CAPÍTULO QUINCE

JungKook estaba más que abrumado con la noticia, se sentía mareado ante la idea de ser padre, jamás había pensando en formar una familia. mucho menos siendo un adolescemte. Pero, extrañamente, una vez que se enteró del embarazo de Youn Geon, no dudó ni por un segundo que sería parte de ello, era su deber, y no le disgustaba la responsabilidad. Nunca tuvo hermanos menores, aunque siempre quiso uno, sus padres se negaban a darle ese gusto, tampoco tuvo primos cercanos a su edad. En la escuela elemental no tenía muchos amigos, se la pasaba en entrenamientos aislado del resto con la única idea de ser un ganador. De cierta forma su infancia había sido un tanto infeliz, la momentánea emoción que se planteaba en su cuerpo era cuando competía, porque lo llenaba de emociones, buenas o malas, eran emociones que aceleraban su corazón. Y era ella la causante.

¿Cómo sería pasar el resto de su vida al lado de esa arpía? Irritante, sarcástica, egocéntrica y a veces mal hablada, tenía muchas cosas que le disgustan de una chica, no es su tipo. ¡Para nada! Ella es…

No es su amiga. Es su eterna rival, sólo eso.

— ¿Se lo dirás a tus padres? —Jeom se movía de un lado a otro en la habitación, habían llegado de la escuela juntos directo a la casa del castaño para estudiar juntos.

— Debo hacerlo, no es como si pudiera mantenerlo en secreto toda mi vida. —suspiró, pasando la página del libro. Le había pedido estudiar juntos porque necesitaba hablar con alguien, se sentía un poco solo y abrumado con sus pensamientos, el futuro es incierto, bastante nublado ante su mente.

— ¿Y cómo crees que se lo tomarán?

— Mal. —respondió, parecía no afectarle el probable rechazo de su familia, aún así, sus ojos dentellaban con lágrimas retenidas— Me las arreglaré.

— No lo sé, JungKook. Deberías decirle a Geon que aborte, digo, es común ahora. Ustedes dos como padres suena a desastre…

— No pedí tu opinión. —con su usual tono brusco, había escupido aquellas palabras entre el ceño fruncido y cuerpo irguiéndose de la cama. Jeom que estaba de pie, detuvo su caminata en círculos para verlo con indignación, él quería ayudarlo, pero JungKook era obstinado, y jamás entendía que pasaba por su cabeza.

— ¡Sólo trato de ayudarte a que no arruines tu vida!

— ¡Mi vida ya es un desastre! ¡Por Dios, Jeom. Desde que nos conocemos, ¿cuántas veces me has visto hablar con otra persona? ¿o salir de mi casa? ¿o hacer otra cosa que no sea entrenar para tratar de ganarle a ella?! ¡Mi vida es…. ni siquiera podría llamarla vida! ¡Hago todo lo que mis padres piden, tratando de al menos ganar un poco de respeto! ¡El respeto que nunca conseguiré, porque nunca seré suficiente!

— ¡¿Y crees que un hijo te dará la felicidad que te falta?! ¡Te estás arriesgando y ni siquiera entiendes! Tus padres no van a apoyarte, ¿qué harás, eh? ¿Cómo cuidarás de un niño? ¡¿Y todas las prácticas de esgrima? ¿No era tu sueño ser el mejor?! —antes de responder a la pregunta, ambos quedaron callados cuando la puerta fue abierta y un par de ojos se les quedó mirando. La señora de mejillas regordetas con cabello por los hombros dejó caer la bandeja de galletas al suelo, con un plato de vidrio quebrándose en el proceso. Sus manos fueron a parar a su propia boca para retener un grito— Creo… que debería irme ahora. —tomando su mochila del escritorio, Beom paso por un costado de la mujer para correr escaleras abajo, luego se disculparia con su amigo por haber metido la pata.

— Mamá…

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