33. Los Salamander
Han pasado exactamente dos días desde que sucedió el incidente en la estación del sheriff cuando Matt me disparó y casi fuimos asesinados por él y por los cazadores que llegaron a boicotear sus planes. Afortunadamente, pudimos salir de allí ilesos. Al menos en un estado físico porque todos tenemos ciertas dificultades para comunicarnos ahora mismo, es como si nos encontráramos distanciados por completo. Aún más de lo que estuvimos cuando yo estuve en el hospital.
Dos días en los que todos hemos tenido que enfrentar distintas situaciones desde que nos enteramos que encontraron el cadáver de Matt en el río. Alguien lo asesinó, ahogándolo, por ironías de la vida. No es como si puedo sentir pena por él y por su muerte. El muy maldito me disparó, le disparó a mi mejor amigo e intentó matarnos a todos en medio de su locura. Pero ha sido esa misma locura la que ha provocado que nuestra 'manada' se haya separado.
Comenzando por Allison, quien fue la que cambió de bando en el último minuto. Sus preferencias de ayudarnos se desvanecieron con la muerte de su madre. Entendía su sufrimiento, bueno, quería comprenderlo, pero no era capaz de hacerlo por el hecho de que su madre había intentado de asesinar a Scott. Si no hubiese sido por Derek, quizá ni yo misma estuviese con vida, teniendo en cuenta cómo reaccioné cuando pude sentir a Scott muriendo.
Scott es quien tiene más problemas de todos nosotros. La noche de la estación, Melissa descubrió que él es un hombre lobo y desde entonces lleva evitándolo por completo. Ni siquiera sale de su habitación cuando Scott está en la casa y puedo ver que mi mejor amigo sufre por ello. Lo he visto desde el porche de mi casa, he visto su expresión de dolor cuando se dirige a la escuela o cuando llega de trabajar en la clínica.
Stiles tiene sus conflictos con su padre. Según lo que sé, el sheriff había sido despedido luego de que Jackson pusiera una orden de restricción contra Stiles, y aunque le devolvieron el empleo después de haber hallado a Matt, Stiles ha preferido mantenerse alejado de todos. La última vez que sucedió eso fue luego de la conferencia de padres y profesores.
Por mi parte, mi único respaldo en en esta situación ha sido Payton. Es como si, en parte, ella fuese la única persona en la que puedo refugiarme cuando ni siquiera puedo entender lo que sucede conmigo. He estado dos días dándole cabeza al hecho de que soy inmune al veneno del kanima, también que fui utilizada por Lydia para traer a Peter a la vida y que estamos siendo pisoteados por los cazadores.
Ya no quiero huir y esconderme de ellos. Mientras nosotros damos dos pasos, ellos dan cinco. Se adelantan a nuestras situaciones y ahora todo parece ser peor teniendo en cuenta que Allison está con ellos para darles toda la información que necesitan. Fuimos traicionados por una de las personas en las que confiábamos a ojos cerrados.
— Scarlett, ¿me estás escuchando?
Sacudí mi cabeza, volviendo a la realidad y miré a Payton. Ella se encontraba sentada en la silla de mi escritorio, dando vueltas en ella mientras esperaba mi respuesta. Seguiré pensando por los siglos de los siglos que cada vez que hace eso parece uno de estos villanos de las caricaturas.
— ¿Quieres una respuesta honesta? —inquirí, arqueando una de mis cejas.
Payton rodó los ojos.
— Te estaba preguntando si vas a ir a la escuela mañana.
Moví mi cabeza en gestos negativos.
— Se supone que mañana vaya a la estación del sheriff a dar mi declaración respecto a lo sucedido con Matt —respondí.
Payton suspiró, apoyando su cabeza en una de sus manos.
— ¿Has hablado con ellos? —preguntó, refiriéndose a mis amigos—. Me refiero a algo más que ponerse de acuerdo para qué historia decir.
Arrugué un poco mi nariz al hacer una mueca.
Realmente no hemos hablado, como dije, estamos separados. Cada cual lidiando con sus propios problemas por su cuenta. Y, para ser sincera, no me agradaba en lo absoluto la forma en la que estaban yendo las cosas. Podía ser todo lo huraña que fuese, pero con todo y eso, extrañaba la unidad que solíamos tener.
Irónicamente, en estos momentos, Lydia es quien parece ser la más normal de todos. Eso es mucho decir, teniendo en cuenta que ella estuvo corriendo desnuda en el bosque durante dos días.
— No —contesté luego de unos segundos de silencio—, pero...
De repente todas las luces de la casa se apagaron de golpe como si se hubiese cortado la electricidad, pero solo fue aquí. Lo sé porque soy capaz de ver las luces de los postes entrando por mis cortinas.
— Scarlett, no te muevas —ordenó Payton antes de salir de mi habitación.
Agudicé mi propia audición para intentar escuchar qué estaba sucediendo. Escuché un fuerte ruido seco. Sonó exactamente como la vez que empujé a Erica por las escaleras de la casa de Scott.
Un cúmulo de nervios se posó en mi estómago y tuve que reunir toda la valentía de mi ser para salir de mi habitación, estando alerta a cada sonido. Caminé con lentitud por el pasillo hasta llegar a las escaleras, desde mi posición fui capaz de ver a Payton paralizada al pie de estas.
— ¡Scarlett, detrás de ti!
Apenas pude girar mi cabeza cuando sentí un fuerte golpe en mi mejilla, provocando que me tambaleara hacia atrás y cayera por las escaleras. Jackson me había golpeado estando convertido en kanima, sus garras habían hecho cortes en mi mejilla, creando un ardor en esa zona. Me golpeé la espalda al caer en el suelo de la primera planta y un gemido se escapó de mis labios cuando sentí mi hombro dislocarse. Mi vista se tornó un poco borrosa, pero me obligué a mí misma a mantenerme despierta.
No tenía ni la menor idea de lo que estaba sucediendo.
— Tengo que admitir, en un principio cuando mi hija me dijo que los Brann estaban en Beacon Hills, no le creí, pero luego apareciste tú junto a mi nieta y estuve realmente sorprendido.
Ni siquiera tuve que girar mi cabeza para reconocer a la persona que se encontraba dentro de mi hogar. Era Gerard Argent. El cazador veterano, aquel que siempre tenía un plan y que se sale con la suya en todas las ocasiones.
— ¿Por qué? ¿Porque nosotros no planificamos matar a todo aquel que se mete con nuestra familia? —espeté, tratando de que el dolor de mi hombro se aminorara. Si tan solo pudiera activar el proceso de sanación sería malditamente perfecto.
Pude ver a Gerard acercarse a mí, poniendo su pie sobre mi hombro. Un pequeño grito se escapó de mis labios al sentir todo su peso en esa área afectada de mi cuerpo. Era distinto al dolor causado por las garras de un hombre lobo o de un kanima. Ese era un dolor punzante, este comenzaba en el hombro y se expandía por mi cuerpo en olas.
— Porque, al contrario de nosotros, tú no sabes nada de tu familia —manifestó—. Creo que es hora de que conozcas un poco de la historia de tu familia, Scarlett.
Le hizo un gesto a Jackson, el cual pareció más una orden, y este me obligó a ponerme de pie, arrastrándome hacia la sala de estar donde pude ver a mi madre paralizada en el suelo y a mi padre atado a una de las sillas. Una herida se podía ver en su frente y se veía tan demacrado que un nudo se posó en mi garganta.
¿Qué demonios estaba sucediendo?
— Papá —pronuncié.
Él elevó su vista hacia mí y pude ver el dolor en sus ojos. No era el tipo de dolor físico como el que yo estaba sintiendo, sino emocional, como si pudiese anticipar lo que estaba a punto de suceder y no quería que sucediera tan pronto.
— ¿Sabes que la palabra Argent viene del francés antiguo y significa 'plata'? —preguntó Gerard de forma retórica. Yo no sabía otro idioma, aunque Derek afirmara lo contrario cuando estuve alucinando la noche en la que la madre de Allison casi asesina a Scott—. Tomaré tu silencio como un 'no'. ¿Sabes lo que significa la palabra Brann?
— Si no significa "lárgate de mi casa", entonces no.
Gerard sonrió.
— Viene del noruego y significa 'fuego', Scarlett —respondió mi padre.
Hundí mi entrecejo y ladeé mi cabeza como símbolo de mi confusión. Miré a mi padre y luego a Gerard sucesivamente. Los dos hombres conocían la verdad detrás de lo que me sucedía, estaba más que segura de ello y no quería creer que eran las personas más cercanas a mí las que tenían las respuestas.
Mi propio padre.
— Los Argent llevamos cazando a los Brann por años, décadas, incluso. Sin embargo, solo Kate logró tener una pista de ustedes. Siempre estuvieron tan cerca de nosotros, escondiéndose justo bajo nuestras narices: el clan de los Salamander.
Cerré mis ojos tratando de digerir la información, pero se me hacía muy difícil aceptarlo. Miré a mi padre, intentando buscar en él alguna respuesta.
— ¿A qué se refiere? —exigí saber, mi tono de voz demostraba mi desesperación por conocer la verdad.
Mi padre apretó sus labios en una fina línea y evitó mi mirada.
— Los Salamander son elementales de fuego —explicó—. Es lo que corre en nuestras venas, es lo que somos. Uno por generación y el de la tuya eres tú, Scarlett. No se suponía que tus poderes se activaran hasta que cumplieras dieciocho. Entonces conocerías todo sobre nuestra familia, pero...
— Fui mordida por un alfa —completé con voz ahogada.
— Y qué mejor momento para encontrarlos que en la época de transición. Verás, al ser mordida por un alfa, tus poderes iniciaron poco a poco. Quizá un poco de calor, quizá ojos brillantes. Por filtración le ibas quitando la vida a tu padre, quitándole su poder.
Estaba muy confundida y abrumada. Tanto así que casi podía sentir mi control desvaneciéndose ante mis sentimientos. Por mi mente pasaron los recuerdos de las veces que vi a mi padre más enfermo, con más arrugas y cuando lucía exhausto, aún cuando no se encontraba trabajando de forma pesada. También la parte de mi alucinación donde vi a mi padre reclamarme por estarle absorbiendo la vida.
Yo estaba matando a mi padre poco a poco. Con cada luna llena, con cada brote de mi poder, le estaba quitando algo de él.
Lágrimas se acumularon en mis ojos. Eran lágrimas de negación. No quería creerle a Gerard. Necesitaba que mi padre me dijera que eso era mentira, que no estaba sucediendo en realidad y que solo lo decía para herirme y meterme historias en la cabeza. Sin embargo, el huyó de mi mirada suplicante.
— Pero, ¿sabes por qué es tan importante la época de transición? —No respondí porque sabía que Gerard lo diría de todos modos—. Porque si el anterior elemental muere antes de que pueda darle su poder al próximo receptor, el poder desaparece.
Entonces, Jackson dejó de estar detrás de mí y lo próximo que vi fue que clavó sus garras en el vientre de mi padre. Él, al igual que yo, era inmune al veneno del kanima, pero no tenía la habilidad de sanar de la misma forma en la que yo lo hacía por el simple hecho de que ya yo le había quitado ese poder.
Caí en mis rodillas, lágrimas escapándose de mis ojos. Ni siquiera era capaz de sollozar en medio del llanto porque no me sentía capaz de respirar.
Gerard le hizo un gesto al kanima y ambos salieron de mi casa como si nada hubiese sucedido, como si no acabaran de dejar a mi padre desangrándose en medio de la sala de estar.
Me moví hacia él, quemando las cuerdas que lo mantenían atado en la silla y él cayó sobre mí. Coloqué su peso en el suelo sin saber qué hacer. Mis manos temblaban y podía sentir su respiración irregular.
— Tengo que llamar a emergencias —dije, intentando ponerme de pie para buscar el maldito teléfono, pero su mano me impidió moverme.
— N-No.
— No puedo dejarte morir —susurré.
Sus dedos acariciaron mi mejilla y no me importó que estuviese manchando mi piel con su sangre; nuestra sangre. La sangre de los Brann, los elementales de fuego. El clan de los Salamander, originados en Noruega.
La forma en la que acarició mi rostro me recordó a cuando era tan solo una niña y le alegué que sería escritora luego de haber escrito un cuento infantil. En ese entonces, él había tenido una mirada llena de orgullo que me hacía tener ganas de seguir repitiendo la situación para que no se fuera nunca. Era la misma mirada que él había tenido cuando me hicieron la reportera del periódico escolar. Y no me había dado cuenta de lo mucho que la extrañaba.
— T-Tienes que matarme —pronunció con dificultad.
Negué con mi cabeza de forma inmediata.
No podía matarlo. Simplemente...no podía.
— Papá...
— No puedes dejarlos ganar. Si muero por sus manos, el poder de nuestra familia se desvanecerá y tu vida también lo hará con rapidez —explicó.
— ¡Al demonio con el poder! —exclamé—. No puedo hacer lo que me pides —sollocé.
— Payton, tráele la daga de mi despacho —pidió mi padre.
No había notado que Payton había logrado sacar las toxinas del veneno fuera de su sistema y que se encontraba de pie detrás de mí. Sus ojos brillaban con lágrimas cuando se dirigió al despacho y en unos cuantos segundos, trajo la pequeña daga envuelta en un paño negro.
La dejó en mis manos y vi que en la empuñadura estaba grabada una salamandra sobre una B. Pertenecía a mi familia, a aquella familia que tanto desconocía.
Mi padre me obligó a agarrar la daga, envolviendo mis manos alrededor de la empuñadura y colocó sus manos sobre las mías, dirigiéndolas hacia su vientre.
— Podemos llamar una ambulancia —balbuceé—. Ellos vendrán y todo estará bien, tú estarás bien. Y después tú podrás enseñarme a controlar esto, ¿sí? Te necesito, papá.
— No hay tiempo —dijo—. Te amo, Scarlett. Estoy orgulloso de ti y de todo lo que serás capaz de lograr.
La daga estaba cerca de su herida inicial, de la cual brotaba muchísima sangre de forma incontrolable. Cerré mis ojos, reteniendo un sollozo y ejercí la presión restante para que la daga se clavara en su abdomen. Escuché un gemido ahogado de su parte antes de que cualquier rastro de vida se desvaneciera de sus ojos.
Fue en ese momento que estallé en llanto y un grito salió desde lo más profundo de mi ser, quemando mi garganta en el proceso. Las velas que mi madre siempre tenía en la sala como parte de la decoración, se encendieron por completo.
Llamas de fuego vivo que habían sido provocadas cuando perdí el control de mí misma.
Dejé mi cabeza caer en el pecho de mi padre, mi cuerpo temblando con cada sollozo que salía de mis labios y me aferré a su cuerpo.
No me importaba el hecho de que mi ropa se estuviese manchando de sangre. No me importaba nada. Sentía como si mi corazón se hubiese partido en dos, dejando que una mancha negra se apoderara de las piezas. Mi alma se había oscurecido un poco al matarlo.
Había matado a una persona y no era cualquier persona, sino mi padre. Le quité la vida a mi padre incluso antes de clavarle la daga que le dejó sin aliento.
No sé cuánto tiempo pasé llorando sobre el cadáver de mi padre. Tampoco sé en qué momento el efecto del veneno del kanima salió del sistema de mi madre y tampoco sé en qué momento Payton y ella unieron fuerzas para hacerme reaccionar.
Solo sé que la daga desapareció y que ellas se encontraban alejándome del cuerpo. Me estaban hablando, pero yo no era capaz de escuchar palabra alguna que salía de sus bocas. Podía ver sus labios moverse de forma desesperada, intentando llamar mi atención, mas no podía descifrar sus palabras.
— Scarlett, préstanos atención porque Payton y yo tendremos que salir de la casa para hacer la historia más creíble antes de que llames a la policía. Vas a decir que hubo un robo, que era un grupo de ladrones y que cuando tu padre los enfrentó, sacaron un objeto punzante y lo apuñalaron. Si hacen preguntas sobre los detalles tienes que decir...
— Pasó tan rápido —completé en un hilo de voz.
Mi madre asintió. Ella también tenía lágrimas en los ojos. Yo había matado a su otra mitad. ¿Cómo puede seguir hablándome luego de esto?
— Exacto.
Cuando Payton y mi madre salieron de la casa, busqué el teléfono y marqué el número de emergencias.
— 9-1-1, ¿cuál es su emergencia?
Y así fue como volví a estallar en llanto.
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Uhlalá. Ya se descubrió lo que es Scarlett.
Capítulo dedicado a @GrangerYexa por haberlo descubierto primero ;)
Preguntas: ¿Cuántos pudieron acertar? ¿Qué piensan sobre lo que el padre de Scarlett la obligó a hacer? ¿Cómo creen que esto afecte a Scarlett en un futuro? ¿Qué creen que ocurra ahora que Scarlett tiene su poder por completo?
Chau, hasta la próxima <4
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