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xviii. corazón helado


LEALTADES OSCURAS,
capitulo dieciocho: corazón helado!



          JOY REALMENTE SE ARREPINTIÓ DE NO HABER TRAIDO ROPA MÁS ABRIGADA, el frío estaba empezando a pasarle factura y sintió que el sudor literalmente se congelaba en gotas gigantes que caían sobre su sien. Ambos se encargaron de salir del laboratorio lo antes posible para continuar con su investigación, buscando más pistas entre los pasillos y así encontrar alguna pista sobre el posible paradero de Claire. Encontrar un gran capullo con insectos saliendo de este no fue algo tan bonito y más suponiendo que ese capullo estuviese infectado con el nuevo virus que se había desarrollado. Era inevitable no descartar de que se trataba del virus T-Verónica en acción, pero había algo que los inquietaba a los dos de formas iguales: que tan amplia era la infección en aquel sector y cómo podrían eliminarla sin atraer la atención de Umbrella.

          Eso que iba a ser complicado.

          (Joy siempre prefería volar todo por los aires y dejar que el fuego consuma todo.)

          Los dos pasaron por una cámara de presurización y exterminio de riesgo de infección, siendo rociados por una sustancia que Joy tomó como si fuese una dosis de alcohol etílico y allí pudieron tener acceso a la salida por donde entraron y siguieron hacia otra puerta que les dio a una habitación que tenía un aspecto bastante parecido al de la Mansión Spencer en Raccoon. LA pelinegra sintió un escalofrío en la espalda ante el recuerdo y siguió a Chris muy cerca en su camino para buscar alguna salida o al menos dar con Claire. Se adentraron a un pasillo bastante frío y angosto, teniendo en cuenta de que estaban a punto de congelarse los pies por la temperatura tan baja y se encontraron con otras dos puertas al final del mismo. Una de ellas estaba bloqueada y otra daba a un pequeño almacén donde se encontraba la reserva eléctrica.

          —¿Por qué diablos no se abre?—preguntó Chris intentando de empujarla—. No podemos perder el tiempo.

          —Tal vez está sin energía eléctrica—añadió Joy antes de señalar la otra puerta con un mensaje de advertencia sobre el voltaje—. Pero me pareció demasiado obvio para decírtelo, baboso.

          Chris no tardó en rodar los ojos y Joy sonrió de lado antes de pasar a la otra habitación.

          Ella apuntó con su arma hacia todos lados, hasta que se encontró con un zombie que se le acercaba lentamente, la pelinegra guardó su pistola en la funda y sacó su cuchillo para enterrarlo en la cabeza, terminando por lanzar una patada que alejó al putrefacto de ella. Williams guardó el cuchillo sucio con sangre en la funda y buscó alguna terminal para poder solucionar el problema. Joy, después de todo, tenía razón en una cosa: la puerta no se abría por que la fuente de energía estaba apagada y ella se dispuso a subir la palanca, así restableciendo la corriente eléctrica que logró abrir la puerta para ellos.

          Joy salió de la habitación, mirando a Chris quien ya le enviaba una mirada de mala gana—¿Ves? Te lo dije.

          —Te lo dije—pronunció él haciendo mímica de la voz de Joy, continuando con el camino.

          Y él me dice que madure, pensó la pelinegra.

          Los dos se adentraron más en el laboratorio, tomando un ascensor que los alejó de dónde venían y se detuvieron en otro piso que formaba otro pasillo (algo que Joy ya empezaba a sentir como algo eterno), no detuvieron su paso durante al menos una buena media hora hasta que la pelinegra soltó un gruñido de frustración. El castaño ladeó su cabeza hacia el costado, observando la cara completamente fruncida de su compañera ante la frustración de encontrarse rondando por los pasillos sin nada interesante que contar. Los dos ingresaron aun pequeño salón donde había un tanque de agua y había una columna llena de sangre, dispuesta de manera irregular y cayendo al suelo como si un cadáver se hubiese desangrado allí mismo. El olor fétido ya resultaba ser más una costumbre para ambos.

          —Tomemos un descanso aquí—anunció Chris.

          —Gracias al maldito dios—se excusó Joy antes de tirarse dramáticamente al suelo—. Ya no siento mis piernas.

          Redfield le miró con una ceja alzada—Bien que pudiste correr cuando esa cosa me tenía agarrada de su cola en Rockfort.

          —Ese va a ser un firme recordatorio de que no voy a volver a salvar tu estúpido trasero.

          —Como digas—señaló el castaño y miró el pequeño ascensor que tenían a un costado—. Iré a investigar, tú no te muevas.

          —¿A dónde podría irme?

          La mirada de advertencia que le envió Chris fue suficiente como para responder su pregunta y ella terminó por cruzarse de brazos, escuchando como el muchacho bajaba en el ascensor para poder seguir investigando. Joy apretó sus labios y paseó su mirada desde su lugar en el piso, observando la habitación y sus posibles amenazas. Lo que más curiosidad le causó fue el tanque de agua, el cual se mantenía extrañamente lleno — la pelinegra se sentó y miró en dirección al ascensor que Chris había tomado, observando que él aún seguía allí y Joy sonrió antes de ponerse de pie, dispuesta a dirigirse al ascensor. Al ver que este estaba roto y que no funcionaba, ella salió del pequeño compartimento y miró hacia el segundo piso que había allí. Si juntaba un momentum suficiente, ella podría trepar y lograr llegar por su cuenta. La joven dejó sus armas para no cargar con peso junto al estanque hasta que se detuvo en seco al ver algo que brillaba al fondo. Ella se acercó más, intentando de descifrar qué era lo que había en el fondo.

          Una llave.

          Allí había una llave.

          —Creo que llegó el momento de que me refresque un poco—murmuró Joy.

          Ella se hizo a un lado, respirando hondo antes de tomar carrera y saltar para dar un pique en una pared y dirigirse a la otra con altura para llegar a sostenerse. Ella soltó un gruñido y ejerció fuerza hacia arriba con sus brazos y abdomen para poder escalar la pared sin problemas. Levantó una pierna para lograr estabilizarse y soltó el aire que tenía dentro. Chris, por su parte, quien había vuelto de su pequeño rato sin su compañera para investigar, se encontró con la pelinegra escalando con gran dificultad una pared y él no tardó en rodar sus ojos; claramente sintiéndose poco sorprendido por la obediencia de las instrucciones que le dio específicamente a Joy.

          —¿Se puede saber que carajos haces?—preguntó Chris de manera impaciente.

          —Escalo una pared, idiota.

          —Tú no pudiste estar en una unidad SEAL, parece una mentira.

          Joy se impulsó para terminar de escalar, recostándose contra el pavimento del segundo piso y soltó un suspiro, su cabeza giró para que sus orbes verdes se concentrasen en la figura del castaño mirándola con el ceño fruncido, esperando una respuesta por parte de la pelinegra.

          —No, no es una mentira—respondió ella antes de esbozar una sonrisa ladina—. Yo soy capaz de seguir órdenes, solamente que prefiero no seguir las tuyas.

          —Muy graciosa.

          La pelinegra se puso de pie antes de investigar el lugar con más profundidad, se estrechó para poder relajar sus músculos y caminó hasta la entrada del estanque, preparada para lanzarse en forma de clavado. Chris negó con la cabeza antes de llevarse una mano al puente de la nariz.

          —Dios santo.

          —¿Qué pasa?

          —No tengo ni la más mínima idea de qué es lo que vas a conseguir sumergiéndote allí—señaló el castaño en dirección al estanque.

          —Hay una llave.

          —No puedo creer lo que estoy escuchando.

          Joy señaló el estanque—¡Es la verdad!¡Mira!

          Chris miró en dirección hacia donde apuntaba Joy y se encontró con la misma llave que la pelinegra se había encontrado minutos atrás. Ella sonrió con suficiencia y estuvo a punto de remangarse su sudadera, al menos hasta que Chris soltó un disparo al aire, atrayendo la atención de su compañera (quien casi se cae al agua por el estruendo) y ella le miró con su peor cara al ver que el bastardo guardaba su arma y sonreía con suficiencia.

          —Dios santo, ¿tú quieres darme un infarto?—preguntó la muchacha poniéndose de pie.

          —No, lo que intento evitar es que termines ahogándote allí—respondió el castaño antes de señalar el estanque—. Podemos drenar el agua, solo necesitamos buscar una válvula. ¿Ves alguna allí?

          Joy se giró para buscar lo que Chris le había sugerido y lo encontró a un par de metros de donde se encontraba parada, ella buscó alguna palanca o algo, pero lo único que consiguió descifrar fue un encastre vacío que podría pertenecer a una manivela. Williams se dirigió hacia la baranda para poder apoyarse y mirar a su compañero.

          —¿Lo encontraste?

          Joy asintió—Le falta algo.

          Chris levantó su mano con una manivela—¿Te refieres a esto?

          Maldito arrogante.

          Joy realmente se abalanzaría sobre él para quitarle aquella sonrisa arrogante de su rostro, pero eso les haría perder más el tiempo y Claire Redfield no tenía tiempo para ese tipo de estupideces. Ella le miró de manera muy seria, capaz de intimidarlo si el tipo no la conociese hace más de dos años, así que esa mirada asesina que le mostraba le daba más risa que miedo. El castaño no tardó en rodar los ojos antes de caminar hacia el lugar que Joy utilizó para escalar y le tendió la manivela en silencio, aceptando la situación con completa diversión. La pelinegra le quitó la manivela en un agarre bastante tajante y soltando un gruñido de absoluta y penosa desconfianza, sintiendo que el idiota simplemente disfrutaba tomarle el pelo.

          —Estúpido idiota—masculló ella entre dientes, a punto de girar la manivela.

          El agua terminó por drenarse, dejando a la llave libre de cualquier obstáculo y la muchacha bajó por las escaleras antes de agarrarla. No tenía ni idea de dónde podría usarse la llave, pero supuso que su compañero podía tener algunas respuestas. Le lanzó la llave a Chris a por encima de la pared que los separaba y se dispuso a subir la escalera para poder volver a tener sus cosas encima.

          —¿Alguna idea de dónde podemos usar eso?

          —Había una grúa en una sala principal cubierta de hielo, podríamos intentarlo allí.

          Joy bajó de un salto para poder recoger sus cosas y no tardó en seguir al castaño por la siguiente hilera de pasillos, llegando hasta el mismo lugar por donde entraron en un principio. Caminaron hacia una cabina donde había unos cables sosteniendo algo y Joy se preguntó qué era lo que había allá abajo — agua helada, probablemente. Chris utilizó la llave y logró activar el mecanismo de la grúa, logrando subir algo que se encontraba en el fondo y súbitamente se vieron con un cuerpo todo enjaulado y amarrado. El hielo se rompió, revelando el agua fría y calculadora que podría matar a cualquiera.

          Williams miró el cuerpo sin vida—Esto sí que no me gusta.

          —¿Quién diablos ha podido hacer esto?—murmuró Chris.

          Algo cayó del cuerpo a un costado de la grieta que se había formado y el cuerpo se movió hacia un costado, permitiendo la vista de una mujer vestida de color violeta y cabello rubio centellante.

          —Ella lo hizo.

          Alexia Ashford se había presentado ante ellos y su risa era como un estruendo desafinado que chocaba contra sus tímpanos en un intento de dejarlos sordos. Joy no tardó en sacar su arma y apuntar en dirección a la menor de los Ashford.

          —Alexia...

          —Esa es la forma en que elimino a los insectos insignificantes, dijo la araña a la mosca—exclamó la aludida con veneno en su boca y señaló el estanque formado—. ¿Cómo quieres morir?

          Del agua surgieron cuatro patas y unos ojos gigantes, logrando así revelar una araña gigante que logró quitarle un grito ensordecedor a Joy y una posible ruptura de tímpanos para Chris. El castaño tomó la cintura de la pelinegra antes de taparle la boca y apartarla de aquel cubículo que la araña estaba atacando sin antes dejarle una granada. Joy no podía sentirse tan aterrorizada de ver una araña en su vida, pero Chris la levantó de un tirón para ponerla contra la pared.

          —¡Ya cálmate!

          —¡¿ACASO ESTÁS VIENDO ESA MONSTRUOSIDAD?!

          Los dos esquivaron el ácido que la araña soltó en su dirección y Joy disparó a ciegas, negándose a mirar a esa monstruosa araña llena de químicos y un virus que la hacía mutar como si fuese un maldito dinosaurio. Chris sacó su rifle y apuntó mientras que Joy buscaba el lugar donde se había caído ese objeto que traía el cuerpo. Buscar a Alexia a estas alturas era imposible, ya que ella se había esfumado en cuestión de segundos, Joy disparó con su escopeta y miró a su compañero.

          —¡Acepto sugerencias!

          —¿Ya te calmaste?

          —¡NO, NO LO HICE!

          —¡Ve y busca lo que se cayó del cuerpo!—exclamó el castaño disparando otra vez—. ¡Te cubriré!

          Joy miró a la araña y salió corriendo hacia la rendija que se encontraba rota para bajar cuidadosamente hacia el hielo. Escuchó a Chris advirtiéndole que tuviese cuidado, ya que estaba caminando en hielo muy fino, pero ella estaba demasiado concentrada en mantener el equilibrio y llegó hasta el cuerpo colgado, encontrándose con un pendiente que tenía una perla de color verde en este, tenía grabados dos iniciales: una "X" y una "A". ¿Acaso ese pendiente pertenecería al difunto Alexander Ashford? Si eso cayó del cuerpo que lo llevaba, eso podía significar que estaban viendo el cadáver de Alexander Ashford frente a ellos — congelado y sin vida.

          —Hijos de puta—murmuró la pelinegra.

          —¡JOY!

          Ella se giró y la araña chilló detrás de ella, la pelinegra soltó un grito antes de lanzarle su cuchillo para buscar herirla. Lo logró y se dispuso a escapar, pero esta soltó una telaraña que la hizo tropezarse, rompiendo de a poco el hielo. Joy soltó insultos debajo de su respiración agitada y la araña la atraía hacia ella, Chris vació su cargador antes de pasar a su pistola, sintiendo que su corazón no paraba de latir frenéticamente al ver a su compañera en peligro. Él debía pensar rápido y el tiempo se acababa. Joy miró a su alrededor y lo único que encontró a mano fue una granada explosiva. Si la usaba, eso tal vez mataría a la araña y a ella, pero tal vez era la mejor opción al momento.

          —¡Lo siento!—exclamó ella.

          La araña abrió su mandíbula y ella le quitó el seguro a la granada, lanzándosela a la boca. La araña explotó y Joy sintió como el frío empezaba a clavarse como puñales en su cuerpo al caer al agua helada.




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          La sangre de Chris se heló cuando vio como la araña explotaba y caía al agua, junto con su compañera de cabellos negros. El castaño esperó unos segundos para ver si la muchacha salía a la superficie con vida, cuando llegó a los sesenta segundos no tardó en dejar el rifle a un costado para lanzarse a buscarla. Estaba helado, muy helado y él pudo ver el cuerpo de Joy hundiéndose más y más. Chris pataleó y dio brazadas hasta llegar a ella. El frío que hacía allí era más que extremo y se preguntó si su entrenamiento realmente llegaba a ese rango de resistencia, rezó silenciosamente a que Joy sí lo hubiese recibido en su entrenamiento como una Navy SEAL. Tomó el chaleco de su compañera y se dispuso a nadar hacia la superficie de la manera más rápida posible, saliendo los dos a flote.

          Mierda, mierda, mierda, pensó Chris.

          Esto no podría ir de mal en peor.

          El castaño tomó una bocanada de aire al salir del agua junto a su compañera y se tomó de una baranda para poder terminar de salir del agua junto a Joy. Tembló por el frío absoluto que había en el entorno antes de mirar hacia todos lados por un posible enemigo que intentase acercarse, pero estaban solos. Chris enderezó el cuerpo de Joy y llevó su oreja a la cara de la pelinegra, buscando alguna guía de respiración.

          Su pecho no subía, ni bajaba.

          Joy no respiraba.

          Su compañera no estaba respirando.

          —No, no, no, no—balbuceó Chris antes de arrodillarse, colocando sus dos manos en el pecho de la ex piloto para empezar con las compresiones—. Vamos, mocosa...

          Uno, dos.

          Uno, dos.

          Chris dejó de hacer compresiones para abrir la boca y darle aire dos veces antes de seguir. Decidió ejercer más y más fuerza contra el pecho, considerando que hubo casos que personas tenían costillas rotas por la fuerza ejercida al momento de las compresiones. Chris contaba en silencio, teniendo en cuenta de que le quedaban al menos unos 19 minutos antes de que ocurra muerte o daño cerebral por falta de oxígeno — eso lo puso más y más nervioso. Él continuó con las compresiones, sin intenciones de rendirse.

          Él no podía dejarla morir.

          —Vamos, Satán, no te atrevas a dejarme aquí plantado—gruñó Chris antes de detenerse y volver a darle aire por la boca dos veces, volviendo a las compresiones—. Joy, maldita sea, ¡respira!

          Cada segundo que avanzaba, Chris estaba mostrándose más desesperado.

          ¿Era miedo, acaso?

          —Por favor, por favor respira.

          Llevó a darle aire una vez más antes de seguir con las compresiones, sintiendo su adrenalina al límite. Soltó otro gruñido, sintiéndose más y más frustrado conforme la pelinegra no mostraba respuesta. Ejerció un poco más de fuerza y Joy escupió agua, procediendo así a toser descontroladamente, buscando tomar bastantes bocanadas de aire y Chris se apartó hacia un lado, su mano en el pecho mientras miraba como su compañera volvía a respirar de manera agitada — probablemente confundida pero viva, después de todo. El castaño soltó un profundo suspiro de alivio al ver que ella se encontraba con vida y sus músculos se relajaron. Se acercó a ella, tomándola por sus hombros antes de ordenarle silenciosamente que volviese al suelo.

          —Respira hondo, tranquila...—balbuceó Chris intentando de regularizar su respiración también—. Estás a salvo, respira...

          Joy dio bocanadas de aire y sintió que todo su cuerpo ardía, pero ella respiraba.

          ¿Qué diablos había sucedido?

          Ella sentía mucho frío.

          —¿Q-Que...?—preguntó ella temblando y Chris tomó su brazo para ponerla de pie, apoyándola contra su cuerpo—. ¿Y-Y...la a-araña?

          —Está muerta—respondió Chris empezando a caminar hacia una de las puertas—. Alexia escapó y nosotros debemos entrar en calor. No nos queda mucho tiempo.

          Joy asintió, apoyando su cabeza en el hombro de Chris, sintiéndose cansada.

          —Tengo sueño...—murmuró ella sintiendo sus ojos pesados.

          —Oh no, eso sí que no—bramó el castaño tomando su barbilla entre los dedos—. No necesito pasar por esta situación otra vez, Joy, y voy a ser muy claro en esto: mantén tus ojos abiertos. Nada de desmayos.

          Joy gruñó en voz baja.

          Chris los condujo por un par de pasillos antes de que estos entrasen a una sala de maquinarias donde una ola de calor los azotó ni bien cruzaron el umbral. El castaño se hizo a un lado y se apoyó contra la pared junto con su compañera, los dos en posición para poder sentarse y así poder entrar en calor. Joy continuó apoyando la cabeza en el hombro de Chris y sus ojos se cerraron en aquel momento, deseando poder descansar su cuerpo por un rato. Redfield miró de reojo a la pelinegra y se percató de que su pecho subía y bajaba lentamente — deduciendo que Joy estaba intentando descansar después del esfuerzo que realizaron en las últimas 24 horas. Escuchar su respiración fue algo que lo relajó bastante, así como sentir su cabello mojado contra su mentón, el olor a jazmín podía percibirse muy poco debido al sudor y la suciedad, pero aún era perceptible. Los músculos de Joy se veían relajados en la pequeña siesta que ella tomaba, así que él decidió cerrar sus ojos por un momento para poder descansar un poco.

          Al cabo de una media hora, Joy se despertó soltando un respingo, frunciendo el ceño al sentirse sofocada por el calor. Ella parpadeó un par de veces, intentando de recordar su entorno y con quien estaba acompañada.

          Ella recordó sentir frío, muchísimo frío.

          También recordó que Chris le había salvado la vida, otra vez.

          ¿Acaso ella estaba llevando la cuenta de las veces que se salvaron entre ellos?

          (Claramente, Joy estaba ganando.)

          La pelinegra sentía su calor corporal normal, hasta incluso un poco alto para su gusto y tener el cuerpo de Chris literalmente pegado al de ella no ayudaba. Se sentía absoluta y completamente sudorosa, deseando mentalmente que esto se acabase pronto para poder hundirse en una ducha para quitarse la suciedad que tenía en lugares que ella no pensaba que podían ensuciarse. Pero por otro lado se sentía cómoda y bien descansada, sintiendo que su energía drenada había logrado renovarse a pesar de que estuvo a punto de morir momentos antes y agradeció internamente a su resistencia que le dio su entrenamiento.

          También debía agradecerle a Chris, claro, si no fuese tan orgullosa.

          Hablando del maldito demonio, Chris Redfield se encontraba profundamente dormido a su lado, respirando de manera tranquila y pausada. Joy no podía creer que el idiota podía tener las pestañas más largas que las de ella — no se las arrancaría, a pesar de que sea demasiado tentador, pero tenían cosas que hacer y ella sentía que ya se habían pegado lo suficiente. La joven se meneó a un lado, buscando despertarlo y el soltó un gruñido.

          Joy sintió un maldito escalofrío recorrerle la espalda.

          Maldito idiota.

          Ella volvió a zarandearlo.

          —Oye, idiota, despierta—bramó la pelinegra.

          Chris balbuceó algo que Joy no llegó a entender.

          —Vamos, bello durmiente, levanta tu trasero—insistió ella zarandeándolo más fuerte—. Tenemos que continuar.

          —Cinco minutos más...

          Joy se levantó de golpe y el castaño cayó de costado al suelo, la pelinegra apoyó sus dos manos en la pared al mostrarse algo mareada y parpadeó un par de veces. Al erguirse, ella bajó su mirada hacia Chris, quien le miraba de mal humor, pero se sentía aliviado de verla de pie luego del tremendo kamikaze que ella hizo.

          —Creo que prefiero haberte dejado morir en el agua helada—se burló él antes de ponerse en pie.

          Joy alzó una ceja—Y yo te habría arrastrado conmigo, así que estamos a mano.

          —¿Se puede saber la razón de porqué hiciste un movimiento arriesgado y estúpido?—preguntó Chris antes de sacar su arma.

          —Estaba intentando de deshacerme de la cosa que iba a cazarme en mis pesadillas—respondió Joy cruzando la puerta, dispuesta a seguir investigando—. Yo lo llamaría un movimiento arriesgado y valiente.

          Un movimiento arriesgado, valiente y estúpido.

          (Ella no iba a decir eso en voz alta.)

          —Brindaré por eso—terminó por concluir.

          —Fue demasiado arriesgado.

          Joy se giró a mirarlo—¿Por qué te molesta?

          Chris apretó sus labios, sosteniéndole la mirada. Él no tenía ganas de discutir en un lugar así—Solo digo que deberías tener más cuidado.

          —No eres mi madre, Redfield—sentenció la pelinegra—. En mi entrenamiento me enseñaron no solo a tener resistencia, si no a quitarme de la ecuación. Eso fue lo que hice por el bien de la misión, intenté quitarme de la ecuación.

          Chris permaneció en silencio, observando como su compañera se alejaba de él con humo saliéndole por los oídos. El castaño era muy consciente del concepto de "removerse de la ecuación", el cual involucraba indirectamente si la misión no iba en un giro esperado o en orden de hacer avanzar al equipo, eso significaba que un soldado (ya sea comandante o soldado raso) debía eliminarse del equipo para poder preservar la vida de los otros — ese concepto no era desconocido para el ex piloto y había algo que lo hacía disentir completamente de ese "algoritmo" creado en el ejército. Los dos eran soldados, pero también eran compañeros y siempre se buscó el cuidarse entre ellos.

          El castaño no decidió presionar a la muchacha.

          Los dos entraron a un patio cubierto que era casi similar al que vieron en la Isla Rockfort y se encontraron con uno de esos monstruos que estuvieron en la mansión meses antes, pero estos eran de otro color, de un rojo bastante oscuro y ojos centellantes. No tardaron en evadirlos antes de entrar por un par de puertas de madera, encontrándose en un vestíbulo que era similar al de la casa de los Ashford.

          Eso sacó un escalofrío por parte de Joy.

          —Nadie aquí vive en casas normales—balbuceó ella—Tú ve por el lado izquierdo y examina la otra habitación, yo buscaré aquí.

          Chris asintió antes de alejarse en silencio.

          Joy puso su arma en alto y caminó examinando la habitación de forma cautelosa. Respiró hondo y midió sus pasos, observando como sus pies se movían a través de la alfombra aterciopelada y se tensó al escuchar un movimiento justo detrás de la escalera, donde había un pasadizo. Ella encendió su linterna, decidida a encontrar la fuente de ese ruido y entró al pasadizo, encontrándose sustancia viscosa entremedio. Llegó hasta una mezcla mocosa y verde donde, al investigarla, pudo ver una mano — sus dedos eran algo finos y tenía guantes de combate. Joy sacó su cuchillo para poder abrir con cuidado aquella capa mucosa y allí se encontró una muchacha de cabello castaño rojizo, piel un poco pálida y vestía un chaleco color rojo, su cuerpo colapsó en dirección a Joy y ella la atrapó, iluminando mejor la espalda con su linterna.

          "Hecho en el cielo".

          ¿Acaso Chris no tenía una chaqueta así en la oficina?

          —No me jodas—murmuró Joy.

          Ella había encontrado a la famosísima Claire Redfield.




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