(25) Cómo hemos cambiado.
«Ma jeunesse ne fut qu'un ténébreux orage,
Traversé çà et là par de brillants soleils;
Le tonnerre et la pluie ont fait un tel ravage,
Qu'il reste en mon jardin bien peu de fruits vermeils».
L'Ennemi (Las flores del mal), Baudelaire[*].
ᅳCada vez que veo esta lista, me entran ganas de gritar ᅳse quejó Helena.
Había, en ella, cientos de nombres y apellidos de hombres de entre treinta y treinta y cinco años, con un hijo o más y con denuncias por haber retenido a los pasajeros de un autobús.
ᅳ¿Por qué no baja al garaje, madamoiselle, una vez más, y se echa otro polvete para ir tirando? ᅳle preguntó Jean Pierreᅳ. Así se quita el estrés.
ᅳ¿Se está ofreciendo, monsieur? ᅳse burló la chicaᅳ. Gracias por ser tan considerado. Bajemos ya, entonces, necesito liberar tensión ᅳy se levantóᅳ. ¿Qué espera?
Jean Pierre se la quedó mirando desde donde estaba, sin moverse. Ella se sentó otra vez.
ᅳPodríamos reducir la lista si incluyéramos las denuncias por malos tratos a la pareja... Pero de esa manera, también se nos podría escurrir el asesino... Por lo que tú nos comentaste del sueño, Helena, la mujer parecía totalmente dominada. Cabe suponer que, de alguna forma, dependía económicamente de él y puede que no haya presentado ninguna denuncia... O por miedo, también, si era violento... Las mujeres maltratadas tienen una dependencia emocional tan grande que están convencidas de que, sin el individuo que las maltrata, no pueden afrontar solas el día a día ᅳmanifestó Jean Joseph, sin hacerles caso.
ᅳEstoy de acuerdo ᅳlo apoyó Helenaᅳ. Si vivían en una casa prestada es posible que ella no trabajara. Sólo él, quizás, lo hacía. Dos sueldos normales ayudarían a alquilar o comprar alguna vivienda.
ᅳMuy bien. Desechamos tomar ese indicador para seguir descartando. Pero podríamos añadir que se trate de hombres casados, divorciados o viudos ᅳexpresó Jean Pierre mirando a la chicaᅳ. ¿Estás segura de que decían que estaban casados?
ᅳSegurísima. ¡Ay, si le hubiera podido ver la cara, sería tan fácil!
ᅳO no ᅳla consoló, por primera vez, Jean Pierre, cogiéndole la manoᅳ. Si tiene rasgos muy comunes estaríamos igual.
ᅳPero podía habérsela visto a él o a la mujer. Cuando estaba ahí tenía la sensación de que vivían aislados de otras personas. Quizás por eso se aísla con las víctimas. Para recrear esa época. Le molestaba muchísimo la visita de esos otros parientes. Y no sólo por el aspecto económico que había de por medio. No soportaba que hubiese más gente disputándole su poderío. Él quería ser el único centro de poder ahí ᅳmanifestó Helena.
ᅳIgual que aquí, madamoiselle ᅳla picó Jean Pierre, para no perder la costumbreᅳ. ¡Cada día manda más!
ᅳDifícil, monsieur, con usted disputándome mi poderío cada dos minutos ᅳse burló, soltándole la mano y se puso a saltar sobre el sofá, al escuchar el tema que salía por los altoparlantesᅳ. ¡Me encanta esta canción! Say that you want, de Texas. Se la dedico a usted, monsieur.
Y la empezó a cantar, a todo pulmón.
Well you can say what you want.
But it won't change my mind.
I'll feel the same about you.
And you can tell me you're reasons.
But it won't change my feelings.
I'll feel the same about you. [i]
ᅳEso sí que es interesante, Helena ᅳcomentó Jean Joseph, haciéndose oír por encima del barulloᅳ. Porque a medida que aumenta el valor de la privacidad y la posibilidad de tenerla, crece el peligro de aislamiento y la probabilidad de sufrir malos tratos. Tenemos que tenerlo en cuenta. Quizás nos estemos acercando al porqué...
ᅳ Ahí vivían los tres solos, el matrimonio y el niño. A él si le vi la cara pero no es ninguno de los chicos asesinados. Ni Paul Méndez. Podemos suponer que, desde que nació el pequeño, unos cinco o seis años, vivieron así. El hombre hace y deshace, sin tener en cuenta la opinión de la esposa. Ella no se opone a los planes de él. Y un día, cuando menos lo esperan, aparecen esos familiares reclamando la vivienda en la que viven. El asesino se siente tocado en la base de su poder porque, ¿qué es él sin un techo para cobijarlos? Puede que haya empezado a odiar a la familia de ella por eso y también a ella. Y quizás, a toda la sociedad. Por no darle la oportunidad de tener una casa propia, que el asesino cree merecer. O incluso puede que esos mismos familiares la hayan ayudado a escapar de él. Urdieron lo de la casa con la finalidad de tener una excusa para ir a visitarla. El hombre la había ido apartando de todos ellos y, una vez allí, se la sacaron de las fauces, como hice yo con Jérémie y Jean Joseph con Claude.
ᅳY yo con el pescadero ᅳse burló Jean Pierre y comenzó a aplaudirᅳ. ¡Bravo, bravo, madamoiselle! ¿Es el argumento de su nuevo libro?
ᅳ¡Pamplinas! ᅳexclamó Helena, sacándole la lenguaᅳ. Excepto en lo del pescadero, eso sí que es verdad. Gracias por recordármelo. Lo voy a incluir en mi libro ᅳy cogió la agenda que siempre llevaba para hacer anotaciones.
ᅳNecesitamos su pensamiento creativo, innovar ᅳmanifestó Jean Joseph, calmándoloᅳ. Por las vías normales no hemos llegado a nada con este caso.
ᅳClaro que sí, hermano. Ya he visto cómo has estado innovando ᅳrefunfuñó el gemelo.
ᅳDe cualquier forma Jean Pierre tiene razón en algo ᅳexpresó Helena, con tristezaᅳ. En mi sueño al niño le daba una orden pero no lo trataba mal. Teniendo en cuenta que se ha dedicado a asfixiar niños para luego desmembrarlos, hay algo que no cuadra.
ᅳNo te pongas mal, ma belle ᅳmanifestó Jean Joseph acercándose y dándole un beso en la mejillaᅳ. Vamos muy bien. Piensa en todo lo que hemos conseguido entre los tres...
ᅳ Sí, ma belle, hemos conseguido probar casi todas las posiciones del Kamasutra ᅳse burló el hermano, fastidiado.
ᅳSi me dice cuál prefiere, Monsieur, empezamos ya. No tiene motivos para estar envidioso. Nos vendría bien para relajarnos y que se le endulce ese carácter insoportable. Podríamos pedirle a Jean Joseph, además, que controle si nos ponemos de la forma correcta, ateniéndonos a la fotografía. Tiene que estar todo exactamente igual, usted es un fanático del orden.
ᅳNo nos distraigamos ᅳcalmó los ánimos Jean Josephᅳ. Debemos estar centrados. Vamos a seguir formulando hipótesis, libremente. Quizás eso te ayude a recordar algo o a nosotros algún dato o una nueva búsqueda con el ordenador de la central.
ᅳVale ᅳsuspiró la chica.
ᅳQué + por qué= quién... El qué ya lo sabemos... Debemos seguir eliminando a los que nos parezcan menos probables hasta llegar a una lista de sospechosos más reducida.
ᅳY ahí podríamos empezar a visitar a los testigos e indagar personalmente. Si nos dejan ir contigo ᅳla miró Jean Pierre.
ᅳY si nos dejan ir a nosotros ᅳapuntó Jean Josephᅳ. Esto es de lo más irregular.
ᅳTendríamos que poner nuestra propia empresa privada y empezar a resolver este tipo de casos ᅳse le ocurrió a Helenaᅳ. Así no tendríamos las limitaciones de vuestro trabajo.
ᅳ¿Limitaciones? Hasta ahora no hemos tenido ninguna ᅳse ofendió Jean Pierre.
ᅳYa, pero no creo que os permitan seguir así para siempre. Me gusta la sociedad que hemos formado. Sería genial si pudiéramos seguir trabajando así ᅳdijo ella.
ᅳUsted está muy verde, madamoiselle ᅳle aclaró élᅳ. ¿Estuvo intentando hacerlo de forma voluntaria?
ᅳSí, pero aún no he conseguido nada ᅳsuspiró ella.
ᅳVamos a seguir entrenándote, Helena ᅳle sonrió Jean Josephᅳ. Cuando lleguemos al punto ideal ya hablaremos.
ᅳSí, al punto G ᅳse burló Jean Pierre.
ᅳAl menos hemos llegado ahí ᅳse rió ellaᅳ. Con usted, monsieur, todavía no ha sido posible.
ᅳ¡Qué extraño! No escuché que se quejara. «Más, más, más fuerte» ᅳse burló.
ᅳYa, como decía, lo intentó pero no llegó ᅳy soltó la carcajada.
Jean Joseph tampoco se contuvo. Poco después, Jean Pierre también se echó a reír.
ᅳVuestras conversaciones siempre vuelven al mismo tema recurrente ᅳse mofó Jean Josephᅳ. No sé por qué sois tan cabezotas.
ᅳA mí no me mires ᅳexpresó la chicaᅳ. El monopolio de la cabezonería lo tiene tu hermano. Aunque tampoco puedo culparlo. Si me lo hubieras dicho cuando vivía en Barcelona tampoco te lo hubiese creído.
ᅳ¡Cómo hemos cambiado! ᅳexpresó Jean Pierre, riéndose.
ᅳIgual que la canción de Presuntos Implicados, Cómo hemos cambiado. La cantaban una chica y dos chicos. Ella y uno de ellos habían estado viviendo aquí en Francia. Usted tiene el don de la oportunidad. ¡Un momento!
Helena se dirigió, apurada, hacia el ordenador. Puso en Youtube el video oficial de la canción. Los dos hombres se miraban, uno a otro, sin comprender nada. Escucharon atentos. Puso pausa luego de escuchar las estrofas:
Ah! Cómo hemos cambiado.
Qué lejos ha quedado aquella amistad.
Ah! ¿qué nos ha pasado?
Cómo hemos olvidado aquella amistad.
ᅳQuizás estábamos yendo por el camino más complicado, buscar al asesino... ¿Y si alguno de los niños asesinados era amigo del hijo del tiburón? ¿O de esos familiares que lo molestaban? Tal vez sea más fácil empezar a investigar, con detenimiento, el círculo de amigos de los niños asesinados...
ᅳ¡Jolín! ¡Tienes razón! ᅳexclamó Jean Pierreᅳ. Es algo que ya han hecho pero en términos generales.
ᅳAdemás, podríamos pedirles a las familias que nos muestren las fotos... Si el niño está ahí estoy segura de que lo reconocería...
ᅳMon Dieu! ¡Sí que la estamos entrenando bien! ᅳse enorgulleció Jean Pierre.
ᅳNo recuerdo que razonar fuera parte de su entrenamiento, monsieur ᅳbromeó Helena, alargando el brazo y acariciándole el rostro.
ᅳNo empiece con sus pullas, madamoiselle, justo cuando siento en los huesos que por ahí va a surgir algo.
ᅳY yo también. Podemos avanzar por los dos lados. Preguntando, además, si conocen a un individuo con este perfil ᅳestuvo de acuerdo Jean Josephᅳ. El comportamiento de este tipo de hombres es característico, suele llamar la atención. No al principio, cuando están tratando de ganarse a la mujer. Parece capaz de hacer cualquier cosa por ella y de compensarla por todo lo que le ha pasado antes con otras personas. Cuando ella se traga el anzuelo comienza a absorberla y a controlar todas sus actividades. Poco a poco la va aislando del resto del mundo. Eso empieza a llamar la atención. Ya no se reúne tanto con la familia o las amistades. Poco a poco empieza a explotarla. Lo de ella es de él... Preguntad, además, si conocen a alguien así.
ᅳ¿Que preguntemos nosotros? ᅳlo interrogó Jean Pierre, sorprendido.
ᅳClaro que sí, yo soy el psicólogo, tengo que seguir con el perfil y estudiando esta lista. ¿Qué sucede?
ᅳEs que nosotros dos últimamente... ᅳse cortó Jean Pierre.
ᅳPues lo que estamos haciendo es muy importante. Mucho más que vuestras riñas ᅳlo regañó Jean Joseph.
ᅳSi le molesta que lo acompañe puede ir solo ᅳle dijo Helena, con fastidio.
ᅳEs usted la que ha visto al chiquillo, madamoiselle. Tiene que venir. Pero voy a llamar primero al jefe. A ver qué dice ᅳmanifestó Jean Pierre.
La canción Cómo Hemos Cambiado, de Sole Giménez (ex miembro de Presuntos Implicados).
https://youtu.be/0RZZbL_YUdA
[*] Mi juventud fue sólo tenebrosa tormenta,
Atravesada a veces por soles centelleantes;
Las lluvias y los rayos hicieron tal estrago,
que pocos son los frutos bermejos del jardín.
Página 38, Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 1980.
[i] Bien, puedes decir lo que quieres.
Pero no cambiaré de opinión.
Siento lo mismo por ti.
Y puedes decirme tus razones.
Pero no cambiarán mis sentimientos.
Sentiré lo mismo por ti.
NOTAS.
Arriba del todo en multimedia os dejo Say that you want, de Texas y en el vínculo externo os dejo el enlace a la página de Enemigo Público Nº1. Si os ha gustado hacedme feliz haciendo comentarios o dándole a la estrella. :)
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