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O33

CAPITULO TREINTA Y TRES

El cielo anunciaba una lluvia torrencial, las espeluznantes nubes grises de la mañana se habían vuelto cada vez más grandes, prohibiendo que ingrese un mínimo rayo de sol. El día estaba tan horrible que tuvieron que cancelar las prácticas de esgrima por unas nuevas goteras en el techo del gimnasio, era muy gracioso –y un poco espeluznante– ver al entrenador largar chispas de furia, maldiciendo al director por no desviar fondos hacia el mejor equipo deportivo de toda la escuela, el único que llevas trofeos verdaderos.

— Mañana vengan a la misma hora, pasé el entrenamiento. ¡Y quién falte deberá hacer cien vueltas a la cancha! —anunció con una vena casi saltando de su frente. 

El resto de sus compañeros se fue apenas el mayor lo hizo, todos menos Chae Won y él. JungKook se había quedado de pie frente a la ventana que da vista al exterior, la lluvia parecía no tener intenciones de parar, y no contaba con una sombrilla para cubrirse. Olvidó comprar una ayer, ahora, otra vez debe mojarse todo el cuerpo. Con un suspiro, bajo la cabeza maldiciendo para sus adentros.

— Toma. —dijo. Se había acercado ya solo unos pasos, y en su mano extendida, había una sombrilla roja— Sé que no tienes una, podrías enfermarte con esta lluvia.

— No es necesa…

— No seas terco. —chasqueo la lengua. Dio unos pasos más cerca hasta tomar su mano y colocar la sombrilla en esta, sin darle lugar a objeciones.

— Pero tú vas a enfermarte entonces.

— Me voy con JiHyo. —señaló a la puerta donde la pelinegra se encuentra de pie, aguardando por ella— Es lo menos que puedo hacer por ti, ¿no? —ante su silencio y mueca de incomodidad, ella suspiró— Solo quería pedirte perdón por lo que ha estado sucediendo, yo… no quería que las cosas terminarán así entre nosotros. Es verdad que Yeon no me agrada, pero no deseo hacerle daño a ella o a tu… futuro hijo. —aceptar aquello le había sido difícil. JungKook, el chico por el cual ha velado durante años, será padre con una muchacha a la cual siempre dijo odiar. ¿Por qué la vida la castiga así?— ¿Podemos hacer las paces?

Su mano se extendió en busca de aprobación. El castaño la miró dudoso, y con su extremidad temblando, terminó por aceptar. Chae Won ha sido una buena amiga, y tal vez todos merecen una segunda oportunidad.

( … )

Su hermano mayor tenía razón, los siguientes días de la semana serían horribles. El cielo parece caerse entre tanta lluvia torrencial, todos corren con sus sombrillas hacia la parada de bus más cercana, todos deciden mojarse, y algunos se la rebuscan, como la pobre chica que le da la espalda, ella corre con su mochila sobre la cabeza tratando de no terminar empapada, aunque no le funciona mucho. Bajando los escalones de la entrada, camina observándola fijo hasta que se percata de esa cabellera castaña ondulada. ¡Es Geon!

Corrió hacia ella, y con su ceño fruncido la cubrió de las pesadas gotas.

Ella levanta la cabeza sorprendida.

— ¡¿Puedes explicarme que haces caminando bajo la lluvia con este frío?!

— Iba a casa.

— ¡¿Sin sombrilla?! —exclama molesto— ¿Dónde está MinJi? Pensé que ella te acompañaría a casa.

— Le dije que podía irse antes con un chico que le gusta. Ugh, ya no molestes, me iré yo sola, no soy una niña de primaria.

— Por supuesto que no, podrías enfermarte si te mojas. Usa esta sombrilla. —la obliga a tomarla, mientras él se moja.

— Pero tú…

— Vete ahora, y con cuidado.

— ¡¿Crees que te dejaré caminar así?! Entramos los dos, tonto.

Geon estaba anonadada, desconcertada. La evidente preocupación de Jungkook se volvía más notoria con el tiempo, él estaba constantemente detrás suyo siguiendo sus pasos de cerca, tratando de cuidarla. Y eso la hacía sentir nerviosa, un tanto ansiosa, ¿cómo se supone que deba reaccionar? nunca antes había tenido a un chico de esa forma, mucho menos al que era su peor enemigo.

Pero le gusta, le gusta cuando la cuida porque le hace creer que hay un futuro para ellos dos juntos.

Sus hombros chocaron debajo de la sombrilla, ella se acercó más hasta que encajaron perfectamente.

Las mejillas rojas del Jeon eran suficiente para saber que no intentaría irse.

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