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CAPÍTULO OCHO
Youn Geon estaba más que asustada, durante toda la noche apenas durmió asimilando los hechos. Se culpaba a sí misma, porque sino, ¿A quién le echaría todo el peso de sus responsabilidades? JungKook no podría saberlo, era obvio que después de aquello debió tomar la pastilla, y no lo hizo, estaba segura que algo así no le ocurriría, siempre se consideró una chica con mucha suerte, y es esa misma suerte, la que terminó abandonandola. A la mañana no habló con nadie, cepillo sus dientes, peinó su cabello ondulado y salió por la puerta sin comer nada, aunque el estómago le ruggia de hambre, ha estado con muchas ganas de comer cualquier cosa, por eso subió seis kilos en cinco semanas. Ella, quien siempre ha hecho dietas, ejercicios, cualquier cosa para mantener una vida de atleta, había sucumbido a los placeres de la comida chatarra.
Ahora lo comprende, es porque está embarazada. La vida que hay en su vientre es pequeña, como una pasa de uva, no lo sabe, y saberlo la haría llorar, porque imaginar a esa criatura en sus brazos le era una tortura a su conciencia.
Ha ido a marchas por los derechos de las mujeres junto a su hermana mayor, ella le enseñó desde niña a valerse por su cuenta, a que no es menos que un hombre; eso la impulsó a ser ganadora año tras año de esgrima. Y eso mismo, le hace entrar en un enorme dilema. Abortar no es malo, a veces simplemente ocurren accidentes, como el de ella, donde una joven de su edad no está preparada para la responsabilidad de cuidar a un niño… abortar, podría ser su solución, es lo que todos esperarían que haga, en especial ella.
Pero no está segura.
—¿Y qué harás? —el baño de mujeres se encontraba sin nadie, se habían salteado la clase de álgebra para poder conversar en secreto. Mingi se mantenía curiosa tratando de entender qué pasa en la cabeza de su mejor amiga— ¿Vas a hacerlo?
—No lo sé. —suspiró— Es una decisión enorme, tener un bebé a esta edad… ¿Tú crees que a JungKook le asustaría?
—¿Por qué? ¿Vas a decírselo?
—¡No! —negó con pánico— No podría, sé que va a insultarme, va a enojarse porque no tomé la pastilla. Y tiene razón, supongo, yo debía ser responsable.
Un ruido en uno de los baños las hizo ver hacia atrás, hasta entonces se habían mantenido inmersas en su charla frente al espejo. Pero al no volver a escuchar nada, ni ver unos pies asomándose, volvieron a conversar.
—Él es el padre, no importa si fuiste responsable o no, al final, tiene su sangre también. —su mano acarició la mejilla de Geon— No es un mal chico, sería incapaz de darte la espalda por más que se odien a muerte. Habla con él antes de tomar la decisión, ¿bien?
—Tengo un poco de miedo.
—¿Miedo? ¿Tú? ¿La campeona siete años consecutivos de esgrima mixto? ¿La enemiga número uno del niño de oro? ¡Vamos! No muestres una expresión tan lamentable, sé que eres muy fuerte, y que un bebé entre ustedes dos sería una mezcla perfecta. —entre risas, la rubia abrazo a su amiga, quien con una mueca inconforme giraba los ojos ante sus palabras de aliento. Se abrazaron antes de salir del baño, sin sospechar quien escuchaba del otro lado.
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