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26. De vuelta a la vida

No entiendo la razón por la que Payton está llorando a moco tendido sobre mi hombro, aferrada a mi pecho como si su vida dependiese de ello. Su figura fue un borrón en mi vista cuando formulé mi pregunta hace unos minutos, pero desde entonces no se ha apartado de mí. Simplemente se abraza a mi torso con más fuerzas cada vez que intento deshacerme de su agarre para respirar. Siento que me va a sacar un pulmón por la boca.

Suelto el maldito tubo que me estaba asfixiando cuando desperté y lo escucho caer al suelo. Estoy confundida y quiero saber por qué demonios Payton llora como si se hubiese muerto alguien.

— Payton...—intento apartarla, pero ella continúa aferrada a mi torso.

— Scar —susurra entre sollozos.

Mi rostro se contrae en una mueca cuando escucho el apodo.

— Demonios, Payton. Odio ese maldito apodo —mascullo, rodando los ojos. Logro apartarme de ella y veo que tiene el rostro empapado por las lágrimas que salen de sus ojos sin control alguno—. De acuerdo, ¿quién murió? Me estás asustando.

Justo cuando termino de decir las palabras, Scott, Melissa y Deaton aparecen en la puerta. Escucho jadeos de su parte y la confusión no para de meterse bajo mi piel. Scott se abalanza sobre mí, rodeándome con sus brazos y casi puedo escucharlo llorar.

«¿Acaso todos se han vuelto locos?», me pregunto mentalmente. Confundida, palmeo el hombro de Scott sin saber cómo demonios devolverle el abrazo porque me ha atrapado el brazo derecho contra mi pecho cuando me rodeó con los suyos.

— En serio, chicos, ¿quién murió? Prefiero que lo digan así de golpe porque es más sencillo —insisto—. A menos que... ¿maté a alguien esta vez?

— No...—Melissa deja la oración en el aire, pero me quedo en el limbo.

Si no maté a nadie y están llorando. ¿Qué rayos sucedió?

— ¿Entonces? —cuestiono, arqueando mis cejas.

Scott y Payton intercambian una mirada y mi prima niega. Ella todavía está llorando y la verdad es que dudo que pueda pronunciar palabras que se entiendan. Estarían llenas de sollozos quebrados e hipidos.

— Tú moriste, Scarlett —anuncia Deaton.

Mi primera reacción es reírme, pero luego veo los rostros inexpresivos, el llanto de Payton, el de Scott. La forma en la que Melissa no quiso continuar hablando. Simplemente todo se une hasta encajar. Intento saber qué fue lo último que me sucedió, recuerdo estar junto a mis amigos buscando el dedo de Katashi. Recuerdo que llegué tarde y que golpeé el hombre lobo malo con un bate. También recuerdo que amenacé a mi madre ese mismo día luego de que me confesara la identidad de mi padre biológico. Pero no tengo recuerdo alguno después del asunto del dedo.

— ¿Qué? —murmuro la pregunta, todavía sin comprender—. Se refieren a que volví a perder control de mí misma, ¿verdad?

Melissa niega.

— Después del asunto de Katashi, los chicos te llevaron al hospital donde los doctores te declararon clínicamente muerta —anuncia.

Sus palabras me dejan perpleja y apenas puedo moverme. Entonces entiendo la razón por la que desperté de golpe en la cama, sintiendo el tubo en mi garganta asfixiándome. Volteo para mirar la cama y puedo ver algunas máquinas que seguramente sacaron del hospital.

Yo estaba muerta. Mi cerebro estaba muerto y mi cuerpo estaba terminando de morir cuando recuperé consciencia.

— ¿C-Cómo? —tartamudeo, sintiendo un nudo formarse en mi garganta. Se me dificulta mucho respirar, mi pecho nublado por una presión invisible que lo contrae—. ¿Por cuánto tiempo?

— Una semana —responde Payton con voz ronca.

Una semana.

Estuve una semana técnicamente muerta. Ahora entiendo el llanto de Payton y la expresión de todos. Pero no es en ellos en quienes me enfoco porque ellos están conmigo. Están viendo que estoy aquí viva.

— ¿Dónde está Derek? —pregunto.

El teléfono de Deaton suena y se aleja en el pasillo para responder la llamada, Melissa se va con él también, dejándonos a solas para continuar hablando de lo que está sucediendo, respondiendo mis dudas.

— No lo hemos visto desde anoche —dice Scott—. En un principio no quería ayudarnos...

Derek siempre los ha ayudado, incluso cuando no eran amigos. Así que solo puede haber una razón lo suficientemente fuerte para que no haya querido aportar para todo el asundo.

— ¿Cuánto tiempo les tomó decirles sobre mi «muerte»? —les pregunto. Intercambian una mirada. Han tardado en decirle, de eso no me cabe duda ahora. Suelto un suspiro, intentando no estar molesta por ello porque probablemente para ellos también fue difícil de asimilar—. ¿Dónde está mi teléfono?

Payton busca en su chaqueta y lo saca de uno de los bolsillos. Ya en mis manos puedo ver que apenas tiene batería, pero es suficiente para lo que quiero hacer.

— Si piensas llamarlo, no ha respondido el teléfono en todo el día —habla Scott.

La realización me pega de golpe al recordar la verdad que mi madre me confesó. Yo siendo hija de Rafael, convirtiendo a Scott en mi medio hermano. Trago con fuerzas para deshacer el nudo que se forma automáticamente en mi garganta. Todavía sigue siendo algo que no he logrado asimilar por completo.

— No busco llamarlo —les dejo saber.

Mis dedos buscan la aplicación correcta y un pequeño mapa de Beacon Hills aparece en el localizador.

— Oh, por Dios, Scarlett, ¿acaso eres el tipo de novia psicótica? —pregunta Payton al ver lo que estoy haciendo.

— ¿Qué? No es lo que parece —me defiendo—. Es solo que Derek tiene la manía de desaparecer de la nada. La vez pasada estaba siendo torturado por cazadores en México. Así que nunca está de más saber dónde está —explico, encogiendo mis hombros—. Incluso cuando en las pasadas semanas soy yo quien ha sido difícil de encontrar.

En eso saben que tengo razón. No  hablan, pero lo confirman con su silencio y no me molesta. Son hechos que sé que van a estar presentes en mi historia. La maldita vida que me ha tocado en este retorcido mundo. Dos muertes en menos de un jodido año. ¿Qué será lo siguiente? Porque todos parecen querer matarme.

Encuentro el GPS del teléfono de Derek que he activado sin su conocimiento y lo veo llegando al loft.

— Necesito irme —anuncio.

— Scarlett —dicen al unísono.

Sé por el tono que utilizan que no quieren dejarme ir.

— Solo por un par de horas —digo, deteniendo mis pasos—. Chicos, ustedes sabían mi condición, tenían un plan o de otra forma yo estaría de camino a mi funeral. Conociendo a mi madre sé que hubiera acabado con mi vida en cuestión de horas —continúo hablando y no puedo evitar las lágrimas que se acumulan en mis ojos—. Sé que Stiles está parcialmente de vuelta, o de otra yo no hubiese despertado. Enfóquense en él. Yo tengo que lidiar con lo mío también.

Y la verdad es que necesito asimilar mi realidad. Necesito acostumbrarme a la idea de que gran parte de mí ha muerto y que mi alma se ha oscurecido un poco más que antes. Es mía, solamente mía. No siento la de los demás porque soy yo quien ha muerto y vuelto a la vida por segunda vez. Necesito ir con mi ancla y que sea él quien me asegure que todo estará bien.

* * *

Estoy de pie frente a la puerta del loft de Derek sintiendo cómo todo mi cuerpo tiembla de los nervios. «Morí y volví a la vida», repito en mi mente sin poder evitarlo. Es como un recuerdo de la verdad que me persigue. No puedo evitar pensar en las palabras de Deaton antes de que hiciéramos el sacrificio cuando sucedió lo del Darach, aquellas en las que hablaba de cómo nuestras almas se oscurecerían.

Tampoco puedo reprimir mi miedo ante la posibilidad de tener en mi mente una puerta abierta de nuevo, de que la invasión pueda llegar a resurgir y esta vez más fuerte que nunca. Soy consciente del pánico que aborda mi pecho, haciendo que este se contraiga con la presión invisible que se instala en él.

Reuniendo mi valor, abro la puerta con dedos temblorosos. Veo la figura de Derek en el interior ponerse en alerta para encender las luces y se queda petrificado al verme, como si no creyera que estoy de pie frente a sus ojos. Se acerca a mí con cautela, analizándome.

Mi barbilla tiembla por el llanto retenido y asiento para que sepa que realmente soy yo; que estoy viva. Me abalanzo a sus brazos, rodeándolo con los míos y oculto mi rostro en la curva de su cuello. Derek me devuelve el abrazo. Casi puedo escucharlo llorar, haciendo que mi corazón duela.

Todo el dolor que le he causado a este hombre.

— Me dijeron que estabas muerta...

— Lo estaba —lo interrumpo—. No sé cómo, pero lo estaba y he vuelto.

— ¿Eres real? Por favor, dime que lo eres —suplica con voz ahogada.

Me aparto un poco, sintiendo las inmensas ganas de llorar al escuchar lo quebrado que suena. Le arrebaté todo al morir. De eso no me queda ninguna duda. No sé cómo hacerle ver que sí soy real, que esto no es ningún sueño ni producto de su imaginación, así que agarro su rostro con mis manos y hago que nuestros labios se unan. Derek vacila un poco, pero me devuelve el beso cuando se da cuenta de que es verdadero.

— Soy real —confirmo y suelto un gemido de dolor al sentir un ardor detrás de mi oreja.

— ¿Qué está sucediendo? —pregunta, dirigiéndome hacia la cama. Tomo asiento y aparto mi cabello. Derek echa un vistazo hacia el lugar que arde con fervor—. Tienes la marca kanji de nuevo.

— Stiles ha vuelvo —afirmo—, pero todavía no ha terminado.

— Lo sé. Él logró hacer algo anoche. Casi asesino a Argent —confiesa.

Suspiro.

— El nogitsune puede hacer muchas cosas que todavía no ha hecho. Todo es un juego para él —digo en voz baja—. También se llevó a Lydia.

Derek me rodea con uno de sus brazos.

— Las cosas tienen que mejorar —murmura—. Van a hacerlo.

— Antes de que puedan mejorar se necesita que algo muy malo pase y tengo el presentimiento de que apenas comenzamos a sentir lo que es verdaderamente malo.

Lo veo fruncir el ceño.

— ¿No crees que ya es suficiente lo que ha sucedido? —cuestiona.

Relamo mis labios antes de hablar.

— Él ha estado en mi mente, Derek. Me hizo apuñalar a alguien, y me hizo disfrutarlo. También hice cosas muy malas. Recuerdo disfrutar todas y cada una de ellas. Y una parte de mí quería más de esa maldad —expreso por primera vez—. Ahora él está enojado conmigo y hará lo que sea para terminar de destruirme.

* * *

En la mañana Derek me deja frente a casa de Scott por petición mía, pues no puedo quedarme de brazos cruzados esperando a que algo suceda. Además, Lydia sigue desaparecida. Según leí en el mensaje de Payton, van a tener que encontrar a una chica llamada Meredith la cual puede ser una banshee.

Entro a la casa sin tocar y puedo ver a Stiles durmiendo en el sofá de la sala, su cabeza apoyada en el regazo de Payton mientras ella acaricia su cabello sutilmente. Scott está en el otro lado mirando su teléfono cada diez segundos, esperando recibir alguna llamada.

— Mirar el teléfono tantas veces no hará que las llamadas lleguen —digo.

Scott levanta su cabeza y me sonríe un poco.

— Por un momento temíamos que no volverías.

— ¿Y perderme toda la diversión? —increpo, arqueando una de mis cejas—. No habrá batalla final que no hagas sin mí, Scotty —le prometo.

Paso mis brazos por sus hombros, abrazándolo desde su espalda y deposito un beso en su mejilla. Por un momento pienso en decirle la verdad, pero decido que no es adecuado ahora mismo. Quizá debería hacerlo cuando las cosas mejoren un poco.

Stiles despierta de golpe y se pone de pie, tambaleándose. Payton lo sostiene antes de que caiga.

— ¿Estás bien? —le pregunta.

— ¿Cuánto tiempo estuve dormido? —quiere saber.

— Solo un par de horas —responde Scott—. Deberías sentarte.

Stiles niega, es el único que no se ha percatado de mi presencia. Cuando me marché procuré evitarlo.

— ¿Dónde está mi papá?

— En la Residencia Eichen, interrogando a todos. Buscando a Meredith. Le prometimos que no te perderíamos de vista —habla Payton.

— ¿Y los demás? —Es ahí cuando se percata de que estoy presente en la sala. Toda su expresión cambia—. Oh, por Dios.

— Juro por Dios que te golpearé si lloras —digo.

Ya he tenido demasiadas lágrimas.

— De acuerdo, definitivamente estás viva porque eso es algo que Scar diría —comenta.

— Si no te vieras como si te fueras a desmayar, te golpearía por llamarme se ese modo.

Stiles sonríe un poco y se estremece, buscando su abrigo.

— ¿Estás bien? —cuestiona Payton, frunciendo el ceño.

— Sí. No sé por qué, pero parece que no puedo entrar en calor.

— Tal vez deberías sentarte y tomar las cosas con calma —sugiere Scott y cuando toda la mano de Stiles, venas negras viajan por su brazo.

— Te duele —observo.

— No es tan malo —Stiles encoge sus hombros para restarle importancia—. Es más como un dolor leve.

Resoplo.

— Por favor, incluso yo que no tengo audición sobrenatural puedo escuchar tu mentira. —La mirada que me dedica me deja saber que quiere que me calle.

El teléfono de Scott suena.

— Es Kira —avisa antes de responder. La llamada dura unos pocos segundos—. Meredith está en la escuela.

________

Nuestra chica está de vuelta 7w7. ¿Realmente pensaban que tenía corazón para matarla? De acuerdo, no respondan eso. Sabemos que sí tengo el corazón para hacerlo, pero no entraremos en ese detalle.

Sí saben en qué episodio estamos, ¿no? Si no lo saben, les daré una pista: «Está bien, es perfecto».

Los dejaré con esa y me iré lentamente. Volveré más tarde o mañana, depende del ánimo xD

Chau ❤️

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