xvii. frío antártico
LEALTADES OSCURAS,
capitulo diecisiete: frío antártico!
Antártida, zona sur – 15 horas después.
EN CIERTO MODO, Joy Williams comprendía la completa impaciencia que tenía su compañero y más teniendo en cuenta de que un avión militar de formato caza debe cargar con combustible, el cual (y eso fue un eterno alivio para la pelinegra) podía reabastecerse con los tanques de emergencia que había allí. Los dos fijaron el curso hacia las coordenadas que les brindó Albert Wesker luego de haber investigado la isla — o al menos en parte. Sin embargo, Joy sentía que algo no andaba bien del todo, algo que realmente la confundía con una fe ciega que ella se dejaba tener con respecto a Wesker y era más que obvio que se preguntaba el porqué. Siempre, siempre era el porqué. ¿Por qué estaba buscando capturar a Alexia Ashford?¿Por qué él les había dado las coordenadas?
Él dijo que los quería muertos.
Entonces, como conclusión, ¿Wesker les estaba realmente ayudando o simplemente se trataba de una trampa que sí los mataría?
(Joy podía sacar al menos unas dos conclusiones de esa historia y sintió penosas esperanzas.)
Chris, por su parte, se mantuvo en silencio al menos la mitad del viaje en avión — concentrándose con el único objetivo de permanecer despierto y atento a cualquier cosa que pudiese suceder en los interminables cielos por donde viajaban, así también evitando una terrible muerte a manos de un misil perdido o posiblemente Wesker siguiéndolos por detrás. Joy mantuvo ambas manos en los controles, empezando a sentir más y más frío cuando se dirigían al sur para llegar a la Antártida. Repentinamente, se vieron cubiertos por una tormenta de nieve y la visión estaba empezando a hacerse más y más imperceptible cada kilómetro que avanzaban — la pelinegra apretó los labios al saber que eso podía suponer algo: problemas. El gruñido de Chris por el auricular no fue pasado por alto, tampoco.
—¿Qué sucede, idiota?—preguntó Joy antes de mirar el mapa que estaba trazado en una pequeña pantalla—. Ya casi llegamos, así que deja tus gruñidos para cuando aterricemos.
—Es muy probable que Wesker nos haya tendido una trampa.
—¿Y recién te das cuenta?
Un silencio se formó entre ellos.
Vaya forma de meter la pata, pensó Joy.
Chris le miró por el rabillo del ojo—No quieres ponerme a prueba ahora, Williams.
—Entonces cálmate, baboso—añadió la ex piloto mirando al frente, sin atreverse a mirar los ojos café-verdosos de su compañero, los cuales le miraron a forma de advertencia—. Puede que Wesker nos esté tendiendo una trampa, pero quiero creer que estamos cincuenta pasos más adelantados que él.
Redfield suspiró, volviendo a mirar hacia el frente—No te daré la razón hasta que lo vea con mis propios ojos.
—Tú has apostado, Redfield—murmuró Joy con concentración.
Ambos pilotearon entre las nubes tormentosas y la nieve que se encontraba azotando las ventanas e impidiendo una visión clara del entorno. Ella recordó una de sus tantas misiones como piloto en aquellas condiciones, siendo acompañada por un piloto novato que recién había acabado su entrenamiento en los aviones de combate. A estas alturas podía hasta incluso considerarse como algo gracioso, sin embargo, no lo era. Ella recordó el pánico en los ojos del muchacho cuando otros dos aviones de combate se les unieron para comenzar con el ejercicio de vuelo. Todo iba a estar bien, pensó ella en decirle al muchacho aquella vez, pero siempre había algo que terminaría haciendo que el pánico aumentase a escalas completamente exponenciales y uno tendría que actuar a base del miedo — muchas veces templar el juicio era un trabajo más arduo de lo que uno espera y Joy se esforzó en hacerlo bien.
Hasta incluso los mejores soldados de su clase como ella podían llegar a perder la compostura.
Y decirse que ella ya la había perdido era quedarse corto.
Joy respiró hondo, permitiéndose el cerrar los ojos para poder calmar su inquieta mente, confiando en las habilidades de su compañero a cargo de la parte delantera y permitirse un maldito momento en si misma. Un plan, eso era lo que necesitaban. Si Wesker fue tan encarecidamente gentil en darles las coordenadas, teniendo en cuenta si Claire Redfield estaba allí también, el plan podría dirigirse a tres lados: el primero, el plan sería no ponerse justo en el recoveco para que Wesker suelte la cuchilla y esta caiga para matarlos en un callejón sin salida tal cual guillotina. El segundo lado podría ser el encontrar a Claire y volar todo el lugar para poder escapar o el tercero podría ser una combinación de los dos lados y podría convertirse de mal en peor. Joy no se sorprendería si el plan se dirigía al tercer lado, tal vez por que todo podía ser bastante predecible.
Chris y ella no permitirían que pasase el peor escenario posible, claro.
—Pienso que estamos andando en círculos—espetó Chris por los comunicadores.
Joy chasqueó su lengua—Y yo pienso que estás un poco paranoico. Estaremos allí en cinco minutos.
—Esta tormenta no nos está ayudando.
—Paciencia.
La pelinegra, muy dentro de si misma, estuvo a muy poco de darle la razón a Chris, pero se abstuvo de hacerlo: ambos habían movido cielo y tierra para llegar a donde estaban, rendirse no era una opción en ese momento. Chris soltó un suspiro antes de acomodarse mejor en su asiento, volviendo a ese mismo estado de silencio y vista de halcón ante cualquier señal. Joy recorrió la poca superficie que podía ver a través de la tormenta con su mirada y, a lo lejos, divisó un par de luces blancas formando un rectángulo en el suelo. Ella frunció el ceño antes de buscar sus binoculares y buscar de nuevo aquellas luces, encontrándose con que eran señales de una pista de aterrizaje acompañadas por un par de torres de vigilancia.
—Oye, idiota.
—Este idiota tiene nombre, Satán.
—Sí, cómo sea—masculló la pelinegra guardando sus binoculares—. ¿A cuánto estamos del destino marcado?
—Dos minutos, ¿por qué?
Ella sonrió.
Lo habían logrado.
—Hay unas luces blancas como señal de aterrizaje un poco al oeste, parece la entrada a nuestro objetivo.
—Gracias a Dios.
—Gracias a Satán, querrás decir—mencionó la pelinegra.
—Cállate.
Chris y Joy se dirigieron a esa plataforma de aterrizaje, donde se abrieron unas compuertas para permitirles el paso, juntándose con la nieve que había allí abajo en la plataforma. Los dos apagaron los motores y Joy observó que el tanque de combustible de emergencia se encontraba casi a la mitad y eso podía suponer un futuro problema si llegaban a salir de la Antártida con vida. Ambos se bajaron del gran avión de combate y pisaron la poca nieve que se había acumulado en la plataforma. El frío allí era palpable y sinceramente violento contra sus cuerpos, Joy se arrepintió de no haber traído una segunda muda de ropa abrigada.
—¿Cómo estamos de combustible?—declaró Chris desenfundando su arma.
—Los tanques de emergencia casi llegan a la mitad, así que tendremos que buscar las mangueras principales para poder cargar con combustible esta belleza—señaló la pelinegra tocando el avión.
—De acuerdo, en este hangar tiene que haber uno.
Joy asintió en silencio, sacando su arma para inspeccionar el lugar. Chris y ella se separaron por caminos, buscando alguna manguera o algún contenedor de combustible. La pelinegra caminó con lentitud hacia una sala de control donde su puerta se encontraba abierta y entró encendiendo su linterna. Allí había rastros de sangre y un cuerpo tirado, completamente doblado, junto con sus vísceras colgando — Joy soltó un respingo y tembló un poco ante el olor, pero encontró un panel de control a su lado y decidió encender las luces de todo el lugar, devolviendo la energía a aquella zona y buscó algún botón que podría indicar algún tanque con combustible. Ella sonrió al encontrarlo, tocándolo para poder activar un mecanismo que desplegó una manguera para el abastecimiento de combustible. Un gruñido gutural se escuchó a sus espaldas y ella se tensó, intentó respirar muy despacio al sentir un movimiento lento. Tomó su arma y esperó el momento indicado.
Se giró rápidamente en cuanto el muerto viviente puso una mano en su hombro, encontrándose con el putrefacto para disparar una bala en la cabeza.
Eso no pasó inadvertido por su compañero.
Joy salió de allí y se encontró con Chris corriendo hacia ella.
—¿Qué sucedió?
Williams levantó una mano—Tranquilo, solo era un infectado, ya me encargué de él.
—Quiero suponer que esta es la manguera de combustible—farfulló el castaño mirando la pequeña estructura automática—. ¿Hay suficiente?
—Suficiente para cargar los tanques de emergencia y los principales.
Chris se limitó a asentir mientras que Joy se dirigía al compartimento para poder colocar la manguera. Darse cuenta muy tarde simplemente era algo fastidioso y más para Joy, preguntándose mentalmente una cosa: ¿Por qué diablos estaba tan alto? Ella saltó un par de veces para intentar abrirlo y no tardó en soltar un gruñido. Chris intentó sofocar una carcajada al ver que ella se encontraba luchando con gran ferocidad para abrir un compartimento, el castaño podía jurar que Joy estaba a la misma altura que Jill y su hermana y que él al menos podía sacarle casi una cabeza de altura. Ver sus intentos inútiles de intentar alcanzar el compartimento le divirtió, pero al ver que corrían con el tiempo, él rodó los ojos antes de acercarse.
—Eso es patético, Williams.
Joy estuvo a muy poco de soltar un insulto, de no ser que Chris agarró sus piernas para alzarla al mismo nivel para poder abrir la tapa del tanque sin más rodeos. Ella maldijo en voz baja mientras que las manos de Chris agarraban sus muslos con fuerza para evitar que esta se caiga, colocó la manguera en su lugar para poder asegurarla y escuchó como otro mecanismo se activaba para poder mover el combustible del gran tanque hacia el avión de combate. Joy palmeó la cabeza de Chris dos veces para indicarle que podía bajarla y él lo hizo en silencio, dejando que ella posase ambos pies en la nieve. El castaño se dirigió a una escalera para poder acceder al segundo piso y Joy intentó seguirlo, sin antes detenerse para mirar la nieve acumulada.
Ella sonrió.
Chris Redfield recibió una bola de nieve en la nuca.
Casi, casi se suelta de la escalera.
(Joy podría haberlo disfrutado el doble.)
—Por el amor de Dios, madura.
—Creo que eso también debería aplicarse a ti.
Chris bajó de un salto y agarró un poco de nieve acumulada para lanzársela a la pelinegra—¡Yo no fui quien empezó!
Joy se hizo a un lado, esquivando la bola de nieve para lanzar otra que él mismo esquivó—Pero eres la persona que lo sigue.
Esta vez ella recibió una bola de nieve en la cara y la gran carcajada de Chris resonó en todo el hangar, Joy se quitó la nieve de la cara y por un momento juró que ya no podía sentir sus músculos faciales gracias al ataque de frío provocado por su compañero. Ella volvió a agacharse antes de lanzarle a ciegas una bola de nieve, no pensó escuchar un gruñido — ahora ella tenía su turno de reírse a carcajadas, hasta que Chris le lanzó una patada que la tiraría al suelo cubierto con nieve. Joy gruñó antes de agarrar el chaleco de su compañero para lanzarlo al suelo junto con ella, asó logrando que Chris proteste en voz alta. Si esto hubiese ocurrido en el RPD, ambos ya terminarían esposados otra vez tal como Wesker lo hizo en la mansión meses atrás: tal vez ese siempre fue el plan si ambos continuaban llevándose mal.
Joy era un ser diplomático, a veces.
Chris, en cambio, demostraba lo contrario.
Entre tantas peleas triviales, esta era la más estúpida de todas.
La pelinegra le propinó un golpe a Chris en sus costillas y este soltó un gruñido, rodando a un lado de su compañera para recobrar el aliento. Ella tragó saliva mientras que sentía el piso frío intentando de hundirla hacia una prisión de hielo, sin embargo, Joy sabía que había una única cosa que podría mantenerla caliente y viva, su corazón no llegaría a enfriarse como el resto de su cuerpo y confió en ello. También se dio cuenta de que estaban perdiendo el tiempo y que Claire estaba tan cerca de su alcance, ellos no podían defraudarla.
—Debemos continuar—masculló Joy aún en el suelo.
—Que gran noticia.
—Cállate.
Ambos abandonaron el hangar en silencio.
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A Joy no le sorprendió encontrar otro avión de combate en un segundo hangar, teniendo en cuenta de que esto realmente olía a un deposito con propósitos militares y eso definitivamente no le extrañó — a pesar de que la señal de "peligro" estaba literalmente pegada en todos los espacios recónditos del camino que recorrieron. Los dos se dirigieron a una de las puertas, las cuales se abrieron en cuento ellos intentaron hacer algún movimiento, allí se encontraron con un gran balcón y allí entraba parte de la tormenta junto con el gran viento frío. Joy sintió curiosidad al ver cómo un espacio tan cerrado podía albergar tanto frío y caminó hacia el frente, sin antes detenerse abruptamente por una especie de tentáculo mutado con hierbas verdes. No tardó en sentir a Chris a su lado examinando lo que tenían delante.
—¿Alguna idea de lo que sea esto?—preguntó Joy mirándolo de reojo.
—Una mutación del virus, quiero creer—replicó su compañero—. Pero si estamos en un ambiente que es muy frío...
Joy se encogió de hombros—No tiene sentido que una planta logre sobrevivir a tan bajas temperaturas. ¿Entonces...?
—Este virus logró una mutación capaz de sobrevivir a estas temperaturas—añadió él mientras sacaba su cuchillo—. Y lo más prudente sería eliminarlo.
—En eso puedo darte la razón—anunció ella antes de sacar su cuchillo como lo hizo su compañero y miró hacia adelante, encontrándose con el frente de un avión de carga que había atravesado la pared—. Aunque dudo que sepas la razón por la cual eso está aquí.
Chris clavó un cuchillo en el tentáculo y se escuchó un chillido que ensordeció a los dos, pero los dos tentáculos que se encontraban se retiraron en cuanto recibieron daño. El castaño ladeó su cabeza hacia el lado donde se encontraba su compañera observando los escombros del avión de carga y alzó una ceja antes de acercarse lentamente. Joy sacó su linterna antes de tomar impulso y subir, la estructura se movió un poco, ella se mantuvo alerta ante no hacer movimientos bruscos para recorrer la parte de la cabina con su linterna. Había rastros de sangre en ella el frío antártico podía sentirse hasta en sus huesos.
¿Qué había pasado allí?
¿Acaso Claire Redfield lo había logrado con vida?
Joy no sabía si contárselo a Chris sería una muy buena idea, el bastardo ya estaba nervioso y preocupado por su hermana en sí, darle otro pie para preocuparse más terminaría haciendo la misión más tensa de lo que ya era.
La voz de Chris se escuchó a sus espaldas—¿Encontraste algo útil?
—Hay rastros de sangre—anunció la pelinegra antes de volver a la grieta efectuada en el casco—. Es muy sospechoso.
—¿De qué hablas?
Williams miró a su compañero—No creo que quieras escuchar mi sospecha.
—¿Por qué?—espetó el castaño—. Dudo que sea una sospecha poco común, hemos visto demasiado.
—Esto ya pasa a las barreras personales.
—Solo dilo.
—Es muy probable que Claire haya estrellado este avión.
Chris se quedó callado y por primera vez Joy se sintió nerviosa ante su inminente silencio, ella era más que consciente de que había tocado un nervio que no debía tocar y más con una suposición como aquella. ¿Pero cual era la otra alternativa que quedaba? Claire Redfield tuvo muy poco entrenamiento militar por parte de su hermano, Chris le enseñó a defenderse y mantenerse por si misma, no a pilotear un puñetero avión de carga militar. Ella podía tener habilidades, pero la experiencia le sobrepasaba hasta sus propios límites — sin embargo, en toda aquella suposición, ella nunca llegó a la conclusión de que Claire esté muerta, si es que logró escapar.
—Entonces mi hermana está muerta.
—Yo no dije eso.
—Lo pensaste.
Joy le lanzó un puñetazo al hombro—Deja de ser tan negativo, ¿de acuerdo? Nunca dije que tu hermana estaba muerta—señaló el casco—. Hay sangre, pero no hay un cuerpo. Puede que ella esté bien y buscando una manera de escapar de aquí, o puede estar en uno de estos pasillos infestados de muertos vivientes contra una pared, muriendo en silencio y esperando a que nosotros la encontremos. ¿Y tú piensas quedarte ahí parado?
Chris negó.
—Eso pensé—mencionó la pelinegra antes de fulminarlo con la mirada—. No debemos perder el tiempo.
Joy caminó en dirección hacia una escalera, evadiendo los escombros del casco para disponerse a bajar por ella. Chris le siguió en silencio, aún absorto por las palabras que su compañera le dijo hace unos segundos antes. Él realmente no podía culpar a su compañera por nada, ya que sabía que Joy siempre se guiaba por un buen espíritu. Ambos continuaron por el mismo lugar hasta encontrar unas escaleras, así que Chris se limitó a seguirla hasta una habitación donde había una compuerta abierta. Joy se acercó en silencio, esperando que algún muerto viviente salte de aquel compartimento, pero nada salió de allí. Al tener cerca el contenido de aquella compuerta, Joy se encontró con una pequeña pesa para poder pisar papel, esta tenía la insignia de Umbrella tallada de manera perfecta y debajo tenía un diario.
—¿Otra pista?—preguntó Chris en cuanto recibió el pisapapeles.
Joy tomó el diario entre sus manos—Posiblemente. Tú ve al frente, te seguiré.
Cuando Chris tomó la delantera, Joy le siguió en absoluto silencio, leyendo las entradas del diario escritas con el puño y letra de Alfred Ashford, había algunas palabras que Joy no podía discernir bien ya que Alfred parecía muy reservado en sus notas, pero si uno sabía como conectar los puntos: el enigma podía entenderse. Ella podía oler y sentir el resentimiento de las palabras llenas de veneno que escribió Alfred hacia su padre Alexander, él siempre había sido consciente de que la Antártida escondía algo y para ella le resultó muy espeluznante escuchar como hablaba de su hermana. Una cosa era el amor entre hermanos, donde uno podía sostenerse con el otro a forma de compañerismo, a forma de protección y así tener el apoyo del otro. Sin embargo, otra cosa era lo que iba más allá del amor entre hermanos, la simple obsesión y eso asqueó a la pelinegra.
Chris tomó su brazo para guiarla por un pasillo que estaba congelado y donde habían infectados, ella quitó su vista del diario por un segundo para conseguir entrar a otro pasillo. Allí se detuvieron, encontrándose con otro robot que se encontraba vigilante en una de las esquinas.
—¿Esos robots no estaban en la isla?—preguntó Joy en un murmullo.
Chris apuntó con su arma—Claro que sí.
Disparó dos veces antes de que el robot cayese hecho pedazos.
—Esto puede significar una cosa—espetó él.
—Ilumíname.
—Wesker también está aquí.
Joy apretó los labios antes de suspirar—Ya me temía que ibas a decir eso.
—¿Algo relevante para la investigación?—preguntó él antes de seguir adelante.
Ella empezó a seguirlo, antes de devolver su vista al diario—Según lo que escribió Alfred en su diario, él dijo que su hermana Alexia y él fueron creados con un propósito. Dice cosas horribles sobre su padre Alexander—pasó un par de páginas más y alzó ambas cejas—. Huh, aquí dice que hicieron experimentos con un virus, hasta que decidieron hacerlos con su propio padre, pero fallaron.
—¿Experimentaron con su propio padre?—inquirió Redfield girándose a mirarla—. Están locos.
—Decirlo así se queda muy corto.
—¿Algo más de lo que debamos preocuparnos además de Wesker?
—Aquí dice que está encerrado en este laboratorio, pero no recuerdo haber encontrado rastros de él—declaró ella pasando las páginas—. También escribió sobre los experimentos que su hermana Alexia hizo en su propio cuerpo y que debía estar sedada durante 15 años para poder llevar a cabo ese experimento, Alfred dice que es la única persona que puede proteger a Alexia.
Los dos continuaron hasta un pasillo que les dio el acceso a un ascensor.
—Conclusión, tenemos dos problemas agregados a la lista.
Joy apretó los labios—Algo así, sí.
—Fantástico.
Los dos descendieron por el ascensor y Joy guardó el diario en su mochila antes de salir por la puerta que se abrió frente a ellos. Chris y ella se adentraron en otro pasillo que se encontraba a una temperatura idéntica a los pasillos anteriores, logrando sacar un escalofrío por parte de la muchacha pelinegra. Allí se adentraron a una puerta que los llevó a un laboratorio que estaba completamente cerrado y pudieron vislumbrar una estructura en el centro, donde había algo encapsulado y realmente bloqueado por un mecanismo de cierre.
Todo estaba cubierto de sangre.
—Es muy probable que aquí encontremos algo.
Joy se limitó a asentir.
Recorrieron el laboratorio buscando pistas y Joy se encontró con un directorio que daba datos de información sobre lo que ocurría en ese laboratorio, mientras que Chris estaba intentando tocar una máquina que ni siquiera él comprendía. Ella negó antes de rodar los ojos y se dispuso a leer el directorio en voz baja: "Continúa el trabajo con el virus T-Verónica que extraje de la hormiga reina. Cuanto más lo investigo, más me sorprende su potencial. Finalmente me he implantado el virus en mi propio cuerpo y he descubierto como utilizar su poder. Voy a evitar el error que cometí con mi padre. Voy a suprimir la actividad del virus a temperaturas ultra bajas, para que las células cambien lentamente. Mis cálculos me indican que mi cuerpo tardará 15 años en inmunizarse y poder coexistir con el virus. Hasta entonces, no tengo más opción que confiar en la cápsula que me guardará a esa inepta hormiga guerrera, pero leal, que es mi hermano. Para poder conseguir poderes ilimitados, necesito afrontar algunos riesgos."
Joy no tardó en soltar un respingo.
Alexia Ashford estaba realmente loca.
"Cuando despierte, seré la reina...Y el Virus T-Verónica se extenderá por el mundo gracias a mis hijos. Todas las criaturas de la tierra existirán solo para servirme. Entonces, el mundo será un ecosistema perfecto, como un hormiguero, pero a gran escala.
— Alexia Ashford."
—Esto ya no me gusta—murmuró Joy guardándose el informe en la mochila.
—¡Ajá!—exclamó Chris antes de apretar un botón.
Repentinamente, en el núcleo del laboratorio, surgió un cilindro a forma de probeta. Joy y Chris alzaron sus armas hacia la figura que se encontraba dentro, vestida de manera muy fina y de colores rojos, como si fuese un caballero de la nobleza. La probeta se abrió y el cuerpo cayó de manera seca al suelo metálico, produciendo un estruendo sonoro muy alto y se quedó quieto, muy, muy quieto. Ellos esperaron algún movimiento brusco, pero el cuerpo no se movió. Chris tocó el hombro de Joy para indicarle que se acercase a verlo, una discusión muy silenciosa de miradas fulminantes e insultos en voz baja fue lo suficiente para que la pelinegra aceptase a regañadientes el simple hecho de avanzar para identificar el cuerpo.
Williams se acercó de manera muy lenta y utilizó su pie para girar el cuerpo, revelando a un hombre de cabello rubio que era idéntico a la pintura que vieron en la isla Rockfort.
Alfred Ashford estaba frente a ellos, sin vida.
—No me jodas—masculló Joy—. ¿Es enserio?
Chris se acercó al no ver una amenaza, encontrándose con uno de los hermanos Ashford en persona—No, no es una broma. Definitivamente es Alfred Ashford—miró a Joy—. Si él está aquí y muerto, eso significa...
—Eso significa que Alexia está despierta y está infectada con una versión alterada del virus de la mansión Spencer.
—¿El Virus T?
Joy sostuvo la mirada de Chris—Lo llaman el Virus "T-Verónica".
—Mierda.
—Tenemos que encontrar a Claire—anunció la pelinegra con urgencia—. Según los informes que hay aquí, Alexia no tiene buenas intenciones con el virus.
—No me sorprende—replicó él antes de agacharse y tomar el anillo azul que Alfred llevaba—. Nuestra prioridad es encontrar a Claire y destruir todo eso.
—Hecho.
Joy sintió que la verdadera carrera contra el tiempo había empezado cuando abandonaron ese laboratorio, esperaba poder encontrar a Claire Redfield pronto.
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