8. El poder de no ser parte de la manada.
Érica había escapado antes de que yo pudiera decirle algo al respecto. Me sorprendió que no quisiera pelear más conmigo, pero supe que de seguro tendría algo que ver con Derek. Tuve que debatirme entre ayudar a Stiles y salir hacia la pista de hielo. Se suponía que era una decisión muy difícil para mí. ¿Elegir entre el chico que me gustaba o irme y apoyar a mi mejor amigo? Así que hice lo que algunas personas en mi lugar hubieran hecho en mi lugar. No fue una decisión tan difícil como parecía.
¿Quieren saber cuál elegí?
Bueno, probablemente ya lo sepan porque estaba bajándome del auto para entrar a la pista de hielo. ¿Qué? ¿Pensaron que iba a ayudar a Stiles cuando Scott estaba allí en la pista con cuatro posibles hombres lobos? No, no, no. Además, Stiles no sufría peligro allí.
Y el karma es una perra. ¡Lástima!
Sacudí mi cabeza y quité los guantes que me había puesto para conducir. Teniendo en cuenta que estaba bastante alterada, no iba a arriesgarme a dejar el volante del auto quemado. No quería responder interrogatorios, más de los que ya andaba respondiendo en mi casa o, mejor dicho, evadiendo.
Entré sigilosamente para que no se notara demasiado mi presencia. El frío de la pista de hielo no me gustaba para nada, me hacía sentir extraña y el calor de mis manos aumentó de una forma que llegó a preocuparme. Era extraño como si la temperatura de mi cuerpo luchara por permanecer cálida.
— Eso duele, Scott —escuché a Derek decir—. Si vas a criticarme, al menos hagamos un consenso. Érica, ¿cómo ha sido tu vida desde que nos conocimos?
Allí estaba Derek, Érica e Isaac todos vestidos con chaquetas negras. Parecían un tipo de mafia con ese estilo, pero les quedaba bien. Boyd estaba en la pulidora de hielo y Scott a un par de metros de él. Érica hizo un sonido como si estuviera pensándolo bien. No la toleraba, en serio no podía tolerarla.
— En una palabra...transformadora.
Sí, transformadoramente perra, pensé rodando los ojos. Érica mostró sus colmillos y rugió como si fuera lo más grandioso del mundo. De acuerdo, le estaba agarrando un poco de odio a la chica, ¿vale?
— ¿Isaac?
— Bueno, no me gusta mucho ser un fugitivo, pero fuera de eso estoy genial —respondió Isaac. Él aunque tuviera esa ropa que lo hacía lucir como un chico malo, seguía viéndose tierno.
Derek pensaba que ya había ganado completamente la discusión porque Scott andaba solo. Si bien yo no estaba de ningún lado en específico, estaba del lado de Scott en esa. Derek andaba convirtiendo a muchos jóvenes y teniendo en cuenta que Gerard Argent era el director de la escuela, no era muy buena idea. Además, ¿a quién se le ocurre convertir a Érica en...eso? Ah, sí. A Derek se le ocurre.
— Espera, esto no es muy justo —dijo Scott.
— Entonces vete a casa, Scott.
Caminé hasta estar al lado de Scott y vi a Derek fruncir un poco el ceño.
— Creo que es justo que yo dé mi palabra, ¿no? Después de todo, yo también fui mordida —les recordé con una sonrisa de suficiencia.
Scott intercambió miradas conmigo y asentí levemente. Yo siempre iba a estar de su lado, aunque a veces fuera un poco idiota, él era mi amigo, el mejor que tenía en esos momentos. Noté la mirada que Derek le dio a sus betas y comenzaron a caminar hacia nosotros. Más hacia Scott porque yo no tenía mucho por hacer, aunque si se trataba de Érica, tenía mucho.
Scott golpeó el hielo y se transformó, estando agachado en el suelo.
— Me refería a injusta para ellos —rugió.
Isaac y Érica se nos abalanzaron encima. Scott lanzó a Isaac al otro lado de la pista, mientras yo peleaba con la perra. Para ser completamente honesta, mis habilidades para pelear eran mínimas, pero de algo servía que mis manos estuvieran tan calientes como el centro de la Tierra porque la hacía volver a la normalidad.
En un momento me tiró al hielo y este se derritió un poco bajo mi tacto. Scott aprovechó ese momento para darle una patada a Érica y ella chocó con la pulidora de hielo. Podía jurar que Boyd estaba presenciando una película frente a sus ojos. Solo le faltaban las palomitas de maíz y estaría perfecto.
Me puse de pie al mismo tiempo que Isaac se acercó a Scott y Érica se puso de pie en un abrir y cerrar de ojos para atacarlo entre los dos. Gruñí por lo bajo y esta vez agarré el cabello de Érica para poner una mano en su rostro. Ella soltó a Scott y me dio un zarpazo con sus garras, empujándome lejos.
Gemí, sintiendo la sangre correr por mi brazo, quemándome. Scott peleó con Isaac y Érica unos segundos más hasta derrumbarlos y fue cuando pude ver la ligera sonrisa en el rostro de Derek. Maldito hijo de playa que estaba disfrutando de ello.
— ¿No lo entienden? ¡No hace esto por ustedes! —les dijo Scott.
— Solo aumenta su poder —añadí—. Es un alfa, es lo que necesita.
Derek borró su sonrisa cuando me escuchó hablar, pero seguía manteniendo su rostro sereno, ocultando sus emociones de los demás. Me puse de pie y caminé hacia Scott con un ligero miedo de lo que podría suceder.
— Todo es sobre él. ¡Les hace sentir como si te estuviera dando un regalo cuando lo que ha hecho es convertirlos en un puño de perros guardianes! —exclamó Scott agarrando los cuerpos de Isaac y Érica para deslizarlos por el hielo.
— Es cierto —admitió Derek—. Es sobre poder.
Derek comenzó a caminar hacia nosotros, sacando sus garras y poniendo sus ojos rojos. Movió su cabeza de forma extraña y casi pude escuchar un par de huesos crujir cuando él sacó sus colmillos. Me encogí al escucharlo. Le dio un cabezazo a Scott y lo golpeó varias veces sin darle oportunidad de defenderse. Tumbó a Scott al suelo y colocó un pie sobre su garganta.
Fue cuando decidí actuar, empujándolo lejos de mi amigo. Mis manos sobre la tela de su camisa se siguieron trasmitiendo un calor casi insoportable. Quitó mis manos de su pecho.
— Quédate fuera de esto —masculló.
— ¿Por qué? ¿Tu ego alfa no puede con una chica? —pregunté, retándolo con la mirada.
— Scarlett...—Mi nombre en sus labios sonó como una ligera advertencia, pero no me detuve. Seguí caminando hacia Derek, mientras él retrocedía.
— Tú querías que estuviera en tu manada antes de que se descubriera que era...esto. ¿Acaso pensabas que iba a estar detrás de tu trasero como la perrita faldera que tienes? —inquirí arqueando una ceja. Estaba bastante furiosa, dejando salir todo lo que me estaba quemando por dentro, pero no estaba funcionando de la misma forma que en la cafetería, sino que me sentía más alterada.
— Tú nunca ibas a ser parte de mi manada.
Me hubiera dolido lo que dijo, pero en verdad no lo hizo porque yo misma le había dicho anteriormente que no iba a ser parte de su manada. No pertenecer a una me convertiría en una especie de Omega, lo sabía, aunque seguía sin importarme. Prefería correr por mi cuenta antes de estar bajo el mandato de alguien cuando no me gustaban sus decisiones.
— Me alegra que coincidimos en algo —comenté con un deje de sarcasmo.
Derek sacudió su cabeza y yo me giré, apretando mi mandíbula lo suficientemente fuerte como para que me dolieran las encías. Scott seguía en el suelo y vi a Boyd bajar de la pulidora para acercarse a él.
— No lo hagas, no quieres ser como él —le dijo Scott.
— Tienes razón —murmuró Boyd y se levantó el jersey para mostrarnos su mordida—. Quiero ser como tú —admitió.
Scott y yo intercambiamos miradas, viendo cómo se iba la nueva manada completa de la pista de hielo. Respiré profundo y saqué los guantes que mantenía en el bolsillo de mi abrigo para ponérmelos y ayudar a mi amigo.
— Gracias.
Le sonreí.
— Para eso estamos los compañeros de mordidas de parte de Peter Hale —bromeé—. No estás sanando, Scott.
Él hizo una mueca de dolor y miró mi brazo.
— ¿Érica te hirió?
Encogí mis hombros un poco.
— Sanará, esa perra no podrá conmigo mucho tiempo —dije guiñándole un ojo—. ¿Te llevo a algún lado?
— ¿Al trabajo? —sugirió.
— Vamos.
***
— ¿Por qué no está sanando? —preguntó Scott mirando su herida.
Hice una mueca porque la herida era bastante grande y ya debería de haber sanado. Es un hombre lobo, ellos deberían de sanar más rápido. Inclusive el zarpazo de mi brazo se encontraba casi sanado.
— Porque es de un alfa —habló el jefe de Scott.
Giré hacia él y mis ojos se abrieron como platos al ver el hombre que estaba sobre la mesa muerto con profundas heridas de garras sobre el pecho. Era impactante la escena porque literalmente su piel estaba desgarrada. Todo su torso estaba así. ¿Qué rayos hizo eso para que terminar de esa forma?
— Jesús —musité.
— Creo que será mejor que tengamos esa charla ahora mismo —dijo Deaton.
Fruncí el ceño.
¿A qué charla se referían? Juzgando por la forma en la que Deaton se veía, estaba segura de que era un asunto bastante serio como para involucrarme en él. Quizá no siquiera debía de estar allí presente mientras estaban allí hablando de lo que sea que tuvieran que hablar.
— ¿Debería irme? —pregunté.
Deaton negó y yo solté el aire retenido en mis pulmones. Al menos no estaba incomodándolos. Eso o lo que tenía que decir era lo suficientemente importante como para que yo lo supiera también.
— Necesito que estés aquí, Scarlett.
Y eso no sonaba para nada bien.
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Llévenme a la hoguera, por favor. En especial porque vengo con malas noticias y es que...¡No tengo internet desde hace tres semanas! Solo tengo datos y capítulos escritos solo me queda uno (aparte de este), por lo que no puedo ver la serie para escribir el resto de fic *inserte caritas llorando*.
Les juro que si pudiera hacer algo al respecto, lo haría, pero mi papá se ha matado llamando a los técnicos para que reparen la línea del teléfono y parece que nos ignoran. 😭
Díganme lo que piensan del capítulo aquí.
Los amo, aunque tarde tanto por cuestiones de la vida ajenas a mis manos 😭 Les prometo que tan pronto tenga internet les haré un buen maratón. 😭❤️
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