xxxiii. el queen zenobia
ORDEN DE MUERTE,
capitulo treinta y tres: el queen zenobia!
Mar Mediterráneo — 95 minutos después.
HABÍA PASADO BASTANTE TIEMPO DESDE LA ÚLTIMA VEZ QUE JOY ESTUVO EN UNA EMBARCACIÓN, recordó que la última vez estuvo montada en un barco el cual era conducido por el propio Chris Redfield, fue donde ambos se dirigían hacia la isla Rockfort para buscar a la hermana menor del castaño, quien había sido capturada por Umbrella en París. Ahora estaba en una embarcación dirigiéndose hacia las coordenadas de otro barco donde podrían estar sus dos compañeros de equipo: un patán con quien aparentemente tenía sentimientos que se desarrollaban más allá del compañerismo y la amistad y luego una agente que debería haberse dedicado a ser una super modelo de moda (por no decir otra cosa que incordiase al equipo). En cuanto las órdenes fueron dadas por el director de la BSAA en persona, ellos decidieron ponerse a trabajar. Parker conducía a una velocidad bastante rápida por la carretera, dispuestos a juntarse con una persona que les administraría las armas para luego embarcarse a las coordenadas. El trío fue en absoluto silencio durante todo el trayecto hasta el puerto, simplemente intentando de digerir lo que realmente estaba pasando.
Chris y Jessica estaban desaparecidos.
Y ambos estaban investigando el posible resurgimiento de Veltro.
(Joy sabía que había algo mal en aquel incidente.)
El trío se bajó de la camioneta al volver al puerto, dejando la camioneta estacionada a un lado, ellos trotaron hacia donde el agente italiano se dirigía — encontrándose con un posible informante que se encontraba allí de la Alianza. El poco intercambio de palabras y la muestra de una credencial fue suficiente para permitirles el acceso a un almacén donde se encontraban sus cosas y las chicas se dirigieron a una parte para vestirse mientras que Parker se separaba de ellas por su lado. Joy se quitó la ropa, rápidamente, quedándose en ropa interior mientras que Jill empezaba por colocarse el traje. Cuando la rubia se acercó a buscar el suyo, el cual no era blanco como antes, si no de un color azul marino mezclado con un poco de celeste y negro — alzó una ceja hacia la castaña, quien se quitó el sostén para terminar de colocarse el traje.
—¿No podrías haber escogido mi traje blanco?—le preguntó Joy y miró que ella se subía el cierre del traje—. Oh, ¿tú no usas sostén debajo del traje?
—Tu traje blanco estaba para lavarse—respondió la castaña antes de soltarse el cabello para peinarlo—. ¿Acaso tienes idea de lo apretado que es este traje? Es como una segunda piel. Así que, sí, no uso sostén por que el traje es apretado y me es incómodo.
Joy se encogió de hombros y se empezó a colocar el traje, el cual, en palabras de Jill y conclusión completa por parte de Williams: era muy apretado, así que ella procedió a quitarse el sostén para terminar de ponérselo y guardar todo junto con las cosas de su compañera. La mujer de cabellos castaños soltó una carcajada antes de pasar por detrás de Joy sin antes darle una nalgada que generó un suspiro por parte de la rubia y eso divirtió a Valentine más.
—Yo no mentía cuando dije que has metido las manos en otros lugares—sentenció Williams cruzándose de brazos.
—Lo sé—respondió Jill colocándose los arneses en sus caderas, abrochándolos entre estos—. Pero me parece inevitable admitir que ese traje apretado te da un buen trasero para que cierta persona pueda mirártelo en paz. Será todo un regalo para él.
Joy luchó gratamente para no sonrojarse—Cállate.
—Aún no me has dicho lo que hablaste con tu querida psicóloga—declaró Valentine mientras le entregaba a Joy los arneses—. ¿Tan mal te fue?
Joy apretó sus labios, recordando las últimas palabras que escuchó de Atlas, quien le había pedido en el tiempo que estuviesen separadas hasta su próxima sesión que ella se concentrase en pensar sobre cómo funcionaría su relación con Redfield de ahora en adelante. Ella, tan negada y obstinada como siempre, quedó totalmente flotando en un mar tan grande a la deriva cuando Atlas concluyó que todas las acciones que Chris había hecho por ella y por las que ella había hecho por él se debían a un sentimiento que era más cercano e íntimo que una simple relación de amigos — si no que era algo más.
Que él estaba enamorado de ella.
Y que, posiblemente, ella estuviese enamorada de él.
Mierda, mierda, mierda, pensó Joy repetidamente en su cabeza.
Ahora ella estaba cruzando el océano en su búsqueda, terminando por confirmar la magnífica teoría que posiblemente todas las personas con quienes compartieron misión tenían sobre ellos. Que gran hipocresía: el caer por la persona a quien odiabas en el principio de todo. Joy le respondió a Jill que se lo contaría luego de que encontraran al dúo perdido y la castaña podía imaginarse de qué o quién podrían estar hablando en esos momentos. En cuanto sus armas estaban listas, Parker las buscó para decirles que la embarcación estaba lista para zarpar y ellas lo siguieron sin decir una palabra.
Entonces, el trío se embarcó en aguas profundas.
Había tanta, pero tanta lluvia.
¿Así era cuando todos los santos que estaban en el paraíso lloraban al ver a los del infierno?
Aquello parecía una película de terror.
Jill y Joy permanecieron juntas en un asiento, mientras que Parker estaba con el timón dirigiéndose hacia las coordenadas que indicaba el PDA. Jill Valentine miraba fijamente su arma, mientras que Joy, recostada sobre su hombro, miraba hacia la tormenta desatada en el exterior que les daba la bienvenida a aguas oscuras y turbulentas — haciéndola sentir profundamente nerviosa sobre lo que podrían encontrarse allí. Esta no era una simple misión de rescate, más cuando se trataba de un gran compañero que se encontraba en riesgo por la culpa de una simple pista. Joy sabía perfectamente que Chris era capaz de cuidarse solo, como ella lo hacía en sus misiones en solitario como agente SOA, pero había algo más que no cuadraba allí.
—Eh, chicas—llamó Parker y ambas levantaron la mirada—. Creo que ya llegamos.
Las dos mujeres se miraron entre ellas y asintieron antes de salir al exterior, dirigiéndose a la proa de la pequeña barca para poder encontrarse con un enorme crucero. Las gotas de la lluvia empezaron por empapar el cabello rubio de Joy y el castaño de Jill, así dejando que un trueno resonase en el cielo e iluminándolo con un rayo de la tormenta. A sus anchas, se toparon con un magnífico barco que tenía puras promesas de una verdad que tal vez no era absoluta y Joy se preguntó si Chris podía ser lo suficientemente estúpido como para embarcarse en un lugar tan peligroso como un barco.
—Increíble—murmuró Jill mientras su mirada estaba fija en el barco.
Joy chasqueó la lengua—Me sorprende que este barco continúe estando a flote, porque me huele a abandonado.
La rubia dio un paso más hacia adelante, frunciendo el ceño para poder mirar el nombre del barco.
El Queen Zenobia.
Ella se estremeció por ello.
—Vamos, Parker, ¡rodéalo!—ordenó Jill ladeando su cabeza hacia Luciani—. Busquemos por dónde abordarlo.
—El traje se me está pegando más al cuerpo por la lluvia—gruñó Joy pasando a su lado.
—Tú te ves atractiva, yo me veo atractiva—espetó la castaña caminando detrás de ella—. Hasta Parker se ve atractivo, somos el equipo Atractivo.
Joy soltó una carcajada ante esa declaración.
Parker llevó el barco hasta un punto donde se encontraba la popa, justo encima de los motores, donde allí desplegaron unos ganchos que se engancharon a los barandales de la misma y los tres agentes se subieron a ellos para poder acercarse rápidamente hacia la zona por donde subirían. Joy fue la primera colocando pie en la popa del barco, la cual se encontraba algo resbaladiza por la lluvia torrencial que se desataba en esos momentos. La rubia sacó su arma y apuntó en silencio, Jill le siguió detrás, subiendo de un salto y Parker fue el último.
Lo que encontraron fue silencio.
—Hace 94 minutos que Chris y Jessica desaparecieron del radar—dijo Jill detrás de Joy.
Parker sacó su arma—Y la interpolación de sus últimas coordenadas, los sitúa...
—Aquí mismo, en este barco—declaró Joy antes de hacer una seña con su mano—. Vamos.
El trío se movió rápidamente por la popa, accediendo a unas escaleras, las cuales llevaban a un piso más arriba, donde unos contenedores se encontraban posados cerca del barandal. Cuando Joy pasó, el barco se sacudió por una gran ola que empapó el piso de abajo y las dos chicas casi pierden el equilibrio — para luego escuchar unas campanadas a lo lejos.
—¿Están bien?—preguntó Parker detrás de ellas.
—Menos mal que tomé las pastillas para el mareo—gruñó Jill.
Giraron por un contenedor, encontrando una puerta que estaba bloqueada por un candado y Jill fue la primera en acercarse para poder abrir el candado con su ganzúa. Joy se pasó una mano por el rostro mojado y tembló un poco por el frío que hacía allí fuera. El candado cayó al suelo en un golpe seco, dejando la entrada accesible para el trío, entonces, entraron. Un olor tan moribundo fue lo primero que se encontraron en el ambiente oscuro y Parker no tardó en quejarse ni bien lo percibió, tapándose la nariz.
—Qué peste—bramó él.
—Respira por la boca, colega—lo animó la rubia—. Así es mejor.
—Esto lleva tiempo abandonado—dijo Jill mientras inspeccionaba la habitación con la linterna.
Cuando investigaron el entorno, se encontraron con sangre seca, órganos en descomposición y cadáveres, los cuales eran terriblemente asquerosos — sin embargo, la agente de cabellos castaños tenía razón: aquel lugar llevaba mucho tiempo abandonado y la verdadera pregunta era por cuanto tiempo estuvo así. Al continuar por otra puerta, la cual los condujo por unos pasillos por parte de la maquinaria, había un silencio demasiado tenso que abundaba en el aire y mientras más avanzaban, más se sentía.
—Lamento ser pesimista—dijo Luciani detrás de las chicas—. No hay rastro de vida en este lugar...pero siento que aquí hay algo.
(Y él no estaba del todo equivocado.)
Al abrir la siguiente puerta, se toparon con un almacén, el cual estaba cubierto de cajas abiertas y cerradas, con armarios y repisas entre el camino. Joy miró al frente, encontrándose con una figura que se movió a un lado y eso la puso en estado de alerta, manteniendo la altura de su arma firme. Le hizo señas a Jill y a Parker para que mantuviesen sus sentidos atentos y prosiguieron por la habitación hasta otra puerta. Con sus compañeros pegados a los talones de Joy, ella podía llegar a sentirse más que segura en aquel entorno que olía a muerte — pero había algo que estaba claro: ellos no estaban solos. Moviéndose por otro pasillo oscuro, Joy pudo escuchar un ruido bastante agudo, el cual pertenecía a los conductos de ventilación, los cuales se deformaban conforme al movimiento brusco.
Ella bajó lentamente las escaleras, girando en la esquina.
Frente a sus narices había un rastro de sangre.
Joy se acercó lentamente, posando el dedo en el gatillo.
Un cuerpo mutado salió de allí, sin vida y con uno de sus brazos mutado en una especie de masa con espinas. La rubia bajó su arma lentamente, su rostro reflejando desconcierto ante la situación y sintió la presencia de Jill a su lado.
—¿Por qué tengo un mal presentimiento?—murmuró la castaña.
—Espero que sea un simple mal presentimiento, Jill.
—Eso es lo que quiero imaginarme.
El ruido en los conductos de ventilación volvió y se dirigía hacia la parte izquierda. Eventualmente, el trío pudo rastrearlo, el cual los llevó hacia la cocina del barco: la cual claramente estaba destruida, decorada con manchas de sangre y olor fétido a muerte. Joy agradeció que la cocina tuviese electricidad, porque ese lugar parecía una autentica escena del crimen. Al acercarse, las luces empezaron a titilar y la rubia temió que hubiese un corte de energía en esa zona.
—Joy—llamó Valentine y ella se giró, mirando a la castaña agachada frente a una puerta enrejada—. Échame una mano.
—Sí, señora.
Parker se le unió a su lado, mientras ambos levantaban la puerta enrejada para que Jill sacase el Génesis y analizase la sustancia viscosa que había allá abajo. El olor fétido se hizo más fuerte y el agente italiano tuvo que contener su respiración para no vomitar del asco.
—Estoy viendo algo—dijo Valentine ladeando la cabeza a un lado—. Creo que es una pistola.
—Pues agárrala, que esto está pesado—gruñó Joy.
Jill dejó el dispositivo al lado y se inclinó hacia adelante para poder meter la mano en aquella mezcla de masa viscosa, logrando que Joy apretase los labios ante el olor. Parker tosió a su lado, haciendo una mueca por el asco y los dos cerraron los ojos al ver que Jill sacaba la pistola por el cañón, la cual estaba viscosa. Una mano la mantenía agarrada por la parte del mango cuando Jill se puso de pie.
Joy temió que esa pistola fuese de Chris.
Por favor, pensó ella.
—Está claro que no es de Chris—sentenció Parker a su lado y soltó la reja.
—Si no es de Chris—dijo Joy mirando la pistola—. ¿Dónde diablos está?
Un gruñido gutural surgió a espaldas de la castaña y el grito de un monstruo hizo que los tres alzasen sus armas. El monstruo era una especie de humano mutado con piel pálida, arrugado y con colmillos con cosas filosas a sus costados. Joy no dudó en abrir fuego, justo como sus compañeros lo hicieron, hasta que el monstruo se desplomó en el suelo, manchándolo con su sangre. La rubia tocó el hombro de Jill para centrarla, luego de ver que su respiración estaba agitada. Parker fue el primero en acercarse, observando el cuerpo desde cerca.
—Esto explica las desapariciones—concluyó él.
Jill bufó—Y definitivamente no tiene tan buena pinta.
—Maldita sea, Chris—masculló Joy con preocupación—. ¿Dónde estás?
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Chris Redfield estaba vivo, eso fue lo que Joy se aseguró de tomar en cuenta.
Para cuando Parker volvió luego de haber restablecido la electricidad de esa zona, el cuerpo del infectado se estaba descomponiendo en un gran charco de sangre. Joy se mantuvo cerca del mismo, analizándolo con el Génesis que Jill había dejado en el suelo antes. Había tantas cosas que desconcertaban a la rubia de maneras iguales, alimentando más el misterio y la incertidumbre de todo lo que ocurría en aquel barco desolado. Sus nervios se habían normalizado un poco con el correr de los minutos y cómo el peso de la mano de Jill en su hombro le había mantenido en su centro. El monstruo que habían enfrentado venía de la misma materia que vieron en las costas sicilianas y Joy se preguntaba de qué virus se trataba esta vez.
Las Plagas, definitivamente, no era lo que había aquí.
—¿Crees que Chris y Jessica se han topado con esta cosa?—le preguntó Jill a la rubia.
Joy hizo una mueca, mostrando más preocupación que antes—Huh, espero que no.
—Oye, oye—Valentine se agachó para mirar a su compañera—. No he dicho que Chris esté muerto...
Ella buscaba creerse eso.
—Ya sé—espetó la rubia antes de relamerse los labios—. Pero debe estar en algún lugar de este barco y debemos buscarlo ya.
—Huh, chicas...—dijo Parker detrás de ellas y las dos agentes se giraron, hallando al italiano en una puerta paralela—. ¿Alguna de ustedes abrió esta puerta?
—No—dijeron las dos al mismo tiempo.
Luciani sacó su arma y les indicó a las chicas que lo siguiesen, dejando claro que había algo sospechoso en aquel lugar. Prosiguieron en dirección a la puerta, la cual los llevó a una hilera de armarios, donde todo se encontraba oscuro. Otro infectado apareció dentro de uno de los armarios y sacó un chillido por parte de Joy, quien cayó de espaldas al suelo. Jill abrió fuego sin cuidado, confiando plenamente en su puntería mientras que la rubia buscaba uno de sus cuchillos para poder sacarlo e incrustárselo en la cabeza. Parker le sacó el infectado de encima y tiró de las correas del traje de Joy para apartarla.
—Eso, definitivamente, no lo vi venir—bramó la rubia.
—Tomaré eso como un gracias, Hattie—se burló Jill.
—Oh, no—dijo Joy ladeando su cabeza hacia Jill, desde el suelo—. ¿Tú también?
Valentine se encogió de hombros—Debes admitir que es adorable.
—No lo es.
—Coincido con Jill—añadió Parker tendiéndole la mano—. Es un sobrenombre tierno para ti.
Joy se cruzó de brazos, aún sentada en el suelo—Los detesto, son los peores compañeros de misión.
—Ya, ya—dijo Luciani levantándola—. Sé que nos quieres.
—A pesar de que ya sabemos sobre tus preferencias de compañero de misión—la provocó Jill pasando por su lado, esbozando una sonrisa ladina y le guiñó el ojo.
Joy apretó los labios y siguió en silencio al dúo de agentes que había avanzado un poco, dejándola un poco más atrás. La tormenta había permanecido en silencio durante su entrada, pero ahora se notaba más que violenta, decorando el cielo con gris y blanco, juntándose con el negro de la noche. La rubia observó su reloj y sabía que el atardecer de invierno hacía los días más cortos y sus noches más largas — así que cuando se marcaron las siete de la tarde, Joy podía discernir que la misión seria toda la noche dentro de un barco completamente aislado del resto del mundo y flotando a la deriva en el Mediterráneo.
Sus días libres los tomaría en tierra firme, cuando la misión termine.
Al proseguir por otra puerta, Joy bajó hacia una de las escaleras, topándose con una puerta al final del pasillo y otra conexión de un pasillo a otro. La rubia fue primero a la puerta, la cual parecía tener una hendija por donde ver, así que guardó su arma y decidida abrió la hendija. Ella soltó un jadeo cuando vio al otro lado la figura de un hombre atado de brazos a una silla, los músculos de su espalda se marcaban y su cabeza se encontraba gacha, claramente indicando de que estaba inconsciente o sedado por algo.
—¡Chris!—exclamó Joy y procedió a empujar la puerta por la manija.
Jill corrió a su lado—¿Lo encontraste?
Ella intentó otra vez de mover la manija para abrirla, pero esta se encontraba completamente cerrada, Valentine también lo intentó y no tuvo éxito.
—¡Despierta, Chris!—bramó Joy pero no obtuvo respuesta de su parte.
Jill miró hacia atrás—¡Parker, necesitamos ayuda aquí!
—¿Encontraron algo?
—Chris está al otro lado de esa puerta—dijo Joy señalando a través de la hendija a la figura inconsciente—. ¿Puedes abrirla, Jill?
Ella forzó la ganzúa para la cerradura, intentando de abrirla a la fuerza, para luego soltar un gruñido y separarse de la puerta, completamente frustrada.
—Esta cerradura es imposible de abrir sin la llave—dijo ella poniéndose de pie y dirigió su mirada hacia Joy—. Tenemos que encontrarla.
—Probemos por esta puerta—señaló el italiano.
El trío continuó por la conexión de pasillos, llegando a una puerta que llevó a lo que parecían escaleras de emergencia, donde solo subían un piso; ellos se dirigieron hacia las escaleras, tambaleándose ante un movimiento brusco que se provocó por el movimiento del barco, cruzaron otra puerta que los condujo hacia los mismos pasillos que cruzaron antes, solo que estaban del lado de estribor. Un relámpago se mostró en el cielo, donde las gotas de lluvia fueron más intensas que antes, golpeando con violencia las ventanas. Se desviaron hacia una de las habitaciones que pertenecía al espacio común de los marineros, donde estaban las literas con colchones dispuestas de manera desordenada. La oscuridad ahondó el lugar y el trío caminó lentamente por entre las camas, iluminando el camino con sus linternas.
—¿Cuánto tiempo lleva este crucero abandonado?—murmuró Parker detrás de Joy.
—El tiempo suficiente para albergar infectados que continúan rondando sin que nadie les patee el trasero—gruñó Joy con su arma al frente.
—¡Por aquí!—señaló Jill más adelante, antes de dispararle a algo.
La alcanzaron en cuestión de segundos, hallando otro cuerpo infectado cayendo sin vida en el suelo, creando un charco de sangre mientras se descomponía rápidamente. El trío volvió a moverse hacia el pasillo otra vez, viendo que una puerta metálica con la figura de un ancla tallado en metal plateado se alzaba al final del pasillo — la cual no estaba abierta, tal como Joy lo sospechó. Repentinamente, un estruendo se escuchó a la vuelta, donde unas escaleras se extendían un piso más abajo. Cuidadosamente y en silencio, Joy y sus compañeros avanzaron en dirección a las escaleras, bajándolas lentamente hasta encontrarse con otra puerta. Un grito femenino hizo eco entre los pasillos y eso logró apresurar el paso del equipo, terminando por bajar un último tramo de escaleras hasta toparse con un ventanal que daba a otra cocina. Allí un cuerpo femenino se estrelló contra el vidrio y creó un manchón de sangre en este, dejando que el cuerpo cayese en seco al suelo. Joy soltó un respingo antes de correr hacia la puerta que le daba acceso a esa habitación, siendo seguida por Jill y Parker.
—¡Jill, ve a corroborar si sigue viva!—ordenó Joy a la castaña, quien asintió—. Parker, volémosles la cabeza a estos idiotas.
—Sarà un piacere, signora (Será un gusto, señora).
Joy disparó en dirección a la cabeza, concentrando en contar las balas que tomaban en matar a los infectados. Las primeras tres lograron aturdirlo, las siguientes dos llegaron a derribarlo — así vaciando el cargador. Parker utilizó su hacha para poder cortarle la cabeza a uno, manchando su traje con sangre y Joy derribó a otro con su cuchillo, pisando su cabeza con la bota; manchando su traje al igual que Parker.
—Esto ha sido divertido—musitó el italiano—. ¿Alguna noticia con la desconocida?
—Está muerta—respondió Jill arrodillada—. Pero las BOWs la han hecho trizas.
Joy se acercó a la chica, quien tenía cabello rubio largo, vistiendo un traje casi similar a los de las agentes, solamente que este revelaba sus pechos de manera considerable y Joy podía jurar que eso parecía un personaje de una película porno por cómo se hallaba vestida y cubierta de sangre.
—Claramente no estaba vestida apropiadamente para la ocasión—concluyó Williams alzando una ceja—. ¿Sabemos quién es?
—No lleva ningún tipo de identificación—añadió Jill y le tendió su mano a Joy—. ¿Me prestas el Génesis?—ella se lo tendió a la castaña para luego mantenerlo firme contra la figura de la mujer y el dispositivo pitó—. Huh, no hay información sobre la desconocida, pero encontré algo.
Jill alzó la llave a Joy y asintió, permitiendo que la rubia se adelantase hacia la habitación donde Chris se encontraba recluido. Williams salió corriendo hacia allí, recorriendo otra vez aquel tramo antes de toparse con más infectados, recargando su pistola, la rubia se abrió paso entre la sangre y los ruidos guturales que emitían los infectados, decidida a no detenerse hasta llegar a la habitación. Parker y Jill le estaban siguiendo el paso rápidamente, analizando los restos que dejó Joy de los infectados. En cuanto la rubia llegó a la puerta de la habitación, se tomó un momento para detenerse y así poder tranquilizarse.
Su corazón latía muy rápido.
Y tan, tan fuerte.
Hasta sus oídos podían escucharlo.
Mantén tu mierda junta, Williams, es solo un amigo, se dijo a si misma.
¿Pero acaso ella estaba segura de ello?
Joy metió la llave y la giró dos veces, entrando a la fuerza, e inevitablemente llamó el nombre de su amigo. Se detuvo, al ver que este no se movía.
—¿Chris?—llamó ella en voz apenas audible.
Jill sonó agitada detrás de ella—¿Es él?
La rubia frunció el ceño y tocó su hombro, logrando que su cabeza cayese, provocando que las dos mujeres soltasen un respingo al ver la cabeza del señuelo con gran claridad.
Ese no era Chris Redfield.
—¿Pero qué clase de puta broma es esta?—espetó Joy enojada.
Parker caminó hacia una bandera colgada al lado de la pared, reconociéndola al instante—¡Oh, genial!
Joy y Jill miraron en su dirección.
Veltro.
Allí entendieron, entonces.
Repentinamente, un gas empezó a salir de la nada e inundó la habitación en segundos. Joy se tapó la cara con su brazo, tosiendo de manera descontrolada. Jill cayó inconsciente a su lado mientras que Parker exclamaba la idea de que se trataba de una trampa, antes de caer al suelo. La rubia llamó sus nombres con dificultad, cayendo de rodillas al suelo mientras tosía y eventualmente terminó en el suelo. Unos pasos se oyeron a lo lejos y ella se encontró con la figura de un hombre, el cual vestía armamento militar y una máscara.
—Ya era hora que supieran la verdad, damas y caballeros.
Joy se sintió más cansada que antes y sucumbió a lo que parecía ser un profundo sueño, mientras que el desconocido los miraba con fascinación.
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