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016. A coffe and a Kiss

Boschlow
CoffeeShop - Human Au

La chica que acababa de entrar vestía una falda a cuadros y enormes lentes redondos, enmarcados con esponjosos rizos negros. Era sexy de una manera retro y Boscha podría, y deseaba, besarla.

–Buenos días– dijo de manera mecánica mientras la chica se acercaba a la barra. –Bienvenida a Lily's Coffee Shop. ¿Qué deseas tomar?– le preguntó.

La chica de ojos verdes la miró y levantó un dedo, meditando qué decir.

–Mmm, creo que vengo por la oferta de empleo– murmuró nerviosa, ajustándose las gafas sobre la nariz.

–Oh– repitió Boscha, parpadeando de manera tonta. –Ya veo– murmuró, apuntando con la cabeza hacia una puerta al otro lado de la cafetería. –Es por allá– musitó, volviendo su atención a otro chico que se había acercado a la barra.

–¡Gracias!– exclamó ella, con una sonrisa enorme en el rostro mientras el chico recitaba su pedido. ¿Era posible que una sola persona pudiera ser así de radiante?

Boo la observó de reojo mientras la chica ingresaba a la oficina de Lily a solicitar el empleo vacante.

¿Compañeras de trabajo, eh?

Boo, quién había estado muy ocupada trabajando ( esa estrella de empleada del mes no se conseguiría sola ) no había visto a la chica marcharse aquel día, pero cuando la vió entrar esa mañana, dos días después, con el monótono uniforme rosa palo y beige, supo que sí había obtenido el empleo.

–Hola otra vez– la saludo ella, comenzando al instante sus tareas.

–Hola– repitió Boscha, con un poco menos de energía matutina.

–Soy Willow, por cierto– dijo –¿Y tú eres?– le preguntó, y Boscha no sabía si era curiosidad o cortesía.

–Me llamo Boscha– respondió la barista, mientras tomaba un paño y se dirigía a limpiar las mesas antes de abrir.

A las seis de la mañana el local ya destilaba aquel reconfortante aroma a café y canela que tanto amaba, y los clientes, uno a uno, se iban apiñando en la cola para tomar sus pedidos.

Era la rutina de siempre, y sin embargo, aunque no era la primera vez que tenía un compañero ayudándola, si era la primera vez que tenía una tan eficiente a su lado.

Aquello la estaba poniendo ansiosa.

Levantó la vista mientras entregaba una orden, caffè macchiato y un rollo de canela con caramelo, y vió a Tara, la gerente de planta, parada en la puerta de su oficina, analizando en silencio su trabajo y el de Willow.

Boo tragó saliva mientras tomaba otra orden y miraba de reojo a Willow, quién se estaba encargando de preparar las bebidas con mucha simpatía y eficiencia, demasiado feliz con aquel trabajo de medio tiempo.

–Orden lista– chilló en voz baja, pasándole la bebida a Boscha para que la entregase.

Sus capuchinos tenían mejor pinta que los suyos, y la chica de cabello rosa no entendía como aquello estaba siendo posible.

–Siguiente–.

El día había terminado, y Boo estaba mortalmente cansada como para quedarse despierta un solo minuto más, pero en cuanto apagó la luz y se recostó, los pensamientos, sobre Willow, aquella chica de ojos verdes y actitud efervescente, llenaron su cabeza.

Había sido una semana muy extraña, en la que poco a poco, Willow había ido superandola en distintas labores y tareas, cómo si estuviese compitiendo con ella, y Boo sólo podía preguntarse ¿Quién era esa chica y de dónde había salido?

¿Acaso quería robarle su empleo?

«No Boscha, no seas idiota, ¿Por qué alguien querría hacer eso?».

Intentó no pensar en eso, divagar sus pensamientos en algo más que no fuera aquél día, pero su mente terminó recreando aquella primera vez que la vió.

Llevaba una falda a cuadros color azul marino y una camisa blanca, se veía sexy y tímida, y sonreía detrás de aquel marco de lentes y rizos oscuros.

«Besaría a una chica así» había pensado, y eso no había cambiado.

–Tenías que haber sido solo una cliente más, Willow Park– exclamó Boscha, furiosa, volviendo a pensar en el tema principal. Su empleo.

Ninguna chica linda lo pondría en peligro.

Encendió la lámpara y tomó su celular, buscando el nombre de su compañera de trabajo en pemstagram.

El resultado fue un perfil lleno de fotografías de esas que hacían juego unas con otras, como si todas hubiesen sido tomadas con el mismo filtro, y dónde se podían ver distintas selfies, páginas al azar de frases de libros, panales de abejas, retratos con amigos, y muchas, muchas plantas.

Con curiosidad, Boo comenzó a moverse entre las publicaciones.

Descubrió que Willow Park era una estudiante universitaria, pues hace nada había posteado fotos de graduación de secundaria y había una imagen de su carta de aceptación a la universidad, para la cuál se había tenido que mudar a esta ciudad.

Más abajo habían varias fotos de ella con sus amigos. Se veían tan unidos, y Boscha solo pudo imaginar cuánto los estaría extrañando.

Volvió a subir, pasando otra vez por las fotos de plantas que supuso, ella misma había plantado, y se dio cuenta de que había una fotografía nueva de la chica frente al espejo con su uniforme de barista.

«Sexto día de trabajo» citaba, «y creo que a mi compañera no le agrado».

Boscha releyó eso y soltó un quejido de disgusto, dejando caer el celular sobre las sábanas.

Pequeña usurpadora, ¿Cómo se atrevía a decir algo así?, Pensó Boscha, pero luego cayó en cuenta de que tenía razón.

No, no le agradaba. Era muy simpática y linda, y estaba segura de que nadie podía verse tan sexy como ella se veía con aquella ropa anticuada sin haber hecho algún pacto oscuro primero. ¡Y le sonreía todo el tiempo! Casi le daban ganas de sonreír de vuelta para complacerla, cosa que no iba a hacer. Y no, no es que la odiara, no lo hacía, de hecho, si no estuviera en juego su empleo tal vez podrían ser amigas.

Pero Boscha era competitiva, y no iba a permitir que la señorita simpatía le quitara su lugar.

–Buenos días– masculló Boscha a la mañana siguiente al ver a Willow, con trenzas y labial rosa, cuando llegó a la cafetería.

–Buenos días– repitió Willow, pero algo faltaba en su voz. Aquél desborde de amabilidad había desaparecido.

¿Por qué aquello la asustó?

Boscha, comenzando sus labores antes de abrir la cafetería, podía sentir el peso del denso silencio entre ellas. ¿Qué estaba pasando?

–¿Estás... bien?– preguntó Boo después de un rato, nerviosa por aquella actitud tan diferente a la de la semana anterior. Ella la volteó a ver, pero algo en su ceño fruncido delataba inconformidad.

–Quisiera preguntar lo mismo– dijo finalmente, mirando hacia otro lado. Boscha trago saliva. –Desde la primera vez que te ví, supe que no me querías aquí– recordó.

–Eso no...– intentó explicar Boo.

–¿No es cierto?– cuestionó Willow, mirándola por fin a los ojos. –En el instante en el que pregunté por el empleo tu expresión cambió, y supe que no deseabas a nadie más aquí. Y me sentí mal por eso, si, pero también necesitaba este empleo Boscha, y pensé que con el tiempo simplemente cambiarías. Pero eso no sucedió. Llevo una semana trabajando aquí, y cada vez que te veo tu expresión conmigo cambia. No te agrado y no comprendo qué es lo que te hice– exclamó, ocultando sus sollozos eminentes –Realmente no lo sé–.

Boscha sintió una opresión en el pecho, residuo de aquellas palabras, y no fue capaz de negarlo.

–Tu no hiciste nada– murmuró. –Tu no tienes la culpa de mis celos hacia este lugar, ni de mi actitud tan fría– dijo, sabiendo que era una excusa muy vaga. –Llevo trabajando aquí desde que terminé la secundaria, y durante todo ese tiempo, este lugar ha sido la única constante en mi vida. Lo único que parece salirme bien. Yo... tuve miedo de perder mi empleo cuando vi lo buena que eras. No te odio, jamás lo hice, pero me aterrabas. Y lo siento tanto– respondió.

–¿Y por eso estabas stalkeando mi pemstagram anoche?– preguntó Willow, provocando que a la chica pelirosa le diera un ataque de tos.

–¿Cómo te enteraste?– exclamó.

–Se te escapó un corazón, tontilla– dijo, evitando reírse. –En una fotografía de hace dos años–.

Boscha podía sentir la vergüenza tiñendo su rostro de rojo mientras la chica de ojos verdes sonreía por haberla sorprendido.

–La foto que subiste...–.

–Sabía que la verías– dijo Willow.

–Has de pensar que soy una idiota– musitó Boscha, apoyando los codos en la barra.

–No, mi amiga Amity piensa eso– dijo Willow, –yo creo que eres una chica solitaria con algún pasado oscuro–.

–Oh, eso es tan cliché– respondió Boo con una pequeña risa.

–Pero creo que atiné–.

–¿Qué? ¡No!– exclamó Boscha, –bueno tal vez. Pero el apego emocional no es un pasado oscuro– le dijo.

–Boscha Reed, la barista malvada. Eso sí suena como el título de un libro que leería–.

–Claro, y tú serías mi cómplice– le dijo Boscha, guiñandole un ojo.

–Oh shit. ¿A quién tenemos que eliminar?– preguntó.

–No se, a la próxima persona que atraviese esa puerta– dijo, apuntando con la cabeza la puerta de cristal, la cuál se abrió segundos después.

–Abran ya esté lugar– se quejó Tara, caminando hacia su oficina con aspecto de haberse divertido de más la noche anterior.

Las chicas se miraron entre sí, conteniendo una carcajada.

–Me tengo que ir– exclamó Willow cuando el reloj dio la una. –Mis clases empiezan en un rato.

Boscha, quién nunca se había despedido de ella, alzó su mano y la movió en el aire. El gesto se sintió extraño, pero a la vez tan reconfortante.

–Oye, ¿Planeas hacer algo esta noche?– le preguntó Willow antes de irse.

–Mmm, creo que dormir no cuenta, así que no– dijo, y Willow rio.

–¿Te gustaría salir conmigo a ver una peli?– le preguntó, y aquel tono de timidez eufórica que escuchó aquel primer día volvió a apoderarse de su voz.

–Oh, seguro, me encantaría– respondió Boscha, ansiosa porque cayera la noche.

Relato inspirado en la frase:

Oneshot dedicado a YarahDraws
¡Feliz cumple!


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