22. Pelea en los vestidores
— ¿Una orden de protección?
Las palabras salieron de mis labios con rapidez por la gran sorpresa que me causó la forma en la que Scott me contó lo que había sucedido con Jackson. Al haber escapado del lugar donde lo mantenían, Jackson fue a la estación de policía y utilizando las influencias enormes de su padre millonario, consiguió una orden de protección contra Stiles y Scott.
— Sí, sorprendente, ¿no?
— De hecho, creo que lo sorprendente es que solo les pusiera una orden de restricción y no los enviaran a la cárcel —respondí.
Lo escuché resoplar al otro lado de la línea y también la vaga risa de Allison en la otra línea. Esto de tener una llamada de tres personas lograba ser un poco extraño, pero era imposible que estuviéramos en el mismo lugar al mismo tiempo. Stiles y Scott se encontraban en la estación de policía y Allison en su casa.
— Scarlett tiene toda la razón, aunque esto lo complicará todo —comentó Allison—. Ustedes no pueden hablarle a Jackson y yo no puedo hablarles a ustedes, con excepción de Scarlett.
Adelantándome a lo que ella iba a sugerir, la interrumpí antes de que pudiera siquiera pronunciar las palabras.
—Allison, no hablaré con Jackson y tampoco intentaré descubrir quién lo anda controlando. Lo siento, no es que no quiera ayudarlos, pero la mera presencia de Jackson me aborrece y yo a él —dije, excusándome y marcando una línea en lo que iba a decir.
Los tres resoplan.
— Lograremos resolver esto —aseguró Allison—. Tengo que irme, hablaremos de esto luego.
Miré a mi alrededor, estando de vuelta en el almacén de Derek, y ajusté mi chaqueta.
—Scott...—lo llamé antes de que cortara la llamada.
— ¿Sí?
Suspiré.
— Arreglaremos esto, ¿de acuerdo?
Sabía que Scott no estaba pasando un buen tiempo, en especial teniendo que ocultarle todo esto a su madre. Si hay alguien que lo entiende soy yo. Tener que ocultar nuestro verdadero ser es más difícil cuando lo haces para proteger a las personas que te importan.
—Lo sé, Scarlett, lo sé —murmuró—. Tengo que irme, mi madre está un poco histérica con lo de la orden de protección.
—Cuídate, ¿sí? Y no te metas en más problemas, por favor —pedí.
—Claro, mamá.
Rodé los ojos y colgué la llamada, metiendo el teléfono en el bolsillo de mi pantalón antes de volver a entrar al almacén donde Derek se encontraba con Érica y Isaac.
— ¿Scott o Stiles? —cuestionó la rubia saboreando sus nombres.
Perra.
Derek se detuvo frente a un baúl y la miró. —Cualquiera.
— ¿Por qué no nos ayuda tu amiguita aquí presente? —inquirió Érica cruzando sus brazos.
— Porque no confío en ti —repliqué—, Isaac puede ser un cachorro, pero todavía me duele el cuello por su culpa —tanto Derek como Isaac me miraron de forma extraña al decir eso—. Y...tengo otros problemas como para ayudarles.
Derek todavía me seguía mirando de forma extraña, su ceño fruncido y sus músculos ligeramente tensados. Me dieron ganas de reír, pero me controlé.
— Y no la meteremos en esto —gruñó Derek.
Mordí mi labio inferior para retener la sonrisa que estaba por asomarse en mi rostro. Me recordó a los tiempos en los que Derek se esmeraba en intentar alejarme de todo el mundo sobrenatural, pero no funcionó. Esos eran buenos tiempos.
— ¿Sabes? La luna llena se aproxima, Derek —Isaac optó por cambiar el tema antes de que Érica decidiera hacer un comentario y termináramos peleando.
—Soy consciente de ello —dijo el susodicho y se dobló para abrir un baúl. Isaac metió las manos en los bolsillos de su pantalón, luciendo irritado y un poco preocupado por ello.
Derek comenzó a sacar cadenas del baúl y Érica hizo lo mismo, pero con otro pensar.
—Oh, estas se ven cómodas —comentó con sarcasmo.
Derek le quitó las cadenas.
— Dijiste que nos ibas a enseñar cómo transformarnos cuando quisiéramos —protestó Isaac.
—No ha habido tiempo.
— Pero si tienes que encerrarnos durante la luna llena, eso significa...eso significa que estás solo contra los Argent —habló Isaac.
Aclaré mi garganta.
— Me tiene a mí, cachorro.
Tanto Isaac como Derek voltearon a verme ante el apodo que le puse a Isaac. ¡Tengo toda la razón para llamarlo así! Puede ser todo el 'chico malo' que quiera, pero seguirá luciendo como un cachorro para mí.
— No nos han encontrado —respondió Derek a lo que Isaac había dicho.
— Aún —puntualizó Isaac—. Así que, ¿qué tal si nos olvidamos del Kanima?
— ¡No podemos! —exclamó Derek—. Había algo en la forma en la que Gerard lo miraba. Él no le tenía miedo...en lo absoluto. No sé lo que sabe o lo que planifica, pero estoy seguro de algo. Tenemos que encontrarlo primero.
Érica y Isaac hicieron silencio. Definitivamente el alfa había hablado y a ellos no les quedaba otra que obedecer a lo que Derek había dicho. Derek continuó su camino y los betas me observaron.
— Sigo pensando que debemos utilizarte —mencionó Érica—. Aunque, bueno, solo eres inútil en este mundo. Tan inútil que ni siquiera pudiste convertirte en mujer lobo. —Su voz estaba cargada de falsa lástima.
Me acerqué a ella y antes de que pudiera reaccionar, la agarré del cuello, transmitiendo todo el calor con mi mano. Quemaduras eran visibles en su piel.
— Escúchame bien, Érica. No necesito convertirme en mujer lobo porque soy algo mejor. Con un solo tacto te puedo controlar más que con tus colmillos, así que te diré algo —hice una pausa—, no tientes mi furia y tampoco pruebes mi poder porque te aseguro que yo ganaré.
* * *
Entré a la biblioteca, teniendo un libro en mi mano que estaba dispuesta a entregar y la bibliotecaria me sonrió, colocándolo en la estantería. Miré disimuladamente la cámara y pude captar un punto ciego entre las estanterías de la biblioteca que se encontraban llenas de libros.
— Scarlett, llevo tiempo sin verte por aquí. ¿Escuchaste del nuevo concurso de escritura? Deberías ingresar —sugirió sin dejar de sonreír.
¿Cómo no percatarme del concurso? Todas las paredes de la biblioteca estaban repletas de los enormes carteles anunciándolo.
— No escribo ya —confesé, forzando una sonrisa y me alejé del mostrador para seguir a Allison que acababa de entrar a la biblioteca.
Se acercó a una de las estanterías, buscando algo en su bolso y me aproximé lo suficiente, haciendo que se sobresaltara.
— ¡Dios!
— No, solo soy yo, Scarlett. Muy lejos de ser Dios —bromeé, aunque estaba segura de que no era algo que debía bromear al respecto—. ¿Eso es lo del kanima?
Allison asintió sacando la tablet y lo pasó por los libros. Al otro lado de la estantería se encontraban Scott y Stiles.
— Es todo lo que Lydia pudo traducir —dijo en voz baja—. Y créeme que ella estaba bastante confundida.
— Sí, ¿qué le dijiste? —preguntó Scott.
— Que éramos parte de una comunidad de juegos en línea que pelea con criaturas mitológicas —dijo.
Tanto Scott como yo, nos reímos por lo bajo. Stiles lucía más dolido por el hecho de que nos lo tomáramos a juego.
— Yo soy parte de una comunidad de juegos en línea que pelea contra criaturas mitológicas —protestó.
— Oh —pronunciamos Allison y yo al respecto. Scott solo lo miró como si no pudiera creer que ese ser humano era su mejor amigo.
—Genial —añadió Allison, luciendo ligeramente incómoda.
— De acuerdo, ¿dice cómo descubrir quién lo está controlando? —preguntó Scott, desviando la incomodidad del momento.
— No realmente, pero Stiles estaba en lo cierto sobre los asesinatos —anuncia. Stiles movió su brazo en un símbolo de victoria y no pude evitar rodar mis ojos ante ello—. Llama al kanima un arma de venganza. Hay una historia ahí sobre un sacerdote Sudamericano que usa el kanima para ejecutar a los asesinos en su pueblo.
Stiles asiente. — Bien, ¿ven? Quizá no es tan malo.
Allison agarró un libro al azar para seguir disimulando.
— Hasta que el lazo se fortaleció lo suficiente que mató a cualquiera que él quisiera —terminó de contar.
— Muy malo, muy malo, muy malo —repitió Stiles.
Alcé mi mano para detenerlo.
— ¿No se supone que el kanima sea un hombre lobo? Algo así mencionó Derek la noche de la piscina —intervine.
— Sí, se supone que sea un hombre lobo —me da la razón—. Pero no puede serlo...
— Hasta que "resuelva en su pasado lo que lo manifestó" —Scott leyó las palabras del bestiario.
— Si eso sugiere que Jackson necesita mil horas de terapia, eso te lo pude haber dicho yo —alegó Stilinski.
Y en eso tiene toda la razón, aunque no pretendo admitirlo en voz alta.
— ¿Qué tal si tiene algo que ver con sus padres? —cuestionó Allison—. Sus verdaderos padres.
Eso me hace cuestionarme a mí misma mi propia transformación. Yo no llegué a convertirme en mujer lobo, lo que me lleva a preguntarme: ¿qué fue eso que impidió que me convirtiera?
— Sí, ¿alguien sabe realmente lo que les sucedió? —interrogó Scott.
Todos me miraron a mí.
— ¿Qué? —pronuncié.
— Tú sabes todo de todo el mundo —dijo Stiles—. Debes saber algo sobre los padres de Jackson.
Levanté ambas manos en un gesto de que no sabía. Solo conozco los expedientes estudiantiles de cada uno de los que asisten a Beacon Hills, no conozco sus otros expedientes.
— Lydia tal vez sepa —dije—. Fueron novios por un tiempo.
— ¿Qué sucede si Lydia no sabe nada? —interrogó Scott.
— Bueno, él no tiene una orden de restricción en mi contra —comentó Allison—. Tampoco en contra de Scarlett. Nosotras le hablaremos.
— Yo no creo que...—me pellizcó—. Sí, nosotras hablaremos con él.
— ¿Y yo qué hago?
— Tienes que reponer el examen, ¿recuerdas? —Allison agarró la mano de Scott—. Prométeme eso.
— Si les hace algo, corran hacia el otro lado —nos dijo Scott.
— Podemos cuidarnos a nosotras mismas —aseguré.
— Si ustedes salen heridas mientras yo estoy ocupado con un estúpido examen, alguien tendrá que cuidar de mí —expresó.
— ¿Si hace algo cómo?
— Lo que sea... actuar extraño... cualquier cosa.
Stiles metió su cabeza por la estantería.
— ¡Cualquier cosa malvada!
Presioné mi mano en su frente y lo empujé de vuelta a su lado de la estantería. Lo escuché quejarse.
— Podemos cuidarnos a nosotras mismas —repetí.
* * *
Allison caminaba con sus zapatos de tacón en su mano porque se le hacía más fácil seguir a Jackson de ese modo. Yo, por mi parte, no tenía necesidad de eso porque mis botas no hacían ningún ruido al caminar. Nos aproximamos a la puerta de los vestuarios de los chicos y justo antes de abrirla, Matt salió de allí, haciéndonos sobresaltar.
— Me asustaron —dijo, sus ojos fijándose en Allison.
— Lo siento, estábamos... solo, um, estábamos...nada.
— Lindos tacones —mencionó.
Era extraño la forma en la que hablaba mirándola. Me ponía incómoda y ni siquiera era a mí.
— Oh, sí, uh, mis pies dolían —Allison se dobló para colocárselos.
— La misma razón por la que nunca me pongo los míos —mencionó.
— ¿Qué? —pronuncié con confusión. ¿Hablaba en serio o simplemente tenía formas extrañas de ligar? De todos modos, Allison era de Scott.
Matt sacudió su cabeza.
— Olvídalo. Oye, ¿puedo hablarte a solas? —le preguntó a Allison, mirándome de reojo disimuladamente.
Allison me miró como si preguntara si me molestaba esperarla para hablar con Jackson. Negué. — Estaré por aquí en la esquina teniendo una de mis múltiples crisis existenciales.
Matt rió y lo escuché decir un "es graciosa" antes de ponerse a hablar con Allison. Los observé con cautela, no me agradaba el hecho de que seguramente estuviera invitándola a salir. Matt terminó de invitarla a salir (Allison solo aceptó para deshacerse de él, creo) y se marchó.
Entonces escuchamos ruidos extraños que venían del interior de los vestidores. Allison y yo entramos. Tuve que armarme de valor para entrar. En los vestidores se escuchaba el ruido de una ducha encendida.
— ¿Jackson? —lo llamó Allison.
Por alguna razón, no me sentía cómoda estando aquí. Solo éramos Allison, Jackson y yo, por lo que se podía escuchar.
— Aquí —se escuchó su voz desde las duchas.
Dudé en seguir a Allison hacia la zona donde se escuchaba que Jackson se encontraba, pero no podía dejarla sola. Scott moriría si algo le sucedía a Allison. En las duchas se podía ver una gran cantidad de vapor y en medio de este se encontraba un Jackson...desnudo.
Cubrí mis ojos y arrastré a Allison conmigo detrás de la pared para no tener que verlo. No era una imagen mental que quería tener de su amigo.
— ¿Algo mal? —preguntó Jackson.
Maldito cínico.
– P-Pudiste haberme advertido —balbuceó Allison.
Se escuchó la ducha cerrarse.
— Tú fuiste la que entró al vestidor de chicos —argumentó Jackson.
— Pensé que te escuché...olvídalo.
Allison estaba de espaldas hacia Jackson, yo no tanto, por lo que tuve que desviar mi mirada para no seguir viéndolo desnudo.
— ¿Querías hablar sobre algo?
— Podemos hablar después —hablé, agarrando a Allison del brazo para sacarla de allí conmigo, pero Jackson se interpuso, acorralándonos a ambas contra los azulejos.
— No. Hablemos ahora —dijo.
—Tenemos que ir a cla...—Jackson la interrumpió.
— Oh, no, no, no tienen que hacerlo. Ambas tienen calificaciones perfectas, pueden saltarse una clase —aseguró.
Si tan solo supiera que mis calificaciones han bajado un poco. Tengo casi una B en química, eso es inaceptable para mí.
— ¿Estás bien? —le preguntó a Allison—. Tu corazón está latiendo como loco. El tuyo también, Scarlett, aunque intentes controlarlo.
Fruncí mi ceño con confusión. ¿Cómo demonios era capaz de saber eso? A menos que... ¡Oh, Dios mío! Teníamos que salir de allí lo más pronto posible.
— Jackson...
— Pensé que querían hablar —mencionó como si la cosa no fuese con él.
— Cambiamos de pensar —dije, arrastrando a Allison conmigo. Chocamos con una de las bancas que estaban dentro del vestidor.
— Allison, te ves un poco estresada. ¿Es Scott? ¿Es todo esto? No puedo creer que todavía pienses que tu pequeña historia de Romeo y Julieta va a durar. Sabes que eventualmente él irá corriendo hacia Derek y se le unirá a su pequeña manada de lobos. Si no te has dado cuenta de eso entonces tienes que ser la perra más estúpida en este pueblo.
Podía sentir el calor surgir en mi cuerpo, subiendo por mi piel, quemando mis venas con cada palabra que Jackson pronunciaba. Allison parecía como si fuese a llorar en cualquier momento, yo solo quería quemarlo vivo. Quemarlo en la misma forma en la que Peter se quemó la noche en la que me mordió.
— Bueno, a parte de Scott, ya que él es una perra muy estúpida —alegó.
— ¡Para! ¡Solo para! —pidió Allison.
— ¿Qué vas a hacer, Allison, cuando tu estúpido pequeño novio se vuelva en tu contra? —preguntó, acorralándola contra la otra pared—. Mataron a tu tía. Casi matan a Lydia y a Scarlett. ¿Quién crees que irá después? No tú, no puedes ser tú porque está enamorado de ti. ¿Eso es lo que te dices a ti misma? "Scott es diferente y todo va a funcionar porque estamos enamorados". Si eso es lo que crees, entonces ya estás muerta.
Garras largas salían de la mano de Jackson y comenzó a pasarlas por el rostro y el cuello de Allison.
— Jackson, sé quién morirá después —llamé su atención, acercándome a él—. Tú.
Allison intentó golpearlo con una estrategia que, seguramente, su padre le enseñó, pero Jackson fue más rápido, tumbándola al suelo. Entonces fue mi oportunidad de agarrar su cabeza con mis manos, transmitiendo todo el calor posible, aunque mi sorpresa fue más grande al descubrir que no hizo efecto sobre él.
— ¿Allison? —cuestionó, saliéndose de encima de ella—. ¿Qué haces aquí?
Jackson parecía aturdido cuando se puso de pie y Allison se arrastró hasta quedar pegada a la pared. Era como si Jackson hubiera pasado de ser el kanima a ser él mismo de nuevo, aunque para mí siguen siendo la misma serpiente.
Agarró unos pantalones y fue en ese momento que Scott entró a los vestidores, encontrándose con esa escena.
— Estoy bien —aseguró Allison—. Scott, estoy bien.
Pero Scott estaba cegado por la rabia y tenía otra idea en la mente, por lo que empujó a Jackson con tanta fuerza que los casilleros cayeron.
— ¡Scott!
— ¡Tengo una orden de restricción! —gritó Jackson.
— Créeme, me he restringido a mí mismo.
Jackson agarró a Scott de la sudadera y lo empujó contra la pared y luego lo tiró hacia las duchas. Scott le dio un cabezazo, lo tiró al suelo y justo cuando iba a agarrarle el cuello, Jackson lo empujó con demasiada fuerza, tanto así que los azulejos se quebraron.
Se puso de pie y comenzó a caminar hacia mí con furia retenida. Parecía que iba a arrancarme la cabeza cuando Scott saltó sobre la pared y le golpeó la cabeza a Jackson. El cuerpo de este me empujó sobre las bancas, haciéndome caer.
—Imbécil —susurré.
Jackson agarró una pesa y se la lanzó a Scott, quien la agarró gracias a sus reflejos de hombre lobo. Jackson lo pateó y la pesa salió disparada hacia otro lugar, provocando un ruido metálico al caer. Luego tiró a mi mejor amigo contra los lavabos rompiendo uno de ellos.
Me puse de pie y empujé a Jackson con todas mis fuerzas o al menos lo intenté, porque este agarró mis brazos sobre la chaqueta y me tiró contra el espejo.
Y aquí van otros siete años de mala suerte por quebrar otro espejo.
Al dejarme caer al suelo, trozos de cerámica se incrustaron en mis manos. Jackson procedió a pelear con Scott y ambos salieron disparados por la puerta de los vestidores.
Stiles y Érica que estaban fuera de los vestidores lograron separarlos. Mis manos sangraban al salir de allí y vi a Harris llegando al pasillo, diciendo que todos teníamos detención a las tres de la tarde.
— ¿Perdón? Yo soy la que salí herida por culpa de Jackson —protesté. La sangre goteaba y Jackson ni se inmutó. Tampoco lo hizo Harris.
— ¿Usted qué hacía dentro de los vestidores de los chicos?
— Y-Yo, uh, bueno, estaba...
— Eso pensé.
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