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(32) Sueño premonitorio: La cueva de Tom Sawyer.

  «El cómo morían los elefantes era un secreto que los africanos habían guardado frente a los blancos durante mucho tiempo. El elefante es un animal sagrado y también lo es su muerte».   

   Ébano,  Ryszard Kapuściński [*]

  Helena está en lo que parece ser el patio cerrado de un monasterio. El lugar le resulta conocido: es o se parece mucho a la Abadía de Fontevraud, en el Valle del Loire.

ᅳHalloween no es muerte y horror ᅳle dice Leonor de Aquitania [1] , susurrandoᅳ. Halloween es vida. Los muertos celebran que están vivos. Mira, te ha nacido un conejillo de indias. ¿Qué nombre le vas a poner? ᅳle pregunta, dándoselo en la mano.

  La chica lo mira. Está todo en su sitio. El cuerpo tierno, en blanco y beige, con un aro marrón alrededor del ojo derecho. No sabe que nacen tan vivaces; igual que los grandes pero en pequeño, a diferencia de los perritos.

ᅳHalloween [2]... Es un regalo que me habéis dado hoy, ¿verdad?, ¿cómo pudo nacer de dos hembras? ᅳpregunta, sorprendida.

ᅳLa madre vino preñada...Yo, en cambio, cuando tenía cuarenta y un años ᅳrecuerda Hildegarda [3]ᅳ mientras estaba abrumada por la visión celestial, asustada y temblorosa, vi una gran luz que me decía: ¡Oh frágil ser humano, cenizas de cenizas, habla y escribe según lo que escuches y ves!  Hoy debería hablar, otra vez, de que la justicia en Europa es arrojada al suelo y pisoteada. Me avergüenza, pues yo vengo de la alemana Bingen. Pisoteada por la barbarie. Ladran como perros, negando la realidad que todo el mundo ve. Con la voz alta y chillona de gallinas que pretenden cantar toda la noche y todo el día, diciendo siempre lo mismo: Vamos a estar bien dentro de X años, y, acto seguido, Recortes, recortes, recortes, la crisis en la eurozona pone freno a la locomotora alemana, hay que castigar a Grecia por haber osado hacer un referéndum, todos estamos estancados. ¿Pueden esperar los que están muriendo?, ¿creen que el resto del mundo va a esperar?, ¿quién sueña que, de esta manera ciega y egoísta, dentro de unos años vayamos a estar mejor?

ᅳGran verdad ᅳse lamenta Leonorᅳ. Todos somos peones en el juego de ajedrez de otros. Antes, me convertí en un peón de mis esposos. Aquí, en Fontevraud ᅳmanifiesta extendiendo los brazosᅳ fui feliz y encontré cierta paz al final. Antes, parir hijos, parir hijos, parir hijos...

ᅳPorque el hombre quiere ser el rey del tablero al ver reflejado en un espejo su rostro. Primero lo ve sucio y ennegrecido por el polvo. Luego, piensa en cómo limpiarlo, cómo hacerlo resplandecer, cómo reproducirlo en pequeñas imágenes de sí mismo, sus hijos. Y, más tarde, deja de mirarse. ¿Para qué hacerlo? Y, además, lo peor de todo: premian a los que nos hunden, a los corruptos, y castigan a los buenos ciudadanos.

ᅳPues yo también leo: ¡¡Políticas de crecimiento, políticas de crecimiento!! Algún día lo leerán todos ᅳgrita Koshik, el elefante, materializándoseᅳ. Cuando vivía en el zoológico de Everland estaba solo. Mis únicos amigos eran los humanos. Mirad. Si pongo mi trompa en la boca, así, puedo hablar y decir los titulares. Por ejemplo, el Premio Nobel Joseph Stiglitz dijo que España se encuentra en una depresión peor que la de mil novecientos veintinueve.

ᅳPor si acaso, chico, y ya que lo mencionas, que no se te ocurra ir a España ᅳle susurra Helena al oídoᅳ. A algunos allí les gusta cazar elefantes.

ᅳExactamente, muchacho, tienes toda la razón ᅳexpresa Hildegarda, palmeándole la cabezaᅳ. Una depresión enorme porque hacen lo contrario de lo que es conveniente. Como Barbarroja, cuando nombró, por segunda vez, un antipapa... Y también a la tercera. No aprenden. "Yo puedo abatir la maldad de los hombres que me ofenden", le escribí, para ver si se asustaba y rectificaba, "¡Oh, rey, si quieres vivir, escúchame o mi espada te atravesará!" Pero no me hizo caso y el cisma sobrevino. Aunque no se tomó a mal mi advertencia y, más tarde, firmó una carta de protección en favor de mi monasterio, cuando estalló la guerra.

ᅳY yo pude gobernar cuando mi hijo Ricardo [4] recibió el trono inglés y se fue a las cruzadas. Mala época para las mujeres. Aunque tampoco ha cambiado tanto, siguen sin haber mujeres en las jerarquías eclesiásticasᅳmanifiesta Leonor.

ᅳSíᅳdice Hildegardaᅳ me nombraron Doctora de la Iglesia. ¡Qué tontería! ¿Cómo pueden pensar que yo, que siempre fui por delante de los tiempos, aceptaría tal nombramiento? Por eso voy a hacerme anglicana. ¿Cómo puede ser que hayan pasado mil años, casi, y todo siga igual?, ¿por qué las mujeres no somos más combativas?

ᅳEstamos distraídasᅳmanifiesta Helena, moviendo la cabeza para todos lados, no desea perder ni una sola frase del intercambio.

ᅳPermiten que la Justicia sea arrojada al suelo y a nadie parece importarle. En estos tiempos muchos siguen estando ciegos, cojos, ansiosos del dinero que lleva a la muerteᅳexpresa Hildegarda.

ᅳClaro que síᅳestá de acuerdo Leonorᅳ. Nada como ver todo desde aquí.

ᅳEstán jugando a la ruleta rusaᅳse queja Helenaᅳ. Con todas las balas cargadas en el tambor del revólver. Apuntando directamente a la cabeza de millones de ciudadanos.

¡¡Políticas de crecimiento, políticas de crecimiento!! ᅳgrita el elefante.

ᅳEuropa es un dinosaurio, ¡pobre Grecia!ᅳmanifiesta Helena, tristeᅳ. Se ha quedado atrás, estancada en el remolino de los recortes y la corrupción. El mundo ya no mira para aquí. Asia es el presente y el futuro.

ᅳMira, Helenaᅳla consuela Leonorᅳ. Esta Abadía fue una prisión desde la época de Napoleón hasta hace unos cuantos años. Ahora Europa es una prisión para los jóvenes, para las mujeres, para los mayores. Por eso se van los que pueden...

¡¡Políticas de crecimiento, políticas de crecimiento!! ᅳvocea Koshik.

ᅳNo sé qué le pasa a Aureliano Buendía que está desaparecido ᅳreflexiona Helenaᅳ. Tengo que reconocer que le he tomado cariño. Lo extraño.

¡¡Políticas de crecimiento, políticas de crecimiento!! Por eso vine yo en su lugar ᅳmanifiesta el paquidermo, moviendo la trompaᅳ. Teme encontrarse con no sé quién, un tío que está loco.

ᅳ¡Ah! Debe de ser por el ex presidente, que está intentando llamar la atención ᅳle explica la chicaᅳ. Pero no creo que se me cuele en este sueño.

ᅳ¿Y yo puedo colarme? ᅳle pregunta Raimunda.

ᅳClaro que sí, mi amor ᅳle responde Helenaᅳ. Siempre que tú quieras. Me dijeron que estabas buscando a los niños.

ᅳPerdón que las interrumpa ᅳdice Koshik y luego les informaᅳ: Allá abajo el ébola está haciendo estragos... Ahora parece que lo tienen controlado...

ᅳGracias, amigo, una noticia triste ᅳmanifiesta Helena, suspirando, y luego le pregunta a Raimundaᅳ: ¿Encontraste a alguno de los niños?

ᅳSí ᅳy susurraᅳ: Detrás de aquella columna ᅳse la señalaᅳ está David. No se anima a acercarse. Dice que primero quiere observarte de lejos.

ᅳVale, no hay problema, que coja confianza ᅳle respondeᅳ. Yo no le voy a fallar.

ᅳLe dije que tú casi acabas con el demonio que le hizo daño. Que te había atado con una cuerda enorme y gruesa, como la de los barcos, y que tú la desintegraste con tu mirada. Y que saliste volando, por los aires, muy rápido, para salvar a Claude y Jérémie.

ᅳCielo ᅳle dice la chicaᅳ las cosas no sucedieron así. Además, ¿no te parece que ese cuento es un poco exagerado? Podemos hacerlo cuando estamos aquí pero abajo no.

ᅳNo importa... Por eso está aquí... Vino, ¿no?

  Helena mira en dirección a David Girard: se ha ido acercando mientras hablaban y observa con fascinación al elefante.

ᅳKoshik, ¿me puedes hacer un favor? ᅳle preguntaᅳ. Dile al pequeño que se acerque a nosotros. Se llama David.

  El paquidermo lo mira y le dice:

ᅳ¿Por qué no te acercas, David? Si vienes te cojo con mi trompa y te siento en el lomo.

El niño se aproxima lento pero con seguridad.

ᅳ¿Puedo? ᅳle pregunta, cuando está al lado de Koshik.

ᅳClaro ᅳy lo sienta, tal como se lo ha prometido.

ᅳ¡Qué bien! ¡Nunca estuve sobre un elefante! ᅳpalmea, alegreᅳ. Y menos en uno que habla. Di otra vez eso de "políticas de crecimiento, políticas de crecimiento", ¡porfa! Me ha gustado.

¡¡Políticas de crecimiento, políticas de crecimiento!! ᅳgrita Koshik, mucho más fuerte; el pequeño lanza una carcajada.

ᅳDavid ᅳmanifiesta Raimundaᅳ. Ella es Helena.

ᅳHola, David ᅳlo saluda Helena, con cautelaᅳ. Conozco a tu mamá. Te quiere muchísimo.

ᅳPero yo le hablo y no me escucha, creo que ya no me quiere tanto ᅳexpresa él, triste.

ᅳ¡Tanto o más! Pero tú le hablas cuando está despierta y no te puede escuchar. Tienes que hablarle cuando está dormida, como estoy yo ahora ᅳle enseñaᅳ. Quizás no recuerde todo su sueño al despertar pero puedes pasar mucho tiempo, así, con ella. ¿Sabes?

ᅳ¿Sí? ᅳpregunta, dudoso.

ᅳSí. Yo cuando me despierte, me voy de aquí.

ᅳ¡Ah!

ᅳEstuvimos hablando de tu amigo Luis. O Louis. Ese amigo tuyo que se fue a vivir a España ᅳcontinúa Helena diciendo.

ᅳLouis. Pero no era mi amigo. No era amigo de nadie. Él me fue a buscar. Hablábamos por Bambi. Por eso ahora estoy aquí ᅳle aclara, triste.

ᅳ¿No era amigo de nadie? ᅳse sorprende la chica.

ᅳNo. Se escapaba de su casa y venía a la mía a mirarnos jugar. La primera vez que nos miraba no le dijimos nada. Estuvo mucho tiempo. Horas, sólo mirando. Al otro día volvió y yo le dije que viniera y jugara con nosotros...

ᅳVivía cerca, entonces. ¿Sabes dónde?

ᅳNo, nunca nos dijo. Tenía mucho miedo... Decía que lo hacía porque su padre estaba trabajando. Y que, si se enteraba, su madre y él iban a tener problemas...

ᅳ¿Y no iba al colegio? ᅳse sorprende la chica.

ᅳNo, la madre le enseñaba en casa, había sido maestra.

ᅳ¿Había sido?

ᅳAntes, ahora sólo cuidaba de él... Louis nunca hablaba de su padre, le tenía mucho miedo...

ᅳDavid... No sé cómo pedirte esto... El padre de Louis fue el hombre malo que te llevó de tu casa... ¿Puedes hablarme de él?

ᅳ¡¡No quiero hablar de él!!, ¡¡no, por favor!! ¡¡¡no quiero hablar de él!!! ᅳsuplica, haciendo que todo el suelo tiemble.

  Y Helena, de improviso, es arrojada de la Abadía de Fontevraud. Mira a su alrededor. Se encuentra en medio de un bosque de arrayanes. Le recuerda al parque nacional que está en Neuquén. Miles de árboles que, por su tamaño, le parecen muy antiguos. Debajo de ellos no crece nada, apenas algunos hongos.

ᅳNo te impacientes. Los niños son así ᅳla consuela una voz, a su lado.

  La dueña de la voz tiene del ombligo hacia abajo cuerpo de serpiente y del ombligo hacia arriba es una mujer muy hermosa.

ᅳ¿Eres el hada Melusina [5]? ᅳle pregunta, encantadaᅳ. Si eres Melusina necesito tu ayuda.

ᅳSí, por eso te lo digo ᅳle aclaraᅳ para ayudarte.

ᅳLeí mucho sobre ti en mis libros sobre la Edad Media. ¿Te puedo pedir un favor?

ᅳClaro que sí ᅳle responde enseguida.

ᅳProtege a Paul Méndez, el niño que tiene ahora el asesino. No permitas que muera otro pequeño más ᅳle suplica.

ᅳEs una promesa ᅳy choca la mano con la de Helenaᅳ. Palabra de mujer. ¿Sabes lo de mi marido, no? Si tanto leíste ᅳy no espera su respuestaᅳ. ¡Sólo debía respetar mi soledad un día a la semana! El sábado. Pero tanto le llenaron la cabeza, tanto le dijeron, que se escondió y me sorprendió de esta forma ᅳdice, enroscándose y desenroscándoseᅳ. Por eso tuve que abandonarlo. A él y a mis diez hijos. Ya no confío más en las palabras de los hombres.

ᅳMe imagino, hay que ver cómo cuesta hacerse escuchar ᅳconcuerda Helena.

ᅳ¿Sabes? Me hubiera gustado hacer algo por David y por los demás, pero no pude llegar a tiempo.

ᅳMe imagino, a mí me costó un montón dar con Jérémie. Y eso que estaban todos ayudándome.

ᅳ¿Verdad? Menos mal que el próximo presidente de Estados Unidos va a ser una mujer.

ᅳ¿Sí? A ver si soy yo la que me lo estoy diciendo a mí misma, éste es mi sueño ᅳ expresa Helena, confusa.

ᅳY se lo van a poner muy difícil porque siempre tenemos que demostrar mil veces más de lo que tendría que demostrar cualquier hombre.

ᅳDímelo a mí ᅳestá de acuerdo la chicaᅳ que sigo trabajando por la puerta de atrás.

ᅳ¡Ja, Helen! ᅳse ríe Valentín, acelerando el autobús, que espera por ella en el medio del bosqueᅳ. Tú siempre en la Edad Media. Te pierdo de vista y te vas para allí. Igual que Europa. ¿No os dais cuenta de que sois vosotras las que no habéis dado con la clave para conseguir y conservar el poder?, ¿no apreciáis que hay que ser mil veces más dura que cualquier hombre y siempre decir nein? Ven que te llevo a otro lado.

ᅳYo no pude decirle nein ni ser duro con Becky ᅳexpresa Tom Sawyer, Helena está ahora en una cueva; Tom mira a la chica y le diceᅳ: Sí, en esta cueva, cuando sólo nos quedaba el último cabito de la vela. Le dije que debíamos esperar aquí, donde estábamos, a que nos rescataran... Habíamos estado jugando con los otros chicos al escondite. Nos metimos por un pasadizo hasta donde nadie había llegado. Escribimos nuestros nombres en las paredes. Eran los únicos nombres escritos allí. Empezamos a sospechar que algo raro había, pero no le hicimos caso. Seguimos explorando. Marcamos las paredes, para saber cómo regresar, distraídos con las estalactitas... Cuando llegamos al gran lago subterráneo, nos dimos cuenta de una cosa: no se escuchaban las voces de nuestros compañeros... Estábamos perdidos, no encontrábamos el camino de regreso... Gritamos y el eco de la cueva decía: Louis es mi hijo, hecho a mi imagen y semejanza, no pienso renunciar a él. Volvimos a gritar y lo escuchamos de nuevo... Nos dio mucho miedo... Yo temí que fuese el Indio Joe, aunque no era su voz... ¿Sabes? En las cuevas siempre se pueden encontrar niños perdidos... Las cuevas que no han sido exploradas del todo... En Padirac, por ejemplo, se han perdido unos cuantos...

ᅳ¡Gran verdad! ᅳexclama Leonor de Aquitania, estaba otra vez en la Abadía de Fontavraudᅳ. Las cuevas siempre son buenos sitios donde buscar. ¿Qué tal si escuchamos a las hermanas cantar música sacra?

  Sobre una tarima hay un grupo de monjas esperando. Hildegarda les hace un gesto con la cabeza y cantan lo siguiente:

Lo mejor está por llegar,

dice la Unión Europea,

pero no llega.

¿Llegará también una mujer a lo más alto?

¡Alabado sea Dios!

No dudes en ir a la cueva:

los niños te esperan.

ᅳUn momento ᅳcorta Hildegarda el canto religiosoᅳ. ¿Por qué esa monja no canta y está bailando? Hermana, por favor. Sí, usted, venga aquí ᅳla apremia, señalándola.

ᅳ¿Yo? ᅳpregunta la monja, a lo lejos.

ᅳSí, usted, venga rápido ᅳla apura.

  La religiosa se aparta del resto y camina lentamente, como si demorara, al máximo, el encuentro.

ᅳEs un poco rara, ¿no? ᅳse extraña Helena.

ᅳSí, rarísima ᅳcoincide Hildegarda.

  Cuando está al lado de ellas, la chica da un salto, le quita la toca y grita:

¡¡Por favor!!, ¡¡que vengan los GEO, la RAID y los Cascos Azules de la ONU!! ¡¡¡El ex presidente de la sonrisa tonta se ha escapado otra vez!!!


¿Tenéis ganas de ver a Koshik? Pues aquí está.


[*] Página 69, Editorial Anagrama, Barcelona, 2004.

 [1] Por matrimonio fue reina consorte de Francia al lado Felipe VII (1137-1152) y luego también  de Inglaterra (1154-1189), ya que estuvo casada con Enrique II.


[2] Le quise hacer un homenaje a una de mis cobayas. Me levanté después de la noche de Halloween y ahí estaba: una madejita de lana que corría para todos lados. Yo alucinaba, tenía dos hembras y no me había enterado del embarazo.


[3] Hildegarda (1098-1179) fue abadesa, médica, compositora mística, escritora y profetisa. El 7 de octubre de 2012 el le concedió el título de .


[4] Ricardo II Corazón de León.

[5] Melusina es un personaje del imaginario representado en la con cuerpo mitad mujer y mitad serpiente. Protege a los niños y a las nodrizas.




 NOTA. 

  En el vínculo externo está el link a la página de Facebook de esta novela, donde pongo dos videos de Koshik, el elefante que habla.  En multimedia dejo la canción Tom Sawyer de Rush y una foto de nuestro paquidermo.

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