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27. Está bien, es perfecto

           

Llegamos a la escuela casi corriendo, pasando por los pasillos e ignorando que algunos profesores nos observan porque no estamos yendo a la clase. Que les den. En estos momentos una educación no es tan importante. Literalmente de qué me vale tener una buena educación si terminamos muriendo.

Nos encontramos a Kira frente a la oficina del entrenador y nos dice que están buscando a Meredith por la escuela porque no saben con exactitud en dónde se encuentra.

— Chicos, no tenemos tiempo de rastrear. ¿Cómo Lydia encuentra las cosas? —pregunto, intentando de resolver esto de una forma un poco más lógica.

— Lydia escucha cosas —responde Payton.

Mi mente trabaja con rapidez.

— El salón de música —anuncio.

— Es tan bueno tenerte de vuelta, Sherlock —dice Scott, revolcándome el cabello antes de salir de inmediato hacia el salón indicado.

Efectivamente encontramos a Meredith en el salón de música, de pie frente al piano. El miedo brilla en sus ojos. Meredith es una muchacha de complexión delgada y cabello corto, rizado y castaño. Un enorme suéter y un pantalón de chándal componen su vestimenta de la Residencia Eichen.

Sé que es ella por el empleado de Eichen que yace en el suelo frente al entrenador.

— ¿Qué esperan? ¡Sáquenla de aquí! —exclama, Scott y Stiles agarran a Meredith para llevarla con ellos. La mirada del entrenador se posa en mí—. Es bueno verte, Brann.

— Igualmente, Bobby —le digo, sonriéndole de forma honesta antes de seguir a mis amigos.

Salimos al estacionamiento, entrando al Jeep de Stiles con rapidez. Payton, Meredith y yo vamos en la parte trasera, metiéndonos casi como salchichas en lata porque vamos apretadas.

— ¿Dónde está Lydia? —preguntamos Stiles y yo al unísono.

Meredith nos lanza una mirada confundida.

— ¿Quién es Lydia?

— Oh, genial —murmuro con sarcasmo.

Este plan apesta.

Cuando llegamos a la casa de Scott nuevamente, esta vez junto a Meredith, podemos ver a Rafael McCall. Isaac está sentado frente a él luciendo incómodo. No había visto a Isaac desde... vaya, ha pasado mucho tiempo que no puedo ni recordarlo.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta Scott de inmediato.

Rafael permanece impasible con las manos dentro de sus bolsillos. Me encojo un poco, ocultándome de su vista porque ¿cómo demonios le explicas a las personas que volviste de la muerte?

— Podría preguntarte lo mismo. Y, ¿Scarlett?

Sonrío inocentemente.

— Antes de que preguntes cualquier cosa, fue un milagro médico —hablo con rapidez.

— Y nosotros tenemos una hora libre. Estamos haciendo un estudio en grupo —miente Stiles.

— Estoy súper atrasada con todo esto de muertes y recuperaciones mágicas, digo, médicas —lo apoyo, actuando como si Meredith fuese parte de nosotros.

— ¿Quién es ella? —cuestiona McCall, mirando a Meredith.

Stiles rodea a la muchacha con su brazo.

— Es mi novia.

— No eres mi tipo —dice Meredith, mirando a Stiles como si estuviese loco.

— Obviamente tenemos mucho de qué hablar —comenta Stiles, continuando con la mentira—. Tal vez deberíamos seguir esto arriba.

La mirada de Meredith se fija en Isaac, un brillo apareciendo en sus ojos. Ya veo por dónde esto va y puedo presentir un desastre venir.

— Él es mi tipo —menciona, señalando a Isaac con el mentón.

— Sí, pues es el tipo de muchas. Estoy segura de que Isaac puede venir también —digo.

Todos voltean a verme como si no creyeran que he dicho eso, pero es la realidad. Isaac ha tenido a dos de las chicas más bonitas de Beacon Hills; Allison y Payton. La más bonita solo Scott ha llegado a besarla del círculo interno de amistades y esa es Lydia Camille-Grace Martin, aunque si a ambas nos latieran las chicas estaríamos juntas. De eso no me cabe duda.

Empujo a Payton y a Stiles fuera de la sala y cuando estoy a punto de salir también escucho que Rafael me llama, pidiéndome que me quede. El pánico me aborda, sabiendo que no es el momento de que comience a decir la verdad.

— Papá, explicaré todo esto después —intenta decir Scott.

— No me importa que no estés en la escuela. Sé que tus notas están bien. Solo quiero hablar —dice—, con ambos —añade.

— Ahora no es un buen momento —me apresuro en decir.

Mi corazón late desbocado, martilleando con fuerzas dentro de mi caja torácica como si quisiera salir de su cauce. Los nervios me azotan como un rayo, electrizando mi cuerpo y haciéndome estremecer.

— Tenemos que hablar. Los tres —me corta.

Nos hace sentarnos en la sala y él permanece de pie, luciendo nervioso ante la verdad.

— Papá, ¿no podemos hacer esto mañana? —pregunta Scott, ansioso por ir escaleras arriba y continuar buscando a Lydia.

— Eso es algo que llevo diciendo por mucho tiempo —murmura Rafael—. Ven aquí. ¿Ves esto? —Camina hasta el inicio de las escaleras y señala una hendidura en el suelo—. Eso fue de tu cabeza. La noche antes de que me mudara. Tu madre y yo estábamos peleando. Saliste de tu habitación, te agarré de la muñeca, tiraste hacia atrás y te caíste. Te vimos caer por las escaleras. Estuviste desmayado por unos veinte segundos y cuando despertaste, no recordabas nada. Tu madre me dijo que me fuera por la mañana. Esa fue la última vez que tomé una copa.

Los ojos de Rafael están llenos de lágrimas, pero no las deja salir.

— De acuerdo, papá. Te mostraré algo. ¿Ves este alféizar de ventana? Cuando tuve mi primera patineta, me caí encima. Me rompí la clavícula. Esto solía ser de vidrio hasta que me caí encima intentando atrapar una pelota de Stiles. Me pusieron tres puntos en la mejilla —se señala la zona, al igual que apunta los objetos mencionados según habla—. Esta casa está llena de accidentes. ¿Las escaleras? Tal vez fue un accidente. Tal vez fue peor. Pero me curé. No necesito tus disculpas.

Rafael inhala con fuerzas y el miedo comienza a acumularse en forma de lágrimas en mis ojos, escociendo con fervor. Cierro mis ojos para evitar que salgan de su lugar. Sé lo que está haciendo y entiendo lo que Melissa me dijo cuando hablamos en el hospital. Tomando varias bocanadas de aire, logro controlarme y ver la escena frente a mis ojos.

— Pero todavía no te he dicho la historia completa —avisa y sus ojos se posan en mí—. Tu madre y yo estábamos peleando porque... porque le confesé que Scarlett es mi hija.

Sin poder evitarlo, un sollozo sale de mis labios y presiono mis manos contra mi rostro para evitar que mis lágrimas caigan como cascadas. No quiero ver el rostro de Scott por miedo a su reacción. Temo con todas mis fuerzas perder a mi mejor amigo gracias a esta verdad.

— Y-Yo...—Scott suspira—. Lo sé. Te escuché hablar con mamá la noche en la que te apuñalaron.

— ¿Y no dijiste nada? —pregunto, mi voz sonando un poco ronca a causa de las lágrimas—. ¿No me culpas por...?

— Él fue quien se marchó. Él hizo los errores —me interrumpe—. Tú fuiste quien llegó a mi vida cuando más lo necesitaba. Tú fuiste quien se quedó. Y no podría pedir una mejor hermana.

Casi salto a sus brazos, abrazándolo. Quebrados sollozos salen de mis labios, pero al mismo tiempo estoy aliviada. Tengo a mi mejor amigo conmigo; a mi hermano.

— Te quiero tanto, Scotty —susurro.

— Y yo a ti —asegura y voltea para ver a nuestro donador de esperma, todavía abrazándome—. Así que... te veré en la graduación o cuando decidas volver a aparecer.

La expresión de Rafael McCall es un verdadero poema porque es lo menos que esperaba de su hijo. Y no me incluyo en el panorama porque tal vez haya sido mi donador de esperma, pero él nunca ha sido mi padre. Alexander Brann lo fue.

Juntos abandonamos la sala y subimos las escaleras para escuchar a Meredith decir algo. Coup de foudre.

— ¿Coup de qué? ¿Qué idioma es ese? —pregunta Stiles.

— Es francés —responde Scott—. Sé dónde está.

* * *

En una corta explicación, Lydia se encuentra en un lugar llamado Oak Creek, el cual fue un campamento japonés donde la mamá de Kira —Noshiko— estuvo viviendo. También fue el lugar donde el Nogitsune hizo su primera aparición, matando a muchos inocentes y creando mucho caos. De ahí era que Noshiko conocía al Nogitsune, ella lo había invocado.

Decidimos finalmente llevar un solo auto, de modo que vamos Payton, Isaac y yo en la parte trasera del Jeep. Vamos apretados y muy incómodos, pero no importa. Tenemos poco tiempo para llegar a Oak Creek y salvar a Lydia. Allison también viene de camino junto a Kira. Y lo peor de todo es que Stiles está cada vez más pálido, parece un muerto viviente y ha comenzado a afectarme un poco. Mis manos no dejan de temblar.

— Oye, ¿estás bien? —le pregunta Stiles a Scott.

— Sí. No tienes que preocuparte por mí.

— Bueno, yo lo diré —anuncia Isaac—. Parece que te estás muriendo y has comenzado a arrastrar a... ¡Ouch! —se queja cuando le doy un codazo para que se calle—. Lo que quiero decir es que estás pálido, delgado y parece que te estás poniendo peor. Y todos estamos sentados aquí pensándolo. Cuando encontremos a tu otro yo, ¿parecerá que se está poniendo mejor?

— Isaac, no estás ayudando —masculla Payton.

— ¿Qué pasa si sale herido? —cuestiona Scott.

— ¿A qué te refieres? ¿Que, si él muere, yo muero? —Todos permanecemos en silencio—. No me importa. Con tal de que nadie más muera por mi culpa. Recuerdo todo lo que hice, Scott. Recuerdo clavarte esa espada y planificar el asesinato de Katashi para evitar que la otra Scarlett dejara de desobedecer. Recuerdo cuando retorcí la espada.

— No eras tú —intenta decir Scott.

— Sí, pero lo recuerdo. Chicos, tienen que prometérmelo. No pueden dejar que nadie más salga herido por mí.

Nadie dice nada hasta que llegamos al lugar abandonado. Allison y Kira se encuentran aquí de modo que bajamos del Jeep con rapidez, encontrándonos con ellas. Nos reunimos unos segundos frente a los portones, mirándonos.

— Scotty di algo —lo animo.

— ¿Yo?

— Sí, tú —respondo—. Tú eres el alfa.

Scott suspira.

— Hemos hecho esto antes, chicos. Hace un par de semanas estábamos así y salvamos a Malia, ¿lo recuerdan? —Asentimos—. Era una completa desconocida. Esta vez es Lydia.

— Vine a salvar a mi mejor amiga, y, a su vez, salvando a otra —dice mirándome.

— Yo vine a salvar al mío y a mi hermana —habla Scott.

— Yo no tenía ganas de hacer la tarea —comenta Isaac, encogiendo sus hombros, y sonríe antes de voltear para entrar al campamento.

Comenzamos a separarnos, Scott y Stiles se van a buscar a Lydia mientras que los demás nos dirigimos hacia el lugar donde Noshiko está de pie junto a los guerreros Oni. Allison tiene su arco en mano y Kira su espada.

— Kira, da la vuelta y vete a casa. Llévate a tus amigos contigo —le ordena Noshiko a su hija.

— No puedo. Cuando miré el juego, me di cuenta contra quién realmente estaba jugando —habla Kira—. Tú.

Allison la apunta con su arco.

— Haz que se vayan —exige.

— ¿Crees que puedes llevártelo vivo? —pregunta—. ¿Creen que pueden salvarlo?

— ¿Y si podemos? —intenta hacerla recapacitar Kira.

— Intenté algo así hace 70 años. Tu amigo se fue.

No puedo evitar reír.

— Bueno, vejestorio, lo mismo dijeron de mí y aquí me tienes —intervengo—. No nos conoces. Hemos detenido a alfas homicidas, lagartijas gigantes, un Darach, y un lobo demonio. Creo que podemos manejar a un hada japonesa.

Noshiko me mira con molestia y Kira da un paso hacia el frente.

— ¿Estás segura? Tal vez Stiles no tiene que morir...

— No va a morir —asegura Payton.

—...tal vez Rhys tampoco tenía que morir.

Los Oni mueven sus espadas, preparándose para atacar. Noshiko sonríe.

— Ahora veo que ya no soy el zorro, Kira. Tú lo eres. Pero el Nogitsune aún es mi demonio que enterrar.

Justo cuando termina de decirlo, los guerreros desaparecen y el pánico crece en mí.

Se nos está acabando el tiempo.

Noshiko suelta un jadeo y abre su mano. Desde mi posición puedo ver una luciérnaga apagando su luz y desapareciendo en una niebla negra.

— ¿Qué está pasando? —pregunto.

— ¿Qué significa? —quiere saber Isaac.

— Significa que ha habido un cambio de dueño —anuncia la voz de Stiles, pero reconozco que se trata del Nogitsune porque tiene un tono plano y vacío. Nos volteamos y podemos ver que está de pie con los guerreros—. Ahora me pertenecen a mí.

Y la verdadera pelea inicia.

Kira choca sus espadas con los guerreros, Isaac y Payton se transforman para pelear cuerpo a cuerpo con ellos y Allison les dispara con sus flechas. Por mi parte, enciendo mis manos en fuego y peleo con uno de ellos. Son rápidos y sus espadas hacen que las heridas tarden en sanar.

El Oni con el que estoy peleando me empuja y apenas evito la espada que por poco corta mi cabeza. Empujo el fuego en su cuerpo, pero no le hace nada. Ni siquiera se inmuta.

— ¿Cómo los detenemos? —pregunta Isaac.

— ¡No pueden!

El guerrero Oni con el que Payton estaba peleando la corta en el abdomen y cae sobre sus rodillas, recordándome a aquella vez en la que soñé que Allison la mataba. Antes de que pueda continuar hiriéndola, saco mi daga y detengo la cuchilla de la del Oni antes de que termine matando a Payton.

Isaac se une a mí y termina siendo casi masacrado por otro de los Oni. Son demasiados y pelean más de lo que nosotros lo hacemos.

Allison lanza una flecha que se clava en el pecho de un Oni que estaba justo por atacarme por la espalda y eso lo hace detenerse. Suelta su espada y un resplandor verde fosforescente sale de su pecho. Me quedo petrificada al ver que estalla en una niebla negra.

Allison ha matado a un Oni.

La veo sonreír y apenas puedo procesar el borrón negro que se acerca a ella.

— ¡Allison! —grito, intentando advertirle, pero es muy tarde porque el Oni clava su espada en el abdomen de la chica.

Ella se encorva, soltando su arco y corro para evitar que se golpee al caer. Las lágrimas empañan mis ojos y caen de estos sin control alguno. Mis manos presionan su herida intentando de que sangrara menos, y las imágenes del recuerdo de cuando maté a mi padre llenan mi mente. Siento un deja vu.

— Allison, no te puedes morir —murmuro, entre lágrimas—. Todavía tenemos que tomar ese helado y ver un largo maratón de Netflix. Lo acordamos para arreglar las cosas —sollozo de forma incontrolable.

Unas lágrimas salen de sus ojos y respira con dificultad.

— Ya las arreglamos a nuestra forma —pronuncia.

La garganta me quema al llorar. Scott corre hacia nosotras y me quita a Allison de los brazos, pero todavía tengo mis manos presionadas a su herida.

— ¿La encontraste? ¿Está bien? ¿Lydia está a salvo? —le pregunta a Scott.

Scott aparta unos mechones de cabello de su rostro.

— Sí, está bien —le asegura y agarra su mano con intención de utilizar sus habilidades de hombre lobo, pero ni una sola vena se ve—. No puedo. No puedo quitarte tu dolor.

Allison sonríe.

— Es porque no duele —susurra.

Ambos sabemos lo que eso significa. Su herida no puede sanarse.

— No —dice Scott.

Yo solo puedo llorar.

— Está bien —asegura.

«No, no está bien», quiero decirle, pero las palabras se han quedado atascadas en mi garganta. Apenas puedo respirar. Simplemente esto no puede estar sucediendo.

— Allison.

— Está bien. Está bien. Está bien, es perfecto —dice—. Estoy en los brazos de mi primer amor. La primera persona que he amado. La persona que siempre amaré. Te amo, Scott... Scott McCall.

Acaricia el mentón de Scott y sus labios se tiñen de sangre, anunciando que es imposible salvarla. Que estos son sus últimos minutos, las últimas que oiremos de su parte.

— No, por favor, no. Allison no, por favor —suplica Scott.

— Tienes que decírselo a mi papá. Tienes que decírselo a mi papá. Díganselo, por favor.

Comienza a respirar con dificultad y se queda en silencio. Sus ojos cerrados y su cuerpo inerte. Scott besa su frente, llorando sin parar. Miro mis manos manchadas de sangre, de sangre inocente. No puedo evitar temblar sin control, recordando la última vez en la que estuve en esta situación. Las imágenes de Allison se mezclan con las de mi padre.

Mis manos presionando una herida mortal, la sangre secándose en mis manos, la vida desapareciendo de sus ojos. No puedo separarlas. Se conectan y se reproducen en mi mente.

Y no puedo evitarlo, el primer sonido que sale de mis labios es un grito de negación e impotencia.

La sangre de Allison está en mis manos.

Y nunca pudimos arreglar las cosas. Jamás volveré a verla o a hablar con ella. Nunca podré decirle que sí la perdono y que yo también tuve la culpa, que debimos haber arreglado nuestra amistad desde un principio.

Pero ya es muy tarde porque ha dejado salir su última respiración, ya ha muerto.

_________

RIP ALLISON 💔

No tengo nada más que decir. Siento que el capítulo habla por sí solo. 

Chau,
Thals.

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