012. The Adventure of Miss Calabaza
Dedicada a C4meli44
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Boscha Reed tenía seis años y nunca había asistido a una fiesta de té.
Mientras caminaba por el sendero cubierto de hojas secas que llevaba a la mansión Blight, trataba de imaginar si aquella fiesta de té a la que iba sería como en los cuentos de hadas, en un bonito y encantador lugar, con pasteles de todos los sabores y con una princesa.
Pero ella ni siquiera llevaba un vestido, y la casa Blight, daba miedo.
-No me gusta el té, no quiero ir- se quejó Viri, su hermana mayor, mientras su madre la tomaba de la mano y la obligaba a caminar.
-Ustedes no van a tomar té- respondió su madre, mientras su hermana chillaba un largo "siii" de emoción.
-¿Porque no?- preguntó Boo, decepcionada.
-Porque es una reunión de adultos- dijeron su madre y Viri al mismo tiempo. La señora Reed sonrió, soltando la mano de su hija mayor, quién casi salió corriendo. Se detuvo y tomó a su pequeña Boo en sus brazos, levantandola. -La señora Blight y yo somos amigas y queremos conversar un rato- le explicó ella a la niña.
-¿Amigas?- repitió Boo.
-Asi es- respondió la señora Reed. -¿Y sabes que más?- le dijo -ella tiene una hija de tu misma edad, Amity. Seguro tú y ella se vuelven amigas también- le aseguró.
-Y yo jugaré con Emi y Edric- chilló Viri, corriendo en círculos. -En la escuela Edric me regaló una galleta y dijo que me daría más cuando lo visitara- contó la niña. -¡Comeré galletas hasta que me duela el estómago!-.
La señora Reed negó y siguió caminando mientras Boo se preguntaba si esa tal Amity también querría ser su amiga.
🐾
Una chica joven vestida de blanco y negro les abrió la puerta y les dió la bienvenida. Su madre les susurró que no hicieran ninguna travesura mientras estuvieran ahí, aunque veía directamente a Viri, y luego las llevo por la casa, como si la conociese de memoria.
-¡Te he dicho que no quiero más gatos, Amity!- gritó una mujer, haciendo que la pequeña Boo se congelará de miedo.
Su madre les soltó la mano y entró en una gran habitación llena de libros, saludando a una mujer de cabello verde claro, con quién comenzó a entablar una conversación.
-Ya no sé que hacer- suspiró la mujer. -Cada mes, trae un gato nuevo a la casa- dijo, mirando a su pequeña hija sin ninguna emoción.
-¡Son míos!- exclamó la niña, abrazando con fuerza una bolita de pelos naranja que parecía estar muy cómoda en sus brazos.
-Hija, tienes como diez gatos- razonó la señora Blight. -Se que quieres rescatar a todos los gatitos del mundo, pero, no puedes tenerlos a todos contigo- intentó explicarle. -¿Porque no les regalas unos a tus amigas?- la ánimo.
-¡Yo quiero este!- chilló Viri, tomando un gatito blanco que estaba debajo de una mesa.
-¡No!- lloró la niña -¡Deja a la señorita copos de nieve en paz!- le gritó Amity.
Pero su hermana, que le encantaba salirse con la suya, acunó a pequeño felina en sus brazos, haciéndola ronronear.
-Es muy bonito, señora Blight- dijo. -¿Me lo puedo quedar?- preguntó, batiendo sus pestañas con dulzura.
Y con esas palabras, la pequeña Amity comenzó a llorar, molesta porque no quería que nadie se llevará a sus pequeños gatitos.
-Viri, el gatito no es tuyo- la regañó Boscha. No conocía a la otra niña, pero le molestaba escucharla llorar.
-Pero la señorita Blight me lo va a regalar- gimió ella, mirando a la mujer. -¿Verdad que sí señorita?-.
-Claro que sí- dijo la señora Blight. -Pensaba llevarlos a un refugio, pero creo que con ustedes estarán mucho mejor- exclamó.
-¡Oh, muchas gracias señorita Blight!- exclamó Viridy, mostrando una adorable sonrisa.
Boscha miró a Amity, quién observaba a su hermana como si planeara su muerte, mientras la señora Blight les indicaba a todas que era la hora del té.
-No iré- protesto Amity, protegiendo en sus brazos al gatito color naranja.
-Esta bien- acepto su madre, quién tampoco quería lidiar con ella. -Quedate aquí con Boscha-.
Boo comenzó a negar, asustada de quedarse sola en esa habitación con aquella niña que no conocía.
-Oh, si, ¡Háganse amigas!- concordó su madre, sonriendo ante la idea.
-¿Yo puedo ir a jugar con Emi y Edric?- preguntó Viri, acariciando la cabeza de la gatita. Ella no disfrutaba el té, y tenía otros planes en mente.
-Por supuesto. Ellos están en su habita...-.
-¡Viri!- chillaron un par de niños de cabellos esmeralda, saliendo de la nada misma.
-Estan aquí- suspiró la mujer.
-¡Mira Edric! Tengo un bebé. Y tú eres el padre- dijo Viri, dándole un beso al chico en la mejilla y enredando su brazo en el de él.
-Oh ¿Puedo ser la tía?- preguntó Emi, uniéndose al dueto.
-¡Por supuesto!- exclamó ella, llevándose a los gemelos a otro lugar.
Las señoras Blight y Reed se miraron a los ojos, conteniendo una risa ante la escena y, sin decir nada más, salieron de la habitación, dejando a sus hijas solas.
Boscha estaba nerviosa, y Amity, ella estaba enojada.
-Hola- susurró Boscha, saludando tímidamente a Amity.
-Hola- dijo ésta, cortante.
Boscha se sintió muy incómoda cuando el silencio las envolvió y comenzó a recorrer con la mirada las paredes llenas de libros viejos, preguntandose cuánto duraba una fiesta de té.
-Ayudame- murmuró Amity, después de casi cinco largos minutos calladas. Boscha, desde el otro lado de la habitación, levantó la mirada.
-¿Que dijiste?- preguntó, no muy segura de lo que la niña había dicho.
-Ayudame a quitarle a la señorita copos de nieve a tu hermana- dijo Amity, dejando a la otra gatita, la de pelaje naranja, en el suelo.
-Ni loca- se negó Boscha. -No conoces a Viridiana. Se vengara si le quitas al gato-.
-¡Claro que la conozco!- chilló Amity -siempre se lleva mis juguetes cuando viene- gruñó molesta. -¡Pero no dejaré que se robe también a la señorita copos de nieve!- exclamó.
-Pero... yo no quiero meterme en problemas- susurró Boo, abrazándose a si misma.
Amity dió un paso hacia ella, a punto de decirle que si la ayudaba, después podrían jugar juntas a lo que ella quisiera, pero observó el rostro de la niña, y comprendió que no la ayudaría.
Un maullido agudo llamó la atención de las dos niñas, y un gatito color ceniza paso corriendo por la habitación, desapareciendo tras un hueco entre los libreros.
Boscha río.
-Tu mamá tiene razón, tienes muchos gatos- comentó, deshaciendo el denso silencio.
-Son solo nueve- contestó Amity. -O díez- agregó. -No son tantos-.
-Yo nunca he tenido un gato- dijo Boo, agachándose y acariciando la espalda del minino de pelaje naranja que estaba cerca de sus pies.
-Ella es Miss Calabaza- dijo Amity, acercandose a la niña y acariciando las orejas de la gatita. -Le agradas-.
Boscha escuchó el suave ronroneó de la gata y río cuando ésta se tiró al piso, de espaldas, con las patas muy extendidas.
Estaba por acariciar su estómago, pero Amity la detuvo al instante.
-¡JAMÁS! acaricies un gato en el estómago- le advirtió, y Boscha se asustó, alejando sus manos de la felina. -No les gusta- explicó, levantando la manga de su blusa.
Boscha miró horrorizada dos largas líneas rojas, que por suerte, parecían ser solo cicatrices viejas.
-¿Los gatos son malos?- preguntó Boo, mirando a la adorable bolita de pelos en el suelo que lamía sus propias patas.
-No, solo no les gusta ser molestados- dijo Amity, recitando esa línea como si ya la hubiese dicho un par de veces antes.
-¿Y que si les gusta?- preguntó nuevamente la niña, curiosa.
-Oh, les gusta comer- dijo Amity, levantandose y corriendo fuera de la habitación. Volvió unos minutos después con un platito rojo lleno de comida, y llamó a los gatos.
Uno a uno, varios gatitos, blancos, negros y atigrados, salieron de sus escondites, corriendo hacia la niña con su comida. Boscha se asombro al ver como toda la comida del plato desaparecía en menos de un minuto.
Cuando terminaron, los gatitos aún hambrientos, comenzaron a maullar, mirando fijamente a Amity.
-Oh oh- dijo la niña, que sabía que no debía darles comida de más, y menos cuando ya los había alimentado antes -Lo siento, mamá va a regañarme si les doy más comida- se disculpó con los gatitos, pero éstos no la entendieron, y siguieron maullando.
-Eh, Amity- musitó Boscha, señalando a la ventana abierta. Amity se quitó un gatito de encima y miró hacia dónde apuntaba Boo, observando el momento exacto en el que uno de sus gatitos saltaba por la ventana.
-¡Miss Calabaza!- chilló Amity, espantando a los demas mininos.
Corrió hacia la ventana, asustada, y suspiró de alivio al ver que la gatita estaba en la rama de un árbol.
-Vuelve aquí- susurró Amity, llamando a la gata.
Boscha se acercó a la ventana, tratando de alcanzar a la felina con sus manos, pero está no quería volver con la niñas, y corriendo entre las ramas, se alejó aún más.
Amity observó boquiabierta como su gata saltaba del árbol y se escabullía entre los arbustos, ignorando por completo su llamado. -¡Vuelve aquí!- le gritó por última vez, con pequeñas lágrimas en sus ojos dorados.
-Tenemos que ir a buscarlo- le dijo Boscha, tomándola de la muñeca.
Salieron de la habitación y caminaron de puntillas por el corredor, bajaron las escaleras en silencio, como pequeñas espías, y se escabulleron por la cocina a la vista de todas las empleadas de la casa.
Las dos niñas corrieron hacia el bosque sin mirar atrás, con el aire frío revolviendoles el cabello y levantando a su paso las hojas secas del otoño.
-Miss Calabaza- gritaba Amity, asomándose detrás de cada piedra y arbusto, buscando a su gata.
-Gatita- llamaba Boscha, revisando entre los huecos de los árboles.
Encontró una moneda antigua, una piedra de color azul y un par de bellotas, pero ningún gato.
Pasaron unos diez minutos, y tras mucho caminar y gritar, las niñas llegaron a un pequeño estanque.
-¡Talvez fue a tomar agua!- exclamó Boo, corriendo hacia el agua.
-¡Espérame!- gritó Amity, siguiéndola.
A la orilla del estanque, tiradas en el suelo, habían una cesta de picnic, una pala y una manta roja, pero no había nadie más ahí. Boscha se agachó y buscó al gato dentro de la cesta, pero tampoco lo encontró.
-No está aquí- dijo ella, sacando un paquete de galletas de chocolate de la cesta.
Amity miró las galletas y luego a Boscha, y se acercó, extendiendo la mano. Bocha abrió el envoltorio y le dió una galleta a la niña, tomándo la otra para ella.
-¡Eso es mío!- exclamó una chica, saliendo del agua y espantando a la niñas, quienes dejaron caer la comida al suelo.
-¡Viri no hagas eso!- gritó Boo, apretando los puños y pateando el suelo.
-Y ustedes no se coman mis galletas- las regaño ella. -¿Que tal si las preparó un hada y están envenenadas?- les dijo.
Las niñas se miraron a los ojos, muy asustadas.
-Se lo voy a decir a mamá y la señora Blight- cortó Viri, saliendo del agua.
-No por favor- gimió Amity, haciendo un puchero. Pero entonces se dió cuenta de que Viri había estado en el estanque, sola. Sin la señorita copos de nieve. -¿¡Dónde está!?- gritó, mirando desesperada a todos lados.
-¿El gato?- preguntó Viridy, y Amity asintió. -Esta con su papá- respondió.
-¡Devuélvemelo!- chilló la niña.
-Si Viri, dáselo- dijo Boo.
Viri estaba a punto de decirlos que nunca jamás, pero unas voces conocidas la llamaron, y sabía que tenía que esconderse.
O perdería el juego.
-Esta bien, está bien, no le diré a nadie que comieron galletas de hadas envenenadas- dijo Viri -¡pero tienen que correr ya! O si no, la Dama Búho vendrá y las arrastrará a su cabaña en el bosque y se las comerá vivas- exclamó.
La Dama Búho era una vieja bruja que vivía en el bosque, y que todos decían, se llevaba a los niños que no obedecían a sus padres a su cabaña, ¡Y se los comía!
Las dos niñas, que no querían que la Dama Búho las atrapará, hicieron caso a Viri y corrieron lejos, nuevamente hacia el bosque.
Viridiana las observó irse, y volvió a sumergirse en el agua.
🐾
Las niñas dirigieron sus pasos hacia la mansión Blight, tristes por no haber encontrado a la gata.
-Tranquila, el gatito volverá- le aseguró Boscha.
La niña secó sus lágrimas, sollozando. -¿Y si nunca vuelve?- preguntó. ¿Y si ya no me quiere y por eso se fué?-.
-Si no te quiere, entonces no sigas buscándola- le dijo Boscha. -¿Para que buscarla entonces?-.
La niña quisó llorar aún más, angustiada ante la idea de que sus gatitos dejarán de quererla y todos se fueran, dejándola sola.
-Estas mintiendo- lloró la niña, corriendo lejos de Boo.
-No Amity, espera- gritó Boscha, corriendo detrás de ella.
Las hojas se arremolinaron y dispersaron bajo sus pasos, perturbando la pacividad que reinaba en aquel bosque.
Amity corrió y corrió, sin saber a dónde iba, hasta que perdió el equilibrio y tropezó, cayendo al piso.
-Auch- gimió ella, observando los raspones que tenía en las rodillas y las manos. Boscha llegó hasta ella y se asustó al ver las gotitas de sangre y los pequeños cortes.
-¿Estás bien?- exclamó, ayudándola a limpiar la tierra adherida a ella.
La niña asintió, levantándose. Una mueca de dolor cruzó su rostro al hacerlo y un pequeño hilo de sangre bajo por su rodilla.
-Espera, ponte esto- dijo Boo, buscando en sus bolsillos. Sacó la moneda antigua y una pluma, un caramelo y una bellota, y finalmente una bandita, la cuál colocó sobre la herida de la niña.
-Gracias- dijo Amity, tímida.
-De nada- contesto la niña, sonriendo. Y entonces un dulce aroma impregnó el lugar, haciendo que las dos niñas se miraran a los ojos.
Era un aroma a miel, chocolate y flores.
-¿Que es?- preguntó Boo, olfateando el aire.
-No lo sé, pero huele a pastel de flores- dijo Amity, buscando el lugar de donde provenía aquel aroma.
-No seas tonta, no existe el pastel de flores- dijo Boscha, siguiéndola.
-¡Claro que sí!- exclamó Amity. -Cuando cumplí años, mi mamá me hizo un pastel y tenía flores de colores. Sabían a caramelo- dijo.
Boscha se sorprendió. Ella nunca había comido flores de ningún sabor.
Curiosas, las niñas continuaron siguiendo el aroma, hasta que llegaron a una cabaña de cristal cubierta de hiedras verdes y exóticas flores.
-Se parece al castillo de La Bruja Durmiente- dijo Boscha, asombrada.
-Oh, ¡Yo sé dónde estamos!- exclamó Amity, caminando hacia aquel lugar. Llegaron a la puerta, que también era de cristal traslúcido, y espiaron hacia el interior.
Boscha observó que adentro de aquel lugar, que debía ser un invernadero, habían más plantas, plantas mágicas, y entre ellas, una niña de cabello negro.
Entonces Amity comenzó a tocar la puerta, captando la atención de aquella pequeña niña.
-¡Willow!- chilló Amity cuando la niña abrió la puerta, abrazándola.
-¡Amity!- exclamó la pequeña, devolviéndole el abrazo.
Y entonces sus ojos se posaron en la niña de cabello rosa que acompañaba a su amiga.
-Hola- dijo tímidamente.
-Ho-hola- repitió Boscha, alzando un poco la mano para saludar.
-Oh, ella es Boscha- explicó Amity, presentándolas. -Y ella es Willow, mi mejor amiga- exclamó muy orgullosa, volviendo a abrazarla.
Las niñas rieron y Boscha sintió una sensación muy fea en el estómago, algo frío y molesto, y apenada, se dió la vuelta, dispuesta a volver a La mansión Blight.
Amity no podía ser su amiga porque ya tenía otra amiga, ¿No?
Willow se dió cuenta de que la niña las estaba mirando muy raro y, cuando se dió la vuelta y comenzó a caminar lejos de ellas, se separó de Amity y la llamó, tomandola de la mano.
-Espera, no te vayas- exclamó Willow, deteniendola.
Boscha se sonrojó al sentir las manos de la otra niña sobre su muñeca, y detuvo sus pasos.
-Estoy haciendo una fiesta de té, ¿Porque no se quedan un rato?- les pidió Willow.
-¿Una fiesta de té?- repitió Boscha. ¡Ella quería ir a una fiesta de té!
-Siii, vamos- chilló Amity, tomando la otra mano de Boscha y corriendo con las dos niñas hacia el interior del invernadero.
Adentro, sobre una mesa de madera, había un pequeño pastel de color blanco con diminutas zanahorias, un platito con galletas y una tetera, la cuál despedía aquel dulce aroma que las había traído hasta allí.
Willow les dió coronas de flores, rosas y margaritas, y colocó unas macetas en el piso que usaron como sillas. Les dió una porción de su pastel de zanahoria a cada una y jugaron a que eran princesas mientras bebían de aquel té, perdiendo la noción del tiempo hasta que el sol comenzó a caer.
-Amity ¡Van a castigarnos!- exclamó Boscha.
-Oh, oh- dijo ella, levantándose de se maceta.
-Ay no- dijo Willow, dándose cuenta también de que era muy tarde. -Papá puede llevarlas en su escoba- comentó ella, y fué a buscarlo.
El señor Park llegó al invernadero, observó el desastre sobre la mesa y a las tres niñas con los rostros llenos de pastel y suspiró, aceptando llevarlas a su casa.
-¡Adios, adiós!- gritó Willow, observandolas alejarse en el cielo violeta.
Ningúna de las dos había viajado antes en un bastón y tuvieron los ojos cerrados casi todo el tiempo, aterradas.
Llegaron a la mansión Blight casi al anochecer, y cuando el señor Park tocó la puerta, está se abrió casi al instante.
Una muy angustiada señora Blight salió, casi desmayandose de alivio al ver a las dos niñas.
El señor Park les explico lo que había pasado, al menos lo que él sabía, y las niñas entraron a la mansión, sabiendo que estarían castigadas al menos un mes.
-Estas en problemas, señorita- dijo su madre, mirando enojada a Boo.
-Y tú también, Amity- dijo la señora Blight, volviendo a la sala.
-¿Cómo se les ocurrió irse tan lejos y sin avisar?- preguntó la señora Reed.
-Lo siento- gimió Amity, tomando entre sus puños el borde de su falda. -Yo solo quería recuperar a mis gatitos. No quiero quedarme sola- lloró.
-No, es mi culpa- interrumpió Boscha. -Yo le dije que fueramos a buscarla-.
-¿Que gato?- preguntó la señora Blight.
-Miss Calabaza- dijo Amity.
-¿El naranja?- siguió su madre.
-Si- respondió.
-Oh, es el gatito que encontré en el jardín- exclamó su hermana, Emi, que estaba sentada en una esquina juntó a Edric, Viri, ¡Y Miss Calabaza!
Amity sonrió al ver a la gatita, aliviada al saber que estaba bien, y corrió hasta ella, tomándola en sus brazos.
La gatita ronroneó en sus brazos, contenta de estar con su dueña.
-Oh no, esto es todo- exclamó la señora Blight -si vas a escaparte así cada vez que uno de estos gatos salga a pasear, entonces no te dejaré tener ni uno- dijo. -Mañana mismo me los llevare a todos a un refugio-.
-Pero...- murmuró Amity, a punto de llorar.
-Nada de peros- dijo su madre. -Lo que hiciste hoy fué demasiado. Estás castigada- le informó.
Amity tembló. No le importaba estar castigada, pero que se llevarán a sus gatitos a un lugar dónde no los cuidarían como ella lo hacía, eso la entristecía.
Quedarse sin sus amigos le dolía.
-Yo puedo cuidarla- exclamó Boscha al ver las lágrimas que resbalaban del rostro de Amity.
La niña observó a la gatita en sus brazos, pequeña y naranja, y lloró aún más.
-¿Lo-lo prometes?- susurró Amity.
-Lo prometo- le dijo Boscha.
Amity, aunque no quería, colocó a la gatita en los brazos de la otra niña, pues sabía que ella la cuidaría mejor de lo que lo haría cualquier refugio.
-Mi amiga va a cuidarte y quererte mucho- susurró Amity a la gatita, para luego besar su frente.
Amiga.
Amity la había llamado amiga. ¡Eran amigas!
-¡La traeré cada vez que venga de visita!- le aseguró Boscha -¡y la cuídare mucho!- prometió.
-Gracias- dijo Amity, secándose la lágrimas, y luego la abrazó.
Boscha recordó esa promesa mientras volvía a casa con la gatita calabaza en sus brazos, dispuesta a cumplirla, por su nueva y primera amiga.
Y recordaría por siempre, aquella aventura en el bosque buscando a Miss Calabaza.
🐾
Este Oneshot estaba planeado desde el capítulo Understanding Willow, opps.
Pero mejor tarde que nunca.
Escribir está historia me sacó de mi zona de confort, probando un género se apenas suelo leer, el Middle grade ( o historia para niños ).
¿Les ha gustado? 🐾
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