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xx. caminos (no) separados


LEALTADES OSCURAS,
capitulo veinte: caminos (no) separados!



          SENTIR AL ENEMIGO TAN CERCA CREABA UNA SENSACIÓN DE INQUIETUD EN JOY. No por que creaba el momento inevitable de un enfrentamiento que podría ser el final para este o para ella, si no por la anticipación que daba; tal como un preludio que marcaba el antes de una tormenta peligrosa y violenta que arrasaría con todo lo que estuviese obstaculizando el camino por donde pasase. La pelinegra se acomodó su cabello en un rodete desordenado para poder quitarse los mechones de pelo que tenía en su frente, obstaculizándole la vista y lo dejó de manera de poder girarse y disparar sin problemas. En ese momento, ella realmente extrañaba su boina con el logo de STARS en ella, la cual le acompañó la mayoría de su desafortunada aventura en la mansión Spencer.

          Los viejos tiempos nunca la hicieron sentir tan triste.

          Chris, a su lado, se mantenía atento a cualquier movimiento enemigo; pero también atento a su hermana Claire, quien, luego de ver morir a la persona que la acompañó durante aquel largo trayecto, se encontraba comprometida emocionalmente en la misión. Eso podría ser tanto un problema como una simple emoción humana. Joy recordó que tanto en su entrenamiento como Navy SEAL como en el de las Fuerzas Aéreas, las emociones debían mantenerse en un mínimo, o, al menos, no entrometer con los intereses de la misión a mano. No era el simple hecho de que fuesen robots, si no que fuesen emocionalmente competentes para llevar la misión como era estipulada y era más que creíble si había conflictos emocionales en esta — justo por lo que Claire Redfield estaba pasando en esos momentos.

          Joy la comprendía.

          (Nunca era fácil perder a alguien importante.)

          Al salir del Coliseo subterráneo, no había ningún rastro de Alexia Ashford por los pasillos, ni siquiera de algún muerto viviente rondando por allí y eso realmente preocupó a la pelinegra. El silencio siempre podía traer problemas grandes y peores que los anteriores. Williams recordó lo que le dijo Barry a finales de su primer año como integrante de los STARS: "Si lo que buscas son problemas, que no te sorprenda cuando los encuentres". Burton sí que era un viejo sabiondo, por eso se preguntaba cómo Moira podía sacarle la lengua todo el tiempo siendo una niña de su edad.

          —Se supone que estamos buscando...—comenzó Joy sin saber a dónde se dirigía.

          —Primero tenemos que llegar a la sala de control—señaló Chris a su lado, apuntando con su arma—. Luego, veremos si este tiene algún sistema para sobrecargar la electricidad y así ver como explota una vez que salgamos.

          —¿Cómo sabes que hay una sala de control por aquí?—preguntó la pelinegra.

          —Había un mapa en el piso que investigué mientras que tú intentabas nadar para buscar una llave—dijo el castaño rodando los ojos.

          Las dos chicas se detuvieron, mirándolo de manera inexpresiva.

          —Tú debes estar tomándome el puto pelo, Redfield. ¿Por qué no dijiste nada?

          Chris sonrió de lado, mirando con aire divertido a su compañera—Me tentaba más reírme de cómo intentabas escalar una pared que decirte eso.

          —Eres un idiota.

          —Y tú una inmadura.

          —Arrogante.

          —Sabionda.

          Por favor, que alguien les dé una habitación, pensó Claire rodando los ojos.

          La menor de los Redfield se interpuso entre los dos, separándolos de su gran cercanía y alternando su mirada azul en el otro. Esperando ver que ellos literalmente se quemaban hoyos en la cara del otro con sus miradas por una razón que básicamente era algo tan estúpido como la situación misma — los dos se detuvieron a mirar como ella realmente no estaba de humor para sus peleas de niños de jardín, tal como ella se peleaba con su hermano cuando eran pequeños.

          —Debo admitir que ella tiene un punto, querido hermano—dijo Claire sonriendo de lado—. Ya dejen de pelear entre ustedes, al menos que quieran terminar esposados.

          Joy rodó los ojos y fulminó con la mirada a Chris—¿Le dijiste lo que pasó en la mansión?

          —¿De qué mierdas estás hablando, Williams?—preguntó Chris molesto—. ¡Yo no le dije nada!

          Claire empezó a reír y los dos ex pilotos le miraron con confusión. Eso aún confirmaba más sus sospechas de cuan escalado iba toda la relación que llevaban (la cual era una bastante medida por su rivalidad) y lo que ella menos se esperó es que su hermano haya terminado siendo esposado junto a la única persona que podía odiar en el universo en aquel entonces: la propia Joy Williams. Ella pensó que su peor cita fue ser la tercera rueda andante entre Leon y Charlotte, definitivamente su hermano debió haberla pasado de maravilla con Joy.

          —Creo que ya me lo estoy imaginando—declaró Claire intentando de calmar su risa para luego palmear el hombro de Chris—. Me lo contarás después, hermanito.

          —Es una historia demasiado larga—murmuró Chris intentando no sonrojarse.

          —Estamos perdiendo el tiempo aquí, muchachos—señaló la pelinegra empujando a los dos hermanos al mismo tiempo—. Vamos, muevan el culo.

          Repentinamente, de uno de los huecos de la alcantarilla, empezaron a salir hormigas a borbotones, dirigiéndose inmediatamente hacia ellos; algunas escalaban las paredes y otras venían por debajo. El trío salió corriendo por el pasillo, siendo perseguido por las hormigas, gastaron al menos dos granadas incendiarias para poder ralentizar un poco y así escapar. Chris guio a las dos chicas por los pasillos hasta llegar a una puerta metálica que se abrió ante el movimiento, dejándolos pasar. Luego de ver que las hormigas ya no les perseguían, las puertas se cerraron, encerrándolos en una habitación que se presurizó antes de dejarles entrar a un laboratorio gigante, donde, en un puente enrejado, observaron a Alexia Ashford asomándose para ver a sus criaturas.

          Así que ahí estaba la perra.

          Joy sí que disfrutaría de eliminarla y de salir de todo aquel caos, también.

          Alexia observaba con pura devoción a sus grandes tentáculos con hojas, así demostrando el poder del Virus T-Verónica en su máximo esplendor. La pelinegra mantuvo su arma en alto, silenciosamente quitándole el seguro para disparar si fuese necesario. Chris se encontraba a su lado, preparando la carga de C4 en su mano con el control, dispuesto a volar todas las instalaciones al maldito demonio — Joy no podía desear más que volar todo y volver a casa para poder dormir por siglos después de todo el esfuerzo que ella hizo. Los tres dieron pasos lentos y pausados, pactando así su premonición con el próximo demonio que debían enfrentar; quien lucía cabello dorado y ojos de serpiente con piel pálida.

          —Mi pequeño experimento del coliseo ha sido muy divertido, ¿no creen?

          Se detuvieron cuando ella habló.

          Su voz era tan dulce e inocente por fuera, llena de malicia y afán por dentro. Dispuesta a ser la nueva mente que podría destruirlo todo con tan solo el movimiento de su mano — dispuesta a hacerse tratar como una reina entre sus súbditos, moviéndolos con su mente y con su ciega fe con el virus. Joy sabía, muy por dentro de sí misma, que la cosa podría terminar de dos maneras: Alexia Ashford era consumida por su propio fuego y errores o ellos terminaban muriendo en el intento, dejando al mundo colapsar en otro ataque y en una posible catástrofe. Al acercarse un poco más, una de las plantas vivas apareció detrás de ellos, golpeando a Chris y lanzándolo un par de metros delante de ellas. El castaño soltó un gruñido al recibir el impacto y todo el aire dejó sus pulmones al aterrizar de espaldas al suelo. Joy disparó en dirección a los grandes tentáculos de planta con escamas y otro se enrolló en su pie, alzándola en aire con absoluta rapidez y perdiendo su arma en el proceso. Joy soltó un chillido, intentando de buscar algún lugar para agarrarse, pero se vio atrapada en el aire por un fuerte agarre.

          —¡Joy!—gritó Claire.

          —¡Estoy bien!—gruñó la pelinegra intentando de forcejear—. ¡Ve y ayuda a tu hermano!

          Ella asintió, corriendo hacia Chris para ayudarlo a ponerse de pie, recuperó el arma que Joy había perdido en el camino — apuntando a Alexia con esta.

          Alexia se giró, mirando al trío—Supongo que, a veces, una hormiga obrera puede volverse contra la reina.

          Con un simple movimiento de mano, ella destrozó la carga de C4 preparada para explotar que Chris sostenía antes del golpe y la pelinegra soltó una maldición entre dientes al ver que el plan había cambiado de rumbo drásticamente hablando. Chris soltó un respingo al escuchar como la rubia destrozaba el dispositivo. Él miró en dirección a Joy, quien seguía atrapada con el gigante tentáculo enrollado en su pie.

          —¿Estás bien?—preguntó Claire a su lado.

          —Oh, es verdad—añadió la menor de los Ashford—. Ustedes dos son hermanos, ¿no es cierto? Yo tenía un hermano también.

          —Un hermano que también asesinaste, perra psicópata—exclamó Joy aún suspendida en el aire.

          —¡Silencio!—acotó la rubia con desagrado—. Él no era muy divertido. ¡Ni siquiera pudo despertarme a tiempo!

          Ella no negó la declaración de Joy Williams.

          —Pero le he eximido de todas sus responsabilidades—añadió ella con una gran postura y calma dignos de un libro de literatura clásica.

          Claire apuntó con el arma de Joy de manera agresiva a la rubia—¿Crees que todo el mundo está aquí para servirte?

          —Ya es suficiente—gruñó Chris antes de disparar en el tentáculo que mantenía a su compañera suspendida y la gran planta soltó un chillido antes de soltar a Joy en el vacío lleno de tentáculos.

          Joy gritó antes de soltar otro gancho en dirección a las barandas de metal y se mantuvo suspendida en el aire debajo de los tentáculos. Ella luchó por controlar su respiración agitada, mientras que Chris fue quien se asomó para fijarse si ella aún seguía con vida. Lo único que recibió fue un dedo medio y la mirada enojada de Joy.

          —¡Avisa la próxima vez, maldito idiota!

          —¡Tomaré eso como un gracias, mocosa!

          —¡Vete a la mierda!

          Chris rodó los ojos antes de tomar el gancho y tirar de este para subir a su compañera sin problemas. Joy escaló con pesadez, sintiendo como sus músculos ardían contra el esfuerzo y tomó la mano que le tendió su compañero para dar el último esfuerzo. Sentir algo debajo solido debajo de sus pies fue algo reconfortante y más el haber recuperado su arma que Claire le tendió para devolvérsela.

          La pelinegra apuntó en dirección a Alexia—Nadie está aquí para servirte, Ashford.

          —¿Servirme...? No—negó la rubia con malicia, enfrentando a los tres—. Creo que todo el mundo está aquí para servir a mis experimentos.

          Al alzar sus manos, estas se prendieron fuego, quemando su ropa y su pie, creando una superficie escamosa y de color verde, demostrando su poder adquirido. El fuego la terminó desnudando, creando enredaderas en su cuerpo para taparla y una corona de hojas que se extendió hasta su ojo, mutándolo para hacerla casi irreconocible. Joy y Chris no dudaron en abrir fuego, hiriendo a la muchacha quien soltó un chillido ensordecedor. Había fuego y humo denso en el aire, intentaron esquivar las pocas llamaradas que ella podía efectuar con su cuerpo y miró enfurecida a los tres invitados inadvertidos.

          —¡¿Cómo se atreven a enfrentarse a mi?!—exclamó ella con un ligero cambio en su voz, dejando en claro de que ella ya no era humana—. ¡Ustedes deben ADORARME!

          —Lo que adoraré es ponerte una maldita bala en la cabeza—dijo Joy antes de disparar.

          El suelo debajo de ellos empezó a rajarse, dejando pasar los grandes tallos afilados cerca del cuerpo de Alexia para rodear su figura—¡Han enfadado a Verónica y eso me hace más fuerte!

          Una alarma sonó en el ambiente, disparando unas luces rojas que iluminaron todo el lugar y Joy no sabía si esa era una buena señal, pero no quitó su mirada de la figura de Alexia y las pantallas mostraron una señal de contaminación alta. Claire se pegó al lado de la pelinegra, sin saber qué era lo que iba a pasar al ver que todo había empeorado. La imagen de un hombre apareció en ellas y Joy se detuvo a mirar la imagen atentamente, mostrando una cara muy familiar. Repentinamente, recordó las pinturas que vio en la mansión Rockfort.

          —Si estás viendo este mensaje...—anunció el hombre—. Solo puede significar que Código Verónica ha alcanzado su fase crítica.

          —¡Padre!—se quejó Alexia.

          Joy llegó a la conclusión al mismo tiempo: estaban frente a una grabación del difunto padre de los dos niños demoníacos, Alexander Ashford.

          —El año es 1983—anunció Alexander a través de la pantalla—. Y me temo que mi única hija se ha obsesionado con el virus Verónica...ha llegado hasta el punto de experimentar con su propio cuerpo.

          La pelinegra miró en dirección a donde Alexia se encontraba de pie y lo único que encontró fue un gran capullo fermentándose con el cuerpo de la rubia dentro, mutando y convirtiéndose en algo más.

          —Mi hija sueña con liberar esa...cosa en el mundo—prosiguió Alexander, mientras que Alexia formaba una rosa donde un gusano gigante salía en su dirección, y dentro del capullo salió una Alexia que ya dejaba de ser totalmente humana. Un mecanismo se activó para activar dos armas que se encontraban justo detrás de la mutación creada—. Este es el único modo que se me ocurre para ayudarla. Tanto si estás del lado de Umbrella como si no, por favor...ayúdala.

          Oh, ellos la ayudarían, ellos ayudarían a Alexia Ashford con la única contramedida que les quedaba: matarla y terminar con aquella enfermiza obsesión con ser una reina. Alexia extendió sus cuatro brazos, demostrando la grandeza de su gran creación.

          —Aunque fuera él el que nos creó a mi hermano y a mí—dijo con la poca voz humana que le quedaba—. Él era un viejo detestable.

          —Carga de lanzador de energía lineal iniciada.

          Joy y Chris dispararon a los tentáculos acorazados con hojas, esquivando los que venían hacia ellos con rapidez. Claire les siguió por detrás, disparando con su pistola hacia el centro de la gran rosa. Intentaron ir hacia las armas de carga eléctrica pero la mutación de Alexia lo hacía demasiado difícil para su parecer.

          —No podemos alcanzarlo desde aquí—dijo Claire sonando un poco asustada.

          —Hay que acabar con ella—señaló Chris disparando a su lado—. O podemos darnos por muertos.

          —Yo planeo volver a dormir en mi cama después de esto, idiota—añadió Joy antes de agacharse—. No pienso morir de una manera estúpida.

          —¡Ja!—dijo Chris sin aliento, esquivando otro—. ¡Casi mueres ahogada!¡Eso sí que iba a ser estúpido!

          Claire realmente se preguntó si había pasado algo entre ellos mientras estuvo desaparecida, así que, se dio cuenta de que habían pasado muchas cosas. Los tres esquivaron otro tentáculo y Joy decidió ir hacia una de las plataformas para poder rodear a la planta gigante. Chris lanzó una granada en dirección a la planta y esta se incendió, logrando sacar un chillido de dolor para la gran planta mutada. La pelinegra saltó por la baranda para tomar vuelo y aterrizar justo en el borde; se impulsó para ponerse de pie y corrió por el balcón para poder rodear a la gran planta.

          —¡Se...Se está regenerando!—exclamó Claire.

          —Cierre de seguridad desactivado. Carga completa.

          Claire agarró una de las granadas que tenía su hermano y se la lanzó, así pudiendo exterminar y quemar parte de esa rosa mutante. Cuando se desactivó el cierre de seguridad, dos armas se encontraban preparadas para usarse y Joy supo que eso sería lo mejor para poder destruirla. Alexia salió volando de su nido, aleteando con sus alas mutadas como si fuese una libélula molestia y Joy le disparó un par de veces con su pistola mientras que Chris se escabullía por detrás de ella. Claire volvió a lanzarle otra granada y la pelinegra usó esa oportunidad para saltar del barandal, aterrizando en una voltereta hacia adelante y terminando de bruces al suelo soltando un gruñido.

          Chris soltó una carcajada y Joy le levantó el dedo medio.

          Idiota.

          Claire esquivó otro golpe—¡Creo que la hice enojar más!

          Joy y Chris recogieron las dos armas de carga eléctrica, apuntando en dirección a Alexia, quien perseguía a Claire sin descanso. La castaña se giró a mirarlos y se hizo a un lado cuando los dos fijaron su objetivo en la menor de los Ashford. Joy sonrió antes de guiñarle un ojo a Claire y apretaron el gatillo, lanzado un gran rayo con carga eléctrica que se estrelló contra la muchacha, soltando un chillido ensordecedor. Ella se prendió fuego, ahogándose en sus propias llamas, Alexia gritó y gritó, mientras que Joy apuntaba en dirección a la maquinaria de la sala de control.

          —Y esto se hará cenizas—murmuró antes de disparar.

          Chris miró a su hermana—Claire, ve al hangar y quédate con el avión. Nosotros iremos detrás de ti.

          Ella no tardó en ver fuego y caos al ver que ellos iban a destruir todo, pero asintió, alejándose rápidamente por la compuerta. Chris miró a Joy y ella asintió, antes de disparar otra vez, destruyendo la sala de control.




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          Claire Redfield estaba bien, Joy se encargó de ello.

          El cuerpo de Steve Burnside había sido capturado por alguien más, quien dejó una firma en el coliseo junto con un cuchillo clavado de STARS. La empuñadura diferente a los cuchillos de Chris y Joy, la pelinegra no dudó en soltar una carcajada amarga entre dientes — sabiendo que el ex capitán de STARS había ganado ese juego. Williams activó el sistema de autodestrucción sobrecargando la energía eléctrica y ellos corrieron en dirección al hangar. Allí se dieron cuenta de que todo el lugar iba a hundirse y Joy le ordenó a Chris que pusiese a Claire a salvo antes de que algo malo ocurriese.

          Wesker no tardó en presentarse.

          Joy recordó haber bloqueado la puerta y gritarle a su compañero que escape mientras pueda.

          —¡Iré detrás de ustedes!—mintió ella antes de mirar a Claire con diversión—. ¡Nos veremos en Canadá!

          Que gran mentira fue esa.

          En cuanto Claire y Chris abandonaron las instalaciones, Chris miró hacia atrás y supo que Joy podría salir de allí con vida — que ella realmente los seguiría hasta el largo viaje a Canadá o algún punto cercano. Joy se encontró con Wesker, quien, con mucha gracia y de manera calculadora, terminó tirando la puerta abajo. Ellos se miraron por un segundo, la pelinegra dentro del gran avión militar y al escuchar una explosión cerca, ella no tardó en levantar vuelo. Tal vez, solo tal vez, el fuego y el derrumbe que se venía podría matar a Albert Wesker y ella lo deseó tanto que decidió empezar a perdonarse la dura vida que tenía. Levantó vuelo, observando como Wesker se alejaba de ella y se dispuso a poner coordenadas diferentes a las que había pactado con Chris.

          Ella, definitivamente no los seguiría.

          Umbrella no seguía realmente muerta.

          Ellos aún seguían en peligro.

          Y Joy recordó la tercera regla que le dio la doctora Atlas: siempre estar atenta de los alrededores, mantener un oído abierto y no entrometerse en situaciones peligrosas que logren delatar el nombre y la posición, hacerlo en casos que sean excepcionales y no utilizar armas.

          Ella había metido la pata a lo grande.

          (Así que, por ahora, era mejor quedarse escondida.)

          Joy regresó a su apartamento gracias a la ayuda de su ex teniente Roose, quien logró darle una mano al ver que ella estuvo bajo un percance y eso la obligó a aterrizar en Venezuela. Al poder mover un par de hilos, el teniente Roose logró devolver a la pelinegra a Washington sin ser detectada por alguna compañía militar que la esté buscando por aterrizar en territorio no aprobado. Williams tuvo que lidiar con Roose después de eso, explicándole lo que había sucedido y a la mañana siguiente tuvo un fuerte resfrío.

          Esto no puede estar pasándome, pensó la pelinegra.

          Roose estuvo con ella durante unos días, hasta que la ex piloto logró recuperarse por completo y ella continuó con sus sesiones con la doctora Atlas, sin decir una palabra de dónde estuvo.

          —¿Fuiste a ver a Barry y a su familia a Canadá?—preguntó ella.

          Joy asintió, intentando de hacerle creer esa mentira.

          —Fue algo muy divertido, los Burton sí que saben hacer una fiesta a lo grande—mintió ella—. Jill también fue, esa gran experiencia me levantó los ánimos.

          La doctora Atlas sonrió mientras escribía—¡Eso es excelente, Joy!

          La pelinegra también se limitó a sonreír.

          Pasaron cinco meses después de lo que ocurrió en la Antártida y las noticias hablaron muy poco de ello. Joy esperó algún contacto de Chris o incluso de Jill, pero los dos estaban bajo silencio de radio. Ella no los culpaba, si Umbrella había sufrido otro golpe, entonces ellos estarían preparando un nuevo lugar para continuar sus experimentos o enviarían a un equipo de limpieza para empezar con la caza de los miembros restantes de Raccoon que seguían provocando problemas. Joy siguió rigiéndose con las mismas leyes durante ese tiempo, limitándose a visitar la tumba de sus amigos caídos, caminatas largas con el teniente Roose, hacer ejercicio para mantenerse saludable y festejando su cumpleaños en enero con la sola compañía de la película de Misión Imposible.

          Ethan Hunt era un maldito bastardo, justo como lo era Chris Redfield.

          Hasta incluso había arreglado su mesita ratona, estaba orgullosa con su logro.

          Fue al quinto mes que ella empezó a sentirse rara, en razones de paranoia. Ella vigilaba constantemente su entorno, qué era lo que pasaba a su lado, por delante y por detrás de ella. Algo andaba mal, alguien estaba mirándola y ella podía sentirlo. Se metió la mano en su bolsillo, percatándose que su cuchillo estaba allí. Solamente debía limitarse a comprar los limones que necesitaba antes de ir a su apartamento y encerrarse para empacar, así contemplando una posible huida si se trataba de Umbrella. Ella vio ojos centrarse en su figura y se colocó en el puesto donde estaban los limones que ella siempre compraba, sonrió a la vendedora y le indicó la cantidad de limones que ella quería, dejándola trabajar antes de que su mirada se fijase en un espejo que había colgado en otro puesto. Allí podía ver perfectamente a una persona muy parecida a Jill Valentine tomando un café con un disfraz encubierto demasiado exagerado para su gusto. Joy se giró a la vendedora antes de pagarle y alejarse, sin saber qué diablos hacía allí.

          Tal vez ella estaba imaginando cosas.

          Llegar a su apartamento y cerrar con llave fue algo sencillo, decidiendo por verificar si la casa estaba vacía. Agradeció de ver todo en su lugar y sin problemas. Escuchó ruido en el pasillo y ella súbitamente dejó los limones antes de buscar su arma, la cual estaba escondida debajo de su cama. Ella esperó que alguien tocase la puerta, pero escuchar como utilizaban una ganzúa para abrirla la puso alerta. Joy encendió la radio, colocando una canción de los 70, una canción que a su madre le encantaba. Escuchar a los ABBA cantando "Gimme, Gimme, Gimme" fue un alivio en su momento.

          La puerta se abrió y ella alzó su arma.

          —Ya sé que estás aquí—dijo ella con tono monótono, moviéndose lentamente hacia la entrada donde se conectaba la cocina-comedor y la sala de estar.

          —Si ya sabes que estoy aquí, ¿por qué diablos mentiste?

          Ella se tensó al escuchar la voz enojada de Chris Redfield en el pasillo de la entrada.

          —Mierda—murmuró Joy.

          —¿Vamos a hablar como adultos o romperemos otro de tus muebles?

          Los dos salieron de su escondite, apuntándose con sus armas. Ella fijó sus ojos verdes en los opacos de Chris, observando que se había dejado crecer un poco el cabello, además parecía que se había afeitado hace poco. Cualquier corte que se habría hecho en el rostro durante su misión a Rockfort ya no existía, había sido borrado o había sido curado correctamente.

          Joy se movió lentamente por entre el sillón—Dejamos de comportarnos como adultos en cuanto decidiste irrumpir en mi humilde morada. No veo el motivo para hablar.

          —Baja el arma—gruñó Chris.

          —Oblígame, idiota.

          Los dos terminaron a unos pocos metros, apuntándose con sus armas. Joy fue la primera en atacar, quitándole el arma a Redfield y creando una llave con sus manos, para lanzarlo contra el umbral que conectaba las dos habitaciones, golpeándolo con una y otra. Chris soltó un gruñido antes de tomarla de su camiseta y llevarla en dirección a la cocina, donde utilizó su fuerza para chocarla contra una de las alacenas, rompiendo el vidrio y colocando a la pelinegra contra la mesada. Joy soltó un quejido de protesta y luchó intentando de quitarse al castaño de encima.

          —¡Ya está!—exclamó Chris frustrado—. ¡Quieta!

          Joy forcejeó, demostrando más señales de lucha.

          —¡He dicho que quieta!

          La pelinegra soltó un grito antes de romperle un plato por la cabeza.

          (Joy definitivamente cumplió una de las cosas de su lista: romper algo en la cabeza de alguien.)

          Ella se liberó de Chris y utilizó un trapo para poder inmovilizarlo, pero él fue rápido en agarrarla para inmovilizarla y ella soltó un gruñido antes de hacerse hacia atrás e impulsarse para lanzar a Chris en dirección a la sala de estar. Él aterrizó sobre la mesita ratona, rompiéndola, otra vez. Joy saltó el sillón para poder golpearlo y él fue rápido para atraparla y rodar por el suelo, intentando de inmovilizarla. La música seguía corriendo en el fondo, intentando de tapar la gran pelea que se había desencadenado.

          Pelear con ella no estaba en los planes de Chris, pero ella fue quien le apuntó con el arma primero.

          La música súbitamente se detuvo y ellos también.

          —¿Qué carajos están haciendo?

          Los dos miraron en dirección a la voz, encontrándose con Jill Valentine mirándolos con diversión y los dos ex pilotos se separaron rápidamente. Joy observó el desastre que dejaron y se quejó en voz alta al ver que la mesita que ella había arreglado en enero estaba destruida, otra vez. Ella asintió mirando Chris con molestia antes de ponerse de pie.

          —Valentine, que bueno es ver una persona que no se dispone a atacarme al intentar de allanar mi propiedad—dijo la pelinegra antes de mandarle una mirada de advertencia a Redfield—. No es lo normal tener invitados.

          —Lo normal era juntarnos todos en Canadá—dijo Chris poniéndose de pie a su lado—. Pero tú no viniste.

          —Era mejor quedarme con el perfil bajo.

          —¿Por qué diablos no me llamaste?

          —Ya te lo dije—señaló la pelinegra sonriendo de lado—. Perfil bajo.

          —Creo que el mensaje no le quedó claro—dijo Chris quitándose su chaqueta.

          —vas a arreglar eso—señaló Joy en dirección a la mesa ratona y se giró para mirar a Jill—. ¿Qué mensaje?

          —Que no podrás deshacerte de nosotros, cielo—respondió Valentine guiñándole el ojo—. Somos un equipo y el equipo se queda junto.

          —Me van a arrastrar a algo con otro brote vírico—murmuró la pelinegra.

          —Tienes talento con eso, Williams—señaló Chris colocándose al lado de la castaña—. Te necesitamos.

          Y Joy podía contar con eso.



FIN DEL ACTO DOS!



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sin editar

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