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xxxviii. el jaque mate de la fbc


ORDEN DE MUERTE,
capitulo treinta y ocho: el jaque mate de la fbc!



          EL TRÍO DE AGENTES DE LA BSAA SE SUMERGIÓ EN EL PASADIZO DE LA SENTINA, siguiendo los pasos de Chris Redfield, quien parecía saber donde se encontraba el laboratorio y Joy llegó a agradecer eso gratamente ya que en parte no comprendía la mitad de la historia que estaba empezando a saberse. Raymond Vester había sido el gran arquitecto de todo el plan desde el principio y ellos habían caído como ratas en la trampa; sin más opción que indagar en algo que había pasado trágicamente hacía un año, en una experiencia terrorífica que Joy tuvo que soportar estando justo allí. De algún modo, supo que la jugada de Raymond, a quien simplemente había conocido a través del incidente de Terragrigia, era para indagar lo que todavía no se había descubierto y, eventualmente, escondido de los ojos del público y de las organizaciones que gastaban sus recursos en detener al bioterrorismo. Todos conocían solamente un lado de la moneda y Joy podría apostar lo que sea a que el otro lado, el lado oscuro, albergaba más verdades que mentiras tapadas con sábanas de satín por encima. Vester había orquestado todo esto por algo y ellos lo seguirían hasta el final.

          Joy salió en dirección a un compartimento que albergaba oxigeno y sacó la cabeza del agua, tomando aire. Jill y Chris salieron también a su lado para oxigenarse, flotando en la parte inundada de los pasillos más bajos del barco.

          —No creía que la sentina estuviese tan inundada—dijo Jill intentando de recuperar el aliento.

          —Esa ola que chocó contra el barco puso las cosas más difíciles—añadió Joy pasándose una mano por el rostro—. Ya está más que decidido que mis vacaciones no serán en un puto crucero, gracias.

          Chris chasqueó su lengua—Presiento que las montañas servirán por ahora.

          Oh, él la conocía tan bien.

          (Joy agradeció solemnemente que el agua tapase parte de su rubor.)

          —¿Estamos cerca del laboratorio?—preguntó la rubia abruptamente.

          —Sí, estamos cerca—el castaño asintió y se sumergió.

          Las dos agentes también lo hicieron, sin antes de dar una ultima bocanada de aire, sumergiéndose en aguas infestadas de BOWs y haciendo brazadas hacia Chris quien continuaba indicándoles el camino. Bajaron por el lugar donde se encontraba el ascensor de la sentina y Joy soltó una granada que explotó derribando a varios BOWs, los cuales permanecieron inmóviles y les permitieron el paso. El trío de agentes cruzó otra puerta, esquivando los tubos pertenecientes al sistema de tuberías que estaban esparcidos por los pasillos, para luego encontrarse con otro bache que les permitiría respirar otra vez. Las alarmas del bote continuaban encendidas y eso no ayudaba nada en la situación actual, solamente los incitaba a acelerar el paso y sumergirse para continuar con el camino delante — con terminar la misión de una vez por todas y evitar el caos mundial que podría desatarse si se quedaban quietos.

          Era solo cuestión de tiempo.

          Y el tiempo no era un lujo para ellos.

          Joy agradeció muchísimo su entrenamiento en los Navy SEALS, porque su resistencia en el agua había mejorado y ella siempre se había puesto a prueba con ello, así que seguir a Chris no fue nada complicado. Salieron a la bodega y tomaron las escaleras, siendo Redfield quien tomase la punta y liderase el camino. Cuando se encontraban parados en la pasarela de metal, Joy podía observar todo el desastre que el agua estaba provocando a sus anchas y eso logró que el ritmo de su corazón se acelerase.

         —Chicas—bramó Chris haciéndoles una ceña con la mano—. El laboratorio está ahí delante.

          Y se lanzó al agua, las dos mujeres le siguieron.

          Chris nadó hacia una puerta y la abrió, dejándola abierta para las dos chicas, lo persiguieron por el pasillo hasta otro par de escaleras de emergencia y allí volvieron a la superficie para encontrarse con otra escalera. Redfield les silbó desde arriba e hizo un gesto con la cabeza, dirigiéndose hacia unos pisos más arriba. Las dos subieron, topándose con Chris abriendo una puerta que estaba tallada con un tridente un poco más chico en su centro. La puerta se abrió rápidamente y el castaño les tendió la mano a las dos chicas para subirlas.

          —¿Tenías la llave de esta puerta?—le preguntó Joy mirando el interior al cruzar la puerta.

          —Huh, la encontré en el Semiramis—se excusó Chris rascándose la nuca—. Estuvimos en el barco equivocado todo este tiempo.

          —¿Ese no se hundía?—añadió Jill alzando la ceja mientras cerraba la puerta.

          —La sala de máquinas estaba impecable.

          Joy rodó los ojos—Definitivamente estamos en el barco correcto.

          —Estos barcos eran gemelos, deberían ser idénticos—sentenció el castaño—. El laboratorio debería estar aquí.

          La rubia caminó hacia la otra puerta y esta se activó con un mecanismo interno, haciendo que la luz cambiase a una violeta, en cierto modo esterilizando a los presentes para luego abrir la otra puerta y llevarlos a un pasillo que lucía como una clínica. Los tres salieron con sus armas en alto, esperando encontrarse con infectados, pero lo único que se encontraron fue silencio. Una gran puerta de entrada se encontraba a un lado de ellos, justo en el medio del pasillo y un lector de huellas dactilares estaba a su lado — indicándoles que no podrían entrar hasta obtener la huella correcta.

          —El silencio en estos lugares no es nada prometedor—murmuró Chris al lado de Joy.

          —Tendrías que habernos visto cuando recién llegamos aquí—le dijo la rubia mirándolo de reojo—. Era espeluznante, hasta había un maniquí de ti.

          —¿Maniquí?—inquirió el castaño.

          —Es una larga historia, pero sí, fue espeluznante—dijo Jill al frente, ladeando su cabeza hacia atrás.

          Al llegar al final del pasillo, se encontraron con otra puerta que daba a la sala de máquinas, donde su ventana se encontraba rota y las dos chicas cruzaron, inspeccionando la sala cuidadosamente mientras el agente continuaba patrullando los pasillos. El cuerpo de un guardia se encontraba descuidadamente colocado en la silla, donde parte de su garganta estaba rasgada y sangre decorando el suelo como una pintura. Jill se acercó a la terminal, buscando a través de la interfaz algo que le permita registrar huellas dactilares.

          —Intenta poner tu huella—le indicó Jill.

          Joy colocó su dedo índice y este fue escaneado, hasta que el sistema le indicó que quitase el dígito.

          —Pondré el mío—dijo la castaña—. Tú ve hacia la puerta y avanza con Chris.

          —Estás haciendo esto a propósito, ¿verdad?

          Jill Valentine le sonrió con diversión.

          Joy rodó los ojos.

          La rubia salió de la sala y le dijo a Chris que la siguiese, terminando por colocar su dedo en el lector de huellas. Redfield se encontraba en silencio detrás de ella, con arma en mano y ella tragó saliva duramente antes de ladear la cabeza hacia él.

          —¿Dónde estuviste todo este tiempo?—le preguntó ella.

          —Siempre estuvimos en las montañas buscando el aeropuerto donde Veltro tendría sus BOWs, nuestras comunicaciones no funcionaban por el clima—respondió él mirando a Joy—. Lo encontramos, parte de lo que terminó delatando que había uno fue que un avión se estrelló metros antes del pico—las puertas se abrieron y ellos avanzaron—. Cuando cruzamos la montaña por las minas, Jessica y yo tuvimos una buena vista del aeropuerto, una bandera de Veltro estaba allí. Para cuando logramos volver a conectar con la central, O'Brian nos dijo que habían enviado refuerzos por nosotros, pero que las coordenadas eran erróneas.

          —Nosotros llegamos aquí y perdimos el contacto ni bien entramos al barco—dijo Joy antes de pasar su mirada por la habitación—. El bastardo de Raymond cortó las comunicaciones y destruyó el carguero en el que vinimos. Tendría sentido.

          —¿Qué diablos hacía la FBC aquí?

          Joy alzó una ceja—¿Piensas que tengo la respuesta a eso? Ja.

          La habitación los recibió con una luz cálida y dos puertas que daban a salas de esterilización donde se debía entrar individualmente, los dos agentes entraron, cerrando la puerta de cada una de las salas — separándolos por una pared.

          —Entonces, en resumen, ¿no pudieron investigar el aeropuerto?—le preguntó Joy.

          Chris negó—Nosotros no, pero O'Brian envió a Quint y Keith, ellos se encargarían de investigar y debo admitir que ellos sí que tienen talento para ser agentes SOA.

          —¿Ves? Te lo dije.

          —Sí, claro.

          El sistema los interrumpió—Esterilización en curso. Por favor, espere.

          Una mezcla de luces ultravioletas y azules pasaron a través de la habitación y los dos se miraron a través de la ventana, permaneciendo con un simple contacto visual entre ambos — como si realmente estuviesen solos en ese mundo. Al menos hasta que algo golpeó contra una de las paredes de la sala de esterilización de Joy, haciendo que ella soltase un respingo, sacando su rifle de asalto para tenerlo en mano.

          —¡¿Qué diablos...?!—exclamó Chris al otro lado.

          Joy le indicó que hiciese silencio.

          Esperó.

          El estruendo volvió a escucharse otra vez, esta más prominente que antes y eso le dio una buena idea de dónde podría venir. Joy apuntó hacia la pared que tenía a su derecha, esperando en silencio, mientras que Chris disparó en dirección a la ventana, sin saber que esta era a prueba de balas. Repentinamente, las luces ultravioletas se apagaron y una garra salió de la pared derecha de la sala esterilizada de Joy, revelando a un monstruo que destruyó la pared por completo y soltando un aullido gutural; este portaba una mano afilada y en la otra se encontraba otra mutada en un escudo.

          —Emergencia—indicó el sistema—. Arma biológica detectada.

          —¡No me digas!—exclamó Joy antes de abrir fuego.

          —¡Mierda!—gritó Chris antes de golpear el vidrio—. ¡Resiste, ahí voy!

          Joy esquivó el primer movimiento e hizo un rol hacia adelante para terminar a espaldas del monstruo, lanzándole una patada para desestabilizarlo — abriendo fuego una vez más hasta vaciar el cargador. La puerta al otro lado se abrió inmediatamente y ella corrió para salir, siendo seguida por Chris, quien salía de su sala y no dudó en abrir fuego contra la bestia a la cual se enfrentaban. La puerta del compartimento en la que estaba el castaño antes se cerró y volvió a abrirse para permitir la entrada a Jill, quien hizo su propio proceso de esterilización.

          La rubia lanzó una granada cegadora, procediendo a golpearle otra patada.

          Y Chris le incrustó el cuchillo a la bestia, justo en el tejido blando antes de rasgarlo con fuerza, haciendo que la BOW cayese secamente en el suelo. Joy se recostó contra la pared, recargando su arma con habilidad, luciendo un poco cansada. Redfield sacó su cuchillo del monstruo y lo guardó en su funda, para luego buscar a la rubia con la mirada; encontrándola apoyada contra la pared, intentando respirar normalmente.

          —¿Estás bien?—le preguntó con preocupación.

          —No hay problema—respondió ella enderezándose, mirándolo con profundidad—. Estoy bien, de verdad.

          —Deberíamos haberlo visto venir.

          Joy miró en dirección al gran hueco—Eso significa que este lugar definitivamente no está libre de infección.

          La puerta de la sala de dónde había salido Chris antes se abrió, la figura de Jill, quien les miró con una sonrisa divertida en sus labios.

          —¿Me perdí de algo?

          Joy y Chris señalaron el gran agujero por donde entró el BOW.

          —Oh, problemas—farfulló la castaña—. ¿Algo más?

          Williams rodó los ojos—Sigamos.

          Chris las condujo hacia un ascensor, el cual se abrieron sus puertas y eso les permitió la entrada a este. El ascensor comenzó a bajar y el trío no sabía que esperar al otro lado de aquellas puertas. Joy se encontraba más nerviosa que nunca, con sus sentimientos a flor de piel y corriendo a contrarreloj; ella confiaba definitivamente en que Parker y Jessica podrían encontrar una manera de seguir retrasando el hundimiento, pero nadie podía detener lo inevitable: el barco se hundía y si el virus salía — Joy no quería estar allí para ese momento. Las puertas se abrieron y el equipo salió a un pasillo muy amplio, largo, adornado de luces y mucho metal.

          Rastros de cadáveres y materia orgánica que ellos habían encontrado en las costas de Sicilia también estaban allí.

          —¿Por qué intentar ocultar estas instalaciones en un crucero?—preguntó Jill analizando los rastros con su Génesis.

          —Debo admitir que los terroristas se han puesto creativos—declaró Joy avanzando lentamente—. La perfecta tapadera.

          —¿Quién lo iba a sospechar?—preguntó Chris caminando a su lado—. Es algo tan convencional que nadie llegaría a tales conclusiones.

          —Espero que podamos ver qué diablos está pasando aquí—dijo la rubia señalando la gran puerta al final del pasillo.

          Cuando llegaron a lo que parecía ser la puerta de una bóveda, Jill y Joy colocaron sus huellas dactilares y el mecanismo interno de la puerta empezó a funcionar. Los tres agentes esperaron con impaciencia mientras que varios engranajes se movían, activando una alarma.

          —El virus está en esta área de investigación—dijo Chris mirando al frente.

          Jill miró escéptica a la puerta—Entonces, este es el secreto de Zenobia...

          —Y destruiremos ese virus—anunció la rubia con su pistola en alto—. Cueste lo que cueste.

          El mecanismo se detuvo y la puerta se abrió.




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          Un gran tanque que contenía líquido rojo se encontraba posicionado en el centro, dispuesto de manera tal que se podía ver desde cualquier lugar de la gran bóveda donde ellos se encontraban. El laboratorio estaba estrictamente protegido por paneles electrificados que podían lastimar al ser humano debido a su voltaje. Chris concluyó que, para neutralizar el virus, debían acceder al sistema de control, el cual estaba justo en el medio de la habitación, por la cual debajo había una parte recubierta con agua del mismo color que en el centro. Así que, caer al agua en esos momentos, realmente podría perjudicar la misión. Cuando Jill se deshizo de los paneles electrificados, el equipo avanzó hacia una de las habitaciones del laboratorio; encontrándose con un ambiente desordenado y lleno de archivos que lograron agregar más piezas al rompecabezas.

          El Virus T-Abyss era peligroso.

          Todos los seres vivos del ecosistema estaban en peligro, hasta los marinos, quienes fueron tomados como base. Si eso llegaba al agua, con tan solo una muestra: todo se contaminaría rápidamente y nadie podría predecir el impacto ecológico que tendría en la humanidad — lo cual puso los pelos de punta Joy mientras leía el archivo. Varios científicos estaban en desacuerdo con las verdaderas finalidades de la investigación y Joy se preguntó si eso realmente fue lo que les trajo problemas en un inicio.

          —Creo que encontré algo—dijo la rubia.

          Jill levantó su mirada—Yo también. Al parecer el líder de Veltro dejó abandonado a este barco y a sus seguidores.

          —Eso apesta—declaró Joy dejando la carpeta sobre una de las mesas—. Algunos de los investigadores aquí estaban en desacuerdo con el virus.

          —¿Qué habrá pasado con ellos?

          —Los han eliminado del camino—sentenció Chris cruzándose de brazos—. Como toda persona que se opone.

          Y él no estaba errado en esa declaración.

          Cuando llegaron al centro, este se encontraba igual de silencioso y el sistema de control estaba justo enfrente. Chris se apresuró a acceder a la terminal, buscando el comando que introduciría el agente neutralizador para eliminar el virus.

          —¿Funciona?—preguntó Jill.

          —Ugh, necesitamos un código para activar el agente neutralizador—respondió el castaño con la mirada en la pantalla.

          —Iré a registrar el laboratorio, ustedes dos quédense aquí.

          —Pero...—empezaron los dos al mismo tiempo.

          —Quédense aquí—ordenó Valentine fulminando a los dos agentes con la mirada—. No me tardaré.

          —Ten cuidado, Jill—dijo Chris.

          Joy le envió una mirada acusatoria a la castaña, la cual prometía un intercambio de palabras mental: "No me jodas, Jill". Valentine le guiñó un ojo antes de retirarse, dejando solos a los dos agentes en el centro donde se encontraba el virus. Joy bufó en voz baja, girándose lentamente para notar que Chris ya la estaba mirando y ella masculló algo en voz muy baja. Se dirigió hacia la terminal donde estaba Chris antes y empezó a mirar entre los archivos, buscando distraerse con algo en ese momento. Buscó datos acerca de los dos virus y el proceso de espera para la carga de los archivos era muy lenta — haciendo la situación más tensa.

           —Jessica me preguntó algo mientras cruzábamos las minas de la montaña—dijo Chris rompiendo el silencio tenso.

          Joy lo miró, enderezándose—¿Qué?

          El castaño bajó un poco la mirada, relamiéndose los labios y Joy, instintivamente, se acercó a él.

          —Me preguntó si confiaba en ella tanto como confiaba en ti—espetó el castaño.

          Joy bufó en voz baja antes de negar con una sonrisa.

          Chris odiaba las comparaciones, más cuando se trataba de sus compañeros de equipo y ella lo sabía muy bien.

          —¿Qué?¿Acaso tu compañera tiene inseguridades o qué?—replicó ella colocando ambas manos en sus caderas—. La confianza es algo que debe ganarse, unos confían más rápido que otros, pero considerando nuestra línea de trabajo...

          —Siempre es difícil buscar a alguien en quien confiar.

          —Exactamente.

          Repentinamente, un estruendo hizo que se sacudiese el suelo donde estaban parados. Los dos se tambalearon un poco, pero mantuvieron su centro para equilibrarse. Joy se acercó rápidamente a la baranda, buscando algún rastro de cualquier amenaza en el agua y la voz de Jill no tardó en aparecer en los comunicadores.

          —¿Ustedes vieron eso?—exclamó la castaña.

          —Te dije que tuvieras cuidado—la reprendió Chris rodando los ojos—. Quien sabe a qué tipo de BOW nos enfrentamos.

          Jill suspiró—Ese pez es gigante.

          —De acuerdo, iré por ti—dijo Joy y Chris le tomó el brazo, deteniéndola—. Estaré bien.

          —No me gustaría comprobarlo, Joy—respondió él mirándola cálidamente—. De las dos tú eres la más imprudente.

          —Agradezco el halago, idiota.

          —Joy, estoy hablando en serio.

          —Yo también.

          —Lamento interrumpir su pelea de matrimonio—sentenció Jill—. Pero tengo dos copias de la vacuna y el código de autentificación para el agente neutralizador. Voy a la...

          Otro estruendo los sacudió y Joy cayó justamente a los brazos de Chris, quien la atrapó antes de que ella perdiese el equilibrio. La rubia se irguió gracias a los brazos del castaño, los cuales tomaban parte de su brazo izquierdo y su cintura. Joy se llevó la mano libre al oído, activando el comunicador.

          —Jill, ¿me recibes?

          Silencio.

          —Jill, ¿nos recibes?—insistió Chris—. ¡Vamos, contesta!

          —¡Chicos!—gritó alguien en la habitación y los dos corrieron hacia las barandas, encontrándose con Jill flotando en el agua infectada—. Tranquilos, estoy bien.

          —Y a mi me llaman imprudente—dijo Joy rodando los ojos—. Dime que tienes puesta la vacuna.

          —La tengo puesta y les traje una para ustedes.

          Los dos observaron como la castaña subía rápidamente las escaleras y se juntó con ellos para entregarles dos jeringas dentro de sus compartimentos herméticos. Joy se arremangó parte de su traje y su amiga le colocó la vacuna, administrándosela rápidamente para que la rubia pudiese presionar en el pequeño hueco que dejó la aguja. Jill procedió a dársela a Chris, quien ya tenía preparado su brazo.

          —¿Dijiste que había un pez gigante?—le preguntó Joy.

          Jill asintió—Sí, y juzgando por cómo golpeó las ventanas del laboratorio que hay debajo, debe de ser una mutación más avanzada.

          —¿Tienes los códigos?

          Jill se los entregó a Chris.

          —Neutralicemos este maldito virus de una vez por todas—dijo este caminando hacia el panel de control.

          Las pantallas que se encontraban acopladas unos metros más arriba de ellos, mostraron el proceso de comandos que Chris estaba colocando y una pantalla negra con un código mostró el progreso de autenticación para neutralizar el virus. Joy sonrió de lado al ver que aquella misión estaba llegando a su fin.

          —Autorización confirmada. Iniciando programa de neutralización de virus—indicó el sistema, atrayendo dos terminales de metal hacia el gran tubo donde el virus se encontraba contenido.

          —¡Lo logramos!—exclamó Jill.

          Las pantallas se volvieron negras por un momento y luego revelaron la imagen de Morgan Lansdale en ellas, el logotipo de la FBC justo detrás de él.

          —Bien hecho, BSAA—bramó el director—. Sus actividades han sido...reveladoras.

          Y Joy logró encajar lo que parecía ser la última pieza de su gran rompecabezas: el Pánico de Terragrigia, la entrada al barco con Reymond, el fallo de las comunicaciones, la activación de la matriz solar Regia SOLIS de manera repentina en dirección al Zenobia...Morgan Lansdale siempre tuvo el barco bajo la mira todo el tiempo.

          —Así que, Lansdale...eras tú—dijo Chris mirando a la pantalla.

          —Sabía que O'Brian y su perro Raymond andaban husmeando en mis asuntos.

          —¿Vester estuvo de nuestro lado todo este tiempo?—preguntó Jill en voz baja.

          —Pues claro. No obstante, no tuve en cuenta su implicación—añadió el director con aire cómplice—. Ha sido mi único error.

          —Maldito hijo de perra—masculló Joy enfadada—. ¡Tú atacaste Terragrigia!

          —Ustedes son solo polizones en el Queen Zenobia—espetó Lansdale con escepticismo—. Espero que no les importe que me quede a verlos morir.

          Un aullido gutural se escuchó a sus espaldas y varios infectados salieron por las puertas, dispuestos a cargarse a cualquiera que estuviese en el medio de su camino. Los tres agentes abrieron fuego, separándose por puertas, mientras que el sistema continuaba en proceso de neutralizar el virus. La rubia apretó el gatillo incontables veces, dispuesta a dar su vida para evitar que el Virus T-Abyss y sus criaturas saliesen a la superficie para darle un problema más a la humanidad del cual preocuparse. Dejó caer el cartucho vacío y lo cambió por otro, procediendo a disparar otra vez a más infectados.

          No debían permitir que se acercasen al panel de control.

          —¡¿Cuánto le falta a esa cosa?!—exclamó Jill.

          Joy le miró de reojo, aún disparando—¡¿Acaso me vez cara de científica?!

          —¡Ya casi!—gritó Chris disparando.

          La rubia continuó con su labor, hasta gastar otro cargador más y cuando tocó su bolsillo, se encontró con el último que tenía para su pistola — así que haría valer cada bala. Rápidamente, el liquido rojo que contenía el virus empezó a desteñirse y a tomar un color azul. Ellos lo habían logrado.

          —Virus neutralizado correctamente.

          —Ah...cabía esperar algo así del trío que acabó con Umbrella—anunció Morgan.

          —¿Sorprendido, viejo decrépito?—inquirió Joy mirándolo—. Estás acabado.

          Morgan soltó una carcajada entre dientes—Sí, claro. Sus días de jugar a Policías y Ladrones se han terminado—procedió a bajar sus manos—. Espero que entiendan la gravedad de los hechos me obliga a realizar esta intervención personal.

          —Estás loco, Lansdale—negó Jill.

          —Yo siempre he tenido un gran defecto...y es que me preocupo por todo—sentenció el hombre con canas—. Incluso por lo más pequeño. Acostumbro a limpiar hasta la más pequeña imperfección. La BSAA de mi querido director O'Brian, toda su organización, solo sabe causar problemas. Seguro que no esperarían que los iba a dejar campar a sus anchas—negó con la cabeza—. Por favor, no se engañen...y miren.

          Una imagen satelital del barco surgió en las pantallas.

          —Su destino está en mis manos.

          Eso no era nada bueno.

          —¿Pero qué...?—farfulló Chris.

          —Es el Queen Zenobia—dijo Joy petrificada en su lugar.

          Repentinamente, esa imagen empezó a prenderse fuego y Joy soltó un respingo, esperando un gran estruendo en su lugar — pero ninguno llegó, el barco permaneció inmóvil y no había ninguna señal de peligro. El barco que aparecía por los monitores empezaba a tener más rastros de fuego y empezó a hundirse, pero nada cambió en su entorno: ese no era el Queen Zenobia, si no que se trataba del hundimiento de su gemelo, el Semiramis.

          El bastardo estaba jugando con ellos.

          —¡Vaya!—exclamó Lansdale con diversión en su tono—. El orgulloso Queen Semiramis. Ha elegido la muerte antes que sufrir la indignidad, justo como el Queen Zenobia.

          Unas luces rojas se accionaron dentro de la gran bóveda y eso alertó al trío.

          —Secuencia de autodestrucción iniciada—irrumpió el sistema—. Todo el personal debe ser evacuado de inmediato. Esta secuencia no puede ser cancelada.

          Morgan tenía un traidor entre el equipo de la Alianza.

          —Hijo de puta—masculló Chris.

          —Jaque mate—espetó Morgan—. Al parecer, mi joven y sagaz ayudante ha hecho la última jugada. Díganme, ¿ya les ha quedado todo lo bastante claro?

          —Muy claro, anciano—dijo Joy dando un paso al frente—. Ahora nos queda otro objetivo. Empieza a contar, bastardo.

          Morgan soltó otra carcajada—No es la despedida más original de todas, agente Williams, pero...les deseo la mejor de las suertes.

          La transmisión se cortó.

          Y el fin del mundo parecía haber comenzado.

          El trío decidió moverse rápidamente, utilizando el mapa del Semiramis que Chris tenía a mano, así que las condujo a otra puerta que los llevaría hacia el puente — muy cerca del punto de encuentro donde se encontraría un helicóptero para evacuar. Cuando las puertas se presurizaron, ellos esperaron a que la otra se abriese, sintiendo que el pulso de sus corazones empezaba a acelerarse debido al estrés de la situación. Joy sacó el cargador de su pistola y miró las balas detenidamente antes de volver a ponerlo en su lugar; allí levantó la mirada, encontrándose con la de Chris, quien se veía igual de nervioso como ella.

          —Lo lograremos, chicos—les aseguró Jill y señaló a ambos—. Y después de esto, los dos hablarán.

          —Jill—dijo Joy apretando los dientes—. Cállate.

          —Solo se los estoy recordando.

          Al abrirse la puerta, el trío avanzó hacia una parte que fue sacudida por un estruendo y eso fue incentivo suficiente para hacerles acelerar el paso. Se sumergieron en uno de los pasillos inundados y tomaron otro par de escaleras que los llevó a una parte menos inundada. Allí había una puerta donde Chris y Jill se adelantaron, donde explotó algo al lado de Joy haciendo que esta cayese a un lado. La rubia sacudió su cabeza, buscando erguirse mientras que experimentaba un ligero episodio de Tinnitus — parpadeó un par de veces y miró en dirección a las voces que la llamaban.

          —¡Joy!¡¿Joy, estás bien?!

          Su mirada se enfocó en las figuras de sus compañeros, quienes tenían bloqueado el camino.

          —¡Estoy bien!—respondió ella y miró a la puerta que tenía enfrente—. Me reuniré con ustedes. ¡Sigan avanzando!

          —¡Ten cuidado!—bramó Chris y Joy rodó sus ojos antes de asentir.

          Prosiguió a esa puerta rápidamente, topándose con unas escaleras que giraban a un pasillo sin presencia de inundación y trotó con rapidez hasta girar, encontrándose a un hombre sentado en el piso tocándose el abdomen — al apuntar su arma, la bajó instantáneamente, reconociendo al hombre que se encontraba en el piso.

          Parker Luciani.

          —¿Parker?—dijo Joy antes de acercarse corriendo a él—. ¿Qué diablos sucedió?¿Dónde está Jessica?

          —Eh, Joy, ¿qué tal?—le respondió el italiano con humor—. Es complicado.

          La rubia se agachó junto a él, agarrando su brazo para ponerlo sobre sus hombros—¿Puedes ponerte de pie?

          —Sí, sí puedo.

          —Ya te tengo, colega—añadió la rubia haciendo fuerza para levantarlo—. Vamos a salir de este desastre.

          —Gracias, Joy.

          Joy le miró—Es lo que hacen los compañeros.

          Procedió a avanzar con Parker el último tramo de pasillo antes de hallar una puerta de salida. Guardó su arma para poder tomar la mano de Parker y sostenerlo mejor, evitando así que ambos perdiesen el equilibrio. Cruzaron el siguiente tramo lentamente, esperando que ningún infectado apareciese de repente, cuando el castaño decidió contar lo que sabía.

          —Jessica fue quien me hizo esto, me disparó.

          Hija de perra, pensó Joy con rabia.

          —Ella está con Morgan, entonces—concluyó la rubia.

          —Sí, el traidor siempre estuvo allí todo el tiempo—suspiró él.

          Cuando cruzaron con la siguiente puerta, Chris y Jill se voltearon a ver al dúo de agentes, Valentine mirando sorprendida a Parker.

          —¿Pero qué...?

          —No hay tiempo para explicaciones, fue Jessica quien activó la secuencia de autodestrucción—sentenció Joy con urgencia—. ¡Debemos salir de aquí ya!

          —Nosotros iremos adelante para cubrirlos—anunció Chris mirando a Joy—. Me alegra verte con vida, Parker.

          Parker alzó el dedo pulgar y el equipo avanzó por los pasillos restantes del barco, llegando a un lugar que no estaba inundado subiendo por un par de escaleras. Ingresaron rápidamente a una sala de máquinas, la cual debajo de su pasarela parecía arder como los mil infiernos creados por la cabeza de Dante Alighieri y Joy acomodó a su compañero para proseguir, cruzando la pasarela justo detrás de Jill y Chris. De un momento a otro, una explosión sacudió la habitación; desprendiendo parte de la pasarela donde Joy y Parker se encontraban parados — haciéndolos caer en dirección al fuego. Joy gritó y extendió su mano hacia sus compañeros, agarrándose de la mano de Chris y manteniendo un fuerte agarre en la mano de Parker.

          —¡Mierda!—masculló Jill antes de tomar la mano de Joy—. ¡Los tenemos!

          Otra explosión surgió a su lado y Jill soltó su agarre, dejando únicamente a Chris como única mano conectando ambas.

          Debajo de ellos, todo ardía.

          Y el tiempo se acababa.

          —Esta fue una de las noches más locas que tuvimos desde Spencer, ¿no crees?—farfulló la rubia a Chris antes de mirar a Parker, quien no tenía tantas esperanzas de sobrevivir en la situación en la que se encontraban.

          El barco se destruía y Joy debía tomar una decisión.

          Parker le sonrió.

          Ella miró en dirección a Chris y había tanta emoción en sus ojos, sabía que ese era su final — que su misión había sido un éxito. Joy debía decirlo.

          —Chris...—farfulló ella y sintió que sus palabras no salían.

          El agarre empezó a debilitarse un poco debido al peso y Joy jadeó por el miedo.

          —No puedo subirlos a los dos—dijo Chris.

          —No lo hagas—replicó Joy mirándolo fijamente mientras negaba con la cabeza—. Tú y Jill deben detener a Lansdale, deben salir vivos de aquí.

          —Ni lo sueñes, Joy—bramó Redfield empezando a perder su compostura—. Ni se te ocurra.

          El corazón tiene razones que la razón ignora, le dijo Parker una vez.

          —Mierda...—dijo ella sintiendo que se quebraba su voz, manteniendo su agarre en ambas manos con su compañero de equipo y con el hombre de quien estuvo enamorada sin pensarlo—. ¡Mierda, mierda!

          El agarre se hizo más débil.

          Ella debía decirlo, debía decirlo ahora.

          —Quería besarte esa noche, ¿sabes?—espetó ella en un arrebato de desesperación, hablando con profunda sinceridad—. Había algo en ti en esa noche que finalmente me hizo verte de otra forma, diablos, creo que eso había empezado hace mucho tiempo, pero me negué, Chris, me negué tanto—sus ojos soltaron lágrimas y ella soltó un sollozo—. Te odié muchísimo y quise alejarte de mi vida, pero siempre volvías a mi de la manera menos esperada, hasta el punto de no poder imaginar qué pasaría si ya no estuvieses allí conmigo. Y ahí me di cuenta de mis acciones hacia ti, de cómo me preocupaba por ti, de como me acerqué a ti más de la cuenta—cerró los ojos con fuerza, soltando más lágrimas—. Quería besarte esa noche, Chris, quería besarte con tantas ganas y me duele no poder besarte ahora.

          Chris permaneció en silencio, intentando de procesar las palabras que decía la rubia.

          Otra explosión provocó que algo cayese a espaldas de los dos agentes que se encontraban sosteniendo a Joy y Parker, indicando que el tiempo se acababa.

          —Estoy malditamente enamorada de ti, Chris y me di cuenta de eso muy tarde—sollozó ella con angustia y llena de amor—. Lo lamento, perdóname—le dio un último apretón a su mano y sonrió—. Fue divertido mientras duró. Ha sido un placer pelear junto a ti.

          —¿Q-Qué...?—farfulló el castaño.

          La sonrisa de Joy era cálida y honesta.

          Todo lo que él podía pedir.

          —Te quiero, Chris.

          Y Joy soltó su mano, dejándose caer junto con Parker en dirección a las llamas, sin escuchar el grito desgarrador que Chris Redfield había liberado justo cuando ella caía hacia la muerte.




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