♦ Capítulo VI ♦
Recuerdos del pasado, la persona especial para Dian, la persona que lo traicionó
-Mamá, te quiero- decía el niño con una voz dulce.
-Y yo a ti, Dian- le dio un beso en la frente.- Nunca dejes de sonreír.
-Sí, ¿y papá dónde está?- preguntó con un brillo en sus ojos.- Desde que se fue de viaje, ya no lo veo.
-Ah... él... - dijo. Esta un poco nerviosa, no sabía qué decirle al niño de nueve años que tenía frente suyo, debía ser cautelosa con ese tipo de temas.- , tuvo unos cuantos problemas en el trabajo, por eso todavía no regresa. Pero no te preocupes, pronto volverá.- acarició su cabeza, mirándolo con ternura.
-Vale, ¿y mi hermana?
-Debe estar en su dormitorio.
-Gracias, voy a verla.
El niño subió las escaleras hacia el cuarto de su hermana, esperaba poder jugar con ella, casi nunca la veía, era muy distante.
Abrió con cuidado la puerta, si su hermana estaba haciendo algo importante no la molestaría por nada del mundo. Su hermana estaba hablando por teléfono, así que se quedo escondido observándola.
-Sí... debe ser lo más antes posible... ¡No! La conozco, ella está loca... cuando Dian crezca sé cómo empezará a tratarlo, yo pase por lo mismo... Ajá... no seas tan obvio por favor... Muchas gracias... Así es... Adiós, ten cuidado- cortó la llamada, esbozó una leve sonrisa. Abrazó su celular, lo que sea que le habían dicho, era un gran motivo de felicidad.
-Hermana...
-¡Dian!¿Qué haces aquí?
-Quería jugar contigo- jugó con sus manos, debido a que estaba un poco nervioso.
-Está bien, solo por unos minutos- sonrió con amabilidad.
Ambos se divirtieron mucho, Dian en ese momento no sabía el gran cambio que pronto pasaría. Pero su felicidad estaría intacta dentro de él.
En el colegio era un alumno promedio, tenía buenas y malas notas. Sus amigos eran pocos, entre ellos estaba Ellen, pero siempre la pasaba bien con ellos, era una vida normal.
Llena de mentiras.
Llena de secretos.
Su verdadera vida, era peor de lo que esperaba.
Su madre tanto como su hermana le ocultaban varias cosas, y él no les ocultaba nada. A esa edad un niño no tenía ningún secreto, Dian no era la excepción. Todos eran muy unidos, eso volvió la infancia de Dian, algo que se podría decir "ilusoria".
Un día a su casa llegó su madre con un aspecto iracundo, él quería hacerla feliz así que se le acercó.
-Mamá, ¿qué te paso?
-Nada hijo, ve a tu cuarto.- dijo un poco nerviosa.- Y también dile a tu hermana que venga por favor.
-Vale.- dijo Dian subiendo las escaleras.
Entró al cuarto de su hermana, ella también tenía un aspecto iracundo, pero no le tomó importancia. Su único trabajo era decirle que su madre le llamaba, y lo haría bien.
-Diany, mamá te llama.- dijo con simpleza.
-Ya voy.
Dian sólo se dispuso a jugar en su cuarto, no tenía ningún tipo de preocupaciones. Y como mencioné antes: no "tenía", en tiempo pasado.
-¡¿Tanto miedo me tienes?!- gritó Diany.
Eso asustó y sorprendió a Dian, quien reaccionó con un pequeño salto. Le entró la curiosidad, era inevitable, así que fue a ver qué sucedía.
Caminó por el pasillo, y bajo por unas cuantas escaleras, se encondió ahí. No lograba ver mucho, pero si podía escuchar mejor el tema de conversación entre su madre y Diany.
-Yo no te tengo miedo, tú eres la que tiene miedo; o hay otra razón para que trajeras a un abogado- dijo.
La madre de Dian siempre tenía una voz suave que destacaba mucho, no obstante, en esa escena su voz era seria, y también se podría decir que era terrorífica.
-Sabes por qué lo llamé, porque sé que planeas algo horrible para Dian cuando ya tenga mi edad; ¡Qué no te bastó conmigo!- su voz era firme, no había dudado en ningún segundo.
-Diany, por favor, modera un poco tu voz, Dian te escuchará.
-Pues que me escuche, así sabrá cómo eres en realidad, porque tú no eres ningún ángel- sentenció con un toque de amargura pura.
Por otra parte, Dian no sabía qué hacer, poseía un miedo inmenso dentro de sí mismo. Nunca había visto discutir de esa forma a su madre y Diany.
-Tú tampoco te consideres un ángel- dijo con una voz fría.
-No soy un ángel, pero trato de cambiar, no seguiré tu estúpido juego.-dijo. Diany se dirigió a su cuarto dando zancadas.
Dian no podía moverse, estaba temblando, su cuerpo no respondía. Aunque en un intento, usó todas las fuerzas que le quedaban para correr con sigilo, escaleras arriba.
Cuando se encontró lo más cerca posible de su cuarto, aumentó su velocidad; giró la perilla para abrirla y la cerró rápidamente.
Su respiración estaba agitada, se apoyó en la puerta y cayó al piso. Se preguntó a sí mismo, de qué hablaban ellas, qué tenía que ver él en eso.
Escuchó unos pasos cerca de su puerta, y cogió un carrito de juguete, para fingir que sólo estaba jugando.
Era su hermana.
Abrió la puerta, y sonrió dulcemente.
-Dian... - suspiró.-¿Escuchaste todo, no es así?- se apoyó en la puerta.
-No sé de qué me estás hablando- giró su cabeza hacia el lado contrario, para que ella no notará su mentira.
-No finjas, te vi- dijo con una leve risa.
Hubo un incómodo silencio, Dian no quería admitirlo. Aquello tal vez le generaría un problema muy grande.
-No necesitas darme una respuesta, sólo vine a decirte algo que te servirá en un futuro no muy lejano- se acercó a Dian, cuando ya estuvo a su lado empezó a hablar.- Siempre recuerda que todos tenemos problemas, unos más que otros, no obstante, esos problemas no son lo que nos atormenta, es nuestra mente. No podemos olvidarlo, ya que aquello nos deja una marca en la vida, pero tampoco sólo podemos estar pensando en eso; nuestra vida no es el problema en sí, también tenemos momentos felices, pocos pero importantes para cada uno- palmeó la espalda de Dian, y se fue.
Él al escuchar las palabras de su hermana, sospechó algo.
-Hermana...- trató de llamarla, pero ella se había ido.
Abrió la puerta y se quedó estupefacto al encontrar a su madre, poseía una mirada fría que parecía ver dentro de ti.
-¿Dónde fue tu hermana?- preguntó seria.
Él no pudo soltar palabra alguna, tenía miedo.
Tragó saliva.-Creo que fue a su cuarto- dijo con una sonrisa.
-Gracias.
Ella se fue.
Decidió seguirla discretamente, fue un gran error. Cuando llegó al cuarto de su hermana sólo vio a su madre con la mirada puesta hacia el suelo, y después, empezó a tirar todas las cosas de Diany.
Dian intentó detenerla y se acercó a ella.-¡Mamá!¿Qué haces?, esas son las cosas de Diany- dijo, aún con miedo.
-Ella no está, la busqué y no está, ella logró escapar- dijo entre sollozos, los cuales se convirtieron en risas.-Ella te dejó sólo- observó a Dian con alegría.
-¿Eh?¿Mamá?¿De qué te ríes?- preguntó inocente.
-Nada hijo, hoy nos divertiremos, ¿vale?- dijo aún con esa sonrisa rara en su rostro.
***
Dian caminó lento, habían rastros de lágrimas en sus ojos, su cuerpo lleno de cortes y moretones. Él tenía la mente en blanco, estaba vacío.
Al regresar a su cuarto cayó rendido, sus ojos perdieron su brillo especial, sólo quería llorar, pero ni siquiera pudo hacerlo. Intentó dormir, y en su mesita de noche vio una carta.
La abrió con curiosidad, quería saber quién la había escrito, lo que leyó lo hizo sentirse aun más vacío de lo que ya estaba.
Dian, perdóname.
Quisiera quedarme contigo, pero no puedo por el momento. Tal vez nuestra madre te hizo cosas horribles, por favor resiste, pronto volveré y nos reuniremos, debes ser fuerte. Te quiero, y por eso te dejé solo, lo entenderás con el tiempo.
Atte: Diany
Eso fue suficiente para que Dian derramara unas lágrimas, era verdad, estaba solo, ya no tenía a nadie. Su hermana se había ido, ella nunca pasó mucho tiempo a su lado.
Recordó lo que ella le había dicho, y se secó las lágrimas. Miró al techo y pensó en todas las cosas bonitas que podría imaginarse. Pudo sonreír, aunque no tanto tiempo. Tal y como dijo su hermana no todo es tristeza.
***
Al día siguiente, se fue solo al colegio, sólo estaba a unas cuadras de su casa, ya se sabía el camino de memoria. Además de que no quería ver a su madre.
Tuvo miedo.
Al llegar, estaba muy distraído, y sus amigos no se dieron cuenta. Así que sólo se quedó en su pupitre, no quería jugar con ellos.
En ese día, conoció a Ellen.
-¿Estás bien?- dijo. Eso sorprendió a Dian quien estaba sumido en sus pensamientos.
-Sí- se limitó a decir.
-¿Seguro? Porque no te ves bien- dijo apuntándole con el dedo.
-¿Y tú cómo sabes si estoy bien o no?- preguntó, y rodó los ojos.
-Siempre que te observo te ves con un singular brillo en tus ojos, pero hoy tu brillo especial desapareció- dijo con simpleza, acercándose a su rostro.
Dian se quedó sin palabras, sólo de quedó quieto, mirando a los ojos a Ellen.
-¿Ves? Tengo razón- se apoyó en el pupitre.- Tengo una idea, ven, sígueme- cogió su mano y lo jaló sin su consentimiento.
Ellen lo guío a un pequeño parque que había cerca del colegio, y se acercaron a un árbol. Se echaron en el verde césped y Ellen sonreía viendo al cielo.
-Este lugar es hermoso, ¿no?- preguntó volteando para verlo.
-Sí, supongo- preguntó un poco decaído.
-¿Sabes? Mis padres se divorciaron hace poco y lloré mucho, huí de casa y encontré este lugar, aquí pude hablar con el "señor árbol"- dije alegre.
-Los árboles no hablan- dijo con un tono pesimista.
-Así es, pero si te puede escuchar, él atendió todos mis problemas y me hizo reflexionar- dijo recordando el pasado.- Entendí que mis padres ya no se amaban como antes, y si seguían juntos no serían felices- cerró los ojos.
-Ya veo.
-Sonríe, tienes una sonrisa hermosa- sonrió para animarlo.
Hizo una sonrisa forzada.- Ya está- dijo con ignorancia.
-Esa no es una sonrisa.
-Sí lo es- rebatió Dian.
-Una sonrisa es la que viene del fondo de tu corazón, la que está llena de sentimientos y emociones, lo que tú haces no se puede llamar sonrisa- se enfrentó a las ideas de Dian.
-Está bien- suspiró. Pensó en lo más alegre que le había pasado y sonrió leve, pero lo importante fue que lo logró.
-Lo sabía tu sonrisa es muy bonita- dijo abrazándolo.
Dian quería apartarla, pero al verla, algo en su interior lo detuvo. Se quedaron así por un largo tiempo, hasta que la campana sonó, eso significaba que se había terminado el recreo.
Dian se levantó, y Ellen se quedó pegada como un chicle a él. La agitó para que despertara, y no hubo ninguna respuesta.
-
¡Chica rara! Despierta, llegaremos tarde al salón- estaba desesperado.
Ellen dormía tranquilamente, y abrió los ojos con pereza.
-¿Por qué estás así?¿Ya es el fin del mundo?- preguntó aún somnolienta.
-¡No, tonta! Terminó el recreo, rápido, vamos- la jaló y corrieron a toda velocidad.
Su salón no estaba muy lejos, así que sólo les tomó unos pocos minutos.
Llegaron agitados, Dian más que Ellen, ya que él tuvo que traerla la fuerza. Por suerte, la profesora no había llegado. Sólo habían pocos niños.
-Llegamos temprano- Ellen alzó ambas manos con triunfo.
-Si no hubiera sido por mí, tú habrías llegado tarde- dijo Dian impaciente.
-Es verdad, gracias- sonrió cálida.
Dian la observó fijamente, esa niña era rara, pero por alguna razón extraña, le traía armonía.
-Ups, perdón se me había olvidado, mi nombre es Ellen- le dio la mano cordialmente.
-Y el mío... - fue detenido por Ellen.
-Es Dian, ya lo sé.
Ambos rieron, después soltaron carcajadas, y se tendieron la mano. Ese fue el inicio de una gran amistad. Al parecer Dios se apiadó de Dian y le envío un ángel para que le haga olvidarse de sus problemas.
Su madre continuó con esa locura que tuvo cuando Diany se había escapado. Dian sufría todo tipo de maltratos físicos y psicológicos, los cuales se convirtieron en su forma de vivir, era una costumbre.
Su vida se empezó a resumir en dos cosas:
Tristeza
Alegría
Ambas caras de una misma moneda. Ambas personalidades de una misma persona.
La vida de Dian sufrió un cambio negativo, pero también tuvo sus cosas positivas. Porque las cosas suceden por algo, ¿no?
Gracias a ello, pudo sentir emociones como el odio, tristeza, enojo, etcétera. Ya era un ser completo, tenía todo tipo de emociones.
***
Bien, hice lo que pude.
Expresé mi máxima sensibilidad (?
Perdonen si este capítulo no fue de su agrado. Prometo mejorar.
Y también quiero agradecerles por su apoyo, ya llegamos a los 95 votos y a las 400 lecturas. Es poco, lo sé, pero eso ya es motivo de felicidad para mí 🌈
El próximo capítulo será publicado dentro de siete días (una semana), o tal vez antes.
★Gracias por su atención★
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