CAPÍTULO NUEVE

En las prácticas del club de esgrima, JungKook hablaba con el entrenador sobre puntos a mejorar en sus posiciones de combate, hasta que su amigo, Jeom, se abalanzó sobre su cuerpo completamente alarmado. '¡JungKook, JungKook!' su mirada desesperada hizo que le tuviera que prestar atención, disculpándose con el entrenador para ir a otra parte donde nadie los pudiera escuchar. Desde hace algún tiempo el club se sentía extraño, tal vez porque Geon había dejado de ir, todos decían notarla con más peso, y con un humor extraño. Ese día, cuando entro al salón la notó distante, la última vez que hablaron había sido en la fiesta de Kim, cuando ellos… lo hicieron, luego de eso no volvieron a dirigirse la mirada, aunque una que otra vez, sus ojos llegaban a conectar entre el bullicio de la clase.

En la mañana la castaña no le dio ni un mínimo de atención, se mantuvo frágil inmersa en la lectura de su libro, hablando en susurros con su mejor amiga. De cierta forma lo asustaba.

—¿Qué sucede? Me estorbas. —gruñó de brazos cruzados.

El entrenamiento ya había acabado, apenas salió de los vestuarios con su uniforme y mochila, estaba dispuesto a ir a casa antes que el cielo termine de oscurecer. Se mantuvo esperando la llegada de Geon, pero ella nunca llegó, como hace días.

—¡¿Es que aún no sabes?! —desesperado, sus brazos se movían de un lado a otro.

—Ugh, no, no lo sé. Y si es un chisme estúpido tampoco me interesa saberlo. —se dio la vuelta en dirección a la salida, el pelinegro lo sigue de atrás insistiendo.

—¡Mierda, JungKook! ¡Es de lo que se ha hablado en las últimas horas! ¡Se trata de Youn Geon! —como una palabra mágica, el cuerpo entero del Jeon se detiene a medio camino, y gira para verlo a la cara.

—¿De Geon? ¿Qué pasa con ella? ¡Dime! —la expresión dura del castaño hizo a su mejor amigo tragar saliva, dio unos pasos más de cerca para con discreción tímida colocar ambas manos en su boca y susurrar en su oído una confesión prohibida. Hace unos treinta minutos se encontró en el pasillo a Jae Bum, quien también iba al baño, él con risas le comentó el rumor que corría entre los estudiantes, le era gracioso porque lo creía absurdo. Pues, ¿Geon y JungKook juntos? Nah, debía ser una mala broma, todos saben que se odian. Pero para Yug Jeom, después de verlos despertar semi desnudos en su propia cama a las siete de la madrugada, bueno, no era tan loca la idea de que ella resultase embarazada— ¡¿Q-Qué?!

Ese era el tipo de reacción que cualquiera tendría. Un espantado JungKook retrocedió negando, no podía asimilarlo, y tampoco podía guiarse por rumores entre los estudiantes, así que sin darle ni una palabra más a su amigo, salió corriendo afuera del gimnasio.

¿Quién pudo haber comenzado el rumor? ¿Cómo supieron de lo suyo con Geon? Eran tantas preguntas, su cabeza dolia y el estómago se le daba vuelta ante la idea de que aquello sea cierto.

Pasaron diez minutos hasta que la encontró, salía de enfermería con Mingi, estaba pálida y con sus ojos hinchados de llorar.

Agitado se detuvo, el pecho lo tenía sin aire tras correr subiendo y bajando escaleras, al final valió la pena, la halló justo donde quería.

La rubia lo notó primero, codeó a Geon y ella giró a verlo.

—JungKook… —susurró débil.

—Tenemos que hablar. —le dijo.