CAPÍTULO CATORCE

Youn Geon experimentaba la agria indiferencia de los demás, con sus hirientes burlas que discretamente le hacían llegar con sus miradas siguiéndola en el pasillo. Su vida, que hace tan solo dos meses era sumamente alegre, había pasado a ser tormentosa, la llenaba de miedo, de confusión y dudas al respecto. La esgrima, que por años significó diversión, ya no generaba lo mismo en ella y haberla dejado tal vez fue su mejor decisión, aunque implicara la decepcion entera de todos los adultos a su alrededor que esperaban grandes cosas en ella, como su mejor alumna, la niña prodigio en los deportes, la niña encantadora, la buena hija… la hija que sus padres odiarían.

No lo admitiría frente a su hermana, pero la idea de abortar desde un principio le atemorizaba, y la hacía llenar de culpa. ¿Por qué el destino le puso una carga así? ¿Cuál es el propósito de todo? Ella no es religiosa ni mucho menos, se había asegurado de mantenerse alejada de cualquier signo de devoción a algún Dios, sin embargo, creía fielmente en el destino, y que todo sucedía por una razón, porque lo sintió de pequeña, cuando lo vio a JungKook, supo que ese primer encuentro donde lloró por la derrota iba a ser el primero de muchos, donde ambos estarían enlazados. Y si el destino los quería juntos por cualquier estúpida razón, quién sería ella para intentar que no suceda.

El chico más irritable que conoce, malhumorado e infantil, se convirtió en lo único que tiene en esos difíciles momentos.

Los días posteriores a su encuentro enemistoso con Chae Won no fueron más tranquilos, hasta que cumplió los dos meses de embarazo seguía con una visión incierta del futuro. Su hermana mayor la ignoraba, aunque las pocas veces que le hablaba, le hacía saber sobre su mala elección y lo inconsciente que era.

Su hermana mayor decidió darle la espalda, como los amigos que creyó tener en la escuela, excepto una.

—Es una tonta. —el susurró de Mingi le hizo volver su cabeza a ella. Ambas suelen sentarse juntas en el fondo del salón desde hace unos días, porque de esa forma la Han podría evitar ser el centro de atención y pasar desapercibida de sus palabras malintencionadas. Ji Hyo se volvió un grano en el culo, y Chae Won su leal lacayo que en las sombras, con su cara de niña buena, alentaba sus dichos llena de recelo— Míralas, parecen huecas, sus padres deberían castrarse para no seguir reproduciendo errores.

—Nunca te escuche hablar así. —sonrió la castaña— Lo mejor es ignorarlas, solo les da placer ver que me afecta.

Ji Hyo, la pelinegra de fleco mal cortado, tenía una entera satisfacción de su dolor, porque ver a la perfecta Geon ser destruida después de que toda una escuela la considerará una niña genio… oh, era maravilloso. Claro, nadie cree de verdad que este embarazada, lo tomaban como una broma cruel por su subida de peso, y era gracioso pensar que el padre se trataba de Jeon JungKook, el chico que probablemente más la odia. Aunque, mientras los días pasaban, ambos dejaron de pelear, y esa broma ya no era tan graciosa. Más bien, se había convertido en un verdadero escándalo que nadie aclaraba. ¿Era cierto?

Geon no estaba lista para contarlo, necesitaba tiempo para pensar, pero el tiempo pasaba rápido y abortar ya no era una opción, tan solo quedaba asumir la verdad y afrontarlo. Debe decírselo a sus padres.

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