojos ante el apodo y las imágenes de lo mucho que la había detestado cuando apareció en mi casa, invadieron mi mente. El mundo daba muchas vueltas porque me parecía imposible pensar que en tan poco tiempo Payton y yo nos habíamos vuelto tan cercanas.

Antes de que pudiera decir algo al respecto, mi teléfono sonó y respondí casi al instante cuando vi que se trataba de Scott.

— ¿Qué sucedió? —pregunté, temiendo que se tratase de algún incidente sobrenatural, pero su risa me calmó.

— Stiles y yo iremos al campo de lacrosse para entrenarlo. ¿Quieres ir? Llevamos tiempo sin hacer algo los tres juntos.

Era cierto. Antes Scott, Stiles y yo hacíamos todo juntos. Éramos el trío de fenómenos, como yo misma nos había apodado, y en estos meses habíamos perdido esa conexión entre los tres.

— Claro, ¿a qué hora? —cuestioné.

Entonces los vi a los dos de pie frente a mi puerta. Colgué la llamada, intentando ocultar una sonrisa.

— ¿Te parece bien ahora?

Rodé mis ojos.

— Déjenme buscar mi chaqueta.

* * *

Los tres bajamos del jeep de Stiles en medio del campo de lacrosse y nos dirigimos hacia la cajuela donde estaban sus mochilas de gimnasio. Habían venido preparados para practicar, de eso no había duda alguna.

— Entonces, ¿realmente crees que ella volverá a ti? —le preguntó Stiles a Scott.

Mi mejor amigo me miró un poco incómodo porque el tema de Allison seguía siendo una pequeña barrera entre ambos. Ella se había marchado a Francia y ninguna había querido disculparse por lo sucedido. Supongo que el orgullo a veces es más fuerte que las ganas de recuperar una amistad.

Aunque, de haberse disculpado, no estoy segura de que hubiese sido capaz de perdonarla. A fin de cuentas, me había enterado que ella había sido quien le había mencionado a su abuelo que yo también había sido mordida por un alfa y que nadie sabía en qué me estaba convirtiendo. Todavía me dolía su traición porque, aunque ella estuviese teniendo un lavado mental, eso no le daba derecho de ponerme en la mira de un cazador veterano.

Su propia imprudencia me había obligado a mancharme las manos de sangre.

— Sí, sé que lo hará —respondió Scott—. ¿Qué hay sobre tú y Lydia?

Stiles me miró de reojo.

— Eh, bueno, el plan de diez años para enamorar a Lydia puede que se haya extendido a quince, pero el plan definitivamente sigue corriendo —respondió, encogiendo sus hombros para restarle importancia.

Scott dirigió su mirada hacia mí, dudando entre si hacer la pregunta o no.

— ¿Y sobre tú y Derek? Te vi abrazándolo luego de...ya sabes.

Pude sentir el calor acumularse en mis mejillas y ajusté mi chaqueta para disimular un poco mi nerviosismo. No me gustaba que me preguntaran sobre Derek porque todavía seguía siendo un tema un poco delicado.

Quizá por el hecho de que ninguno admitía lo que sentíamos o porque no importaba si lo admitíamos, seguíamos teniendo encuentros en los que él me 'enseñaba a controlarme' y en realidad terminábamos besándonos de forma desesperada.

— Oh, eso, bueno...es complicado —murmuré.

Stiles resopló.

— ¿Quieres decir 'ilegal'? —sugirió con un toque de molestia.

Le dediqué una mirada fulminante. Pensé que él no se gustaba de mí y que planificaba enamorar a Lydia, así que no comprendía la razón de su actitud de idiota respecto a lo que yo estaba teniendo con Derek. Si no supiera mejor sobre los sentimientos de Stiles, diría que está celoso.

— ¿No se suponía que estábamos aquí para hacer que Stiles apeste menos en lacrosse? —cambié el tema—. Si es que eso es posible antes de que me marche.

Scott cambió su expresión a una de tristeza.

— ¿Realmente te irás?

Asentí, pero luego le di un empujón juguetón.

— Solo serán unas semanas, Scotty. Luego me tendrás asaltando tu refrigerador como siempre —prometí—. Ahora, convierte a Stiles en el futuro capitán de lacrosse, amiguito.

Scott se dirigió hacia la portería.

— ¿Saben de qué me he dado cuenta? Estoy de vuelta al principio. No tengo lacrosse, ni popularidad, ni novia. Nada.

Stiles y yo tuvimos una expresión ofendida.

— Me tienes a mí —dijo Stilinski.

— A ti te tenía desde antes.

Levanté una de mis manos.

— A mí no —le recordé.

Scott me sonrió.

— Sí, bueno, supongo que al final adquirí algo bueno.

Stiles cogió una de las pelotas con su stick.

— Ahora, recuerda, nada de poderes de hombre lobo —le advirtió a Scott.

Él asintió.

— De acuerdo.

— No, lo digo en serio. Nada de súper reflejos, súper visión, no audición...nada de eso, ¿de acuerdo?

Scott volvió a asentir con una sonrisa en su rostro.

Algo me decía que eso no sucedería.

— De acuerdo —repitió.

— ¿Lo prometes? —insistió Stiles.

— ¡Solo haz el maldito tiro! —exclamé, perdiendo la paciencia.

Había olvidado lo intolerante que era con Stiles a veces.

Él se preparó y realizó su tiro, justo cuando vi los ojos de Scott brillar antes de atrapar la pelota con un solo movimiento.

— ¡Dije que nada de poderes!

* * *

Stiles

Me senté al lado de Scott en el porche de su casa luego de que nos despidiéramos de Payton y Scarlett, las cuales se marchaban hacia el aeropuerto para continuar con su búsqueda de saber cómo demonios la familia Brann tenía tanto poder.

— De acuerdo, suéltalo o me volverás completamente loco con tu silencio —habló Scott.

Dejé el aire salir de mis pulmones.

— ¿Recuerdas cuando estábamos con Scarlett y me preguntaste sobre Lydia y te dije sobre mi plan de diez años que se alargó a quince? —Scott asintió—. Bueno, mentí, en parte.

Él frunció el ceño.

— ¿A qué te refieres?

— Creo que realmente me gusta Scarlett —confesé, mirando hacia su casa, la cual se encontraba vacía porque la madre de Scarlett la evitaba a toda costa luego de la muerte de su esposo.

Scott ni siquiera pareció sorprendido y me hizo preguntarme qué él sabía que yo no.

— Eres un idiota, ¿por qué no solo la invitaste a salir?

— Por eso mismo, porque soy un idiota y, bueno, ella está con Derek ahora, aunque no quiera admitirlo. Además, ya se ha ido, Scott.

Se ha ido y yo me di cuenta muy tarde de lo que verdaderamente sentía por ella.

FIN DEL SEGUNDO LIBRO.

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