96- Agradables visitas
Francia
El pequeño príncipe corría por los pasillos buscando a Filipa; sonreía mientras miraba debajo de los manteles y tras los mobiliarios en busca de su prima.
No hacía ruido con sus zapatos al moverse; detrás de una enorme cortina, la niña lo observaba en silencio...
Siendo mayor, ella dirigía los juegos cada vez que se juntaban las familias.
El fin de semana serían los festejos por el tercer cumpleaños del Delfín de Francia, Apolo estaba de viaje con la guardia escoltando al rey y Antoine se encargaba de los preparativos.
Hades, Radamanthys, Valentine y su hija Zeita estaban al llegar; Lune y Amelié lo habían hecho el día anterior, así como Krest y Francisco.
Los mayores platicaban cordialmente mientras los niños jugaban a las escondidas.
Antoine seguía con la mirada al pequeño infante, que era travieso por demás y siempre estaba haciendo líos, dejando una estela de juguetes y suciedad a su paso.
Ahora corría desesperado tratando que su prima mayor no le ganara en llegar a la base donde contaban para que el otro se escondiera...
Zeita los observaba en silencio, ella no jugaba a esos juegos de niños... ya era una niña en edad escolar y su pasatiempo favorito era la lectura de literatura inglesa.
Pidió permiso para ir a la biblioteca y así escapar de las conversaciones aburridas de los mayores y del bullicio que provocaban los niños.
Caminaba tranquila cuando un huracán de cabellos azulados chocó contra ella, cayendo ambos al suelo.
Tuvo ganas de gritarle pero vio sus hermosos ojos verdes llenos de lágrimas y sólo le ayudó a incorporarse y le preguntó si se había lastimado.
-Me duele... el brazo...
Zeita se horrorizó al pensar que se hubiera quebrado.
Fue a llamar al príncipe cuando un revuelo en la puerta del palacio anunciaba que toda la familia española había llegado.
-Quédate aquí que llamaré a tu papá
Los ojitos llorosos y las mejillas coloradas por la agitación y el dolor, se le hacían muy dulces a la pequeña portuguesa.
Él sólo asintió y se sentó en una silla...
-¿Dónde está mi sobrino hermoso?
La voz de su tío Ángel se escuchó y no pudo más que sonreír entre lagrimitas
-Tío...
El nombrado lo abrazó con cariño pero sintió el quejido.
-¿Qué pasó Alejo? Te duele algo?
El niño solía ser muy efusivo al momento de verse y saludarse con sus tíos, primos y demás...
-Me choqué con Zeita y me caí... me duele el brazo...
Mostró su extremidad al gemelo, quién lo tomó con cuidado y fue tanteando para ver si había algún hueso roto.
-Has caído mal y por eso te duele, pequeño... mira...
Sacó de su cuello un pañuelo y haciendo un nudo en sus puntas, lo colocó alrededor de su cuello tipo cabestrillo, para que sostuviera su brazo y asi mantenerlo inmovilizado.
-Asi no te dolerá tanto, sí? Vamos a saludar a todos... los primitos están aquí también...
-¿Felipe y Elena vinieron?
Sus ojitos volvieron a brillar felices
-¡Claro, no se perderían tu cumpleaños por nada! Además te extrañan mucho y ya querían llegar...
-Vamos tío! Me cargas?
Ángel no pudo evitar ver en ese rostro el de su hermano cuando quería algo y hacía pucheros hasta lograrlo...
Lo levantó con cuidado y caminó hasta donde la familia completa se enfrascaba en saludos y muestras de afecto.
-Abuelitos!
Alejo gritó y tiraba sus bracitos hacia Saga y Kanon, que corrieron a su encuentro y lo tomaron en brazos, llenándolo de mimos.
-¡Cómo has crecido, mi niño!
Para su corta edad, Alejo era alto y delgado, de apariencia delicada pero fuerte... su cabello azulado llegaba a los hombros y tenía una belleza increíble...
Había heredado rasgos de ambos padres, pero su rostro era más parecido a Antoine, con los ojos y cabellos iguales a los de Apolo.
El reencuentro de primitos era siempre un espectáculo digno de ver... los gemelitos hablaban poco aún, siendo Elena quién mejor se hacía entender pero Felipe era de lo más inquieto y no paraba nunca...
Se abrazaban y reían, invitando a las niñas a unirse en el reencuentro... los mayores les veían encantados y pronto las nanas del príncipe vinieron por ellos y los llevaron a jugar a un patio interno del palacio.
Zeita reparó en el pequeño príncipe ibérico, no se habían visto desde que eran niños chiquitos y ahora lo veía de nuevo, más alto que ella aunque menor en edad...
Se le acercó y sonriendo le saludó, comenzando una conversación "adulta" mientras los demás jugaban.
Ambos tenían cosas en común como el gusto por la lectura y los rompecabezas... una linda amistad surgía...
Camus recorría su otrora hogar y con alegría veía que no había cambiado demasiado, sólo las personas que le habitaban... Shura le abrazó y siguieron paseando.
Antoine disfrutaba de estar en familia y esperaba con ansias la llegada de Apolo junto a los reyes.
Krest, Francisco y Hades hablaban orgullosos de sus hijos, nietos y bisnietos... tres reinos unidos en la fraternidad de la familia.
Kanon paseaba por los jardines junto a Saga y se les unieron Radamanthys y Valentine, hablando de temas triviales y volviendo una que otra vez a los hijos y futuros herederos...
Antoine descansaba en el living del palacio, el sueño lo estaba venciendo pero quería esperar despierto a Apolo.
Sintió como en un sueño que era levantado estilo princesa y llevado a sus aposentos por su amado esposo, quién lo depositó suavemente en la cama y se sentó a su lado para acariciarle y besarle.
-No debiste esperarme levantado... es muy tarde, mi cielo...
-Quería verte... te extrañé mucho...
Lo besó nuevamente y Antoine se incorporó para ayudarle con su uniforme...
Lo tomó de la mano y lo guió hasta el baño donde preparó la tina con aceites esenciales.
Cuando Apolo estuvo dentro, él mismo se quitó la ropa y entró con él, apoyando su espalda sobre el fuerte pecho del gemelo.
Giró su rostro para besarlo y el menor correspondió besándolo apasionadamente, bajando sus labios por su cuello y espalda, mientras sus manos recorrían el cuerpo de su amor.
Se refregaban, las caricias iban enloqueciendo sus sentidos y pronto Apolo lo fue preparando para hacerlo suyo...
El príncipe levantó sus caderas y se fue impalando solo, los gemidos eran callados con besos mientras la lujuria se apoderaba de sus cuerpos, que se movían deseosos, hambrientos... Antoine fue llenado con el simiente de su esposo una y otra vez esa noche...
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Era su cumpleaños...
Despertó temprano sabiendo que le esperaba un lindo día, con juegos, comidas de su gusto y muchos regalos...
Antoine y Apolo fueron a buscarlo a su habitación y lo encontraron sentado en su cama, con los piecitos colgando y una sonrisa enorme.
-Feliz cumpleaños, cariño!
Dijeron al unísono y lo abrazaron con todo su amor...
-Gracias papis! Ya quiero bajar y jugar con mis primitos!
-Así lo harás, pero primero te vestiremos y te llevaremos a un lugar especial...
Se dejó vestir y tras higienizarse, fue llevado en brazos hasta el lugar prometido.
Era no muy lejos de la cabaña que habitaban normalmente y, bajo unos frondosos árboles, se encontraba un hermoso caballo de pelaje negro como la noche...
-Nuestro regalo de cumpleaños, pequeño... los abuelos lo criaron desde recién nacido y fue enseñado para que lo cabalgues sin miedo...
Alejo no podía contener su emoción, siempre veía montar a su padres, tíos y abuelos y ahora él también lo haría.
-Muchas gracias papis! Puedo tocarlo?
Apolo lo sentó en la montura mientras acariciaba al corcel... con las crines en su mano, lo fue llevando lento haciendo las delicias del infante.
-Respetalo y trátalo bien siempre... un corcel es fiel y nunca te abandonará.
-Sí, papi... es muy hermoso!
Antoine los acompañaba sonriente, su pequeño crecía rápido...
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La fiesta fue un éxito, todos habían disfrutado del hermoso día de juegos campestres que pasaron, donde jugaron desde los niños, hasta los mayores, hombres y mujeres, divirtiéndose y estando en buena compañía.
En medio de los festejos llegaron Alberich, Hagen y su hijo Luka, un hermoso niño de poco más de seis años, que miraba con asombro la cantidad de niños que allí se encontraban.
Tras los saludos de rigor y las felicitaciones para el cumpleañero, se dirigieron a donde toda la familia esperaba...
El pequeño recién llegado disfrutaba de las botanas al lado de su madre, cuando su atención se posó en una cabellera larga aguamarina y unos hermosos ojos violaceos, enmarcados en un rostro precioso y vivaz.
Alain cabalgaba junto a sus padres y los gemelos y al pequeño andorrano se le hacía hermoso verlo sonreír y gesticular...
El pequeño príncipe notó al otro niño y acercándose con su montura, lo invitó a acompañarlo.
Luka no podía estar más feliz y aceptó, pasando el resto del día jugando con Alain...
El pequeño ibérico de pronto tenía amigos y eso lo hacía muy feliz.
El pequeño Delfín celebró su tercer cumpleaños junto a sus seres queridos, quienes lo colmaron de regalos pero también de mucho cariño...
El pueblo francés se enternecía ante la dulzura del futuro heredero al trono.
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