(39) FINAL. Indiana Jones Halper.
«Arrastrados por la fascinación del horror producido por el espectáculo del dolor e impelidos íntimamente por el hábito de cooperación, por el deseo de unanimidad y comunión que su condicionamiento había hecho arraigar, los curiosos empezaron a imitar el frenesí de los gestos del salvaje, golpeándose unos a otros cada vez que éste azotaba su propia carne rebelde o aquella encarnación de la torpeza carnal que se retorcía sobre la maleza, a sus pies».
Un mundo feliz, Aldous Huxley [1].
Helena esperó, escondida, a que dieran las doce de la noche. Siempre sin perder de vista la puerta oculta, por la que había visto desaparecer al asesino. Faltaban cinco minutos y, tal como había acordado con Raimunda, envió dos mensajes que tenía preparados. Uno para Jean Joseph y el otro para Jean Pierre.
Dejo mi móvil al lado de una puerta secreta, en el suelo, cerca de donde estuvimos ayer. Podéis localizar el punto exacto por el GPS. Debajo de ella está el asesino.
No os enfadéis, voy a entrar. Venid rápido con vuestros compañeros de la RAID. Está todo controlado, no tengáis miedo, mis amigos me ayudan. Es más: ellos me dieron la idea. Un beso, Helena.
ᅳ«Bueno, es hora» —se dijo.
Mentalmente puso la banda sonora de Indiana Jones, de John Williams. Tenía un látigo en la mano. Si no hubiera sido porque estaba enfadada con Shakira, por haber dicho que el Barcelona era el mejor club del mundo, hubiese puesto su canción, Loca. Los gemelos estarían de acuerdo en que ella estaba haciendo locuras, en todos los sentidos. Bastaba verla.
Había resaltado su palidez con ayuda de la caja de cosméticos. Antes de venir se había mirado al espejo y tenía un aire a Marylin Manson. En pelirrojo y mujer. Llevaba puesto un vestido formado con un corsé de cuero, tipo sadomasoquista, y una falda de varias capas de tul hasta los tobillos, todo en tono azabache. Botas militares, en los pies, también negras.
ᅳ«Cuando mis chicos me vean, alucinan» —pensó al contemplarse.
Iba darle uso a la indumentaria, después, si todo salía según lo planeado. Se acercó, sigilosa, al agujero. Apartó los matorrales y, poco a poco, empezó a levantar la tapa. No hacía el más mínimo ruido. El tiburón la había preparado de esa forma para pasar inadvertido si tenía que escapar con rapidez. Cualquier sonido podía delatarlo. Bajó la escalera. Era una especie de zulo, pero bastante cómodo. El techo estaba a un metro por encima de la cabeza de la chica. Se notaba que Émile Poisson era ingeniero. También había sido ejecutivo de una multinacional del sector del acero y minerales. Por ese motivo tenía que recorrer Francia de un extremo al otro.
ᅳ«Por favor, Raimundita, que no te hayas equivocado» —rezó en silencio.
ᅳ¡¡Despierta!! —le gritó Helena al asesino, dándole un latigazo, bien fuerte.
Émile Poisson dormía profundamente sobre una cama y pegó un salto ante la agresión. Helena le espetó, intentando poner un tono sobrenatural:
ᅳ¡¡Vengo porque tú no crees en Dios ni en el Diablo!! Dices que si Dios existiera vendría a proteger a tus víctimas y nunca lo has visto. Y que si el Demonio existiese le estarías reclamando su puesto. ¡¡Pues aquí estoy, imbécil, soy el Demonio, a ver qué me reclamas ahora!!
El asesino no reaccionaba, se encontraba estupefacto. Lo había pillado por sorpresa.
ᅳ ¡¿Utilizas el Gouffre de Padirac, que es mío, para esconder niños ahí?!, ¡¿pero tú quién te crees?! ¡Toma, siente mi fuego! ¡Hubiera dejado que te ahogaras la última vez que estuviste ahí! —y notando su asombro continuó—: Sí, cuando te caíste después de dejar a Paul Méndez ahí, en mi morada. Es mi sitio, ahí tú no pintas nada. Por eso preferí venir aquí, a tu escondite, cuando estuvieras dormido. Y traje a los niños muertos, conmigo —y los fue señalando como si estuvieran allí—. David, Michel, Nicolas, Christophe, Stephane, Albert, Christian, Philipe, Damien y Didier.
Y volvió a pegarle con el látigo.
ᅳ¿¡Sabes con quiénes acabas de soñar, capullo!? Sí, antes de despertarte —el rostro del hombre perdió hasta la última gota de sangre—. Con todos los niños que has matado, con ellos —y los volvió a señalar—. A la niña, Raimunda, te dijo su nombre, lo sé, yo lo sé todo, no la mataste tú pero es acólita mía. La mujer del sueño soy yo, tu peor pesadilla. ¡Ja, hasta pensaste que podías echarme un polvo! ¡A mí, al Demonio! ¿Sabes? Te vas a mear en los pantalones, te lo prometo. Conmigo no puedes. Dios no te va a hacer caso, porque mataste y secuestraste niños y yo, tampoco, porque usaste mi nombre y te burlaste de mí. ¡Ya lo verás! —y le dio otro latigazo, con ganas.
ᅳ¡No, no fue mi intención! —y cayó sobre el suelo, de rodillas, implorando—. ¡No quiero volver a soñar, no quiero!, ¡ella tuvo la culpa, yo la maté por eso, lo juro, me engañó con otro hombre y quedó embarazada de Louis! ¡Me lo dijo en España y amenazó con llevárselo!
ᅳDemasiado tarde —y Helena largó una carcajada siniestra—. Ya llega la policía. Si le dices quién soy voy a hacer que pongan en tu celda a muchos presos normales. Les harías de mujer, ¿qué te parece?
Los miembros de la RAID quitaron la puerta, con un estruendo. Iban entrando en tropel, todo lo que permitía el espacio. Se quedaban tan extrañados como el asesino al verla.
Esposaron a Émile Poisson y se lo llevaron. Cuando quedaron solos, ahí abajo, los gemelos abrazaron a Helena, a un tiempo. Un minuto después, Jean Pierre dijo:
ᅳLa salope! Ai-je peur vous avez dû prendre ça? [2]
ᅳ¡Pamplinas! Estaba todo controlado, mis amigos no me fallan nunca —se regodeó ella, orgullosa con su actuación.
ᅳMejor no pregunto —manifestó Jean Joseph—. Pero por favor, la próxima vez avisa. Otro susto de estos y pierdo otros diez años.
ᅳNo tenías que preocuparte, cariño —expresó la chica y mostrándole el látigo expresó—: ¿No ves que venía preparada a lo Indiana Jones?
ᅳMon Dieu! ¡Usted, madamoiselle, no tiene remedio! Un día, por culpa de sus novelas, se nos va a perder dentro de un agujero y no la vamos a encontrar. ¿Cuándo aprenderá a distinguir la realidad de la fantasía?
Para que imaginéis a Helena disfrazada os pongo Long hard road out of Hell, de Marilyn Manson.
https://youtu.be/THNEolxBmso
[1] Página 254, Random House Mondadori, S.A, Barcelona, 2003.
[2] ¡La puta! ¿Me tenías que dar ese susto?
NOTA.
En el vínculo externo dejo el enlace a la página de Facebook de esta novela y en multimedia la banda sonora de la película Indiana Jones, mi homenaje a Jon Williams.
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