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34. Siempre habrá fuego cruzado

Mi vista estaba perdida en algún lugar de la sala de estar mientras los policías recogían el cadáver de mi padre y se lo llevaban para forense. Ya no me encontraba llorando, dudaba que me quedaran lágrimas que derramar, pero mi pecho se encontraba contraído y casi me impedía respirar con naturalidad. Era como si alguien estuviese parado sobre él, ejerciendo tanta presión como para matarme.

Así era como me sentía teniendo mis manos literalmente llenas de sangre inocente. Podía jurar que tenía sangre hasta en mi cabello, pero tampoco me importaba. A este punto muchas cosas habían dejado de importarme.

La mancha de sangre que se encontraba en la alfombra se encontraba secándose y dudaba que fuera a salir por más que se lavase. La quemaría. No quería nada que me recordase al acto atroz que acababa de cometer.

— Scarlett, necesito que me digas si recuerdas algo más —me pidió el sheriff Stilinski, mirándome con compasión.

Mi barbilla tembló, amenazando con hacerme llorar de nuevo, pero reprimí el llanto y negué con la cabeza. No quería convertirme en el cúmulo de emociones que era cuando los policías llegaron a mi casa.

— Pasó tan rápido —repetí la misma frase por enésima vez en la noche—. Lo siento, sheriff. Desearía poder ser de más ayuda.

Desearía que me arrestaran y me llevaran a la cárcel por lo que acabo de hacer. Asesiné a mi propio padre. Sentí su corazón dar su último latido cuando le clavé la daga en su abdomen.

El sheriff colocó su mano en mi hombro y me dio un apretón reconfortante. Su mirada me decía cuánto sentía la pérdida de mi padre. No quería sus respetos. No quería que me trataran con amabilidad porque no la merecía.

— ¡Scarlett!

Las voces de Scott y de Stiles me hicieron dejar de respirar por unos segundos. Ellos entraron a mi casa, ganándose una mala mirada de parte del sheriff.

— ¿Qué creen que están haciendo ustedes dos? —les preguntó entre dientes.

— Está bien, sheriff. Los llamé —mentí.

El sheriff suspiró y se dirigió a los otros policías para terminar de recoger los restos de evidencia y así poder marcharse. Scott y Stiles esperaron a que toda la casa estuviese vacía para poder hablar.

— ¿Qué sucedió? —preguntó Stiles.

— ¿No escuchaste? Hubo un robo y terminó con la vida de mi padre —dije, repitiendo la misma historia que había grabado en mi cerebro y que tanto tuve que repetir durante esta noche.

Scott agarró mi mano, capturando mi atención.

— Puedo escuchar tus latidos, Scarlett. ¿Qué sucedió en verdad?

Sorbí mi nariz y me puse de pie, pasando las manos por mi cabello. Al hacer ese movimiento, pude caer en cuenta de que estaba completamente ensangrentada. Mis manos, mi ropa, mi rostro y hasta mi cabello estaban llenos de la sangre de mi padre. El color escarlata pegado a mi piel, recordándome mi propio nombre.

Las ironías de la vida, ¿no?

— Déjenme sola —pedí en un hilo de voz.

Scott y Stiles intercambiaron miradas, dudando entre si aceptar mi petición o no. Pero la realidad era que no quería hablar con ellos ni con nadie. No quería que me preguntaran sobre lo que sucedió o lo que tuve que hacer. No quería recordarlo de nuevo. Quería eliminar esa memoria de mi mente.

Quería que todo esto solo fuese una pesadilla.

— No creo que eso sea conveniente...—comenzó a decir Stiles.

— ¡Déjenme sola! —grité y las velas de la sala de estar se encendieron, las llamas llegando tan alto que casi tocaron el techo. Inmediatamente me arrepentí de haberles gritado cuando ellos no tenían culpa de lo que había sucedido. Solo una familia tenía la culpa—. Lo siento. Les contaré todo, pero no hoy. Por favor, déjenme sola —supliqué.

Stiles me dio un pequeño apretón en el hombro antes de salir de mi casa. Scott se quedó unos segundos más en los que me dio un ligero abrazo y me recordó que si necesitaba algo solo tenía que decirlo y él me escucharía al otro lado de la calle.

Desearía que así fuese siempre. Que Scott hubiera estado en su casa en vez de estar trabajando en la clínica porque quizá él hubiese sido capaz de ayudarme. Quizá mi padre estuviese vivo.

Aunque eso no quitaría que yo le estuviera absorbiendo la vida sin darme cuenta de ello.

Tenía tanta rabia dentro de mi ser. 

¿De qué sirve ser sobrenatural si no puedes proteger a aquellos que amas? ¿De qué sirve ser mordida por un alfa si vas a terminar matando a tu padre por ello? Les diré para qué sirve. Sirve para hundirte en tu propia miseria, sirve para no poder ser capaz de cerrar tus ojos sin ver una escena horrorosa repitiéndose una y otra vez sin poder permitirte escapar de ella.

Sirve para convertirte en una asesina.

Observé las velas que se encontraban en la sala de nuevo apagadas. Las agarré una por una y las lancé al otro lado de la habitación. Tiré la mesa, volteé las sillas, tiré las lámparas y también hice añicos los jarrones de cerámica de mi madre. Quemé la foto que mis padres tenían de mí sobre una de las mesas luego de haber roto el marco.

Al terminar, me detuve un segundo para observar el desastre que había provocado en la sala. Los cristales cubrían el suelo en miles de pedazos, pero ni siquiera esa cantidad se comparaba a cómo se encontraba mi corazón.

Subí con parsimonia las escaleras hacia la segunda planta. Cada paso era lento y me sentía como si hubiese vuelto a mi estado inicial donde mi vista se encontraba perdida. Estaba funcionando como un robot, actuando por comandos de mi cerebro. Giré la perilla de mi habitación y entré, solo para notar que ha se encontraba alguien allí presente.

No me molesté en decirle palabra alguna o siquiera en pedirle que se marchara. Simplemente cerré la puerta y observé la quemadura que había dejado en ella unos meses atrás luego de mi primera luna llena. Mis dedos tocaron la zona, pensando en cómo había intentado proteger a mis padres de mí misma cuando eran ellos los únicos que podían ayudarme.

— El idioma...era noruego —dije rompiendo el silencio que nos rodeaba.

Cerré mis ojos y apoyé mi frente en la madera de la puerta. Pude sentir mis ojos humedecerse de nuevo y comencé a llorar. Ya no sabía de dónde podía sacar tantas lágrimas porque juraba que las había agotado todas. Al parecer no era así.

Sentí sus brazos rodear mi hombros, haciéndome girar hasta que mi rostro quedó oculto en su pecho mientras lloraba. Todo mi cuerpo se estremecía con cada sollozo desgarrador que se escapaba de mis labios. Era doloroso, incluso para mí, escuchar la forma en la que lloraba.

Era de esos llantos en los que verdaderamente se expresaba el dolor del alma, aquel que no siempre se podía expresar por medio de palabras.

Derek esperó durante unos minutos a que mi llanto cesara por completo y me dirigió hacia el baño de mi cuarto. Con cuidado, me ayudó a deshacerme de mi sudadera y camisa ensangrentadas. También de mis pantalones, quedando solamente en ropa interior y me obligó a sentarme en la tapa del retrete mientras él preparaba el agua de la tina.

No solía utilizarla, siempre había preferido la ducha, pero en estos momentos, no podría sostenerme en pie. Una vez estuvo lista, extendió una de sus manos hacia mí y me senté en el agua, la cual adquirió un tono rojizo cuando hizo contacto con la sangre que tenía en mi cuerpo.

Él se encargó de lavar quitar todo rastro de sangre que estuviera en mí. Limpió mi cabello, mi rostro, mi cuello y mis manos hasta que estuvieron completamente limpias. En todo el proceso mi mirada estuvo perdida en algún punto del baño, quizá fueron los azulejos o los potes de champú. No lo sé.

Creo que no sé muchas cosas en este instante.

Me dejó sola durante unos minutos en los que buscó ropa para que me pusiera y luego esperó afuera mientras me despojaba de la ropa interior mojada y me colocaba una nueva. Luego de terminar de vestirme —unos pantalones de chándal y una camisa negra hicieron el trabajo a la perfección—, salí del baño y lo observé sentado en mi cama.

— Derek, ¿me harías un favor? —Él asintió—. ¿De qué color son mis ojos?

— Verdes.

— Sabes a lo que me refiero. Mis otros ojos —aclaré.

Cerré mis ojos por un segundo y cuando los abrí, sabía que estaban brillando exactamente como lo harían los de un hombre lobo. Esperé con miedo por la respuesta de Derek.

Una parte de mí no quería que se reflejara en mis ojos que había matado a una persona inocente. Sin embargo, la otra parte de mí tenía miedo de que no hubiese habido un cambio en mis ojos, lo cual significaría que no había matado a una persona inocente.

No sé cuál dolería más.

— Están exactamente igual a como estuvieron antes de que esto sucediera, Scarlett. Son naranja, semejantes al fuego.

Apreté mis labios en una fina línea comprendiendo el significado.

Mi padre no era persona inocente.

* * *

No dormí durante la noche y tampoco al otro día. Solo me había quedado sentada en mi cama con la espalda apoyada en la pared, observando en mis manos la daga con la que le había quitado la vida a mi padre, a una persona que había considerado inocente, pero que no lo era.

Para lo único que había abierto la puerta de mi habitación fue para recibir el vestido que utilizaría en el funeral. Sabía que la casa había estado llena de personas porque podía sentir el calor de sus cuerpos, pero no me animé a salir en ningún momento. Probablemente solo se trataba de los compañeros del trabajo de mi padre y viejas amistades.

Mis dedos tocaron el metal con el que estaba forjada la daga, acariciaron la empuñadura y se acostumbraron a su peso. Era liviana, fácil de manejar si me concentraba lo suficiente.

— Scarlett, es hora de que bajes.

Ignoré el aviso de mi madre. Me puse de pie de la cama, dejando la daga sobre mi mesa de noche y me dispuse a ponerme el vestido. Justo antes de que la tela cubriera mi piel, lo dejé caer y lo encendí en fuego.

Con rapidez, me dirigí a mi armario y saqué la ropa que me pondría para el funeral. No utilizaría un vestido carísimo para despedir a mi padre. No cuando quería trasmitirles a todo Beacon Hills que las cosas no se iban a quedar así. Quizá la gran mayoría de los presentes no conocieran la verdad sobre el mundo sobrenatural en el que vivimos a diario, pero las personas que sí lo supieran recibirían el mensaje.

Los pantalones de cuero negro se ajustaban a mis piernas, la camisa negra cubierta por la chaqueta de cuero que Lydia me regaló y unas botas de combate del mismo color era todo lo que necesitaba. Agarré la daga de mi mesa de noche y la deslicé dentro de mi bota porque no planeaba andar por Beacon Hills sin protección alguna.

— Scarlett, se nos hace tarde —insistió mi madre.

— Me encontraré con ustedes allí. Necesito despejar mi mente —dije desde el interior de la habitación.

— No llegues tarde —pidió.

Bajé la vista hacia mi teléfono, mientras terminaba de enviar un mensaje.

* * *

Pude ver a todos los presentes de pie alrededor del ataúd de mi padre a través de la ventana del auto. El camaro de Derek se detuvo justo detrás de mi vehículo y fue cuando decidí que era hora de hacer mi aparición oficial luego de estar dos días oculta tras las persianas de mi habitación.

Payton y mi madre se encontraban de pie casi en primera fila, mientras hablaban con algún amigo de mi padre. Fue mi prima la primera en darse cuenta de mi presencia. Luego todos lo hicieron.

No sé si fue el hecho de que había aparecido con dos hombres que habían sido acusados de asesinato en el pasado o por el hecho de que me encontraba sosteniendo una vela encendida en mis manos.

— Scarlett, ¿dónde está tu vestido? —preguntó mi madre entre dientes y de forma disimulada tan pronto se acercó a mí. Parecía que iba a tener una aneurisma en estos momentos.

— En cenizas —respondí, continuando mi camino hacia el ataúd, dejé la vela sobre este, justo en medio de la corona de flores.

Mi madre me agarró del brazo con fuerza disimulada. Jamás la había visto tan furiosa con alguien y mucho menos conmigo. Supongo que la muerte de mi padre no solo me cambió a mí, sino también a ella. En más de una ocasión pensé que ella había comenzado a odiarme por haberle quitado la vida a su otra mitad.

— Lo que sea que estés haciendo, detente —pidió—. Estás levantando las banderas de guerra.

La miré directamente a los ojos.

— Sí, madre. Eso es exactamente lo que estoy haciendo. Si los Argent creen que podrán venir y pisotearnos a todos, están muy equivocados —dictaminé.

— No sabes lo que estás haciendo. Una guerra con los cazadores no saldrá bien.

— Siempre habrá fuego cruzado, no importa lo mucho que se haya intentado mantener la paz. Los Argent rompieron eso y no se percataron de lo que hicieron. Ellos han cometido un gran error; mataron al Brann equivocado —dije, zafándome de su agarre y caminando hacia Derek quien estaba junto a Isaac en una esquina.

— Recuérdame nunca hacerte enojar —pidió Isaac.

Por primera vez en dos días, sonreí.

— Eres un cachorro, no puedes hacer enojar a nadie —le recordé.

* * *

— Eso fue un poco intenso —comentó Payton, mirándome de reojo.

Payton y yo nos encontrábamos sentados en el porche de mi casa luego del funeral. Fue un milagro que mi madre no me sacara a patadas de allí. Creo que se contuvo principalmente por el hecho de que no quería que los demás presentes tuvieran una idea un poco errónea de su trato hacia mí. Después de todo, ante los ojos de todo Beacon Hills yo solo era una hija que había visto morir a su padre.

— ¿Qué parte? —cuestioné.

— Todo en general. Han sido unos días bastante intensos. Prácticamente hemos cruzado el infierno en estos dos días.

Me eché a reír de forma incontrolable.

— Irónicamente, el infierno está lleno de fuego —expliqué y unos segundos después mi expresión se ensombreció—. Quizá tengas razón. Estamos en un infierno que yo misma provoqué.

Payton me dedicó una mirada que me decía que debía parar de hacer esos comentarios.

— Entonces, ¿estás con Derek? Ya sabes, oficialmente —cambió el tema a uno más ligero. Al menos más ligero que la muerte de mi padre.

Encogí mis hombros.

— No. Quizá. No lo sé. Es solo...complicado, como todo lo demás —respondí.

— Scarlett...—Se vio interrumpida por la persona que acababa de aparecer en nuestros campos de vista.

Payton fue demasiado lenta a la hora de agarrarme para evitar que pudiese hacer alguna tontería porque ya me encontraba dando grandes zancadas hacia Allison. La rabia estaba en cada centímetro de mi ser, provocando que me hirviera la sangre con tan solo verla.

La bofetada que le di fue tan fuerte que Allison no pudo reaccionar ante ello con anticipación. Su mejilla adquirió un color carmín y su expresión lucía desencajada.

— ¿Qué...?

— ¡Lárgate de mi casa!

Allison lucía completamente confundida cuando la empujé, sacándola de los perímetros de mi casa hasta la calle.

— ¿Por qué estás actuando de esta forma? —Preguntó—. Pensé que podrías hablar conmigo. Ambos perdimos a uno de nuestros padres...—la interrumpí antes de que pudiera continuar hablando.

— ¡Corta el acto, Allison! No todo es sobre ti. El mundo no gira alrededor de ti y de todas las veces que metes la pata —espeté.

— ¿De qué rayos estás hablando? ¿Esas son las ideas que te ha metido Derek en la cabeza? Porque él no es una buena persona, Scarlett. Él fue quien...

Una risa sardónica brotó de mis labios haciendo que se callara de golpe.

— Claro, Derek —mascullé con escepticismo—. Siempre tan ilusa. Quizá si vieras más allá de tu propia nariz, podrías ser capaz de ver la realidad.

— ¿Cuál es esa realidad de la que hablas?

Negué con la cabeza.

— Descúbrelo por ti misma.

Y así, entré a mi casa, dejándola con la palabra en la boca. 

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Scar ya ha empezado a cambiar. 7w7r. Personalmente, esta dark Scarlett es mi favorita por muchas razones.  #MiMaldadTriunfando. #EnVerdadLlevabaMuchoTiempoSinMatarPersonajes #LoExtrañaba #ThalsMalvada. 

Preguntas: ¿Cómo ustedes reaccionarían si estuvieran en el lugar de Scarlett? ¿Igual, peor, de otra forma? ¿Qué piensan sobre el hecho de que no hubo cambio en los ojos de Scarlett? ¿Qué opinan sobre lo que le dijo a su madre en el funeral? ¿Qué piensan sobre el enfrentamiento que tuvo con Allison? ¿Cómo creen que esto afecte a sus relaciones con todos en general? 

Chau. 
Hasta la próxima semana a no ser que me dé la tentación de continuar escribiendo xD 

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