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xxxv. puntos muertos y fuertes declaraciones


ORDEN DE MUERTE,
capitulo treinta y cinco: puntos muertos y fuertes declaraciones!



          JOY SABÍA QUE RAYMOND NO SE LOS PONDRÍA NADA FÁCIL, más cuando él admitió no estar solo en el barco, si no con una compañera llamada Rachel Foley; quien tenía una llave que podría llevarlos a la sentina del barco para así restablecer la energía de los motores. Cuando el pelirrojo la describió, Joy no tardó en recordar el cadáver que encontraron en una de las cocinas mientras buscaban la llave para entrar a la misma habitación donde el señuelo falso de Chris estaba presente. Volvieron por todo el camino, buscando alguna que otra pista sobre el barco, hasta que este se movió a un lado, haciendo que las dos chicas perdiesen el equilibrio. Luciani las ayudó a ponerse de pie, diciendo una palabra en italiano para poder reconfortar a sus compañeras y Joy lo agradeció enormemente. La rubia y sus compañeros regresaron al mismo lugar de antes, siendo engullidos por las sombras que continuaba efectuando la tormenta.

          Sus linternas siendo las únicas cosas que podían guiar su camino.

          Joy Williams nunca le temió a la oscuridad, luego de haberse enfrentado a ella.

          Diablos, ¿por qué la tendría?

          Ella había pasado tanto tiempo entre las sombras, entre tanta oscuridad durante sus meses en territorio iraquí, aislada en la arena y de su propia gente — dejando todo atrás gracias a una terrible tragedia. Había pasado mucho tiempo de eso, de pasar noches en vela con su pistola en la mano, lista para disparar; sintiendo la arena pegada en su espalda gracias al sudor frío que llevaba en ella. La rubia negó rápidamente la cabeza, buscando aclarar sus pensamientos y diablos, hasta incluso su mente de tanta melancolía que por momentos le daban ganas de llorar. No, ahora ella debía enfocarse en nuevas prioridades: volver a restablecer la energía al barco, comunicarse con la central y saber dónde carajos está Chris Redfield.

          —Espero estar equivocado, chicas—dijo Parker a sus espaldas—. Pero creo que la chica que buscamos está muerta.

          —No estás nada equivocado—respondió Joy caminando al frente—. Raymond fue muy específico con ella, así que debemos suponer lo peor. Esa chica no tenía identificación, pero sí tenía equipo táctico, tiene sentido que sea Rachel.

          —¿Estará infectada?—preguntó Jill.

          —No proyectes tan fuerte, Valentine—masculló la rubia.

          Bajaron las escaleras hacia la cocina y juzgando por el aroma que emanaba del lugar, Joy podría juzgar que el entorno se encontraba algo gélido que lo habitual — más oscuro que antes. Hizo dos señas con sus manos a sus compañeros, los cuales indicaban que prosiguieran con cuidado en el pasillo, topándose con la ventana que tenía la gran mancha de sangre que ya estaba seca. Avanzaron despacio, muy despacio frente a la inusual quietud dentro de la habitación, abrieron lentamente la puerta de la cocina y Joy fue la primera en entrar — apuntó su arma hacia el lugar donde estaba el cuerpo tendido, solo para encontrarse sangre.

          El cuerpo de Rachel no estaba.

          (Eso no parecía ser algo bueno.)

          Maldita sea, Valentine, pensó la rubia.

          —Algunas veces debería cerrar la boca—comentó Jill con decepción al ver que el espacio estaba vacío.

          Joy alumbró una figura a un lado, quieta y monótona, así que se acercó, tomando un pequeño cuaderno en sus manos. Al abrirlo, Joy lo iluminó con su linterna que estaba acoplada a su comunicador y ver el distintivo puño y letra de lo que parecía ser palabras de un pobre marinero le hizo soltar un respingo: aquella persona había sido forzada a llevar a cabo la misión de tripular el Zenobia con un avión que infectaría la ciudad de Terragrigia, dejando que lo utilizasen para mantener la sentina asegurada y quedarse con la llave; para luego ser infectado como el resto de la tripulación, Joy negó lentamente con la cabeza, apenada por el destino que tuvo que enfrentar aquel hombre.

          —Este barco fue utilizado para infectar a Terragrigia—dijo Joy luego de un largo silencio.

          —¿En serio?—preguntó Jill agarrando el cuaderno—. Tendría sentido, este barco está hace mucho aquí parado.

          —Puede que Rachel le haya quitado la llave al infectado—asintió Parker señalando el rastro de sangre fresca y seca.

          Algo golpeó la ventana que tenían en frente, revelando la figura de Rachel Foley cubierta de sangre y su cuerpo completamente mutado gracias a la infección, el trío no tardó en alzar sus armas, escépticos al notar que la llave de acceso a la sentina estaba colgando de su cuello. El cuerpo infectado de Foley carcajeó antes de retorcerse y salir corriendo hacia las escaleras.

          —¡Está escapando!—bramó Parker antes de salir corriendo.

          Joy y Jill lo siguieron al pasillo, donde las luces titilaban descontroladamente y los gritos de Rachel se escuchaban de fondo. Corrieron hacia ella, abriendo fuego instantáneamente y ella se retorcía hasta el punto de doblarse, soltando un gemido de dolor; dos infectados más salieron en su dirección, mientras que Rachel se subía a uno de los conductos. Joy exclamó algo sobre los conductos y lanzó una granada hacia estos, ordenando que sus compañeros se cubriesen hasta que el estruendo se escuchó en ellos. Jill y Parker se hicieron a un lado, luego de derribar al infectado mientras que Joy estuvo a punto de subirse hacia el conducto para seguir a Rachel.

          —¡¿Qué mierda estás haciendo, Joy?!—exclamó Jill agitada.

          —Iré por los conductos—señaló ella ladeando su cabeza a un lado—. La acorralaremos, estos conductos están conectados entre ellos.

          —Es peligroso—declaró Parker preocupado—. Ella podría matarte.

          Joy alzó una ceja—¿Estás dudando de mí, agente? Confíen en mí, los tendré en comunicación.

          —De acuerdo—asintió Jill y le hizo una seña a Parker para que continuasen corriendo por el pasillo.

          Con pesadez, Joy se impulsó hasta el conducto oscuro, hallando sustancia viscosa entre las estrechas paredes del conducto y avanzó lentamente con su linterna — su pistola en mano cuando lo hacía. Varios gruñidos y aullidos de Rachel resonaron a través de los conductos, provocando que la rubia jadeara con fuerza antes de continuar.

          La voz de Jill se escuchó en su comunicador—Joy, ¿cómo va todo allí?

          —De puta madre—suspiró ella avanzando con dificultad—. Hay una sustancia viscosa aquí, me siento húmeda—se detuvo en seco y se sonrojó—. ¡No ese tipo de humedad, Valentine!

          —Sí, claro—se burló Jill por el comunicador—. ¿Estás cerca?

          —Estoy siguiendo el rastro de una voz—respondió la rubia con pesadez, avanzando más y más, hasta escuchar un estruendo y ver pasar una sombra—. ¡La tengo!

          Joy apresuró su paso hasta girar en una intersección, disparando con su pistola al cuerpo de Rachel, quien chilló del dolor y terminó escapándose por una de las escotillas del pasillo. La rubia escuchó a Luciani exclamar debajo de ella y como los dos agentes abrieron fuego a la infectada; al pausar para recargar, Joy se lanzó encima de Foley, lista para meterle una bala en la cabeza y manchar su traje con sangre, sin embargo, esta logró hacer que Williams perdiese el equilibrio y cayese un lado.

          —¡Joy!—exclamó la castaña, sacando su cuchillo antes de cargar en dirección a Rachel.

          Valentine hizo una llave con sus piernas para derribar a la rubia infectada y le incrustó el cuchillo en su frente, presionándolo con fuerza al mismo tiempo que Rachel soltaba un aullido de dolor antes de sucumbir a su muerte — derritiéndose enseguida. Parker le tendió una mano a su compañera y Joy la aceptó con gusto, sintiendo todo su cuerpo cubierto por sangre, suciedad y una sustancia viscosa. Jill rebuscó entre la sangre y restos orgánicos derramados en el suelo y sacó una llave que tenía una etiqueta color amarilla que llevaba el número 4 enmarcada en ella.

          —Así que, esta era Rachel—dijo Jill mirando los restos del cadáver.

          —Si hubiésemos llegado a tiempo para salvarla—jadeó Joy con pesadez mirando a su compañera—. Nos hubiésemos ahorrado mucho desastre.

          —No sabíamos que ellos estaban aquí, Raymond realmente se trae algo entre manos—añadió Luciani apoyando una mano en el hombro de la rubia, para luego darse cuenta de que estaba tocando parte de la viscosidad que estaba en los conductos—. Ugh, qué asco.

          Joy le miró con diversión—Si quieres, puedo abrazarte para pegarte los fluidos que tengo.

          —¿Eso sumaría el mal olor?—preguntó él alzando una ceja, sacando una carcajada entre dientes—. No grazie (No, gracias).

          —Espero que no acabemos así—murmuró Jill.

          —Vamos a la sentina.

          El equipo volvió al vestíbulo y le dieron una última mirada al mapa antes de seguir con las puertas que estaban al frente, prosiguiendo a la sección de entretenimiento: el casino. Fueron recibidos por oscuridad y aire frío, pero no había ninguna ventana, si no que se trataba de los ductos de ventilación que cambiaban el aire entre el interior y el exterior. Bajaron las escaleras lentamente, encontrándose con más silencio que el de costumbre — sus respiraciones parecían ser la única cosa tangible que tenían para escuchar.

          —Tal vez hay alguna central de energía para poder encender todo—declaró Valentine mirando a los rincones oscuros—. Separémonos y busquemos ese interruptor.

          —Que el Coco no venga detrás de ti, Jill...—canturreó la rubia antes de separarse.

          Valentine le lanzó unas monedas que estaban tiradas sobre una mesa—Joy, por el amor de Dios, madura.

          —¿El Coco no era un cuento para niños?—inquirió Parker.

          —Sí y permanecerá siendo para niños—asintió Jill rodando los ojos—. ¡Muévanse!

          El equipo se separó, barriendo el perímetro con sus linternas, simplemente para hallar más silencio en la penumbra oscura. Había monedas esparcidas por todos lados, tiradas descuidadamente en el suelo. Joy llegó hasta una pared y se volteó rápidamente al escuchar algo a sus espaldas, iluminando a Parker que estaba detrás de ella luciendo una máscara. Joy se llevó una mano al pecho, mientras que Parker soltaba una carcajada.

          —Mierda, Parker—declaró la rubia de mal humor—. ¿De dónde sacaste eso?

          —Estaba tirado por allí—respondió el italiano con diversión y le tendió otra máscara que tenía en la mano a Joy—. ¿Quieres ayudarme a aligerar la tensión del ambiente?

          (Si eso implicaba asustar a Jill, ella estaba más que dispuesta.)

          Joy asintió, colocándose la máscara antes de apagar su linterna, siguiendo a Parker con la mirada hasta llegar a una de las escaleras, las cuales Jill estaba subiendo lentamente. El italiano señalizó el pasaje y cómo sorprenderían a la castaña así que se movieron despacio hasta llegar a sus espaldas. Parker contó hasta tres y cuando levantó el tercer dedo, los dos apoyaron sus manos sobre el cuerpo de Jill, gritando algo detrás de ella; logrando que la castaña soltase un chillido horrorizado y se diese vuelta para ver a sus compañeros luciendo máscaras, riéndose a carcajadas por la broma.

          —¡MALDITOS IDIOTAS!—exclamó Jill pateando a los dos, enfadada.

          Joy y Parker no pararon de reírse, Valentine prosiguió hacia una palanca que encendió las luces del casino y volvió a girarse para enfrentar a sus compañeros que continuaban riéndose hasta perder el aliento.

          —Los detesto.

          —Eso sí que ha sido divertido—balbuceó Joy entre risas, alzando su mano para chocarla contra la de Parker.

          —El Coco no vino a asustarte, Jill—declaró Parker quitándose la máscara.

          —No, pero dos idiotas sí lo hicieron.

          Williams alzó ambas manos—Ya, ya, lo sentimos.

          Jill rodó los ojos y bajó por las escaleras, seguida por sus dos compañeros que se encontraban en silencio ante el enojo de Valentine. Se acercaron a una fuente, la cual tenía peces con agua y allí había un botón, el cual Jill pulsó por pura curiosidad. El agua cristalina repentinamente se llenó de agua roja, como el video, infectando el agua y la rubia tomó el brazo de su mejor amiga para alejarla de allí.

          —¿Pero qué mierda...?—exclamó Valentine.

          —Acabas de infectar el agua—dijo Joy sacando su arma para disparar a los peces mutados.

          Varios de estos salieron en dirección al trío, el cual se separó para poder eliminar a los infectados salidos del agua y Joy pisoteo a uno de estos, aplastándolo contra el suelo de azulejos.

          —¿Un regalo de nuestro amigo de la máscara?—preguntó Parker sacando su cuchillo del pez—. Debería darle las gracias.

          —La sentina—dijo Jill sosteniendo un cuaderno—. El pasaje está en la zona VIP.

          —Esa zona ya la registré, está cerrada—respondió Parker—. Para su acceso debemos tener monedas.

          Joy sonrió a los dos—La sección que investigué tiene muchas de ellas, ahora vuelvo.

          La rubia juntó las monedas que había encontrado y corrió hacia la entrada de la sala VIP, colocando las monedas hasta el punto que un cerrojo se abrió al otro lado. El trío entró, revisando la habitación, hasta que Parker soltó un silbido largo y atrajo la atención de las dos agentes, quienes hallaron una escotilla que llevaba a pisos inferiores.




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          Bajar a la sentina fue relativamente sencillo, el elevador los condujo el pasadizo de la misma, justo deteniéndose en un lugar para salir. Cuando el ascensor se bloqueó, el trío permaneció en silencio, intentando discernir el ruido que podía provenir de la mismísima sentina. Era lejano, y no sonaba a una amenaza biológica como las cosas que se encontraban en la superficie, así recordándole a Joy que estaban literalmente debajo del mar. Jill arqueó su ceja, mirando inquisitivamente a sus compañeros y los dos agentes de la BSAA se encogieron de hombros.

          —¿Qué es eso que suena?—preguntó Jill sacando su arma—. ¿Agua?

          —Sí...—murmuró Parker y señaló la puerta—. Viene justo de ahí.

          —No me digas que el barco empezará a hundirse—masculló Joy con mal humor—. Andando.

          Rodearon la pasarela con rapidez y tomaron la única puerta que había para bajar unas escaleras, siendo recibidos por un lugar inundado, Joy soltó un gruñido de exasperación, pero prosiguió por el pasillo mientras que Parker acusaba a Veltro de querer hundir el barco con el virus dentro. Continuaron por la siguiente puerta que los llevó hacia una sala que administraba los motores de la sentina.

          —Ya llegamos—añadió Joy antes de correr hacia los controles.

          —¡Atención! Inundación en la sentina—indicó el sistema—. Imposible bajar los mamparos durante un corte de energía, se debe reestablecer la energía desde la sala de máquinas.

          —A la sala de máquinas se ha dicho—dijo Parker mirando los monitores en rojo—. Será mejor que la encontremos.

          Jill abrió la puerta—¡Por aquí!

          Los dos agentes siguieron a Valentine por el pasillo, bajando a uno parcialmente inundado, donde el agua llegaba hasta las caderas de Joy y Jill — indicando que el agua estaba empezando a subir rápido. Alzaron sus armas al ver algo pasar por el agua y Parker soltó un insulto en italiano, ya asqueado por los monstruos que andaban vagando por las aguas profundas. Subieron otro par de escaleras entrando a la sala de máquinas que tenía la sentina y había varios espacios siendo obstruidos por nubes de vapor muy caliente.

          Parker investigó el panel—Necesitaré a alguna de los dos al otro lado para devolverle la energía a los motores y al resto del barco.

          —Nosotras nos encargaremos de ello—respondió Joy guiñándole un ojo.

          —Tengan cuidado.

          Las dos chicas volvieron al piso inferior, dispuestas a encontrar una puerta para tener acceso al otro lado. Jill se encontraba en la retaguardia de su mejor amiga todo el tiempo y las dos se sumieron a un cómodo silencio — hasta que Jill decidió romperlo.

          —Veo que le tienes mucha confianza a Parker—dijo ella a la rubia.

          —Parker demostró ser un agente en quien confiar durante mi visita a Terragrigia—respondió Joy demostrando solemnidad en sus palabras—. Saber que él se unió a la BSAA para poder eliminar el bioterrorismo solo refuerza mi confianza en él.

          —Sin embargo, no confías en Jessica.

          Joy se detuvo abruptamente, girándose para mirar a Jill—¿A qué viene esa pregunta?

           —Huh, es un simple presentimiento—le respondió Jill encogiéndose de hombros—. Sé que no le caes bien.

          Y Joy podía imaginarse el porqué.

          —A pesar de que mi confianza con Sherawat no esté a la misma altura que la de Parker, la tuya o la de Chris, es una compañera—declaró Williams con seriedad—. Es mi trabajo confiar en mis compañeros y saber que ellos están de mi lado.

          Jill sonrió antes de seguirla—Tu sentido de lealtad nunca ha cambiado.

          —La confianza se construye a través de acciones, no de palabras—dijo Joy caminando hacia el frente.

          Valentine no debía adivinar de dónde su mejor amiga había sacado esa frase, si no de quien y ese quien era Chris Redfield; la persona que estuvieron buscando hacía unas varias horas y que no habían dejado de buscar, a pesar de que probablemente no estuviera a bordo de ese barco. Joy intentó espabilar su cabeza, luego de sentir que su corazón palpitaba muy fuerte cuando recordó las palabras de su amigo y su charla con Atlas volvía a carcomerle la cabeza una vez más — como si fuera un disco rayado o un cd que intenta a entrar a un reproductor, pero sigue saliendo para volver a intentar. Inevitablemente, ella pensó en Chris otra vez y se preguntó que diablos estaría haciendo él en esos momentos.

          Tal vez, la alianza lo habría encontrado y él estaría a salvo.

           (Y ella moriría en una tumba flotante intentando de detener una infección.)

          Repentinamente, empezó a sentirse mal por no haberlo besado antes.

          No, no, no, concéntrate en la misión, se dijo a sí misma.

          Una gran estructura de engranajes se presentó al frente y ellas intentaron moverla, sin embargo, esta no se movió para nada; había una pieza faltante. Jill silbó a un lado de Joy, indicándole que habían llegado al otro lado, así que la rubia la siguió hacia el otro lado de la sala de máquinas donde estaba el otro panel, junto con un engranaje de color rojo posado sobre la misma. No obstante, a diferencia del panel de Parker, este no tenía llave.

          —Mierda—mascullaron Joy y Jill al mismo tiempo.

          —Suponiendo por su reacción—sentenció el castaño—. Les falta la llave para accionar y debe ser al mismo tiempo.

          —Solo tenemos un engranaje—declaró Valentine con cansancio.

          En ese momento, Joy lo comprendió.

          —Ya vuelvo—dijo ella tomando el engranaje para salir corriendo hacia la puerta, buscando aquella estructura llena de engranajes—. ¡Bingo!—exclamó al correr y colocarlo en la pieza faltante, accionando uno de los botones para abrir un compartimento—. Soy una maldita genio.

          —¿Encontraste algo?—inquirió Jill.

          Joy le mostró la llave—Nuestro boleto a las comunicaciones.

          Al volver, Jill colocó la llave en su lugar y miró en dirección a Parker—¿Preparado?

          —Estoy listo para poner en marcha este bebé—declaró el italiano—. Super preparado.

          Los dos accionaron las llaves al mismo tiempo y la energía volvió, logrando que Joy chillase de pura alegría.

          —Eso es...—dijo Parker con orgullo—. Como nuevo.

          —Considero esto como algo sencillo—añadió Jill sonriente.

          Hasta que de repente no era tan sencillo.

          Las puertas que se encontraban a sus espaldas se bloquearon rápidamente con tubos acoplados, impidiéndoles la salida de la sala de máquinas. Joy jadeó con pánico inducido y Parker exclamó algo inaudible que fue ensordecido por los grandes tubos industriales que soltaban agua en la habitación. Una alarma empezó a sonar y las luces se volvieron rojas, titilantes en las entradas. Aquello, damas y caballeros, demostraba ser algo no tan conveniente para los agentes de la BSAA, quienes estaban más desconcertados que nunca.

          —¿Qué ha pasado?—preguntó Jill.

          Joy hizo una mueca—Huh, creo que es obvio que metimos la pata con algo.

          —¡Pero si reparé los sistemas!—dijo Parker alarmado.

          La rubia se asomó por la baranda, observando que el espacio se estaba llenando de agua y al no ver una salida concreta, de algún modo sabía que probablemente aquellos serían sus últimos momentos — y no pararía de luchar antes de ahogarse.

          —¡Salidas!—dijo Joy cuando se activó una segunda válvula con agua—. ¡Debemos buscar una salida!¡Nos queda muy poco tiempo!

          —Dannazione! (¡Maldita sea!)—maldijo Luciani aterrorizado—. ¡Chicas, esto no para!

          —¡Dinos algo que no sepamos!—exclamó Jill mirando a todos lados.

          Diablos.

          Ellos iban a morir.

          (De la manera más estúpida posible, según Joy.)

          Los tres empezaron a flotar mientras el nivel de agua ascendía y Joy fue la primera en zambullirse para intentar acceder a una de las compuertas, sabiendo que esta estaba completamente bloqueada. Todas las puertas estaban bloqueadas, logrando que la rubia sintiese el corazón desbocado tan fuerte en esos momentos. Nadó hacia la superficie, tomando una bocanada de aire, Jill se puso a su lado, su rostro empapado.

          —¿Alguna salida?—preguntó ella agitada.

          Joy negó.

          —¡Esto no pinta nada bien!—gruñó Parker al otro lado—. ¡Acepto sugerencias!

          —Las entradas están bloqueadas—dijo Joy en voz muy alta—. No tenemos salida por puertas.

          Jill miró a su amiga—Tiene que haber algún modo. ¡No nos rendiremos!

          El agua subía más y más.

          Joy estaba empezando a perder sus estribos.

          Su tiempo estaba acabándose y ella tenía tantas cosas para decir.

          —Mierda, Jill—masculló ella con miedo.

          —Sé que estás asustada, Hattie—le dijo la castaña con cariño y tomó su mano por debajo del agua—. Yo también lo estoy.

          —Si es que no sobrevivimos...—masculló Williams intentando de no quebrar su voz—. Me preguntaste por qué he estado rara últimamente y sí, es por mi sesión con Atlas, le hablé lo que pasó en la gala que organizó la Alianza—se movió para flotar, sintiendo el agua más arriba que antes—. Cuando Chris y yo casi nos besamos. Ella me preguntó si yo quería besarlo y le dije que sí, o al menos no directamente.

          Jill sonrió conmocionada ante lo que su mejor amiga le dijo y ambas se pusieron boca arriba, sabiendo que quedaba poco tiempo. Los orbes verdes de Joy picaron con lágrimas y se dio cuenta allí que ella había desperdiciado diez años en buscar a la única persona que la entendía cuando la tenía justo frente a ella durante todo ese tiempo — parecía una verdadera ironía.

           —Me dijo que él estaba enamorado de mi—replicó la rubia buscando ahogar un sollozo—. Y que probablemente también lo estaba...que yo también estaba enamorada de él.

           Y diablos, era tan, pero tan tarde para ella.

          ¿Por qué?

          Por que finalmente se había dado cuenta.

          Después de todo lo que él hizo por ti, de lo que tú hiciste por él, ¿no pensaste que eso cambiaría tus sentimientos hacia él?

          Ella había caído por el hombre que detestaba, ella definitivamente había caído por Chris Redfield.

          Y se lo llevaría a la tumba.

          —¡MIERDA!—exclamó ella antes de soltar un sollozo.

          —Dilo—le dijo Jill con emoción e impaciencia—. Ya está, Joy, solo dilo.

          Joy cerró los ojos, soltando otro sollozo.

          Si iba a morir, ¿qué más podía perder?

          —Estoy enamorada de un idiota arrogante y leal llamado Chris Redfield—sollozó Williams con tal solemnidad que Jill chilló de alegría.

          —¡VIVAN LOS NOVIOS!—exclamó Parker flotando a su lado, ya desesperado—. ¡¿YA VAMOS A SALIR DE AQUÍ?!

          Jill tomó a la rubia por sus hombros—Saldremos de esta, Joy Williams, no dejaré que agua marina arruine mi sueño de diez años.

          —¿Qué...?

          —¿Acaso tú tienes idea de cuanto estuve esperando para que lo admitieras?—le preguntó Jill emocionada—. Nos iremos de este barco y los enviaré a los dos bien lejos para que puedan hablar lo que necesitan decirse. Y no me vengas con esas tonterías de correspondencia por que el idiota arrogante que vinimos a buscar siente exactamente lo mismo que tú y lo hace desde hace años. No vas a perder a tu Jack, Rose.

          Los tres se sumergieron, concentrándose en salir hasta que Jill se acopló a una escotilla que estaba sumergida y tiró de esta. Joy supo en ese momento que debían accionar una palanca para abrirla y con su vista rápida empezó a buscar algo de metal para efectuar esa palanca. Parker pasó nadando a su lado con una y la rubia soltó un poco de aire para nadar hacia otra que estaba posada en la esquina. Llegaron hasta Jill e incrustaron las dos palancas, haciendo fuerza junto con Jill — sin rendirse ante el estrés. La escotilla se salió y eso les permitió nadar hacia otra superficie, encontrándose con oxigeno; las dos mujeres fueron las primeras en subir a terreno descubierto, tosiendo descontroladamente para ayudar al italiano a subirse, para luego desplomarse en el suelo junto a él.

          —Pan comido, ¿eh, chicas?—balbuceó Parker.

          —Aunque un poquito incómodo—respondió Jill sin aliento y abrazó a su compañera—. Lo logramos.

          —Como dije antes: que vivan los novios—señaló el italiano a Joy—. Ya era hora de que lo admitieras.

          —¿Acaso era tan evidente?—preguntó la rubia sonrojada.

          Jill y Parker le miraron de manera inexpresiva.

          Joy levantó ambas manos—Está bien, ya entendí.

          —Debemos dirigirnos a la sala de control para bajar los mamparos—dijo Jill poniéndose de pie—. Luego, a comunicarnos con la central. ¿Listos?

          Joy y Parker asintieron, poniéndose de pie para seguir a Valentine por el conducto, sin saber que más les depararía.




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