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xxv. la tumba de umbrella


DEMENCIA,
capitulo veinticinco: la tumba de umbrella!



          ALGO QUE LE RESULTABA INEVITABLE A JOY WILLIAMS ERA EL SIMPLE HECHO DE QUE TODAS LAS BASES A LAS QUE FUERON SIEMPRE ERAN SUBTERRANEAS, ella no sabía si era por que los trabajadores realmente pensaban que iban a morir allí abajo o porque era más rentable construir algo en un sub suelo que en la superficie — la originalidad era más que desastrosa e inevitablemente predecible, así que la rubia no tardó en soltar una carcajada mientras realizaba ese razonamiento. Jill miraba con fascinación la cantidad de metros que llevaban bajando, siendo iluminados por un par de luces blancas y rojas, el cual anunciaban la entrada al limbo de una posible tumba de Umbrella. Joy creía que el infierno resultaba ser más ardiente, en el sentido de que ella terminaría sudando por el calor, pero se encontró con un frío monótono; como si fuese algo casi abandonado.

          (Ser terrorista tenía sus costos económicos, eso ella debía reconocerlo.)

          Los tres fueron recibidos por un silencio incómodo e inquieto, dándoles la bienvenida al limbo del infierno congelado, esperando a que hiciesen su primer movimiento. Chris observó la nueva planta baja a su lado, inspeccionándola por cualquier amenaza, pero esta se encontraba vacía de cualquier arma bio-orgánica y eso no era algo ideal para la situación.

          —Ya veo que siguen con sus trucos de siempre—señaló el castaño antes de hacer una señal con su cabeza—. Vamos, debemos seguir avanzando.

          —Les gusta meter mano en todo—dijo Joy antes de caminar hacia una de las salidas de la plataforma—. No me siento sorprendida, para nada.

          —Espero que nuestro objetivo esté aquí abajo—murmuró la castaña de cabellos cortos siguiendo al dúo.

          —Me sorprende que hasta hace poco no conocíamos este sitio, no lo harían por nada—añadió la rubia quitándose un mechón de cabello rebelde de su cara.

          —Si no te hubieses enfocado tanto en ir a eliminar las armas bio-orgánicas en Alemania por tu cuenta—empezó Chris mirando a la rubia por el rabillo del ojo—. Tal vez podrías haberte enterado de esto más rápido.

          —Imbécil—masculló Williams rodando los ojos.

          Cuando bajaron las escaleras, una puerta se deslizó, dejando entrar una pequeña horda de infectados dirigiéndose hacia ellos. Abrieron fuego al instante, eliminándolos con pocas balas, ya que no podían darse el lujo de perder demasiadas. Joy recargó su rifle de asalto antes de dejarlo colgado en su hombro, dirigiendo su mano hacia la funda donde se encontraba su pistola, disparando a un último infectado que quedaba. Así lograron avanzar hacia la puerta con Chris comandando los siguientes movimientos. Joy fue la última en correr hacia a la puerta, mirando por el rabillo del ojo el gran espacio negro que formaba el tamaño del ascensor, dejando en claro de que, si llegaban a morir allí, eso sí que sería una verdadera tragedia — ella lograría que vieran la luz del día una vez más.

          —Vamos, Williams, no debemos distraernos—gruño Chris delante de ella.

          —Ya, ya, ahí voy—respondió la rubia antes de rodar los ojos.

          Ingresaron a un espacio completamente blanco, el cual ya empezaba a darles una gran pista de que se trataba de un laboratorio subterráneo, algo moderno para la fecha; comparando el que vieron por primera vez en la mansión Spencer durante su encantadora visita a las montañas Arklay en busca del equipo Bravo. Joy examinó la sala, encontrándose con trajes descontaminados completamente rotos y algunas puertas de armario encerradas. Jill se dirigió a uno de estos y cuando abrió la primera puerta, un infectado saltó en dirección a ella y la rubia soltó un jadeó antes de dispararle a la cabeza. Valentine cayó de espaldas al suelo, con su respiración absolutamente agitada y la rubia se encargó de meterle otra bala en la cabeza al engendro que decidió pasarse de listo.

          —Lo que nos faltaba—murmuró ella antes de tenderle una mano a la castaña—. ¿Estás bien?

          La castaña aceptó la mano con cordialidad antes de ponerse de pie—Sí, solo me sorprendió, eso es todo.

          Chris caminó hacia ellas para examinar el cuerpo.

          Era un científico.

          (O al menos la bata blanca lo delataba.)

          —Aquí fue el inicio de la infección—dijo Chris relamiéndose los labios—. Algún idiota liberó el virus y terminó infectando a todos. Es muy probable que también haya enviado a infectar a los de arriba para tomar la superficie.

          —Y lo más impredecible es que nuestro gran idiota se encuentra vigilándonos—señaló Joy y dirigió su mirada hacia la puerta de entrada—. Si nos quedamos aquí, escapará.

          Chris asintió antes de buscar algún botón para abrir la puerta, la cual se deslizó a un lado, permitiéndoles la entrada a una ducha de descontaminación. La puerta se selló a sus espaldas una vez que entraron los tres, siendo rociados por una mezcla de alcohol y agentes antígenos para poder esterilizar la ropa que llevaban. La rubia avanzó lentamente, indicando que había cuerpos sin vida dentro de la ducha, cosa que ya no serviría como una zona completamente estéril si es que había infectados allí. Al otro lado se abrió la puerta y lograron salir, encontrándose con otra habitación de entrada mejor esterilizada que la anterior. Joy abrió la puerta que los dirigió a un pasillo igual de iluminado que las habitaciones anteriores.

          Parecía un lugar completamente limpio.

          A pesar de la sangre, claro.

          La rubia pudo divisar manchones adornando las paredes de forma preciosa, elaborando una tragedia a los pobres trabajadores que encontraron su final en aquella tumba imponente — siendo acompañados por un silencio agonizante que Joy se esperaba con bastante regocijo. El logotipo de Umbrella se encontraba implantado en cada puerta y en algunas conexiones de un pasillo al otro, prometiendo con los simples colores una vida llena de alegría y satisfacción — pero escondiendo un gran régimen de terroristas que buscaban hacer evolucionar o hacer caer a la humanidad con sus armas, brindando más miedo a la Guerra del Terror como muchos hablaban por allí en su época. Joy podía tener la pésima esperanza de que el arma que entraba en los rumores de esta gran fábrica fuese solo un rumor: la fábrica ya no lo era, pero la rubia quería con tanta fuerza que el arma biológica se quedase con la etiqueta de "simple rumor".

          ¿Acaso eso era mucho pedir?

          No hables tan alto, pensó ella.

          O sus dudas se harían realidad.

          —¿Qué mierdas es este lugar?—preguntó Valentine a su lado.

          Era casi indudable de que Jill Valentine sintiese curiosidad hacia una cosa, ella no había perdido su toque en nada — por eso resultaba ser una gran detective e inteligente como para suponer o teorizar algo. Gracias a Dios a que ella seguía con vida, o eso sí que sería algo lamentable. Chris miró con atención las puertas antes de detenerse en el pasillo silencioso y destrozado por las garras de la muerte.

          —Un laboratorio, está claro—respondió él mirando entre los pasillos—. Dudo que estén realizando una gran arma aquí.

          —Tal vez lo hacen por partes—resolvió la rubia sonriendo de lado—. Aquí hay muchos pasillos, deberíamos separarnos para investigar y reunirnos una vez que hayamos recorrido todo esto. No dudo que haya algo más grande esperándonos.

          Chris asintió—Concuerdo con Satán aquí.

          —Iré a hacer mis rituales de magia negra—respondió Williams mientras rodaba los ojos, dirigiéndose a uno de los pasillos dejando al dúo solo.

          Chris y Jill la miraron alejarse en silencio.

          Jill codeó a Chris—Tienes que dejar de ser tan grosero con ella.

          —Ella es grosera conmigo—añadió el castaño—. Es algo mutuo.

          Joy entró a una de las habitaciones primero, encontrándose con un infectado al cual le lanzó su cuchillo en dirección a la cabeza, dejándolo tieso en el suelo en cuestión de segundos. Al recobrarlo, observó que había tubos de ensayo vacíos y también varios reportes acerca de fugas de gas — lo cual no sonaba nada prometedor a sus oídos, teniendo en cuenta de que la infección se había esparcido hasta el punto de llegar a la superficie. Negó lentamente con la cabeza al ver que el infectado empezaba a formar una gran mancha de sangre que llegaría a sus botas negras si ella no se movía así que procuró esquivarlo antes de dirigirse a la otra habitación.

          ¿Qué clase de cosas hacían allí?

          ¿Qué era lo que ellos escondían de manera tan egoísta con sus grandes instalaciones?

          ¿Acaso la guerra había escalado a tal punto de mantenerse realmente ocultos?

          Eso, precisamente, era todo lo contrario.

          La rubia puso su arma en alto al entrar en otra habitación, en la cual había muchísimas manchas de sangre esparcidas por las paredes, como si un ser orgánico hubiese explotado como si fuese una simple granada tradicional. Una camilla se alzaba en el centro, completamente aferrada al suelo y siendo expuesta a muchas luces. A su lado, había un carro con instrumentos quirúrgicos algo desalineados para su propio gusto, dispuestos en una fila irregular cubierta con manchones de sangre que ya estaba seca. Había un cuerpo de un científico a un lado, sentado contra la pared al menos con parte de su cuerpo limpia y otra parte esparcida en el suelo con un olor a descomposición en estados primarios. Joy se movió lentamente hacia un costado, buscando alguna especie de informe o alguna pista que le indicase que tipo de cosas ocurrían allí.

          Experimentación en humanos, probablemente.

          Williams llegó a la conclusión de que había gente muy enferma para llegar a hacer este tipo de trabajos.

          Escoria humana.

          Joy se encontró un informe que se encontraba manchado con sangre seca y decidió leerlo lentamente mientras mantenía una mirada escéptica en la habitación: estaban experimentando con un soldado iraquí antes de enviarlo de vuelta a la guerra, cerca del año 95 — despertando un poco de curiosidad en la rubia. ¿Acaso esta base estuvo operativa desde ese tiempo y ellos ni siquiera lo habían notado? Ella decidió guardarse el informe antes de mirar los rastros de lo que era posiblemente el cadáver del soldado iraquí y procedió a la siguiente habitación.

          Williams se sintió extraña al leer ese reporte.

          Podría haber sido una completa coincidencia, ¿no?

          ¿Podría?

          —Vamos, idiota, concéntrate—masculló ella a sí misma antes de pasar a la última puerta.

          Al proseguir, se topó con una habitación que estaba completamente en llamas, provocando una especie de llama azul. La rubia concluyó de que se trataba de una mezcla de químicos que podría llegar a ser nocivo para su salud y cerró la puerta para evitar consecuencias graves en el futuro — la bloqueó para no permitir la entrada a nadie antes de volverse a la conexión del pasillo. Jill la recibió con una sonrisa antes de recargar su escopeta negra, colocando la culata en el suelo para utilizarla como bastón.

          —¿Te sientes mejor?—preguntó Joy a la castaña—. El idiota arrogante me dijo que te desmayaste cuando le lancé el gran gancho a nuestro amigo arácnido gigante.

          —Ja, eso sí que fue un gran plan—respondió Valentina sonriendo de lado—. No esperaba caer de cara al piso, eso sí que fue inoportuno, pero tenía a Chris para cargarme.

          Ella chasqueó su lengua—Nos separamos solamente por un momento. Chris no puede cuidarse el trasero solo.

          —Muy graciosa, Satán—gruñó Chris a su lado, dirigiéndose hacia ellas—. ¿Algo importante para poder reportar?

          —Aquí condujeron experimentos en seres humanos, algunos de ellos no tuvieron un lindo final—dijo Jill antes de apretar los labios—. Al parecer hubo una fuga del virus hacía algunas semanas, pero nadie había llegado a infectar la superficie.

          —Mantuvieron todo en un bloqueo hasta que nuestro querido anfitrión decidió hacerlo llegar a la superficie, entonces—añadió la rubia—. Tiene sentido. Estaban esperando el momento justo para que viniésemos a clausurar todo esto.

          —¿Y qué me dices tú, querida Satán?

          —Lo mismo que Jill—mintió Joy, sin decirle lo del soldado iraquí que había en el reporte—. No había nada más que experimentación y sangre seca en esas habitaciones. Bloquee el acceso a una ya que había fuego mezclado con sustancias peligrosas y mis intenciones son salir de aquí en una pieza, muchas gracias.

          Ella no mencionaría lo del soldado, ese era un tema que ella debía indagar por su cuenta. Ya era difícil operar sobre las experimentaciones que pasaron allí con un anfitrión intentando de arruinarles la fiesta, así que simplemente tomaría la situación a mano con cautela. Chris se enderezó frente a ellas, señalando una puerta al final del pasillo.

          —Encontré una posible salida para poder movernos a otros pasillos de esta base, vamos.

          Joy y Jill se miraron entre ellas antes de asentir, mostrando señales de profesionalismo previamente a seguir al castaño hacia otra hilera de más pasillos.




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          Era increíble que estuviesen caminando por pasarelas de metal con agua hasta la cintura. Joy se quejó en voz baja al pisar la poca agua que había en el comienzo de las escaleras hacia abajo, procediendo a seguir a Chris quién había tomado el frente mientras que Jill tomaba la retaguardia — ella simplemente se quedó entre medio de ellos dos, atrapada en ambos lados. Chris Redfield miró con cautela el espacio poco iluminado y el trío se vio junto en la conexión de una pasarela a otra, donde el agua les llegó hasta la cintura. Los dos caminos se encontraban cerca de un punto al otro, pero podían llevar a diferentes lugares o áreas.

          —¿A dónde vamos?—preguntó Jill.

          —Apoyo que vayamos a la izquierda—siseó Joy.

          —Es mejor la derecha.

          —No pienso poner esto a discusión, Redfield—gruñó la rubia antes de empujar a Jill hacia la izquierda.

          Chris soltó un gruñido antes de tomar el brazo de Joy para tirar hacia la derecha, provocando que Jill al mismo tiempo tirase hacia la izquierda. La muchacha de orbes verdes se quejó en voz alta ante el tironeo que había empezado entre ellos, Chris decía derecha mientras que Jill y ella decían izquierda, era inevitable no ver la discordia que podía haber entre ellos tres. Repentinamente, algo que se encontraba sumergido en el agua fue a la superficie revelando una aleta putrefacta, provocando que los presentes soltasen un mínimo respingo. Los tres se petrificaron mirando con atención a lo que parecía un tiburón merodeando por allí y la rubia no tardó en moverse un poco para llamar a sus compañeros.

          —Debemos movernos, rápido—masculló Joy mirando a sus compañeros de reojo.

          —Definitivamente izquierda—dijo Chris antes de empujar las chicas hacia la izquierda—. ¿A dónde diablos se fue esa cosa?

          —No lo sé, no me interesa y no me importa—señaló la rubia caminando rápidamente a través del agua para poder llegar hacia la otra puerta.

          —¿Por qué diablos no traje ropa impermeable?—se quejó Jill en voz alta—. Esto apesta.

          —¡Y que lo digas, Valentine!

          Cruzaron otra conexión entre una pasarela perpendicular y una escalera, donde decidieron tomar la escalera para poder elevarse un poco y poder observar cualquier rastro del infectado que andaba merodeando allí. Joy sacó su rifle de asalto para poder secarlo y apuntar en dirección a lo que parecía ser un tiburón.

          —¿Quién diablos utiliza animales para esto?—preguntó Joy antes de disparar.

          —Sergey Vladimir, genio—gruñó Chris a sus espaldas—. La razón por la cual estamos aquí.

          —Creo que tirarte al estanque con los tiburones es una muy buena idea.

          Jill disparó en dirección al tiburón, ya dejando que se ahogue con su propia sangre antes de agarrar a los dos y tirar de ellos para continuar el camino—Ustedes dos son lo peor.

          —No estás negando que nos quieres—señaló Chris antes de tropezar.

          —Tú tampoco lo hiciste, idiota—bramó la castaña—. ¿Se está acercando otro?

          Joy negó con la cabeza—No por ahora, pero esta es nuestra oportunidad para poder salir antes de tentar a la maldita suerte y que venga otro.

          El trío se movió otra vez hasta dirigirse hacia la puerta iluminada que se encontraba al final de la pasarela de metal y allí abrieron para encontrarse con lo que sería un depósito donde había maquinaria que transportaba pequeños contenedores sellados a una cámara de incineración donde estos eran tirados para eliminarse de manera gradual. Jill miraba la situación con confusión y con absoluto desconcierto.

          —¿Por qué los están incinerando?—preguntó la castaña.

          —No sabemos que tienen dentro—respondió Chris siguiendo el movimiento con la mirada—. Será mejor que le echemos un vistazo.

          —Creo que esa es una muy mala idea—acotó Joy pegándole un codazo en su costado antes de proseguir por las escaleras—. Los están destruyendo por algo.

          Repentinamente, Joy sintió movimiento a su costado y ella apuntó hacia una de las paredes, donde se encontraba una bestia escurridiza con patas afiladas y una lengua gigante. La rubia no pudo evitar volver a lo que le dijo Claire en ese entonces cuando ellos la volvieron a ver luego de su aptitud aprobada en la organización de Terra Save. La joven de veintitrés años había logrado convencer a las Naciones Unidas de generar un grupo de respuesta para los heridos e involucrados en los ataques terroristas que ocurrían alrededor del mundo en ese momento y eso que habían pasado cuatro años del incidente de Raccoon City. La experiencia de Claire allí no fue de lo más cómica, más cuando recordaba una descripción tan vivida sobre un monstruo escurridizo con garras y oídos protuberantes.

          —¿Bestias escurridizas sin vista?—le preguntó Joy mientras le servía un plato con galletas.

          —Sí, eran sumamente asquerosos—dijo Claire antes de estremecerse al recordarlo—. Menos mal que estabas en Europa, C.

          Chris dejó la taza de café en la mesa, mirando a Claire de manera inexpresiva—Ya te digo yo que mis vacaciones en Europa no fueron realmente "vacaciones de placer".

          —La típica línea de hermano sobreprotector—bramó la rubia señalándolo antes de tomar un sorbo de té, dejándolo posado sobre la mesa—. Seguramente deberías haberte encontrado eso mientras estabas allí, en la isla Rockfort no había nada de eso, ni siquiera en la Antártida.

          —No, no lo hice—respondió el castaño fulminando a la rubia con la mirada.

          —Son escurridizos, tienen garras realmente afiladas, una lengua larga y no tienen ojos. Pero su oído está mejorado, por eso pueden atacar de manera eficiente—explicó la muchacha de cabellos castaño rojizos—. Charlotte se encontró con uno cuando voló una carga de C-4 en el ático—soltó una pequeña carcajada—. Leon estaba enojado con ella por eso.

          —No lo dudo, parecen hermanos—señaló Joy.

          Claire negó—Pienso que son más que eso, pero son muy tontos para darse cuenta. Y podría aplicarlo a otras personas, también.

          Joy salió de su trance en cuanto escuchó disparos a sus espaldas, los llamados lickers estaban moviéndose rápidamente hacia Chris y Jill. La rubia abrió fuego rápidamente para eliminar a un par con su rifle de asalto antes de que uno de estos se le abalanzase justo frente a ella. Joy colocó su arma como método de protección contra la gran mandíbula de la bestia y soltó un gruñido al ejercer presión hacia arriba — produciendo cierto en sus brazos por el esfuerzo. Había más silbidos de balas en el entorno, pero ella estaba metida en el medio de ello, literalmente luchando por su vida con una bestia encima de ella. En un intento desesperado, Joy buscó su cuchillo y en un movimiento rápido lo incrustó en la cabeza del licker, provocando que este soltase un chillido que ensordeció los sentidos de Joy — provocando un episodio de Tinnitus muy leve, donde ella cerró los ojos intentando de concentrarse en buscar una salida.

          Al menos, ella pensó que su garganta sería desgarrada allí sin más.

          Chris disparó a la cabeza de la bestia antes de pegarle una patada, lanzando lejos al monstruo escurridizo.

          —¡Vamos!—bramó Chris tirando de ella para que se pusiera de pie.

          El trío se alejó por las escaleras rápidamente, sin antes lanzar una granada cegadora para poder desestabilizar a las bestias escurridizas. Corrieron por una plataforma mientras que más contenedores hacían su recorrido para caer en las cámaras de incineración, el calor que hacía en la habitación era lo que Joy necesitaba para poder sentir el sudor caliente mezclado con la suciedad y la sangre que emanaba de la cabeza del licker; la cual aterrizó en parte de su cabello rubio y rostro.

          —¡No entiendo por que los están destruyendo!—exclamó Chris agitado.

         —¿Por qué destruirían sus propios productos?—señaló Jill mirando hacia los lickers que se acercaban.

          Joy disparó con su pistola—¡Debe ser porque son experimentos fallidos!

          —¡Deberían estar muertos!—acotó Chris.

          La rubia volvió a retirarse junto a los dos agentes para poder poner más terreno entre el enemigo y ellos; así aumentando la brecha para pensar un nuevo plan. Joy tenía una idea, una idea que en realidad era un gran peligro, pero podía salvarles el pellejo por unos minutos para poder proseguir a la siguiente área — así que ella miró a alguna dirección por si había alguna señal de inflamable y al no ver ninguna, decidió sacar una granada explosiva en su mano.

          —¡Cuando diga tres, ustedes corren!—exclamó Joy por encima de los disparos.

          Chris le miró de reojo—¿Qué?

          —¡TRES!

          Ella lanzó la granada hacia los lickers, antes de tomar a Chris de su chaleco para cargárselo al hombro y salir corriendo junto a Jill hacia las escaleras para bajarlas rápidamente, justo antes de que un gran estruendo se escuchase a sus espaldas. Las dos chicas entraron a otra sección por una puerta que se deslizó hacia un lado. Otro estruendo se escuchó una vez que la puerta se cerró y Joy colocó a Chris en el suelo, quien se puso contra la pared agitado. La rubia no se sintió sorprendida de haber cargado a un muchacho de metro ochenta por al menos unos diez metros para poder salvarse de la explosión.

          —Ya está más que claro—farfulló el castaño intentando de recuperar el aliento—. Definitivamente estás loca.

          —No ofreciste objeción alguna de la idea—respondió Joy cruzándose de brazos—. Así que eso significa que tú también lo estás.

          —Los tres estamos locos—dijo Jill antes de sonreír, pasando un brazo por los cuellos de Joy y Chris para juntarlos en un abrazo—. Por eso seguimos juntos y por eso pateamos traseros de terroristas juntos.

          —Creo que eres el lado optimista del equipo—gruñó Joy ante el agarre de la castaña.

          Jill apretó más su agarre—Y ustedes dos son el lado caótico moral en cada misión. Somos los Tres Mosqueteros.

          —Ja, muy graciosa.

          Joy giró su mirada, encontrándose con el pasillo vacío, pero más limpio que los anteriores; donde no había más presencia de infectados por el momento — dejándolos con un silencio agradable por un segundo. Ella podía sentir alivio al ver que lograron pasar las diferentes capas del infierno y presentía de que se estaban acercando al objetivo donde probablemente encontrarían las respuestas a sus preguntas. La rubia sabía que mas amenazas vendrían corriendo hacia ellos, a pesar de no buscar los problemas en aquella niebla tan sombría y por un momento, ella podía considerar que estaba a salvo.

          —Claire tenía razón—declaró Chris en cuanto Jill lo soltó—. Esas cosas son asquerosas.

          —Y escurridizas—dijo Joy antes de que un escalofrío le recorriese la espalda de manera fría—. Es un placer poder leer los informes del Gobierno de Estados Unidos, son así de gentiles. Si no estaríamos muertos.

          —Eso es todo un alivio, pero tengo una pregunta—añadió la castaña levantando su arma—. ¿Hacia dónde vamos?

          Joy ladeó su cabeza a un costado, encontrándose con el pasillo otra vez con su vista, orbes verdes enfocándose en las diferentes puertas y posibles salidas para cavar más y más profundo sus tumbas — aquello era lo que traía recuerdos pesados a la rubia, y tal vez era el único motor que la cargaba de adrenalina con el poder de agarrar su arma para dirigirse en dirección al peligro. Ella miró a sus dos compañeros antes de guiñarles el ojo.

          —Me huele a peligro, pero no es algo nuevo. Vamos.

          (Ella lo dijo como si fuese algo tan sencillo, pero era muchísimo más complejo de lo que ella quería.)




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