CAPÍTULO SEIS

Las instrucciones decían claramente que debía esperar de dos a cinco minutos para obtener una respuesta, aunque era un lapso corto, a ambas les resultaba eterno. En medio de la espera, la puerta fue tocada, tuvieron que salir cuando una empleada pidió ingresar para hacer limpieza. Ya en la calle de noche, comenzaron a caminar con las pruebas metidas en sus cajas, Geon cargaba con la bolsa en su mano, le daba un profundo miedo ver el resultado.

—Lo veré yo primero. —su amiga se detuvo a medio camino— Dámelo. —le arrebató la bolsa de un golpe, estaba igual o más ansiosa que ella. Abriendo la primera caja, tuvieron un minuto de súplica a quien sea el Dios que cuide de los cielos para que las ayude, rezaron con sus ojos cerrados mientras el aparato era mostrado. Mingi fue la primera en abrir el ojo izquierdo, se concentró con mucha fé y…— Positivo. —susurró— ¡D-Debe estar mal, tranquila! —ante el rostro pálido de su mejor amiga abrió la siguiente caja, aunque nada cambió, las dos rayitas rosas estaban ahí burlándose de su suerte.

—¿Q-Qué?

—Oh, Geon…

La miró con lástima. Devolviendo el productor a la bolsa, abrazo a la frágil chica que aún no caía en cuenta de ello, no podía tratarselo. ¿Cómo es posible? ¿Está embarazada?

Nunca ha pensado sobre tener hijos, era muy joven para eso, pero no le disgustaba la idea de formar una familia con un buen hombre que ame. Y ahí el problema, esta embarazada de… ni siquiera es un hombre, es un niño, tuvo una noche sin ataduras con Jeon JungKook cuando estaban ebrios, de aquello, surgió un test positivo que indica que probablemente estará atada toda su vida a él. O bueno, siempre existe la posibilidad de interrumpirlo. ¿Podría hacerlo? ¿Sería capaz?

Sus padres no deben enterarse, si se enteran… esta pérdida, no aguantaría lidiar con sus expresiones de decepción. Siempre fue su más grande orgullo, le han dado todos los caprichos y fueron los mejores padres del planeta, darles la noticia los destruiría.

Después de despedirse de Mingi, llegó a casa y sin saludar a nadie se fue directo a su habitación. Tomó su móvil buscando el contacto de su hermana mayor quien llegaría en unas horas del trabajo.

Yoo Min tiene veintitrés años, estudia enfermería y trabaja a medio tiempo en un bar. Es el tipo de hermana mayor confiable a la que puedes contarle todo porque nunca te acusará, a la única en su casa que podría confesar su error es a ella, no la juzgará e intentará ayudarla. Empapada de lágrimas sus dedos temblaron en el teclado, no hallaba la forma de contarle los hechos o la noticia. Así que la llamó.

Después de dos tonos, oyó su voz del otro lado.

—¿Youn Geon? ¿Qué pasa a esta hora?

—Unnie, hay algo que debo decirte. —su tono sollozante preocupó a la mayor.

—Pareces mal, dime que sucedió. ¿Dónde está mamá?

—No puedo contarle a ella. Solo tú puedes ayudarme. —susurró— Estoy embarazada.