-Feliz cumpleaños príncipe! No cabe dudas que ha heredado los hermosos rasgos de sus padres!

Su nana le ayudaba con los atavíos reales que tanto detestaba...

-No digas eso y ayúdame con esa faja que odio usarla pero debo...

-Mi príncipe... usted ya comanda el ejército como lo hizo su padre a su edad... ¿cree que habrá guerra?

Emmanuel se puso serio de golpe, no le gustaba pensar en la guerra, era un chico pacífico por naturaleza...

Cumplía dieciséis años y se preparaba para los agasajos... otro año que faltarían sus más grandes amigos...

En el caso extremo de una guerra, siempre su miedo máximo era no volver a ver a su gran amor...

-No quiero ni pensar en eso, nana... Ángel no está conmigo y me moriría si pasara algo y no vuelvo a verlo...

Sus ojos se cristalizaron y su nana le abrazó con cariño.

Al pasar de los años, los sentimientos de Emmanuel hacia el gemelo menor se habían intensificado...

Se sabía correspondido pero ahora estaban lejos y sólo la tecnología los mantenía en contacto... deseaba tanto verlo...

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Kanon y Saga se habían ido a vivir a Grecia hacía seis años.

Ellos habían pasado la mayor parte de su vida como guardias de la realeza francesa y luego la española...

A pesar que se sentían parte de ambas familias, no deseaban que sus hijos llevaran la misma vida...

No se quejaban en lo absoluto de la vida que tenían, pero deseaban que sus hijos estudiaran y tuvieran un buen futuro...

Con quince años cumplidos, los adolescentes cursaban el secundario y elegían su especialidad para una futura carrera universitaria.

Apolo seguiría la escuela militar, amaba ser como sus padres y orgulloso contaba a sus amigos todo lo que ellos habían vivido al lado de la realeza.

Ángel era un espíritu altruista y deseaba seguir una carrera relacionada a la medicina, donde podría ayudar a salvar vidas...

Sabiendo lo que Kanon había pasado para poder tenerlos, había decidido experimentar en el campo de la neurología y se interesaba en temas de maternidad en donceles y hombres fertilizables...

Eran el orgullo de sus padres... los adolescentes eran buenos estudiantes, promedios excelentes y grandes promesas en los campos que habían elegido...

Pero sobretodo, eran muy buenos chicos, amables y respetuosos...

Ese fin de semana tenían planeado un viaje, se merecían un descanso después de muchos meses estudiando y sus padres trabajando duro...

Krest había cumplido con la promesa hecha a Kanon muchos años atrás y los había avalado cuando compraron la propiedad donde vivían y los negocios que ahora manejaban...

Saga tenía una academia de artes marciales donde enseñaba la lucha como defensa personal...

El gemelo menor tenía una escuela de equitación y, junto a Ángel, tenían un espacio donde niños con alguna incapacidad podían estar junto a los caballos y montarlos para fortalecer sus huesos y músculos...

Sus vidas habían cambiado mucho, eran una familia muy unida y, aunque sufrieron bastante en un comienzo por el hecho se ser gemelos y pareja, siendo observados y criticados por ello, aprendieron a convivir en el mundo fuera de la realeza...

Se formó un lazo aún más fuerte entre ellos y así seguían, con lo que el destino les ponía enfrente...

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Kanon miró con ternura a sus hijos, los cuales se habían dormido al poco tiempo de subir al avión.

-Es hora de despertar!

Les llamó bajito...

Los chicos tomaron sus asientos correctamente y aún soñolientos miraron por las mirillas

-¿Dónde estamos?

-Ya verán pronto... es una sorpresa!

Tomaron un auto que los esperaba fuera del aeropuerto y de allí viajaron por varias horas hasta llegar a destino.

Ángel fue el primero que reconoció el lugar, bajando corriendo del auto y sonriendo abiertamente de felicidad.

-Emmy... Emmy...!

Gritaba a toda voz mientras llegaba a la entrada del palacio.

El nombrado estaba en su dormitorio renegando de su vestimenta cuando escuchó el grito...

Su corazón se aceleró y sin pensarlo dos veces, abrió la puerta y salió corriendo por el pasillo, aquel que tantas veces había recorrido en compañía de los gemelos...

Bajaba la escalera y de pronto lo vio, con su hermosa sonrisa y los ojos brillosos esperándolo al pie de ésta...

Su sonrisa se hizo gigante y tan sólo se tiró desde los escalones que los separaban, directo a los brazos de Ángel.

-Viniste! Vinieron! Por qué no me avisaste?

Lo miraba a los ojos y reía...

-Feliz cumpleaños Emmy! No te traje nada, yo no sabía que veníamos aquí!

-Así es, príncipe Emmanuel! No supieron el destino de nuestro viaje hasta que llegamos... ¡Feliz cumpleaños, pequeña majestad!

Kanon hizo la reverencia y antes de poder enderezarse, ya tenía al adolescente colgado de su cuello.

-Gracias Kanon! Qué felicidad que estén aquí!

Saga y Apolo reían divertidos y se acercaron a saludar al cumpleañero.

-Apolo... Saga! Qué sorpresa enorme me han dado!

-¿Kanon?

El gemelo volteó sólo para encontrar esos ojos azul violaceos que no perdían el brillo con los años y esa sonrisa sincera que tanto extrañaba...

Se encontró rodeado de dos brazos y su camisa se sintió húmeda por las lágrimas del galo...

-Te he extrañado tanto amigo de mi alma!

-¿Cómo está majestad? Yo también te he extrañado muchísimo, Camus!

Su abrazo se profundizó, Kanon lo tenía alzado en el aire... ese encuentro lo soñaban ambos desde que se habían separado...

Sus rostros ya no tan jóvenes, sino llenos de vida y belleza más madura, se encontraron en una sonrisa...

En ese momento llegaban los ex monarcas, que sonreían encantados ante la felicidad de sus hijos y nieto, que no esperaban esa sorpresa...

-¿Te ha gustado el regalo de cumpleaños, hijo?

La voz de Shura los hizo mirar hacia la entrada, adonde el rey estaba parado, sonriendo.

El príncipe se separó del gemelo y corrió hacia su padre para perderse en su abrazo, agradecido...

-Gracias padre... es lo mejor que me pudiste dar este día!

-El regalo no es sólo para ti, sino para todos, ya que hace mucho deseábamos volver a ver a nuestros amigos...

Los gemelos mayores se acercaron al rey, haciendo reverencia y sonriendo al ver a Shura revolear sus ojos en diversión, pues nunca había logrado que dejaran de lado el respeto y las formalidades...

Luego llegó el abrazo amistoso que tanto habían esperado al que se sumaron los adolescentes...

Krest y Francisco veían la felicidad del reencuentro con los mejores amigos que pudieron soñar para sus hijos y nietos...

Antoine, en ese instante entraba al recinto y se encontraba con los gemelos menores hablando animadamente con el príncipe.

Sus ojos se posaron en los chicos idénticos que habían cambiado mucho en esos años sin verse...

Estaban más delgados, cuerpos bien estilizados y una altura que superaba la suya, aún siendo los menores de los cuatro.

Eran idénticos, no tenían diferencias como Saga y Kanon, ellos eran réplicas exactas de su madre y su belleza era de admirar...

Se quedó mirando sus gestos y sonrisas y cuando vio a su primo abrazado a uno de ellos, supo que ese era Ángel...

Degel y Marié ya se habían acercado también y saludaban con cariño a los recién llegados; se fundieron en un abrazo lleno de cariño con Saga.

-¡Qué gusto volver a verlos aquí, amigos!