♦ Capítulo V ♦
Solo soy yo, un encuentro inesperado, muchos enemigos por borrar de la historia
Hoy es el día que todos odian.
La razón por el cual muchos jóvenes fingen estar enfermos.
El día de la semana que todos odian
Es... ¡LUNES!
En este día se inicia una semana más de clases. Lo cual no es aburrido para mí, ¿por qué?, la respuesta es obvia: "Matemáticas", imaginen esa palabra con fuegos artificiales y demás, hermoso ¿no?.
A mi me encantan las matemáticas, no soy muy inteligente, pero aumento mi capacidad practicando.
Me desvié del tema, lo que trato de decir es que hoy, o sea lunes, todas las clases que nos tocan son matemáticas.
Me preparé lo suficiente para romper mi récord de resolución de problemas matemáticos, compré un lápiz grafito 2B, un borrador, y un sacapuntas de color verde (porque es mi color favorito). Lista y preparada para ser una nerd.
Como ya mencioné antes, siempre llego primero al colegio, además de Ellen.
—Tengo dos teorías, te caíste de la cama o los milagros existen— tocó su barbilla, pensativa.—Yo voto por la primera—le dio un mordisco a su galleta.
—Qué gracioso—reí irónica.—siempre estoy así en mi casa.
—Entiendo—asiente.—mi amiga es una nerd— dice asombrada.
No es nada de otro mundo que me gusten las matemáticas, además son fáciles. Eso es a mi opinión, ya que eso no es necesario estudiarlo, solo es práctica y ya.
Las estudiantes llegan con pesadez, cualquiera pensaría que son zombies.
Al mismo tiempo, el profesor entra al salón, con una sonrisa afable, su cabello un poco despeinado, camisa mal abotonada, y unos lentes, pero aun así robaba suspiros de algunas estudiantes.
Loui, el profesor más guapo del colegio, también considerado el único profesor con un pasado nerd. Vaya que cambio.
El 99% de las estudiantes del colegio, babeaban por él, harían lo que fuera para ser su novia. El 1%, lo conformo yo, no me importa si el profesor es guapo o no, ni me importa que me haga caso.
Soy muy distinta a las demás.
—Hoy habrá práctica, ustedes ya saben cómo es, entonces— señaló hacia el techo, y todos por inercia fijamos nuestras vistas a este. No había nada —¡Que empiecen los juegos del hambre!— exclamó, y nos hizo dar un salto de susto a todos.
Empezamos a sacar el compendio, para resolver cada pregunta. Algunos se quedaban intentando unas cien veces un solo problema, hasta que les salga el resultado correcto, otros resolvían cada problema en tan solo tres segundos, y por último estaban los que no les importaba.
Yo no me iba a quedar atrás, hice cada pregunta a mi ritmo, concentrada... hasta que...
—Nia, podrías sentarte con Dian para que le ayudes por favor— dijo, juntando las manos en modo de súplica.
—Claro, no hay problema— expresé.
Todos clavaron sus miradas en mí, murmuraban cosas extrañas. La razón era que ambos eramos muy diferentes. Aunque eso no me incomodaba en lo absoluto.
Solo que Dian ayer me dijo cosas raras, y sentí que no nos podríamos hablar tranquilamente.
Dian cogió su compendio y se sentó a mi lado.
—Bien, dime qué problemas te hes difícil resolverlos— digo con un voz suave, abrí los ojos como platos al darme cuenta que era gentil, esa no era yo.
Me ignoró.
Lo suponía, desde cuándo Dian Dammels actuaba de forma madura en casos como estos. Pero no iba a dejar que él me ignore, después de haber descubierto tantos secretos sobre él, debía mantenerlo vigilado.
—Si vas a actuar así solo por lo de ayer, has lo que quieras, yo no soy tu madre para aguantar tus caprichos— volteé mi mirada, para seguir resolviendo los problemas.
Quizás dije algo malo.
No lo sé.
Dian se había parado, dando un golpe fuerte a la mesa.—¡No menciones a mi madre!¡Maldita sea!¡Tú no sabes nada!— me atinó un golpe. Eso dolió demasiado, lo hizo con tanta intensidad que tenía un poco de sangre en una de mis mejillas.
Todos se quedaron estupefactos con aquella escena, Dian no era así. No sabía qué hacer, miraba de un lado a otro atemorizado, intentaba soltar alguna palabra, mas le era imposible.
Yo por un lado, estaba tirada en suelo, apoyada de espalda con mis codos. Me apené un poco por Dian, así que... lo excusé. Fue algo tonto lo que hice, podría haberlo destruído en ese momento, perdí mi gran oportunidad.
Esbozé una sonrisa, y empecé a reír.—Y... ¿qué les parece esta actuación?, el maquillaje también parece profesional— por dentro estaba hecha una bola de nervios, pero por fuera mantuve la tranquilidad esperando a que me creyeran, no tenía muchas esperanzas en ello, mi excusa era tonta.
El profesor se palmeó la cara y suspiró—Si van a practicar su teatro, háganlo en un horario donde no hayan clases, ¿está bien?— nos miró de reojo a ambos.
—Sí, entendemos profesor— dijimos al unísono.
—Y también en la salida, conversaré un rato con ustedes.
—Está bien— asentimos.
Me senté, y Dian hizo lo mismo, ya no nos dedicaban miradas acosadoras, todos hacían lo suyo. Mi excusa magníficamente funcionó.
—¿Por qué hiciste eso?
—No sé, solo parecía que necesitabas ayuda— acaricié mi mejilla, con un poco de dolor.
—Tú necesitas más ayuda que yo, tienes un poco de sangre en la mejilla— se acerca a mi rostro, para sobreponer su mano en mi mejilla.
Inmediatamente lo alejé, no me gustaba que me tocaran, y menos si era Dian.—No es nada, continuemos con los problemas.
—Si tú lo dices.
Le ayudé con algunos problemas, pero el aura de incomodidad no cesaba. Al menos ya no me ignoraba, era un avance.
Y Ellen vaya que no me extrañaba, estaba entretenida con cada palabra que salía de la boca de Adén, este también estaba embobado con ella, le daba toda su atención. Eran de tal chocolate tal bombón. Eso fue suficiente para que los emparejara.
Dian también se dedico a ver al par de tortolos, no pudo evitar sonreír y hacer presente sus pensamientos.
—¡Qué linda pareja!¡¿Pa' cuándo la boda?!— todos se centraron en ellos.
Adén miraba a ambos lados sorprendido, y Ellen solo se quedo boquiabierta, enarcando una ceja. Sus expresiones era muy graciosas, lo que causo que todos rieran, incluso el profesor.
—Ya ya, dejen de reír, continúen con la práctica— dijo Loui, tapando su boca para que no se notara que también se moría de la risa.—, en serio, sino los desaprobaré a todos— trató de imponer autoridad.
Todos siguieron con lo suyo, el profesor también. Ellen me dio una mirada asesina, haciendo esa típica seña, trazó una linea en el cuello con su dedo, yo solo me encogí de hombros y volví a lo mío.
Hice algunos problemas, con el poco tiempo que me quedaba. No había hecho muchos, pero estaba feliz. Al tocar el timbre, se dio finalizada la práctica, el profesor pasó a recoger nuestros cuadernos y se fue.
Me había encorvado, y se oyó un crack cuando recuperé mi postura. Me estiré un poco para relajarme; Ellen regresó a mi lado con un aspecto enojado.
—De hoy no sales viva.
Me puse a dar pasos rápidos para escapar, no podía dejar que me atrape. Todo sea por mi vida.
Fui perseguida por un largo tiempo, hasta que ambas nos cansamos, hicimos una tregua para olvidar todo.
Ahora que estábamos en el salón solas, por dentro quería decirle sobre lo que me dijo Dian, pero tal vez no me creería necesitaba pruebas suficientes para mostrarle que esa carita de inocente que tenía no era del todo verdadera.
***
A la salida, tal y como el profesor nos había dicho, Dian y yo teníamos que hablar con él sobre lo que pasó en clase. Ambos fuimos hacia la sala de profesores, exactamente Loui se encontraba solo, y decidimos entrar juntos.
—Esperen, no van a entrar juntos, serán uno por uno, ¿de acuerdo?— ladeó su cabeza.—Primero tú, Dian.
Él se acercó a Loui, y yo tuve que salir, cerrar la puerta y esperar en uno de los bancos que estaban fuera. No sabía cuánto tiempo les tomaría, así que me compré una Coca-Cola para no estar tan aburrida.
Di un sorbo de mi bebida, mientras veía que en la ventana, una de las macetas donde había un clavel, estaba siendo posada por una bella mariposa, que poseía unas alas de color morado. Mi yo infantil quería salir, y no pude detenerlo; al cabo de un segundo, ya estaba persiguiendo a la mariposa con mi Coca-Cola en la mano.
Cuando ya estaba a un milímetro de alcanzarla, la puerta de la sala de profesores se abrió, sorprendiéndome. Caí, pero no derramé mi bebida, tuve mucha suerte, o tal vez no. Ahora me tocaba a mí entrar.
Di pasos lentos hasta el profesor, parecía un robot.
—Bien, sabes que si Dian te golpeó de verdad, puedes decírmelo aquí y ahora, ¿no?
—Sí— di un leve resoplido —, pero no me golpeó, así que no tiene nada de lo que preocuparse profesor, y si eso es todo, me voy— dije con rapidez.
Intenté irme de ese lugar, pero el profesor me detuvo.
—Espera, por favor— se levantó del asiento, y se acercó a mí —Me preocupo por ti, sabes la razón. Y también sabes que todas las estudiantes se mueren por mí, sueñan con tener un romance prohibido conmigo— soltó una risa agria.— Pero no tienen idea de que a quién yo amo eres tú, vamos, sé que me deseas, por qué no lo intentamos, será un secreto entre los dos.
Me esperaba que dijera eso, a él no le gustaba, solo era un pedófilo que se aprovechaba de cualquier niña tonta. No iba a caer en sus juegos, no importaba que fuera el profesor más "guapo" de todo el colegio, yo solo amaba a mis personajes de libros.
—Profesor... — resoplé. Lo que diría a continuación no era serio, pero me agradó— La ONU quiere saber su dirección.
—¿ONU?¿No será el FBI?.— preguntó.
—ONU... FBI... igual ambos quieren saber su dirección y no para enviarle dulces— agite mi mano despreocupada. Y salí triunfante, como si a mi hubieran reflectores apuntando hacia mí.
Todo era perfecto con mi salida, me sentía una estrella y no de las que aparecen en el cielo, de noche. Hasta que cierto chico se burló de mí, así es, hablo de Dian; pensé que se había ido. Pase mucha vergüenza y delante de la persona menos indicada.
—¡Bravo!, la estrella Nia ha dado su fantástica salida, aplaudan señores y señoras— dijo en burla, fingiendo que alrededor habían más personas.
—No te burles— mi cara se había puesto un poco rosada, debido a toda la vergüenza que sentía.
—Y qué te dijo el profesor.
¿Era necesario que preguntara eso? No podía decirle que me dijo tal cosa, él no iba a guardarse eso, se lo diría a todo el mundo.
—Nada importante y ¿a ti?— pregunte con simpleza.
—Lo mismo... —dijo con apatía
La forma en que lo dijo hacia obvio que ocultaba algo, y como era muy curiosa, no podía dejar pasar aquello. Dian era sinónimo de secretos, y yo era sinónimo de respuestas.
—Estás ocultando algo, tranquilo, dime de qué hablaron, no se lo diré a nadie— dije moviéndolo de un lado a otro, como una niña.
—Y quién dice que tú no ocultas algo también— nuestros rostros estaba cara a cara, desafiantes. Era un juego de miradas, uno de los dos debía decir lo que ocultaba primero, y yo no me iba a dejar perder.
—Oh... pero si ambos ocultamos algo, por qué no lo decimos.
—Primero las damas.
—Yo soy varonil, en cambio tú eres todo un señorito, así que primero tú.— dije con una sonrisa coqueta.
—Ah... —suspiró con resignación.—En serio planeas continuar con esto, está bien, yo lo diré primero— dirigió su mirada al cielo.
—¿Qué estas viendo? Ahí solo hay una mosca.— digo con el ceño fruncido.
—Shhh... haz lo mismo que yo y nos adentraremos a esa escena— mantuvo la mirada fija al cielo. Seguí lo que me dijo, y miré al cielo.
—Ahora escucha lo que me pasó.
Hicimos un flashback imaginario, a lo que el profesor le dijo.
—Dian, solo te diré una cosa, eres mi mejor alumno, pero esa clase de actitud no la tolero. Nia es una niña muy dedicada, no tienes por qué tratarla así— se apoyo sobre la mesa.
—Lo entiendo profesor, me disculparé con ella, perdone mi actitud.
—Perfecto, y también... sé que eres un buen compañero de ella, podrías decirme su dirección.— dijo con un semblante serio.
—¿Para qué la necesita?
—Un buen profesor, debe saber la dirección de sus alumnos.— sonríe de lado.
—Por qué mejor no me dice: "Es porque mi alumna me atrae, soy un masoquista por ella, siempre que me rechaza me dan ganas de hacerla el amor y sin condón", es más detallado, ¿no cree?— preguntó con obviedad, sabía las intenciones del profesor, y no lo dejaría salirse con la suya.
Finalizamos el flashback imaginario, y nos miramos con extrañeza.
Lo que ocultábamos era lo mismo, ya no tenía que decirle lo que pasó con el profesor. Y me reí de una forma cómica, luego esa risa se borró cuando recordé que lo odiaba, y que mi meta eran sus secretos, no llevarme bien con él.
—Lo mismo pasó conmigo, y eso... me tengo que ir, mi madre se enojara si no llego a la hora indicada.— dije mirando mi reloj de muñeca.
—Adiós, Leiny— sonrió.
Esperen... dijo ¿Leiny?¿Cómo sabía mi segundo nombre?, más importante por qué lo dijo.
—No me llames así, soy Nia, no Leiny, adiós.— me fui dando zancadas, ese nombre no me gustaba para nada, por razones que prefiero no mencionar.
***
Regresé cansada a mi casa. Mi madre había preparado unas empanadas riquísimas, apenas les di una probada mi alegría estuvo al límite.
Ella daría un pequeño paseo con Erwin, mi padre, después de todo, era su aniversario. Merecían un tiempo juntos, yo me quedaría cuidando la casa.
Desbloqueé la pantalla de mi celular y me encontré con un mensaje de un número extraño de nuevo. Por lo visto, no eran el mismo.
«Hola, cuánto tiempo, en serio fue difícil saber cuál era tu número, pero lo conseguí»
«¿Quién eres?»
«Soy yo»
«Jajaja, perdóname, soy Uriel, ¿me recuerdas?, el chico al que protegías y con el que hacías buena pareja »
«¡Uri!, mi primer amigo, cómo olvidarte... ¿Cómo estás?¿En qué colegio estudias?»
«En el colegio Jules, sabes... mañana no tengo clases así que estaré en la salida por un rato, sal rápido para que tu novio te vea jeje»
«Saldré a la velocidad de la luz, o la de un pedo»
«Jajaja sigues siendo la Nia de siempre, ya extraño verte de nuevo»
«Y yo a ti, anhelo nuestro encuentro Uri, así haremos bromas raras juntos»
«Qué linda, el dúo tratamudeo regresará al estrellato»
«Tratamudeo por siempre»
«Yes, bueno, ya me voy que mi padre me llama, te quiero~»
«Adiós millonario»
Cuando terminé de escribir, no pude dejar de sonreír, Uriel vendría mañana, podríamos hacer muchas cosas juntos; a su lado sentía el paraíso, y su humor era como el mio. Me olvidaría de cualquier cosa sobre los secretos de Dian por un momento. Nuestro tratamuedeo sería lo principal
Ding Dong
Se escuchó el timbre de la casa, mi madre no esperaba visitas, yo tampoco, pero aun así abrí la puerta.
En mis brazos, cayó Dian con el cuerpo lleno de moretones.
—Dian, qué te pasó... —pregunté desesperada. Me conmocioné mucho por verlo así.
—No debí hacer eso... — respondió sombrío, y se limpió algunas lágrimas con la manga de su chaqueta.— Y tampoco debía venir aquí...
***
Hello
Sé que much@s vinieron sólo por este capítulo, está bien, solo espero que les haya gustado.
Dian tiene muchos secretos en uno y quiere ayuda.
Comenten y voten si les gusto este capítulo, me esforzé mucho.
Nia quiere saber lo que le pasa a Dian, y tod@slo sabremos pronto.
Hasta la próxima.
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