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3. Entreabierta

— Recuérdenme de nuevo por qué estamos haciendo esto —pedí, metiendo mis manos en los bolsillos de mi sudadera mientras seguía a Payton y a Lydia por la reserva.

El cabello rojizo de Lydia se agitó por el viento cuando volteó a verme con sus brazos cruzados. Frunció sus labios pintados de rojo en una mueca antes de hablar, luciendo un poco exasperada por mis constantes quejas.

No quería estar despierta tan temprano antes de ir a la escuela y, definitivamente, no quería estar en el maldito bosque cuando estaba haciendo frío. Ya estábamos en el otoño, por el amor a Cristo. La temperatura estaba comenzando a cambiar y yo la iba a sentir más que todos. Sería el primer otoño luego de mi mordida, así que estaría sintiendo la debilidad constante del frío.

— Porque tenemos que tener a la manada en óptimas condiciones —me recordó Lydia—. Mira, Allison casi atraviesa mi cabeza con una flecha, Scott perdió el control en la escuela, Stiles no puede leer, y tú tienes una mezcla de los tres. Así que mientras pensamos en una forma de resolver todo esto, será mejor intentar de canalizarlos.

Parpadeé intentando de analizar sus palabras.

— Lo que Lydia quiere decir es que para poder volver a la normalidad, necesitamos que ustedes también lo hagan —aclaró Payton.

Moví mi cabeza en un gesto afirmativo.

Ellas tenían razón y tenía lógica lo que decían. Quizá, solo quizá, si lográbamos controlar nuestras habilidades, podríamos dejar de tener estos efectos secundarios. Morir y volver a la vida realmente apesta.

— De acuerdo —accedí—. ¿Qué hay que hacer?

Lydia y Payton intercambiaron miradas cómplices. Continuaron caminando hasta un punto donde vi un círculo de velas.

— Queremos que-...—la interrumpí.

— ¿Por qué demonios tienen un círculo como si fuesen a hacer un ritual satánico? —pregunté, exaltada.

— No es un ritual —dijeron al unísono.

— ¿No lo es? Explíquenme todo el rollo de las velas y el círculo en medio del bosque.

Crucé mis brazos y cambié el peso de un pie a otro, en espera de una respuesta coherente. Estaba llegando a pensar que habían perdido la cabeza, y eso que yo era la que estaba actuando como una desquiciada.

— Queremos que enciendas las velas —puntualizó Payton.

Alcé mis cejas.

— ¿Eso no lo podíamos hacer en casa? —cuestioné.

Ambas negaron.

— El frío te afecta, Scarlett. Es mejor aquí por esa misma razón. Tienes que luchar contra ello —explicó mi prima.

Rodé mis ojos.

— No sé si recuerdas, pero no he podido encender una vela en tres semanas —mascullé.

— Solo hazlo.

Resoplé con molestia.

Una gran parte de mí me decía que esto era una pérdida de tiempo. No podía sentir las habituales sensaciones de calor, y tampoco podía trasmitirlo. Simplemente tenía una desconexión con mis poderes. Era como si se hubiesen mudado a otro país y me hubiesen dejado sola, vacía, solo siendo una indefensa humana.

Casi indefensa, me recordó mi subconsciente al sentir el peso de la daga en el interior de mi bota y también del frío metal del arma en la parte trasera de mi pantalón.

— Scarlett, si lo intentas, puede ser que funcione —habló Lydia, haciendo que tuviera ganas de golpearla.

— Si hacen silencio, tal vez pueda ser que llegue a concentrarme.

Relamí mis labios y repetí un ejercicio de respiración profunda antes de intentar encender las velas, al menos una. Intentaba crear una conexión, de llevar el calor a la mecha, de ser esa chispa que la encendiera.

Nada.

Intenté de nuevo, ejerciendo más fuerza en mi mente.

Todo continuó igual.

Una vez más y obtuve el mismo resultado. Solo podía sentir un potente dolor de cabeza al forzarme en algo que no estaba dando resultado.

— Scarlett, ¡detente!

El grito de Lydia me trajo de vuelta a la realidad. Payton me sostenía de los hombros con una mirada preocupada. Entonces capté la razón por la que me pidieron que dejara de intentarlo. Un hilo de sangre estaba comenzando a bajar de mi nariz.

Lo limpié con el dorso de mi mano.

— Tal vez esto es una mala idea. Forzarlo —aclaré—. Tal vez nunca recuperaremos el control de nuestras vidas.

Déjame entrar y tendrás todo el control que quieres, Scarlett.

* * *

Para ser completamente honesta, estaba comenzando a extrañar saltarme algunas clases para lidiar con algún problema sobrenatural. Definitivamente eso de estudiar, ser responsable y asistir a todas las clases como una adolescente 'normal' estaba comenzando a hastiarme. Sentía pena por todos los que no tenían una distracción en sus vidas. ¿Qué hacían? ¿Ver Netflix y obsesionarse con personajes ficticios como yo solía hacer antes de saber de la existencia de criaturas sobrenaturales? Probablemente.

El silbato de Finstock me trajo de vuelta a la realidad y pude ver a Stiles sobresaltarse en su lugar.

— ¡Stilinski! —gritó el entrenador. Stiles emitió un pequeño «ajá»—. Te hice una pregunta.

— Lo siento, entrenador. ¿Cuál fue? —cuestionó.

— Fue: «Stilinski, ¿estás prestando atención?».

Stiles llevó su bolígrafo a su rostro, posiblemente ideando alguna de sus respuestas sarcásticas. Era lo típico de él.

— Bueno, ahora sí.

Finstock suspiró, intentando retener sus ganas de golpear a mi amigo.

— Stilinski, deja de recordarme por qué bebo —pidió—. Todas las noches —añadió en un susurro—. ¿Alguien más quiere contestar la pregunta del pizarrón?

Scott y yo nos quedamos mirando a Stiles fijamente. Podía apreciar las profundas y marcadas ojeras en su rostro. Se notaba que llevaba semanas sin dormir bien, en especial con las constantes pesadillas.

Mi vista bajó hacia su libreta y ahogué un gimoteo. Y sin ellas también.

— Estoy bien —aseguró Stiles—. Me quedé dormido por un segundo.

— Amigo, no estabas dormido —le notificó Scott, preocupado.

Volví a mirar su libreta donde en la página estaba escrita una y otra vez la palabra «Despierta». Stiles apretó su mandíbula y cerró la libreta con fuerzas.

Nos estábamos poniendo cada vez peor. Allison casi asesina a Lydia con una flecha porque sigue viendo a la psicópata de su tía muerta, Scott —el dios del control— no tiene control alguno, Stiles está soñando despierto, y yo ni siquiera puedo intentar prender una vela.

* * *

— Entonces, ¿qué le pasa a una persona que tiene una experiencia cercana a la muerte y sale viendo cosas? —preguntó Scott, rompiendo el silencio en la mesa.

Toda la manada estaba reunida en una de las mesas fuera de la escuela a la hora libre —aquella que antes utilizábamos para comer, aunque ninguno comía en realidad, estábamos demasiado agobiados con nuestros nuevos problemas como para intentarlo o siquiera sentir apetito alguno. Al menos para mí era así—. Solamente teníamos nuestros cuadernos fuera, utilizando la hora para 'estudiar', pero en realidad solo hablábamos de nuestros problemas.

— Y es incapaz de decir qué es real y qué no —agregó Stiles al lado de Payton.

— Y ve visiones demoníacas de parientes muertos —aportó Allison, quien estaba sentada al otro lado de la mesa con Isaac y Lydia.

— Los encierran porque están locos —afirmó Isaac.

Stiles se ríe de una forma sarcástica.

— ¿Puedes al menos intentar ser de ayuda, por favor? Toma el ejemplo de Payton por un segundo, ¿quieres? —le dijo, señalando a mi prima.

Pude ver la incomodidad impregnada en el rostro de Payton. También en la de Isaac.

— Pasé casi toda la infancia en un congelador. Así que ser útil es algo nuevo para mí —se defendió Isaac.

Golpeé mi rostro con la palma de mi mano, viendo por dónde estaba yendo la discusión. Ellos empezaron a discutir entre ellos hasta que escuchamos el carraspeo proveniente de Kira, la chica nueva y la hija del maestro de historia.

— Hola, perdón. No pude evitar oír lo que estaban diciendo y creo que en realidad podría saber de lo que están hablando —comenzó a decir, jugueteando con sus manos de una forma incómoda.

— ¿En serio? —pregunté, frunciendo ligeramente mi ceño.

Kira asintió.

— Hay una palabra tibetana para eso. Lo llaman «Bardo». Literalmente significa «estado intermedio». El estado entre la vida y la muerte —explicó, sonriendo un poco.

— ¿Y cómo te dicen a ti? —cuestionó Lydia, de un modo un poco borde.

— Lydia —la regañé.

Ella encogió sus hombros de una forma inocente. Me recordó a los tiempos en los que ella era una perra con todos, incluyéndome. De hecho, especialmente conmigo por haber sido metiche, pero estoy orgullosa de que lo hayamos superado.

— Kira —dijo Scott. Todos volteamos a mirarlo. Reprimí una sonrisa porque Scott parecía tener un punto débil por las chicas nuevas—. Está en nuestra clase de historia.

— Y te gusta —susurré de modo que solo él pudo escucharme.

— Cállate —me susurró de vuelta.

— ¿Estás hablando del Bardo en el budismo tibetano o el de la India? —preguntó Lydia.

— Cualquiera de los dos, supongo. Pero todo lo que decían, eso sucede en el Bardo —respondió.

— ¿Qué más sabes sobre el tema? —interrogó Payton, echándose a un lado para permitir que Kira se sentara.

Claro. De repente todos eran amables solo porque querían sacarle información a la pobre chica. El único que verdaderamente se sentía feliz de tenerla cerca era Scott. Y eso era a causa de su reciente flechazo.

— Hay distintas etapas progresivas donde tienes alucinaciones. Algunos ven, algunos solo oyen. Y puedes ser visitado por deidades pacíficas o furiosas —continuó explicando.

— ¿Deidades furiosas? —cuestioné.

Kira asintió.

— ¿Y qué son esos? —quiso saber Isaac.

Rodé mis ojos.

Rubio tenía que ser.

— Como demonios —respondió Kira a su pregunta.

— Demonios. ¿Por qué no? —musitó Stiles.

— Espera —intervino Allison—, si hay diferentes estados progresivos, ¿cuál es el último?

— La muerte. Mueres.

Todos intercambiamos miradas llenas de pánico. Lo que nos faltaba. Habíamos revivido para ir en una autopista hacia la muerte. ¿Qué podía ser peor?

— Oh, qué bien —murmuré.

— A todo esto, ¿de dónde han sacado esos síntomas? —se interesó por saber la chica nueva.

— Scarlett aquí es una escritora excelente y sus personajes están pasando por una situación así y queremos adivinar lo que sucede antes de que lo revele —mintió Payton.

Kira lució fascinada.

— ¿En serio?

— Sí, es genial —aseguró Stiles, siguiéndole la corriente.

Los iba a matar a los dos.

— ¿Cómo se llama?

Nuestra vida —dije con una sonrisa falsa.

Sí, iba a matarlos.

* * *

— Tal parece que tu subconsciente está intentando de comunicarse contigo —dijo Deaton cuando Stiles terminó de contarle lo sucedido hoy en la clase de Economía.

Su tal 'sueño' había sido estar en la misma clase y todos hacían un juego de señas. No sabíamos su significado, pero parecía importante.

— ¿Cómo le digo a mi subconsciente que use un lenguaje que sepa? —preguntó.

— ¿Recuerdas cómo era el lenguaje de señas? —quiso saber Deaton—. ¿La colocación y el movimiento de las manos?

— ¿Sabes el lenguaje de señas?

Scott lucía bastante sorprendido.

— Scott, el doc sabe de todo. Si un día viene y me dice que sabe comunicarse con los alienígenas, no estaré sorprendida —dije.

Eso le causó un poco de gracia a Deaton, pero era la verdad.

— Sé un poco —aclaró—. Déjame intentarlo.

— Está bien —accedió Stiles—. La primera fue algo como esto —levantó su dedo índice izquierdo y con la otra mano hizo un círculo a su alrededor.

— Eso es «cuándo».

— Luego estaba esta —unió sus manos de modo que sus dedos índices estaban al lado del otro y movió su mano derecha hacia atrás—, dos veces.

— Eso es «puerta».

— Y esta en medio de ella —elevó su pulgar y lo llevó hasta su barbilla para hacerlo retroceder hasta el punto de inicio.

— ¿Eso es todo? —Stiles asintió—. «¿Cuándo una puerta no es una puerta?».

¿El conjunto de señas de Stiles era un acertijo? ¿Por qué demonios algo así? ¿No era más sencillo deletrearlo de manera entendible para todos?

Stiles repitió el acertijo sin poder creerlo. Lucía igual de incrédulo que yo.

— Cuando está entreabierta —respondió Scott.

— Bromeas. ¿Un acertijo? ¿Mi subconsciente quiere decirme un acertijo? —cuestionó Stiles.

— No necesariamente. Cuando los tres se sumergieron, cuando cruzaron de la inconsciencia a un tipo de superconciencia, esencialmente abrieron una puerta en sus mentes —nos explicó el doc.

Y todo me golpeó como una fría ola.

— Espera, no, hace completo sentido. Todas las pesadillas, los sueños. Todos tenían que ver con una puerta —realicé—. Siempre estaba entreabierta. La puerta sigue entreabierta.

Deaton me sonrió ligeramente, asintiendo.

— Ciertamente.

— ¿Una puerta dentro de nuestras mentes? —Stiles pronunció cada palabra de manera pausada, como si estuviese a punto de reclamarle a Deaton al respecto.

— Les dije que era arriesgado —se defendió.

— ¿Qué podemos hacer?

— Bueno, eso es difícil de responder.

Stiles lo detuvo.

— Conozco esa mirada. Es la mirada de "sabemos qué te pasa, pero no cómo arreglarlo" —lo acusó.

— Una cosa que sí sé es que tener una puerta así como la que tienes en tu mente, no es bueno.

Resoplé.

— Díganos algo que no sepamos.

— Cada uno de ustedes tiene que cerrar esa puerta. Y tienen que hacerlo lo antes posible.

¿Por qué cerrarla cuando ya estoy dentro?

__________

¡TERCER CAPÍTULO!

¿Tienen teorías? ¿Opiniones? ¿Sugerencias? ¿Comentarios?

Chau y hasta la próxima ❤️

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