xxxvii. lo que la razón ignora
ORDEN DE MUERTE,
capitulo treinta y siete: lo que la razón ignora!
MUCHOS VEÍAN A CHRIS REDFIELD COMO UNA PERSONA CON MENTE CALCULADORA, siempre lista para saltar a soluciones a problemas que se encontrasen en el camino y así poder salvar el día; muchas personas lo veían como una persona insensible, la cual solo importaba llevar a cabo la misión y arrestar a los terroristas, sin importar lo mucho que sufrió una cantidad insospechada de gente en el posible ataque; pero muy pocas personas realmente conocían a Chris, o al menos habían dedicado su tiempo en conocerlo. Barry Burton lo vio como un muchacho que luchaba para hacer el mundo un lugar más justo: empecinado en demostrar que dentro de todo había humanidad en el mundo tan cruel en el que vivían, alguien que tuvo que madurar muy rápido para su gusto y en orden de criar a la única persona de su familia que seguía viva. Jill Valentine lo vio como el batidor estrella en su principio, un fumador de primera como alguien que ella conocía y una persona con un fuerte sentido de justicia, un hombre que formaba una máscara y muros a su alrededor para ocultar sentimientos que ella logró leer con los años. Hasta incluso su hermana, Claire Redfield, lo veía de esa forma también.
¿Y luego?
Y luego estaba Joy Williams.
Joy maldita Williams.
Le parecía increíble que una mujer tan terca como él estuviese llegando a su altura en cada mísero momento, le molestaba en absoluto el simple hecho de que había alguien más que era idéntica a él, pero diferente al mismo tiempo. Ella lo vio como el bastardo arrogante, el hombre que no acepta verse rebajado por alguien más (menos una mujer) y malhumorado hasta la médula. Chris recordó odiarla a muerte los primeros dos años que estuvieron en la misma unidad: dando peleas constantes, discusiones estúpidas, casi perdiendo su nariz en un entrenamiento — por el simple miedo que alguien más le quite su lugar. Joy no hacía eso con nadie, ella demostraba una calidez que irradiaba calma y poco a poco Chris se dio cuenta de que también esa era una fachada. Oh, pero no era una fachada de engaño, era para ocultar demonios que la atormentaban y eso fue comprobado en la mansión Spencer.
Sostener su mano y decir su nombre cambió tanto para Chris.
Y lo que más le dolió (eso definitivamente no lo va a admitir en voz alta) fue alejarse de ella aquella tarde en Raccoon City.
Él quería respuestas.
Ella buscaba escapar de ellas.
Cuando él partió hacia Europa, esperó no volver a cruzarse con esa muchacha nunca más y diablos, el destino siempre le gustaba jugarle en contra todo el tiempo — devolviéndolo justo al lugar donde menos quería estar: en la puerta de su apartamento en Washington, buscando su ayuda para encontrar a Claire. Encontrarse con aquellos distintivos orbes verdes, cabello largo color negro acomodado de manera casi desordenada y rostro pálido como el de su hermana, casi lo desorbita, llenándolo de rencor contenido por pensar que ella podría llegar a ser mejor que él podría haberlo sido en la vida. Fue esa tarde en la que ellos pelearon y quedaron a la misma altura hasta que él decidió eventualmente rendirse en sus brazos por el cansancio. Esperó que ella lo echase, pero no lo hizo; en cambio, despertó recostado en su cama, aspirando su aroma a jazmín por primera vez.
Lo reconfortó de mil maneras.
Y cuando la enfrentó por segunda vez, ella no lo atacó, en realidad le sirvió comida.
¿Qué diablos había pasado con ella?
Su visita a Rockfort fue un hecho que tuvieron que compartir en común y ella no se resistió en ir cuando él literalmente la obligó a acompañarlo a buscar a su hermana. Jill no estaba nada equivocada sobre su mejor amiga y al llegar a la casa donde su contacto les daría los medios para ir a la isla, él no podía dejar de mirarla: su semblante tan natural, tan genuino, hasta Marlo se dio cuenta.
—Deja de babear e invítala a salir—dijo este codeándolo y Chris le miró incrédulo—. No me mires así, colega, te estás negando algo que puedes perder en cualquier momento.
—Ella no me gusta, Marlo—espetó él con molestia y Marlo soltó una carcajada, sin creer lo que su compañero decía—. Hablo en serio.
—Sí, claaro.
Sin embargo, las palabras de Marlo resonaron en su cabeza durante la noche, cuando él abrió los ojos al percibir movimiento y se encontró con la figura de Joy mirando a través de la ventana — posiblemente despierta por una pesadilla y la luz de la luna creando sombras preciosas a través de su piel perlada. Allí se dio cuenta que miraba a la pelinegra más de la cuenta y decidió poner una pared en eso, mirando estrictamente si era necesario. Oh, pero al llegar a Rockfort, al enfrentarse a Wesker, se dio cuenta que ellos habían pasado todo tipo de mierdas juntos. Cuando llegaron a la Antártida, Chris estaba perdiendo las esperanzas de encontrar a Claire con vida, pero Joy no se rindió hasta dar con ella.
Y luego Joy cayó al agua helada, casi perdiendo la vida en el proceso.
(Chris nunca había nadado tan rápido como esa vez.)
Al hacer las compresiones sobre el pecho de Joy, el cual podría albergar más cicatrices que vida, él se sintió como un niño pequeño — no sabía qué hacer y empezó a desesperarse al ver que no despertaba.
Te estás negando algo que puedes perder en cualquier momento.
Marlo, en cierta forma, tenía razón.
Él podía perderla en cualquier momento.
Chris la salvaría, pero intentaría negar algo que siempre se le dio bien negar: sus sentimientos. Salvarla fue un alivio, sentir como su corazón latía y su respiración lenta le llenó de regocijo. Encontrar a su hermana fue un infierno, en el amplio sentido, ya que ella parecía entender a su hermano a la perfección y agregando el hecho de que la persona de quien él le hablaba con tanto odio en sus llamadas estaba justo allí...le hizo ver como un hipócrita. Claire Redfield sintió mucha diversión en ello, por que conocía a su hermano y eventualmente conocería a Joy.
Se decepcionó muchísimo que ella no volviese a Canadá con ellos.
(Era comprensible, en cierto aspecto.)
Oh, cuando Jill dijo que iba a buscarla, él no dudó.
No le sorprendió entrar en pelea con ella, pero Chris estaba muy enojado al ver que ella no los siguió hacia donde se encontraban los miembros restantes del equipo y Joy lo comprendía — entonces, al momento que Jill le dejó claro que ella estaría literalmente atascada con ellos, Joy sonrió por los viejos tiempos. Y diablos, él cayó por esa sonrisa con el paso de los años, con esa actitud de proactividad, con ese deseo de justicia hacia Umbrella — hasta que un día se dio cuenta de que dejó de odiarla. Al principio, lo negó rotundamente, pero era inútil: Joy le importaba, mucho más de lo que él pensaba y creía con todo su ser.
Fue en la misión de Rusia donde él se dio cuenta que definitivamente había caído rendido a sus rodillas por ella.
(Nunca había visto a una persona luchando por su compostura como Joy lo hacía.)
Sergey la había quebrado finalmente.
Y ella lloraba por tanto dolor contenido durante años.
Chris simplemente la sostuvo, acunándola en sus brazos, tal como lo hacía con Claire cuando se sentía triste — pero eso, eso era totalmente diferente. Él sostenía a su compañera de tantas batallas, alguien que entró literalmente a puñetazos a su vida y él buscó razones para odiarla, hasta que se le acabaron esas mismas razones. Al formarse la alianza, Chris sabía que él debía hacer algo al respecto con sus sentimientos y también sabía que algo más había cambiado en Joy desde lo ocurrido en Rusia. Sus tratos habían cambiado, aquella brecha que los separaba se estaba juntando al punto de sanarse sin dejar una cicatriz y él finalmente afrontó su verdad cuando ocurrió lo de Terragrigia.
Él estaba enamorado de ella, lo estuvo durante mucho tiempo y no se dio cuenta.
Eres un idiota arrogante, Chris, le dijo Claire una vez.
(Su hermana, en cierto modo, tenía razón.)
—Sigues negando algo que sientes, Chris—le dijo Jill aquella tarde, estando solos en la sala de descanso—. Sientes algo más por Joy.
—Solo me preocupo por ella, es todo—respondió este evadiendo el tema—. Es mi compañera, Jill.
—Deja de hacerlo, deja de negarte—insistió ella mirándolo con profunda solemnidad—. He visto como la miras últimamente, en estos últimos cinco años, la ves diferente. No es odio, es algo más...íntimo.
Chris le miró con mal humor.
—Estás enamorado de ella.
(A Chris le costaba ver cómo Jill podía leer a todos como un maldito libro.)
—¿Y que pasa si lo estoy?—inquirió él.
Jill ensanchó su sonrisa—Entonces no te rindas, no lo niegues y lánzate a ello.
Así que, ocurrió la gala hecha por la Alianza, donde todos los agentes se vieron obligados a vestir con traje. Jessica Sherawat no era nada disimulada al buscar un hombre con quien acostarse y ese hombre era Chris, pero él no se la quitó de encima por que buscaba una manera de escapar — él dejó de ser un poco grosero cuando se unió a la BSAA. Hablando animadamente con Parker, él escuchó silbidos bajos e instintivamente giró la cabeza, encontrándose con una maldita diosa griega; vestida en un atuendo rojo largo y apretado, resaltando cada curva femenina que él podía encontrar, luciendo delicada entre tantas miradas e irrevocablemente hermosa.
Ella lo había salvado de la pesadilla de tener a Jessica agarrada a su brazo por el resto de la noche. Él bailó con ella, él la escuchó y él secó delicadamente aquella lágrima que se le había escapado.
Se perdió en ella cuando la abrazó.
Y sentir el roce de sus labios contra los suyos iba a ser su más infame perdición.
—Chris.
Jessica venía a arruinarle el momento.
Eventualmente, él sabía que debía ser desplegado en algún lugar del mundo para continuar con su investigación sobre el resurgimiento de Veltro y cuando fue a las montañas, se vio pensando en ella. No se dio cuenta cuando Jessica le llamó la atención sobre las comunicaciones y él sabía que había mucha interferencia debido a la tormenta. Ellos dos se movieron entre los túneles congelados en las montañas, enfrentándose a monstruos mutados y un avión hecho trizas que explotó en su camino.
—Oye—le dijo Sherawat luego de darle una mano en una situación bastante peligrosa—. ¿Confías en mi tanto como confías en Joy?
¿A qué diablos venía esa pregunta?
—Las comparaciones son odiosas, confío en las dos—respondió él tajante—. Además, la confianza se construye a través de acciones, no de palabras.
Al tener frente el aeropuerto donde Veltro estaría haciendo su aparición, lograron entablar contacto con la central, tan solo para saber que Joy y sus compañeros habían caído en una trampa solo por una simple interferencia de comunicaciones. Cuando O'Brian dijo que había perdido el contacto con el equipo de Joy, su sangre se volvió helada y no tardó en decirle al director que él mismo se encargaría de buscarla. Así que, se subió a un helicóptero dispuesto a buscar un barco donde ella, Parker y Jill podrían estar atrapados. Encontraron un barco viajando a la deriva en el Mediterráneo y su corazón latía tan rápido cuando Quint les dijo que posiblemente podrían estar en la sentina intentando de encender los motores del barco para evitar que este se hundiera.
No había ni una sola alma allí.
Claramente, el letrero que mostraba las secciones del barco les dio una idea de ello.
Ellos estaban buscando el Queen Zenobia, pero el barco en el que se encontraban parados era el Queen Semiramis.
—¿Dónde estás, Joy?—preguntó él en voz baja.
Volvieron al helicóptero, dispuestos a seguir buscando el barco, esperando que O'Brian intentase detener el ataque que se haría con el Regia SOLIS sobre el barco. Su corazón latía muy fuerte y había miedo en su interior. ¿Acaso realmente volvería a verla? Chris ni siquiera sabía qué iba a decirle a Joy cuando la encontrase.
—¡Chris, por allí!
El hombre de cabellos castaños miró en dirección a donde señalaba Sherawat, encontrándose con una mezcla de luz blanca y pocas luces rojas.
Allí estaba ella.
Y Chris definitivamente no se rendiría hasta encontrarla.
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El Queen Zenobia se encontraba en una pieza y Chris le agradeció a todos los santos habidos y por haber. El castaño miraba el gran barco desde la lejanía, en un barco carguero y al ver que O'Brian les envió los códigos para poder comunicarlos con el trío de agentes que se encontraba dentro del barco, él tenía que tomar la iniciativa de hablar y entablar contacto con ellos. Le sorprendió bastante escuchar la voz de su compañera Jill, con quien había llegado a tener una excelente relación de amigos con los años y sabía que podía confiar plenamente en ella.
—¿Jill?¿Están todos bien?—preguntó él.
—¡Chris!—exclamó ella con alegría—. Sí, Parker y yo estamos bien. Pero el barco se está hundiendo rápidamente.
Él no perdería el tiempo—¿Dónde está Joy?
—Ella se quedó en la proa custodiando el avión no tripulado para evitar que unos Hunters lo destruyan—respondió la agente al otro lado—. Una gran ola chocó contra el barco desde nuestra parte—hubo una pausa—. Joy, ¿me recibes?
No había respuesta alguna de la rubia.
—Joy, aquí Jill, ¿dónde estás?—insistió la castaña.
—Esto no me está gustando nada—declaró Luciani.
—Y que lo digas—asintió Jessica—. Jackass, ¿cuándo fue tu última comunicación con Williams?
—Fue hace unos cinco minutos—respondió el hacker—. Le ordené que se pusiese a cubierto por la ola gigante y desde ese momento no ha habido más contacto.
No, no, no, pensó Chris.
—¿Por qué la dejaron allí?—exclamó el castaño.
—Eh, tranquilízate—le dijo Jessica tomándole del brazo.
—No pierdas la calma, Chris—sentenció Valentine—. La encontraremos.
Chris soltó un respingo y asintió.
—De acuerdo, nos encontraremos en el hall principal del barco—declaró él con decisión—. Jessica y yo barreremos la proa para buscar a Joy.
—Está bien. Jill, corto.
El carguero se acercaba rápidamente al territorio donde se encontraba el Queen Zenobia y Chris había preparado los ganchos para abordar mientras que Jessica se estiraba un poco con su traje — el cual parecía tener segundas intenciones. Si ella buscaba hechizar a Chris con sus curvas femeninas y trasero descubierto, lo estaba haciendo de pena, no lo lograría. Él se giró a para mirar a Sherawat, quien estiraba una pierna.
—Podemos abordar desde aquí—dijo este y rodó los ojos al ver la posición que Jessica hacía—. Jessica, tenemos que cumplir una promesa. En marcha.
—Genial, un crucero para ti y para mí—respondió ella poniéndose de pie, estirando sus brazos—. ¡Solo que esta cosa se está hundiendo!
Los dos subieron rápidamente al barco, dirigiéndose rápidamente por la banda de babor, inspeccionando las puertas que estaban abiertas antes de llegar a la puerta que los llevaría a la proa. Entraron rápidamente y observaron que todo estaba mojado, Jessica se acercó a una de las barandas, topándose con un gancho agarrado con varias vueltas y el fin de la cuerda rota — sus ojos se abrieron como platos.
—Chris—dijo ella y le enseñó el gancho.
El rostro de Redfield palideció.
¿Acaso había llegado muy tarde?
Su mirada divagó hacia todos lados, eventualmente terminando en una ventana completamente rota y al acercarse, vio la figura de una mujer de cabellos rubios, luciendo un traje ajustado de color azul marino mezclado de un negro y celeste que la hacía ver más atractiva que antes. Esta empezó a moverse lentamente y el castaño no tardó en gritar su nombre, cargando contra la puerta para acercarse a ella. Joy Williams sentía que cada músculo de su cuerpo ardía y se sintió algo desorientada luego de ver cómo el avión no tripulado era destruido por el Regia SOLIS. Ella se levantó pesadamente, escuchando algo tan lejano que gritaba su nombre y sintió unos brazos que rodeaban su cuerpo, haciéndolo chocar contra otro.
¿Qué diablos estaba pasando?
El aroma a aloe vera le dio una buena pista.
—¿Chris...?—preguntó ella en voz alta.
—Estoy aquí—murmuró él aliviado.
Oh.
Oh, él estaba allí.
Él había llegado a tiempo y ella estaba tan, pero tan feliz de verlo.
—Eres un idiota, ¿lo sabías?—le dijo ella abrazándolo—. Siempre tengo que salvarte el culo cuando estás en problemas.
—Esta vez te lo estoy salvando a ti—espetó él abrazándola con fuerza—. Gracias a tu imprudencia, claro.
Joy le pegó en la espalda y él soltó una carcajada.
—¡Chris...! Oh...—los interrumpió Jessica entrando en la habitación—. La encontraste.
Joy y Chris se separaron rápidamente frente a la mirada inquisitiva de Jessica, súbitamente sonrojándose por la cercanía que ellos tenían. El castaño la ayudó a ponerse de pie, pasando una mano por su cintura para sostenerla.
—¿Me perdí de algo?—preguntó Joy.
—Cuando me contacté con ustedes, Jill y Parker me reportaron su posición—respondió Chris ladeando su mirada hacia ella—. Tú no lo hiciste.
—Huh, ¿lo siento?
—¡Chicos!—exclamó Jill por los comunicadores—. ¿Encontraron a Joy?¿Está bien?
—¿Qué tal si me lo preguntas directamente, Valentine?—le dijo la rubia.
—¡Eres la agente más imprudente que he conocido jamás, Williams!—exclamó Jill enfadada.
Joy rodó los ojos—Yo también te quiero, Jill. ¿Dónde están tú y Parker?
—Estamos en el pasadizo de la sentina, en dirección al Casino.
Joy miró a Chris antes de llevarse el dedo al comunicador—Nos encontraremos allí, entonces.
—De acuerdo, nos vemos allí.
Al cortar, Joy señaló el ascensor que se encontraba al final del pasillo, al mismo tiempo que se separaba de Chris para agarrar su arma. Jessica asintió, mientras que salía trotando al ascensor para poder llamarlo. Joy miró a la castaña con una ceja alzada ante el traje que ella llevaba puesto, cosa que no serviría mucho para andar en el agua en caso que estuviese algo inundado. Chris bufó en voz baja al ver que la rubia miraba algo escéptica a su compañera.
—Lo sé, es un traje poco práctico para toda la situación—le dijo Chris haciendo una mueca—. Y empezó a hacer poses de Yoga en el carguero para estirar, fue algo perturbador.
Joy soltó una carcajada en voz alta y Chris miró a la rubia con calidez poco contenida.
Diablos, él tenía tantas ganas de besarla.
—¡El ascensor está aquí!—anunció Jessica lejos—. ¡Vamos!
El dúo se movió hacia ella, entrando en el ascensor para dirigirse hacia el casino. Chris le dijo a Joy en el camino que había dos barcos, los cuales eran hermanos: el Queen Zenobia y el Queen Semiramis. Era más que probable que hacía poco los dos estaban viajando juntos antes de separarse y atraer a los visitantes de la BSAA, así que fue sencillo llegar al Casino donde se encontrarían Jill y Parker. Al menos hasta que escucharon un disparo por parte de Jessica, quien se encontraba con su arma en alto, alertando a los dos agentes veteranos.
—¡Jessica!—exclamó Chris bajándole el arma rápidamente con una mano—. ¿Por qué has disparado?
—Para proteger a los nuestros—se excusó la castaña con pasión—. ¿No es nuestro trabajo?
Joy se acercó a la escalera y observó la escena, encontrándose con una máscara antigás. Ella jadeó antes de mirar fijamente a Jessica, quien miraba al frente, sin corresponderle la mirada a nadie. La rubia bajó rápidamente para ver si el amigo enmascarado de Veltro seguía con vida, ya que les debía un par de respuestas. Parker dio vuelta el cuerpo, murmurando algo en italiano, quitándole la máscara y revelando cabellera pelirroja. Jill y Joy se detuvieron en seco al ver que se trataba de Raymond Vester.
—¿Esto es en serio?—preguntó Joy desconcertada.
—No me jodas—murmuró Jill—. ¿Raymond?
—¿Pero por qué...?¿Por qué razón trabajas con Veltro?
Raymond le susurró algo al oído, cosa que ni Joy o Jill pudieron escuchar. Chris y Jessica se les unieron segundos después, el primero claramente enfadado por la acción tomada por Sherawat hacia la situación. El resto quedó en absoluto silencio, sin creer aquella terrible revelación.
Parker se puso de pie, apenado—Qué terrible pérdida...
—El intruso siempre estuvo frente a nuestras narices y nosotros no nos dimos cuenta—se lamentó Joy.
Repentinamente, un estruendo se escuchó, haciendo que el barco se inclinase a un lado. Joy y Jill se sostuvieron, también manteniendo a Luciani de pie. Jessica se tropezó y cayó en los brazos de Chris hasta que el barco dejó de balancearse — dándoles la indicación que se les estaba acabando el tiempo rápidamente.
—Este barco definitivamente no va a durar mucho más—señaló Joy sintiendo nervios a flor de piel.
—Y no podemos dejar que el virus contamine el mar—asintió Jill mirando a Chris.
Chris apartó forzosamente a Jessica de su cuerpo con ambas manos—Ya hemos mirado en el Queen Semiramis y creo que sé donde está el laboratorio. Iremos allá.
Parker asintió, caminando hacia el centro—Muy bien. Buscaré una forma de retrasar el hundimiento—miró a Sherawat—. Jessica, ¿vienes conmigo?
Ella asintió—Claro, y quiero que sepas que me debes una cena.
—Con piacere, signorina (Con gusto, señorita).
—Bien, nosotros tres iremos al laboratorio donde estará almacenado el virus—espetó la rubia—. Nos ocuparemos de él, ustedes dennos más tiempo.
—Bueno...un amistoso cambio de parejas nos ayudará a estar alerta, Jessica y yo nos dirigiremos al puente—añadió el hombre italiano con buen ánimo—. Les deseo suerte.
El trío de agentes veteranos asintió, alejándose del dúo el cual pertenecía antes a la FBC y en el camino que trazó Chris, este les entregó como una especie de granada, la cual tenía una bola con espinas.
—Es un señuelo prototipo para las BOWs—dijo este entregándoselo a Joy—. Funciona en cualquier lugar, hasta bajo el agua. Distraerá al enemigo.
—Justo lo que necesitábamos—respondió Joy y se lo tendió a su compañera—. Gracias, Chris.
El castaño asintió antes de hacerlas entrar en la zona VIP, donde se dirigió concretamente al pasadizo que daba a la sentina y miró a sus compañeras. Había incertidumbre en sus ojos, no solo por el desconcierto de estar armando un rompecabezas a ciegas, si no por lo que podría pasarles en la siguiente hora — pero confiaba en sus compañeras y ellas confiaban en él así que asintió otra vez antes de bajar por las escaleras, sin antes darle una última mirada a Joy.
—¿Hablaste con él?—le preguntó Jill en un susurro.
Joy alzó una ceja—¿De qué?
Jill le miró inexpresiva.
Oh.
De eso.
—No, no se lo he dicho—negó la rubia rascándose la nuca.
—¿Qué es lo que tengo que hacer, Joy?—le dijo Jill frustrada—. ¿Encerrarlos a los dos en una maldita habitación para que se arranquen la ropa entre ustedes?¿O tirarte por la borda para que él vaya a rescatarte?
—Por favor, deja de mirar películas románticas—farfulló la rubia—. Te lo ruego.
—¿Cuándo se lo dirás?
—Cuando el tiempo sea apropiado—sentenció ella con firmeza—. Este no es el momento, no cuando hay un virus que está a punto de propagarse y generar más caos del que ya tuvimos antes. Se lo diré, Jill, pero no ahora.
Jill se quedó con las palabras en la boca y su rostro se suavizó al escuchar la respuesta que le dio su mejor amiga. Valentine confiaba en Joy, desde el día uno que decidió confiar en ella y la abrazó, dejando a la rubia atónita en la habitación — al menos hasta que sintió brazos rodeando la figura de la castaña. Joy recordó las palabras que Parker le dijo mucho antes de entrar en aquel infierno flotante: "El corazón tiene razones que la razón ignora".
Joy llegó a creerse eso y siguió a Chris sin más preámbulos.
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