27. ¿Sabes otro idioma?
Estaba flotando en una niebla que no me permitía ver más allá de mi nariz. Era como si estuviese navegando sin rumbo alguno en un mar infinito y muerto. No había olas, ni marea en general, solo agua. Hubiera dicho que se trataba de un lago, pero no lo parecía. Al menos mi mente me decía otra cosa.
Scarlett.
Sonaba exactamente como la voz de mi padre llamándome.
Traté de ponerme de pie, pero el pedazo de madera que me mantenía flotando se agitó demasiado fuerte. Ignorando por completo este detalle, me puse de pie, luchando por mantener el balance. Entrecerré mis ojos para poder agudizar mi sentido de la vista y, a lo lejos, fui capaz de localizar a mi padre de pie en la orilla del mar. Su apariencia me atormentó. Lucía mucho más delgado, casi en los huesos, profundas ojeras adornaban sus ojos apagados y su cabello había pasado a ser un gris opaco.
Era como si la vida la hubieran absorbido de su cuerpo.
— ¡Papá!
De repente era como si él estuviera frente a mí a no más de un metro de distancia. Me estremecí cuando sus manos huesudas me tomaron desprevenida y se enredaron en mi cuello, lanzándome a la superficie de madera. Gemí de dolor.
— Me estás absorbiendo la vida, Scarlett —masculló, ejerciendo presión en su agarre.
Me zafé de sus manos y tosí con fuerzas. El pedazo de madera comenzó a sacudirse y ya la figura de mí padre no se encontraba frente a mí.
Justo cuando pensé que se había calmado, caí del pedazo de madera hacia el infinito, pues en vez de caer al agua, seguí cayendo.
Mi tan horripilante caída llegó a su fin cuando mis rodillas tocaron la superficie de la tierra. Estaba oscuro, demasiado oscuro. No podía ver mucho y me arrastré por el suelo sintiendo las hojas secas crujir bajo mi peso. Por la forma en la que el viento sonaba, pude deducir que me encontraba en el bosque.
— Ella te necesita, Scarlett.
Me estremecí al escuchar el leve susurro de esa voz en mi oído. Casi pude reconocerla. Casi. No lograba poner en mi cabeza la pieza restante para poder unir el rompecabezas.
Logré ponerme de pie, sintiendo un fuerte mareo, pero lo ignoré. Estirando mis brazos pude sentir la textura de los árboles y todo se fue aclarando poco a poco hasta que pude ver en qué área me encontraba.
Estaba frente a la casa de los Hale, aquella que había estado hecha trizas luego del incendio. Sí, eran las ruinas, aunque algo estaba diferente. En mi interior podía sentir el calor apenas perceptible de una persona dentro de la casa. Un corazón apenas latiendo de forma tan lenta que, podía jurar, estaba muerto.
Con un temblor en mis rodillas, me dirigí hacia la estructura en ruinas y abrí la puerta con cautela. Me sobresalté al ver a Erica de pie frente a mí y esperé a que pronunciara al menos una palabra, pero no lo hizo. Era como si ella se encontrara sumergida en un trance.
— Erica, ¿te encuentras bien? —pregunté, extendiendo mi brazo para tocarla a ver si reaccionaba, pero antes de que pudiera tocarla, desapareció.
Un fuerte mareo me azotó de golpe y tuve que apoyarme de la pared para no caer al suelo. Entonces escuché un disparo y la bala se incrustó en la pared a mi lado. El corazón me latió como loco.
A unos metros de mí se encontraba Victoria, la madre de Allison, y Gerard Argent. Ambos mantenían sonrisas lobunas. Detrás de ellos apareció Kate, la tía loca desquiciada de Allison que murió en esta misma casa, junto a Allison.
— Gran trabajo, Kate —elogió Gerard—. Allison, estas son las bestias que cazamos.
Fruncí mi ceño con confusión. Sin embargo, no pude permitirme analizar la situación porque un poderoso y aguda grito hizo que todos los Argent desaparecieran. Fue tan fuerte que casi pude ver las ondas de sonido cuando se escuchó el grito.
A mi lado pude ver a Lydia con el cabello completamente mojado, tenía unos pantalones de chándal negros y una camisa de ese mismo color. Encima de eso tenía un albornoz blanco y se encontraba descalza.
Alguien me agarró del cuello y sentí el dolor punzante de una aguja entrar en mi cuello. Lydia gritó con todas sus fuerzas.
Y desperté de golpe.
Sentí manos agarrarme, manteniéndome en mi lugar, evitando que me pudiera sentar para librarme de este. El dolor del cuello no cesó cuando desperté y fue cuando caí en cuenta de que sí tenía una aguja bajo mi piel.
— Eviten que se mueva.
Era la voz de Deaton.
Abrí mis ojos y me topé con la brillante luz de la clínica que me cegó por completo. Los cerré e intenté girar mi cabeza para cuando volviera a abrirlos no me cegara por la potente luz. Al hacerlo, sentí que me agarraban la mano y, por fin, pude abrir mis ojos y observar a las personas que me rodeaban.
Al fondo del lugar pude ver a Payton discutiendo con Stiles sin poder escuchar lo que decían. La vi empujarlo fuera de donde nos encontrábamos y lo vi protestar, señalando detrás del hombro de Payton hacia donde yo me encontraba. Cuando recordé que me estaban agarrando la mano y mis ojos se dirigieron hacia la persona. No pude describir el inmenso alivio que me recorrió el cuerpo al ver de quién se trataba.
— Scott...—Fue lo que pude pronunciar en un débil hilo de voz—...estás bien.
Él me dio un ligero apretón en la mano y me sonrió un poco.
— Estoy bien, Scarlett. Los dos estamos bien —me aseguró.
Deaton retiró la aguja de mi cuello y pude sentir mi cuerpo hacerse más liviano y mis párpados cada vez más pesados. Se me hacía imposible mantenerme despierta y lo último que vi fueron los ojos de Derek al otro lado de la mesa de metal antes de volver a quedar inconsciente.
* * *
Esta vez cuando volví a despertarme, no me encontraba en la clínica veterinaria de Deaton. Me sentía completamente desorientada. Tenía una punzada en mi cabeza y respiraba de forma agitada, pero al menos podía hacerlo. Eso es algo bueno porque no poder respirar es la peor sensación del mundo. Mi mano derecha se dirigió hacia el lugar donde recordaba que Deaton me había inyectado.
Gemí al sentir el ardor que me recorrió por esa zona. Pude escuchar voces a lo lejos y me puse de pie, sintiendo un mareo azotarme por completo. Caminé un poco, lo suficiente para ver a Scott junto a Derek hablando.
Entonces pude reconocer por fin que nos encontrábamos en el almacén de Derek. Lo supe porque ellos estaban por entrar al ferrocarril en desuso que Derek mantenía.
Decidí acercarme lo suficiente como para escuchar su conversación. Por la apariencia de ambos pude notar que solo habían pasado unas horas desde el incidente donde Scott se estaba muriendo y yo no podía respirar.
— Lo entiendo. No podemos salvar a Jackson —se rindió Scott con un suspiro.
— No parece como si pudiéramos matarlo tampoco —dijo Derek—. He visto muchas cosas, Scott. Nunca he visto algo como esto. Cada luna llena lo va a fortalecer.
Era cierto lo que ambos decían.
Jackson cada vez era más difícil de salvar y tampoco sé si en mi interior yo quiero ayudar a salvarlo. Entiendo que él no tenía el control de sus actos, era una marioneta. Sin embargo, la frialdad con la que clavó sus garras en la garganta de aquella pobre chica tan solo unas horas atrás es...¡Dios! Yo también he visto muchas cosas horripilantes en los pasados meses, pero tampoco algo de esa forma. Se nos escapa de las manos. Tratar de controlar los asesinatos del kanima es como llenar un vaso de agua que está roto.
Sin embargo, matarlo tampoco parece ser una opción viable. Derek lo había intentado en el pasado y solo se fortalece. No solo Derek, sino que Argent también lo intentó. Vació una pistola completa en él y continuó levantándose una y otra vez.
— ¿Cómo lo detenemos? —preguntó Scott.
— No lo sé. Ni siquiera sé si es posible —respondió Derek.
— Quizá deberíamos dejar que los Argent hagan todo el trabajo —sugirió mi mejor amigo.
Los Argent. Ellos eran otra opción poco fiable teniendo en cuenta que estaban siendo liderados por Gerard. Él no me parecía el tipo de cazador que da segundas oportunidades o que siquiera titubea a la hora de asesinar. Es exactamente como Kate. Además, si ellos fueran a hacer una buena movida, lo habrían hecho hace mucho tiempo. Tienen todas las de ganar porque siempre supieron qué era la criatura. El bestiario estaba en su posesión.
— Yo lo convertí. Es mi culpa —dijo Derek.
— No, tú lo convertiste en un hombre lobo —intervine porque no me gusta que las personas se culpen a sí mismos por algo que no estaba en su control.
— Esto sucedió por algo de su pasado —me respaldó, Scott.
Le sonreí en agradecimiento, aunque no sé si lo hizo porque realmente no quiere que Derek sea culpable por lo del kanima o porque piensa que el alfa y yo tenemos algo.
— Eso es una leyenda de un libro. No es tan sencillo.
Scott frunció su ceño.
Ay, no. Ya podía sentir una de sus peleas matrimoniales venir.
— ¿A qué te refieres? ¿Qué no me estás diciendo?
Derek lo observó con incredulidad.
— ¿Por qué siempre piensas que estoy ocultándote algo?
— ¡Porque siempre lo haces!
— Pues quizás lo hago para protegerte.
— ¿No se supone que ser parte de la manada significa 'no más secretos'? —cuestionó—. Hasta Scarlett sabe más que yo en estos asuntos.
Pasé una mano por mi rostro sin poder creer que esto estaba sucediendo.
— Oye, no me metas en las peleas matrimoniales. Eso fue lo primero que pedí cuando accediste ser parte de la manada —protesté, cruzando mis brazos.
Derek suspiró.
— Ve a casa, Scott. Duerme. Sana. Asegúrate que tus amigos están a salvo —Derek me miró de reojo al decir lo último—. La luna llena viene y por la forma en la que están las cosas, siento que va a ser una dura.
Scott bajó su mirada y asintió. Me hizo un gesto para que lo siguiera, pero me negué. Tenía unos asuntos que hablar con Derek antes de irme a casa.
— Payton me dijo que la llamaras cuando terminaras aquí —me avisó Scott entregándome mi teléfono antes de marcharse.
Vi en la pantalla que tenía un mensaje de la susodicha.
Te cubriré la espalda con tus padres en lo que llegas. Trata de no hacerlo muy tarde, ¿sí? Intentaré de decirte unos secretos que quizá te interesen.
Eso picó mi curiosidad y me dieron ganas de salir corriendo detrás de Scott para llegar lo más rápido posible a mi casa y poder hablar con Payton. Sin embargo, no lo hice. Tenía que hablar con Derek o, bueno, quería hacerlo, aunque no supiese con exactitud la razón.
— Derek, ¿qué sucedió con Scott? —Me atreví a pregunta, aunque no sabía si esa era la razón por la que me quedé.
¿Preguntarle a Derek algo que le podía preguntar a Scott? Definitivamente no. No obstante, por primera vez en mi vida, me sentí nerviosa de estar a solas con él. El corazón me latía con una rapidez que no podría excusar si a él se le ocurría preguntarme la razón y las palmas de mis manos me sudaban de forma excesiva.
— Victoria Argent intentó asesinarlo utilizando acónito —respondió—. Afortunadamente llegué a tiempo.
Mi mandíbula casi toca el suelo y pude sentir la furia correr por mis venas. Pero más que furia, podía sentir la impotencia. Mientras yo había estado con los demás, Scott estaba casi siendo asesinado por la madre de la chica a la que él amaba con su vida. Mi mejor amigo casi muere a manos de una mujer despiadada solo porque ella no quería aceptar que Allison y Scott merecían estar juntos.
El estómago se me revolcó al pensar que ellos literalmente se estaban convirtiendo en una mala recreación de Romeo y Julieta. Solo espero que ninguno de ellos salga herido por ello. Aunque su amor parece cada vez más difícil de mantener.
— Por favor, dime que esa psicópata no sigue con vida —pedí, pasando las manos por mi cabello.
Sentía que me faltaba el aire y, a causa de la rabia que estaba sintiendo, el calor comenzaba a emanar de mi cuerpo.
— No la maté —murmuró—. La mordí.
Apenas pude parpadear por la sorpresa que me abarcó en ese mismo instante. ¿Él la había convertido en una mujer lobo?
— ¿Por qué hiciste eso, Derek? —interrogué con voz ahogada.
— Porque los cazadores tienen un código. Para mantener su dignidad, tienen que terminar su vida antes de convertirse.
Y la realización me azotó de golpe.
— La mataste sin matarla —susurré.
Derek asintió lentamente.
Lo observé de reojo, absorbiendo cada detalle de su rostro desde sus ojos verdes hasta su firme y marcada mandíbula que lo hacía lucir extremadamente sexy e irresistible. Me esforcé por apartar la mirada de él y dejé que un suspiro saliera de mis labios. Apoyé mi hombro del pasamanos del ferrocarril en desuso, tratando de enfocarme en cualquier otro lado que no fuese Derek.
— Derek —él me miró directamente a los ojos—, gracias por salvar a Scott.
Su mirada se suavizó considerablemente y alargó una de sus manos para agarrar la mía. Comparando el tamaño de ambas manos, la de él se veía colosal al lado de la mía. No era como si yo fuese una chica minúscula, pero estábamos comparando mi complexión delgada con la musculosa de Derek. A pesar de fijarme mucho en ese detalle, no pude evitar tener una sensación de calidez cuando él hizo ese acto.
— Es parte de mi manada, Scarlett.
— Lo sé, pero también sé aquello que le dijiste cuando se convirtió por primera vez. —Me miró con confusión—. Scott me dijo que tú le dijiste que desde ese momento eran hermanos.
Lo vi fruncir el ceño. Apenas pude reprimir la sonrisa que quería asomarse en mi rostro. Me acerqué a él lo suficiente y me agaché para quedar en cuclillas, de esa forma podríamos estar cara a cara, pues Derek se encontraba sentado.
— ¿Scott te cuenta todo lo que pasa en su vida? —inquirió.
Reí.
— Solo los detalles importantes —y sus desastres románticos también, añadí en mi mente.
— ¿Y tú, le cuentas todo? —preguntó.
Ambos estábamos bastante cerca. Tanto que nuestras narices casi se rozaban, pero ninguno se apartó y tampoco dejamos de mirarnos a los ojos.
— Scott no tiene que saberlo todo —murmuré, moviéndome un poco más cerca a su rostro, casi rozando nuestros labios.
Me importaba un demonio si esto me convertía en una versión menos desesperada de Erica. Simplemente me dejaba llevar por mis impulsos. No sabía si esto estaba bien o mal y, para ser sincera, tampoco me importaba. Ya estábamos viviendo en un mundo donde cada minuto que tienes vale oro porque no sabes quién será el próximo en intentar arrebatarte la vida.
Esta noche fue a Scott.
¿Quién nos asegura que nosotros no estamos después en la lista? Hemos perdido el control del mundo sobrenatural. Los cazadores ya no siguen el código y las mordidas de un alfa no se encuentran convirtiendo a las personas en betas. Tenemos un kanima entre nosotros y ni Lydia ni yo tenemos ni idea de lo que somos. Al menos conmigo se han visto cambios y reacciono a la luna llena. Sin embargo, ¿qué hay de Lydia? No solo es inmune a la mordida del hombre lobo, sino que también parece ser inmune al veneno del kanima.
Y sí, por eso y mucho más prefiero sucumbir a mis propios impulsos, a lo que deseo. Prefiero pagar las consecuencias en un futuro donde sepa con claridad lo que ocurrirá que estar en un juego constante con la muerte sin hacer lo que siempre quise.
En el momento en el que los labios de Derek se presionaron contra los míos, guardé todas mis preocupaciones en el fondo de mi mente. Solo importábamos él y yo. Nuestros labios se movían al compás y mis manos habían pasado de estar entre las suyas para posicionarse en sus brazos cubiertos por su camisa de manga larga. A través de la tela podía sentir la calidez de su cuerpo mientras nos besábamos. La posición era un poco incómoda, pues yo ahora me encontraba de rodillas y él seguía sentado.
No pude evitar que me pasara por la mente sentarme en su regazo, pero no lo hice. Seguía mis impulsos de besarlo, sí. No obstante, sentarme sobre él sería llevar las cosas a otro nivel y todavía no me sentía preparada para ello.
Reuniendo todo mi autocontrol, me separé de él y mordí mi labio inferior, todavía disfrutando de la sensación que me había provocado con su beso.
— Scarlett, ¿sabes algún otro idioma?
Fruncí mi ceño.
— ¿Por qué siempre que nos besamos terminas haciendo preguntas o comentarios extraños? —pregunté. Derek alzó sus cejas buscando mi respuesta a su pregunta inicial—. No, no sé otro idioma. Apenas puedo hablar este, ¿cómo pretendes que hable otros? Aunque aprendí un par de frases en español por Dora la Exploradora.
Casi lo vi reírse. Casi.
— Graciosa. Sin embargo, no es la respuesta que estoy buscando —dijo.
— ¿Por qué preguntaste en primer lugar?
— Porque cuando estuviste inconsciente murmurabas frases en otro idioma. Y no era español.
______________________
Y soy un asco.
Bueno, mi wifi es un asco.
Yo soy un asco graduado 🎓
En fin, la culpa de no haber actualizado no la tengo yo, ¡lo juro! Todo es culpa del wifi y de que vivo en medio de la nada :( Por el momento no tengo wifi, así que no puedo ver la serie para escribir. Pero que no cunda el pánico. Como me he graduado y recibido dinero, he hecho una compra especial por Amazon y aproximadamente en junio 13 estaré teniendo la serie en mi manos para poder seguir escribiendo sin tener el problema del wifi. ❤️
¡Gasté más de cincuenta dólares en ustedes y no pueden decir que mi amor por ustedes no es grande! Ámenme de que ya.
Preguntas: ¿Qué opinan de lo que Scarlett alucinó? ¿De lo que Payton pueda decirle? ¿Del momento Derett? ¿De la pregunta final de Derek? ¿Alguien tiene idea de cuál sea el idioma?
Chau y ya saben que los amo con todo mi corazón. Los amo tanto que gasté más de cincuenta dólares en ustedes y yo soy tacaña para gastar el dinero 😂❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro