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ii. la mansión y el monstruo


DAÑO COLATERAL,
capitulo dos: la mansión y el monstruo!



Montañas Arklay, Raccoon City.

          LA NEGRURA DE LA NOCHE EN EL GRAN BOSQUE DE LAS MONTAÑAS ARKLAY MANTUVO A JOY ABSORTA EN SUS PROPIOS PENSAMIENTOS. Además de que el grupo se encontraba en un absoluto silencio. La muchacha de cabellos oscuros revisó más de dos veces su cargador en la pistola para corroborar si tenía balas, una prueba de su propio nerviosismo, ya que aventurarse a un lugar conocido en circunstancias desconocidas no era un consuelo para ella. Al menos, agradeció sentirse acompañada por sus compañeros. Wesker y Brad pilotearon sobre los grandes pinos que se extendían a sus anchas en el bosque, encendiendo una linterna gigante para poder iluminar la zona. Joy miró hacia abajo, intentando de encontrar algún hueco por donde mirar, pero la oscuridad era tan espesa que ni la linterna podía llegar a tanto. Jill tocó su hombro, intentando de tranquilizarla y ella sonrió de lado, antes de mirar la ventanilla otra vez.

          ¿Qué habrá pasado con el equipo?

          —Desde aquí no podremos ver nada—anunció el capitán Wesker a través de su micrófono—. Brad, tú serás nuestros ojos en el cielo. El resto de ustedes bajarán conmigo a hacer reconocimiento.

          Joy enarcó una ceja—¿Está seguro de que es una buena idea, señor?

          Chris soltó una carcajada antes de mirar a la pelinegra—¿Qué sucede, Williams?¿Asustada?

          —La palabra es precavida, idiota—respondió ella en un gruñido.

          Jill se palmeó la cara mientras que Barry negaba con la cabeza lentamente, ambos sintiendo que los dos no estaban a tono con la misión — Wesker, por su parte, estaba debatiendo si agarrar sus esposas y retenerlos para mantenerlos juntos o ignorar completamente la situación. Claramente ganó la segunda opción, viendo que los dos ex pilotos solo se molestaban mutuamente como siempre. Brad se dirigió al bloque noroeste del bosque de Raccoon y aterrizó en una pequeña planicie cerca de una colina, allí se bajaron todos y esperaron agachados hasta que el helicóptero volviese a subir al cielo. Allí todos activaron sus linternas y siguieron a Wesker.

          Todo estaba tan oscuro y desolado, que Joy tenía que contar hasta cincuenta para mantener la calma.

          ¿Y si ya estaban muertos?

          Joy llevó su Samurai Edge en alto, apuntándola hacia el frente, siendo consciente de sus alrededores, mientras que Jill — en la retaguardia — cubría las espaldas de ambos tiradores junto a Barry. El sonido de las pisadas del grupo y la respiración irregular por parte de Frost eran las únicas cosas que se escuchaban en el bosque sombrío, además de que el calor del verano era demasiado insoportable. Pero su entorno era demasiado desolador y aquello podía suponer un problema. La voz estática de Brad se escuchó en los comunicadores, pero no se llegaba a entender tan bien.

          —¿Chic...?¿Chicos...está...?

          Joy se llevó el micrófono a la boca—Brad, hay interferencia, repite el mensaje, cambio.

          —Si las comunicaciones estarán así, estaremos en un gran problema—balbuceó Barry detrás de ella.

          —¿Alguna señal del equipo Bravo? Cambio.

          Chris respondió esta vez—Negativo, aún no encontramos nada, cambio.

          El equipo caminó un par de metros más, intentando de encontrar algún indicio del equipo Bravo, fallando inútilmente. Joy se giró al escuchar que una rama se rompía, observando que se trataba del maldito bastardo de Redfield, quién miraba con diversión a la muchacha de cabellos negros. Joy apretó los dientes para no insultarlo y Wesker no tardó en rodar los ojos — empezando a considerar en tomar la primera opción. En cambio, Joy solamente se limitó a lanzarle una piedra antes de continuar su camino. El helicóptero sobrevoló por encima de ellos y se detuvo en un lugar, apuntando su linterna hacia un punto fijo. Joy alzó una ceja y se llevó el comunicador a la boca.

          —¿Qué sucede, Brad? Dime que encontraste algo, cambio.

          —¡Un helicóptero!—respondió Vickers entusiasmado—. Está algo destrozado, pero podría haber sobrevivientes. Está a unos mil metros de ustedes, un poco más al oeste, cambio.

          —Recibido, Brad—anunció Wesker y miró al resto—. ¡Muévanse!

          El equipo se movió en silencio otra vez, acelerando su paso entre las sombras y lograron desplazarse con completa fluidez entre los arboles — una neblina empezó a inundar su entorno, básicamente dejándolos a ciegas y eso no fue tan reconfortante para Joy. Ella continuó apuntando con su arma hacia todos lados, mientras que el equipo continuaba junto, siguiendo el rastro que había dejado el piloto. Al recorrer aquel trecho en silencio, Joy se dispuso a pensar en las opciones que quedaban: la primera, probablemente todo el equipo estuviese muerto y el equipo Alfa debía asumir que había una amenaza más grande en aquellos bosques; la segunda, podría haber ocurrido un episodio siniestro con el helicóptero y este se estrelló, dejando muy pocos sobrevivientes; la tercera, el equipo estaba separado, pero con vida, intentando de encontrar una manera de entablar comunicación con la estación.

          —¡Chicos, por allá!—anunció Jill.

          Joy miró al frente, observando que la linterna del helicóptero señalaba a otro similar al de ellos y el equipo echó a correr para acercarse. Brad continuó con su búsqueda hacia otro lado, dejándoles la pista a ellos. Joseph fue el primero en entrar a investigar, mientras que Joy se encontraba a su lado, Chris estaba cerca, buscando algún otro indicio mientras que Jill y Barry estaban por otro lado. Juzgando por el estado del helicóptero destruido, se podía ver una estructura, pero teniendo en cuenta el daño — Joy supo que aquel choque no podía dejar sobrevivientes. Se escuchó el gruñido de exasperación y completa decepción por parte de Joseph, quien salió del helicóptero soltando un bufido. La muchacha de orbes verdes le miró de reojo, preguntándole silenciosamente si había algo allí.

          —Encontré el cuerpo de Kevin. Maldita sea.

          Joy se mordió el labio.

          Ella lo conoció como Kevin Dooley, piloto designado del equipo Bravo y algo confiado de si mismo — pero ella nunca lo juzgó como tal. Ahora él estaba muerto y eso le pesó muchísimo a Joy, ya que, a pesar de haberse conocido tan bien, eran compañeros de equipo. Joy le indicó a Frost que continuase observando al lado este del lugar de la explosión, mientras que ella se dirigió a buscar al capitán. Encontrarse con Chris no fue una buena casualidad.

          —¿Algo nuevo?

          —¿Acaso tengo que reportarme a ti?—declaró ella con hostilidad—. Buscaré al capitán, hay malas noticias.

          —¿Qué tan malas?

          Joy apretó los labios y miró a Chris con incredulidad—Suficientes para lamentarte.

          La muchacha de cabellos negros pasó por su lado y el castaño empezó a irritarse demasiado rápido, al punto de colmar su paciencia, así que tomó el brazo de Joy con fuerza y ella se quejó en voz alta — murmurando mentalmente que el agarre de su compañero era bastante firme contra su piel gracias a la remera de mangas cortas. Chris tironeó del brazo de Joy, haciendo que ella se plantase frente a él; apartándose de inmediato al ver que el muchacho de ojos oscuros tenía un agarre de hierro.

          —¿Qué diablos estás haciendo?—se quejó Joy.

          —No me has respondido—declaró Redfield enojado—. ¿Qué tan malas?

          —¡Frost encontró el cadáver de Kevin!—gruñó la pelinegra exasperada—. ¿Ahora estás feliz?

          Chris estuvo a punto de responder algo grosero, pero se escucharon disparos detrás de ellos, por el lugar donde Joy había enviado a Frost para intentar cubrir más terreno. Los dos miraron con pánico el camino y echaron a correr para acercarse al lugar. Ambos corrieron lo más rápido que pudieron, escuchando más disparos al aire y eso aceleró el pulso de sus corazones. Paso adelante y otro más, cada vez sintiendo que sus piernas quemaban por la adrenalina y escuchando con más claridad los disparos. La respiración de los dos ex pilotos se hizo muchísimo más errática, hasta que encontraron la fuente de todo el alboroto. Jill estaba disparando contra unos perros salvajes, los cuales estaban devorando el cuerpo de Frost y Joy soltó un jadeo al ver cómo lo despedazaban.

          ¿Qué estaba sucediendo?

          Por un segundo, los disparos cesaron y Joy se dio cuenta de que Jill no tenía más balas, y que estaba petrificada en su lugar. Joy le pidió a Chris le cubriera, sin antes escuchar una queja y se acercó a Jill lo más rápido que pudo. Un perro había notado la presencia de las dos chicas, la pelinegra entendió el porqué estaba quieta. Ella aceleró su paso y Chris fue quien apretó el gatillo, dejando atónitas a las dos chicas. Él se acercó rápidamente, agarrando a las dos chicas—¡Vamos!

          El trío empezó a correr hacia la deriva, sin saber qué hacer o dónde esconderse.

          Los ladridos eran incesantes.

          El helicóptero sobrevoló sobre ellos, alejándose.

          —¡Hey, Brad!—exclamó Chris agitado—. ¡¿A dónde demonios se va?!

          Joy disparó tres veces hacia atrás—¡Ugh!¡Jill, intenta comunicarte con él!

          La castaña buscó su comunicador para intentar hablar con Brad, pero al intentarlo no recibió respuesta alguna y continuaron con su carrera, Joy empezaba a sentir que le faltaba el aliento y Chris, a su lado, también mostraba indicios de cansancio, pero no se dejaron vencer por la amenaza. Aquellos perros se estaban acercando demasiado rápido y Chris se giró para intentar dispararle a uno, este saltó y Chris estaba listo para recibir una mordida de perro rabioso.

          Un disparo resonó en los oídos de Joy.

          —¡Por aquí!—exclamó Wesker con su arma en alto.

          Los tres siguieron al capitán, encontrándose con Barry, quien lo acompañaba y corrieron hacia un par de luces que iluminaban a lo lejos. Joy, al acelerar su paso junto a Chris y Jill, encontraron que aquellas luces pertenecían a una gran mansión que se extendía frente a ellos de forma majestuosa. Chris gritó algo acerca de esconderse en aquella mansión y Joy, por primera vez, coincidió con él. Todo ocurrió tan rápido, que ni ella pudo ver cómo lograron entrar a ese lugar y repentinamente sintió que estaba a salvo entre aquellas paredes — además de sentir desconcierto al ver que en el vestíbulo solo estaban Chris, Jill, Wesker y ella.

          ¿Dónde estaba Barry?

          En realidad, ¿dónde estaban ellos?

          Joy se tomó un momento para mirar su entorno y encontrarse con un lugar demasiado espacioso para su gusto, el vestíbulo mostraba una gran escalera que daba a una puerta, en conjunto con otras dos escaleras que daban a los pisos superiores. El ambiente era iluminado por varias velas, demasiadas si ella era sincera — pero se sintió agradecida de ver tanta iluminación a un espacio tan grande. También tenía un aire a lugar muy viejo, cosa que a Joy no le extrañaba en absoluto, el polvo y la tierra siendo muy evidentes en ciertos rincones del vestíbulo. Alfombras gigantes y puertas talladas adornaban las paredes y suelos de la gran mansión y Joy no quiso imaginarse la cantidad de habitaciones que la misma tendría. Sin embargo, lo más importante ahora era idear un plan e intentar contactarse con Brad, quien seguiría en el cielo, sin idea de dónde estaba el resto.

          —¿Están todos bien?—preguntó Jill intentando de recobrar el aliento.

          —Creo que sí—murmuró Joy apoyando ambas manos en sus rodillas.

          —Barry—exclamó Chris con preocupación—. ¿Dónde está Barry?

          Un trueno resonó afuera, iluminando las ventanas que daban vista hacia afuera, Joy miró al resto—No he logrado verlo entrar. ¿Capitán?

          —Yo tampoco pude verlo—respondió él antes de apretar los labios—. Puede que él ya esté...

          —No...—jadeó Jill horrorizada.

          Repentinamente, el ruido de un disparo resonó en otra habitación, justo detrás de ellos y provocó que el pequeño grupo se girase bruscamente. Joy y Chris tenían sus armas en mano, listos para cualquier cosa mientras que Wesker se mostraba más impasible que nunca y Jill estaba mirando la escena con desconcierto.

          —¿Qué ha sido eso?

          —Creo que será una buena idea ir a echar un vistazo—declaró Joy y miró a Jill—. ¿Vienes?

          —No, Chris y irán a investigar lo que sucede en esa habitación—ordenó Wesker mientras negaba con la cabeza—. Jill y yo nos quedaremos aquí para cubrir la zona—las quejas de Joy y Chris empezaron, dejándole ninguna opción viable a Wesker que acercarse a ellos, tomando sus esposas para agarrar cada muñeca con total rapidez, apresándolas con los grilletes—. Desde ahora estarán penalizados por su falta de disciplina como compañeros de equipo y creo que esta es la solución a eso—Joy tironeó de su mano izquierda mientras que Chris gruñía en voz baja—. Son equipo y deben comportarse como tal, ya estoy cansado de sus constantes peleas. Irán a investigar y permanecerán unidos, ¿de acuerdo?

          Los dos respondieron "sí, señor" a regañadientes antes de alejarse por la puerta que tenían detrás de ellos. Sin antes escuchar a Jill diciéndoles que tuviesen cuidado.




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          Joy tironeó de la cadena que los mantenía juntos a ella y al castaño para poder entrar a lo que parecía un comedor gigante. Ambos se quedaron en silencio, admirando la gran estructura frente a ellos, una chimenea se iluminaba al final de la sala. Los dos quisieron dar un primer paso — a lugares completamente opuestos, para sentir el firme tironeo de las esposas juntando sus manos. Ambos se miraron fijamente, como si fuesen dos perros rabiosos a punto de entrar en un ring para matarse entre ellos y desviaron la mirada inmediatamente. Joy tironeó esta vez, arrastrando a Redfield con ella y él se dejó llevar de mala gana. Al cruzar el comedor, se acercaron a la chimenea, la cual, al estar encendida, mostraba ser sospechoso para ellos. ¿Había alguien antes que ellos llegasen? Repentinamente, escucharon un golpe en la puerta a su derecha y los dos sacaron sus armas — incómodos por las esposas.

          Joy permaneció quieta.

          ¿Por qué no quería moverse?

          ¿Miedo?

          ¿Angustia?

          ¿Horror?

          La muchacha apretó los dientes y Chris le indicó con la cabeza que él iría adelante, algo que ella no esperó en absoluto. Los dos caminaron lentamente hacia la puerta y Chris la abrió de forma lenta, observando si había algo fuera de lo común, otro trueno resonó afuera y eso provocó que Joy temblase. Ambos entraron en un pasillo tapizado y escucharon quejidos al final de este, donde había una ventana iluminada con luces de afuera. Chris y Joy caminaron silenciosamente hasta el final del pasillo, encontrándose con lo que parecía una persona agachada frente a otra. La sangre salpicaba la pared con papel tapiz y había entrañas en el suelo, algunas mordidas y otra no, pero la carne fresca y el aroma a descomposición hicieron que a Joy le diesen ganas de vomitar. La persona agachada hacía ruidos guturales y al parecer era el origen de esos disparos, así devorándose a la persona responsable de ellos.

          Y se detuvo.

          Los dos ex pilotos se quedaron en silencio.

          Esperaron y esperaron.

          Aquella persona se levantó, dejando que el agresor con el arma soltase un quejido de dolor antes de que sus ojos rodaran hacia atrás.

          —Chris...

          Joy se dio cuenta de que Chris estaba tan paralizado como ella.

          —¿Qué es esa cosa?—preguntó Chris en un murmullo.

          El sujeto se giró, mostrando señales de deterioro muscular y ojos completamente nublados, su mandíbula estaba despellejada, dejando ver su dentadura infectada y llena de sangre. Su piel era más pálida y su rostro estaba rasgado, pero sus intenciones no eran humanas. Ambos jadearon al mismo tiempo y Joy llegó a la conclusión que eso no era humano — aquello era un monstruo, un monstruo que los mataría si no hacían algo.

          La pelinegra apuntó con su pistola a la cabeza—¡Atrás!

          Chris la miró alarmado—¡¿Qué estás haciendo?!

          —¡Es él o nosotros, idiota!

          El monstruo atacó y Joy disparó dos veces al cerrar sus ojos.

          Un sonido sordo y un cuerpo caído en el suelo. Joy observó el cuerpo del monstruo a sus pies, salpicando sus botas y las de Chris con sangre. El ex piloto permaneció mudo, con un poco de sangre en su mejilla, mirando con atención el cadáver de esa cosa y Joy sintió que su cena estaba a punto de salir así que tironeó de Chris otra vez para salir de allí. Cruzaron el umbral de la puerta y Chris la cerró de una patada, consiguiendo un nuevo tirón de Joy — quien cayó al suelo arrodillada soltando todo lo que comió una hora antes. La muchacha de cabellos oscuros tosió e intentó mantener su compostura, pero luego de ver una escena tan grotesca como esa, realmente le hizo sentir asco.

          Joy esperó que Chris dijese algo grosero, pero él no dijo nada.

          Simplemente le tendió una servilleta que logró alcanzar en la mesa. Joy apreció el gesto mentalmente, no quería agradecerle a un idiota arrogante a quien tenía como compañero gracias a un par de esposas ajustadas a su muñeca. Ella se irguió y se dirigió hacia la puerta por donde vinieron principalmente a investigar, arrastrando a un Chris confundido — y probablemente enojado por su falta de agradecimiento — hacia el vestíbulo. Cuando la puerta que daba al vestíbulo se abrió, ambos miraron con confusión el entorno.

          —¿Wesker?¿Jill?—llamó Chris.

          Joy miró a sus alrededores y ese vestíbulo estaba más desolado que el propio desierto iraquí.

          —¿A dónde se habrán metido?

          —No lo sé, pero estamos en un gran problema—dijo Joy levantando su mano esposada.

          Chris soltó un suspiro—Por favor, dime que tienes una ganzúa.

          Joy entrecerró la mirada, y palpó sus bolsillos del pantalón azul, intentando recordar si tenía la ganzúa encima. Luego recordó que se la dio a Jill antes de que Chris llegase y ella soltó un gruñido de exasperación para luego maldecir en voz baja — el castaño tomó eso como una respuesta negativa y vio los orbes verdes de la muchacha.

          —¿Alguna otra idea?

          —¿Tú tampoco tienes una ganzúa, idiota?—preguntó Joy enarcando una ceja.

          Chris se palpó los bolsillos tal cual lo hizo su compañera y recordó haber tenido una en sus manos, claramente para dejarla dentro de uno de los cajones de su escritorio. Redfield cerró los ojos para intentar de no tener un ataque de nervios al ver que estaría encadenado a la pesadilla andante de Satán por toda la maldita mansión. Joy sintió exactamente lo mismo, pero se abstuvo al hacer comentarios.

          —Así que, estamos atrapados aquí, encadenados y perdimos a dos compañeros más. Que gran noche—se quejó Joy.

          Chris chasqueó su lengua—Es muy probable que Jill tenga una ganzúa, pero por ahora, estamos solos.

          —Gracias por resaltar lo evidente.

          —De todas las personas con las que quería terminar encadenado—se quejó Chris en voz alta—. ¿Tenías que ser ?

          Joy sonrió con suficiencia y le guiñó un ojo—Satán nunca te dejará en paz, Redfield.

          Chris le miró fijamente y Joy le retó con la mirada, ambos fulminándose mutuamente. La muchacha de cabellos oscuros manteniendo su posición firme frente al muchacho que tenía delante de ella. Redfield también se mantuvo firme junto a la joven, sabiendo que ambos debían tratar con las consecuencias para sus acciones y que debían encontrar las respuestas a lo que sea que estuviese pasando en aquella mansión. Encontrar a cualquier miembro de la unidad STARS también era primordial para ellos y Joy no podía sentir más miedo ante eso. Ella decidió acercarse a la puerta principal, pero esta estaba cerrada y se escucharon a los perros ladrando al otro lado.

          Salir en aquel momento parecía una muy mala idea. Permanecer quietos esperando a algo también podría serlo, sin embargo, salir a investigar probablemente era la mejor opción — teniendo en cuenta de que Joy era demasiado curiosa para su propio bien y aquello podría ser beneficioso o una tortura para su compañero encadenado. Si había un tiempo, ella no sabía cuanto tiempo quedaba para empezar a hacer algo, pero si ambos querían salir de allí, debían apresurarse y empezar a investigar la casa de arriba a abajo. Probablemente Jill y Wesker estén investigando otras habitaciones y buscarlos les llevaría un rato, más estando juntos gracias a un par de esposas.

          Joy miró al frente—Tendremos que investigar, entonces.

          —Considerando que estamos atrapados no solo en una mansión, si no que por un par de putas esposas—comentó el muchacho de cabellos castaños moviendo su mano, enfatizando su molestia—. Prefiero seguir tu plan esta vez, es muy probable que el capitán y Jill no estén tan lejos. ¿Por dónde empezamos?

          Joy lo arrastró por todo el vestíbulo, observando si había alguna otra puerta abierta para poder investigar la mansión con otro enfoque, pero muchas de ellas estaban cerradas y eso limitaba muchísimo su movilidad — Chris se mostró confundido al ver que la chica lo arrastraba de un lado al otro, empujando las puertas o intentando forzarlas. Por un momento, él se detuvo en seco y Joy cayó al suelo, aterrizando sobre su trasero. Redfield por su parte, se agachó en la gran alfombra y tomó una pistola en sus manos. Joy estuvo a punto de lanzarle un insulto, pero se quedó muda al ver que Chris había encontrado una pistola.

          —¿Esto es lo que creo que es?—preguntó Joy.

          Chris miró a la pelinegra—Es la Samurai Edge de Jill. ¿Qué habrá pasado aquí?

          Joy miró con atención el arma, observando los rasgos de la pistola distintiva de los STARS. Ella era consciente de que Jill había hecho una marca minúscula en la culata del arma para poder distinguirla del resto y así identificarla fácilmente. De algún modo, la muchacha de cabellos negros supo que la ex militar podría arreglárselas con la suya — no solo para mantener su posición, si no para buscar una salida por su cuenta. Chris también tenía en cuenta lo mismo y supo que Joy pasó el tiempo suficiente con ella para aprender una de la otra, casi debería darle la razón a la muchacha de cabellos oscuros, pero gracias a su mentalidad obstinada y terca, era demasiado evidente de que él no lo admitiría en voz alta.

          —Tengo un mal presentimiento—dijo la muchacha de orbes verdes antes de mirarlo—. Pero sé que ella estará bien.

          —De acuerdo—añadió Chris mientras asentía—. Si todas las puertas de esta habitación están cerradas, eso significa que necesitaremos llaves.

          —Eres tan sabio, idiota—respondió Joy con diversión.

          Chris rodó los ojos—Nunca vas a dejarme terminar de hablar, ¿verdad?

          Joy alzó una ceja.

          —Tendremos que volver allí—declaró Redfield, luego de soltar un suspiro de exasperación—. E identificar el cadáver que, lo que sea que fuera esa cosa, estaba comiendo.

          —No podría estar más de acuerdo.

          —¿Tienes un arma?—Joy le enseñó su Samurai Edge y Chris tarareó en voz baja—. Entonces iremos juntos a buscar al resto, si encontramos alguna cosa que pueda quitarnos las esposas...

           —Lo usaremos, pero por ahora, solo somos nosotros dos.

          Chris finalmente asintió antes de caminar en dirección hacia la otra puerta. Joy miró en dirección al lugar donde se encontraba el arma de Jill Valentine, preguntándose mentalmente si era totalmente una coincidencia que Wesker y ella ya no estuviesen allí. O posiblemente fuese un total y completo accidente que todo esto ocurriese, pero Joy ya no quería hacer más teorías conspirativas — de hecho, ella estaba cansada de ellas. La única forma de lograr salir de aquella mansión era seguir adelante y al ver que sus opciones eran demasiado reducidas, Joy se abstuvo a decir algún comentario, pensando que la manera de sobrevivir a todo esto era peleando y trabajando en equipo.

          Con todas las personas que podían tocarle, ¿tenía que ser el bastardo de Redfield?

          Desde ahora estarán penalizados por su falta de disciplina como compañeros de equipo y creo que esta es la solución a eso. Son equipo y deben comportarse como tal, ya estoy cansado de sus constantes peleas.

          Joy quiso gruñir en voz alta, pero eso traería problemas.

          Chris, por su parte, notaba el malestar de su compañera y él no tardó en rodar los ojos. Tironeó de su mano y llevó a la muchacha de cabellos negros con él, quien se quejó en voz baja. Ambos cruzaron el umbral de la primera puerta y abandonaron el vestíbulo en silencio, dejándolo completamente desolado en aquella noche de tormenta.




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