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-36-

Después de haber limpiado todas las heridas de su cuerpo y poner curitas a las más grandes, exploró esa casa en la que estaba sin miedo.

Ya había vivido eso una vez.

Habían pasado 13 años y ya no estaba en la casa que conocía, estaba en otra parte de Utah.

Se miró al espejo, el rubio natural de ojos verdosos había vuelto.

Por suerte, no había nadie en esa casa y parecía que no vivía nadie más que él.

Agarró el teléfono y curioseó la nueva manera de utilizarlos, habían cambiado mucho en todos esos años. Hasta que en esa pantalla llegó una nueva notificación. Lo escribía "mamá". Abrió el chat con rapidez y leyó el mensaje.

"Estaremos tus hermanos, tu padre y yo por Provo mañana para visitarte".

Miró la foto de perfil, era una foto de su madre, se veía algo más mayor, ella estaba junto a su padre, el cual seguía casi igual.

Había pasado mucho tiempo y deseaba verlos. Los había echado de menos.

"Claro, nos vemos mañana, mamá" Envió el mensaje y guardó el teléfono.

Comió algo y estuvo mirando en un ordenador un poco todo lo que había pasado esos años.

Llamaron al timbre.

Se levantó y abrió la puerta, detrás de esta había un pelinegro al que conocía a la perfección, Yoongi. Este se veía con la cara más madura, sus facciones faciales más duras y el pelo ayudaba a dar esa imagen.

Sonrió de inmediato al verlo y lo abrazó.

No se iba a poner a llorar, pero lo haría si no fuera porque lo miraría raro.

El anteriormente peli menta llevaba una mochila que colgaba de uno de sus hombros. Una sudadera de color azul marino con el nombre de la universidad de Provo en esta, junto al logo.

— No vuelvo a dar charlas en universidades. — Dijo mientras entraba. — Yo ya no estoy en mi etapa para dar charlas sobre baloncesto. —

Era cierto, Yoongi por lo que le contó 13 años atrás, iba a entrar a la universidad de Provo por una beca.

Habitualmente los estudiantes de Utah se iban a esa universidad a estudiar, algo que probablemente hicieron la gran mayoría de sus amigos.

Y podía llegar a la conclusión de que cuando él viajaba en el tiempo, o cualquier otra persona, el universo, o aquellos que estuvieran encargados de esto en un futuro muy lejano. Hacían que todo se adaptara al viajero en el tiempo.

Y él hace muchos años tuvo la oportunidad de que le tocase en ese lugar, con la familia que tenía y sus amigos.

— ¿Me puedo quedar aquí hoy? No me apetece ir a casa, Jimin y yo hemos discutido. —

¿Jimin?

¿Viven juntos?

— Ah... Claro, claro, no hay problema. —

— Vivir juntos es peor de lo que pensé... — Suspiró. — Quiero a Mimi, pero es complicado. Somos diferentes y recién llevamos un año juntos. Considero que éramos mejores como amigos. — Dejó la mochila a un lado, se quitó los zapatos y se puso como indio en el sofá. — Hacía tantos años que no teníamos nada, ni siquiera sexual. Creo La última vez que tuvimos sexo antes de hacernos pareja fue con 17 años, poco antes de que tú y Jungkook lo dejarais. Nos separamos los dos por el tema de vuestra ruptura, aunque después de que Jimin y Namjoon se alejaron de Jungkook, volvimos a acercarnos, y decidimos dejarlo como amigos, nada de sexo. Y con los años nos dimos cuenta de esto... Y ahora vivimos juntos. —

Taehyung se sentó a escuchar a su amigo ahora peli negro.

— Es que irse a vivir tan rápido... —

— Ya, pero es que nos conocemos desde hace 15 años. —

— Pero no habéis sido pareja antes. Cuando te conocí, Jimin solo te hablaba para decirte que te apartaras de su camino. —

Yoongi sonrió.

— Me acuerdo cuando te lo contaron el primer día de clases, sí. Estaba muy obsesionado con Jimin en ese entonces. —

— Y creías que serías el pasivo de la relación. — Rio. —

— Cállate. — Le dio un golpe en el brazo. —

...

14 años atrás... El primer día de clases.

Los amigos estuvieron hablando y preguntándole cosas a Williams para poder conocerle mejor, e incluso preguntaron por su vida amorosa.

— Bueno... Tengo gustos... Algo... Diferentes. —

— ¿Eres gay? — Hoseok recibió un golpe de Jin. — ¡Ay! No puedo ni preguntar. —

— Sí, soy gay. —

— ¿De verdad? — Preguntó Hoseok Bailey. — Este de aquí está obsesionado con uno que hace danza contemporánea. — Señaló al peli menta. — Aunque nunca podrá ni decirle hola... Y Jin... Es Jin, es gay también, pero está centrado en tomar fotos con su enorme cámara. Y yo soy bisexual. ¡Tenemos a un nuevo gay en el grupo! —

Taehyung rio ante esa última cosa que dijo, pero también se sorprendió. Yoongi y Jin solo negaban con la cabeza y establecieron una conversación entre ellos.

— ¿Tengo pinta de heterosexual? —

— A ver, eres guapo y bueno... cualquier chica se fijaría en ti. Por lo general aquí la gente es heterosexual... No quedaba otra. —

— No, no me gustan las mujeres... De hecho, antes en el colegio se metían conmigo por ser gay. —

— ¿De verdad? Aquí no te dicen nada, porque aunque parezca que no, hay bastantes gays en el instituto, por ejemplo el inalcanzable de Yoongi. —

— No es inalcanzable, me habló. — Respondió el peli menta quien a pesar de estar hablando con Jin, seguía escuchando lo que decían el rubio y el peli platino. —

— Lo que digas... Solo te dijo que te apartaras de su camino.— El rubio rio. — Hasta Taehyung se ríe de ti, Yoongi. —

— ¿Quién es ese inalcanzable? —

— Fíjate en esa mesa de allí, el chico de pelo naranja, que al lado tiene a otro con gafas... —

— Los veo. —

...

Estuvieron hablando de tiempos de adolescencia e instituto, e incluso recordaron cuando hicieron aquel trío con Jimin, algo que habían dejado en el pasado, pero que en la actualidad hacía gracia recordar entre ellos.

— Éramos adolescentes con las hormonas disparatadas. — Dijo el peli negro tumbado en las piernas de Taehyung. — Por cierto... ¿Sabes cuándo era la reunión de prueba de trajes de los padrinos de Jin? —

¿Jin se iba a casar? Tenía muchas cosas por averiguar, habían pasado demasiados años.

— Ni idea. ¿Cuándo se casaba? —

— En unos 6 meses. —

Siguieron hablando mientras Yoongi le contaba distintos problemas que había tenido con su pareja en los últimos meses respecto a la convivencia.

También hablaron de sus años universitarios, y ahí pudo descubrir qué había estudiado él y qué había estudiado su amigo.

Yoongi había estudiado enfermería. Taehyung traducción e interpretación, así que se dedicaba a trabajar en una editorial en la que traducía manuscritos de literatura Coreana a inglés, o al revés, ya que supuestamente "había estudiado coreano durante su carrera".

Y ahora trabajaba desde casa.

También hablaron del resto del grupo.

Namjoon se dedicaba al ámbito judicial. Hoseok era veterinario, Jin psicólogo. Jimin era bailarín profesional, aunque no era muy conocido por eso, era conocido por ser un excelente profesor en su academia de baile.

— ¿Y qué hay de Jungkook? — Preguntó. —

Yoongi lo miró con el ceño fruncido.

— Creía que no querías saber más de él. Te enfadaste cuando Jin te dijo que iría a su boda hace un par de meses. —

Habían cortado según el universo. Supuestamente, ambos habían separado sus caminos porque así lo quisieron.

Pero él sabía que aquella no era la verdad.

Taehyung seguía amando a Jungkook Taylor.

Y jamás se hubiera separado de él.

— Me da curiosidad y ya. — Musitó. —

— No sé exactamente qué sucedió con él, solo sé que estudió en la universidad de Provo como todos nosotros. No sé en qué facultad o ámbito. Ni siquiera sé por qué Namjoon y Jimin se separaron de él. — Explicó. — No lo veo desde que rompisteis. Jimin y Namjoon a penas se han reencontrado con él después de casi 13 años. Creo que está en Salt Lake City, solo estudió aquí y se volvió. No sé si Jin sabrá algo más de él, supongo que sí, pero a mí no me ha contado nada. —

— ¿Y Hoseok sabe algo? —

— No creo que sepa algo, menos estando en Australia cuidando de animales. —

Era cierto, es veterinario y Australia es un lugar donde hay muchas especies de animales.

Estuvieron hablando todo el día de diferentes cosas y situaciones, vieron alguna película y más tarde se llevó a su amigo para cenar y distraerlo de sus problemas de pareja.

Se lo pasaron muy bien.

Después de tanto tiempo lo necesitaba.

Cuando dejó al ahora peli menta durmiendo, miró algunas fotos con recuerdos que no existía, pero parecían reales.

Había una foto en la que él estaba en la graduación de High School de sus hermanos menores, supuestamente 6 años atrás, en 2013.

Sonrió al ver a esos dos niños tan grandes, la última vez que vio a sus dos hermanos, ambos tenían 10 años.

Y ahora Oliver estaba hecho un joven y Emma una mujercita.

Ambos muy guapos y rubios como él.

Se puso a llorar con esa foto entre sus manos.

El tiempo corría rápido y no había podido verlos crecer.

Algo que hubiera deseado hacer.

Vio fotografías de su supuesta graduación en la universidad junto al grupo de amigos que también estaban graduándose, en el que había 6 personas, y faltaba la persona a la que más deseaba ver, Jungkook Taylor.

Entre las imágenes de su graduación había una junto a sus amigos Nathan y Rowdy, aquellos chicos que conoció en el instituto, estos parecía ser que no se habían graduado en la misma universidad.

Estuvo llorando durante bastante rato, ya que le parecía irreal.

Todos ya tenían 31 años y Taehyung la última vez que los vio fue con 17.

Quizás lo mejor no era volver.

Estaba siendo un choque emocional muy fuerte para él.

Al día siguiente despertó y su amigo peli negro estaba sentado en el sofá junto a Jin. Y al verlo, miles de sentimientos se apoderaron de él.

Después de 13 años volvía a ver a ese chico que le ayudó el primer día de clases.

Y que gracias a él tuvo esa maravillosa oportunidad de conocer al resto de sus amigos.

Recordaba a la perfección el primer día al que fue a ver el instituto antes de las clases.

...

14 años antes...

La directora se llevó a Kim (ahora Williams) para que un alumno le hiciera un Tour por el gran High School.

— Este es Jin, él te ensañará todo, es de último año como tú, podréis ser grandes amigos. — Agarró el hombro del tal Jin. — En una hora habréis acabado, le avisaré a tus padres. —

La señora se marchó y el chico más alto que él extendió la mano.

— Soy Jin Kim. — Se presentó. —

— Taehyung... — No dijo su apellido por si no era el que creía y correspondió la mano extendida. — ¿Eres coreano? Lo digo... Por el apellido, es muy común allí. —

— No... Mis padres son ingleses, pero supongo que nuestros antepasados provienen de allí, por el apellido. ¿Tú de dónde eres? —

Mierda

— ¿Yo? Bueno, soy de aquí, nací en Nevada, en un pueblo. — Mintió con la información que le dio su "madre". —

— Guay. — Sonrió. — Vayamos o no dará tiempo. —

...

Sus ojos se cristalizaron.

Aquellos encuentros estaban siendo demasiado para él, pero sus amigos no sabían nada y lo veían como algo normal, como si en esos 13 años no hubiera pasado nada.

El universo había reconstruido el pasado y ahora supuestamente había una historia que jamás sucedió para él, pero que sus amigos y la gente que conocía en sus mentes pensaban que sí.

Se acercó a él tratando de no llorar.

Tanto tiempo...

Lo abrazó con fuerza y se aferró a él.

— ¿Cómo estás, Tae? — Preguntó invitándole a sentarse. —

El rubio se sentó y lo miró antes de contestar.

— Muy bien. — Tenía los ojos brillosos, evitando llorar. —

Charló junto a ellos antes de irse a preparar para ver a su familia. Estaba ansioso y nervioso. A Hoseok no podían verlo debido a que estaba en Australia, pero ansiaba hacerlo y poder reunirse los cuatro, como lo hacían en su adolescencia.

A lo largo del día, esperando a que llegase la hora de ver a sus padres, tomó una decisión demasiada repentina.

Se iba a teñir el pelo.

El rubio le recordaba a muchas épocas de su vida que no eran agradables o lo hacían sentir nostálgico.

Así que sus dos amigos le ayudaron a teñirse a un color más oscuro, aunque seguía notándose que era rubio.

Rubio oscuro.

Sus amigos se fueron después de pasar el día. El peli negro, anteriormente peli menta, le agradeció el gesto de dejarle quedarse en su casa por la discusión.

Todos habían crecido, sobre todo se podía notar debido a la forma de hablar de cada uno, habían madurado.

Ya no charlaban de cosas de niños o problemas adolescentes.

Se miró al espejo y pudo observar al Taehyung Williams, que conocía, solo que ahora, con el pelo más oscuro. Sus ojos verdosos seguían igual que hace años y el resto lo conocía a la perfección.

Por suerte tenía carnet de conducir tanto en Estados Unidos como en Corea, así que agarró el coche del garaje y fue al lugar en el que le indicó su madre que se encontrarían.

Irían a cenar.

Se dirigió hacia el lugar después de vestirse de manera elegante con lo que había en su armario por petición de su madre, la cual había reservado para cenar en un restaurante de lujo.2

Y allí vio a sus padres y dos hermanos, sentados en un banco.

No llevaba ni 48 horas y ya quería llorar por quinta vez.

Se acercó a ellos con algo de nervios y cosquilleos en el cuerpo, y los abrazó.

Su hermano menor estaba de su altura, Emma; sin embargo, aún era algo más baja que él. Los estrechó contra sus brazos a cada uno de ellos y les preguntó como iba su vida, para después charlar con todos mientras iban de camino al restaurante.

Se adentraron a este, era un lugar precioso.

Toda la decoración era bonita, había cuadros por las paredes, eran paisajes muy bonitos, de cielos estrellados, campos de flores o mares muy bonitos.

Se sentó en la mesa a la que uno de los camareros los llevó y charlaron tranquilamente.

— ¿Qué les pongo para beber, familia? — Les preguntó un camarero. —

— A mí dame una copa de vino blanco, por favor. — Le pidió su madre. —

— A mí una de vino tinto. — Pidió su padre. —

— Yo igual. — Le dijo al chico. —

Sus hermanos pidieron otra bebida y les sirvieron lo pedido.

Más tarde, después de mirar la carta que tenía unos precios demasiado elevados, decidió pedir lo más económico de la carta.

No iba a gastarse tanto, a demás, no sabía cuánto dinero tenía en la tarjeta.

Agarró el teléfono para mirarlo y abrió los ojos sorprendidos.

Había demasiado.

En ese momento decidió cambiar el plato que pediría y se lo indicó al camarero, este no tuvo problema con cambiarle el pedido debido a que todavía no se había empezado a hacer.

Comieron una exquisita variedad de platos, que disfrutaron mientras hablaban de distintos temas.

Sus hermanos habían estudiado una carrera universitaria, aunque cada uno estudiaba cosas diferentes. Estudiaban en Salt Lake City debido a que a ellos se les hizo más cómodo ir a estudiar a un lugar más cercano.

Su hermano estaba estudiando medicina y estaba en su quinto año. Y Emma ya se había graduado del grado universitario de arquitectura un año atrás, ahora estaba ejerciendo en su especialidad.

El camarero vino con una botella de champán en la mano.

— ¿Quieren? Invita la casa. — Les ofreció. — Esto es en honor a nuestro nuevo encargado y representante de este restaurante en específico. En unos minutos dará un discurso para todos los asistentes. —

Asintieron mientras sonreían y le agradecieron al chico.

Siguieron charlando con normalidad, vieron al nuevo gerente del restaurante por las mesas, aunque bastante a lo lejos, este iba saludando a las personas y hablando durante un rato con estas.

Una música ambiental empezó a sonar de fondo, la gente hablaba animadamente y se escuchaban las voces por el gran restaurante en cada mesa.

La gran mayoría de personas que estaban allí eran familias cenando.

Y todos iban elegantes.

Miró su teléfono, donde había varios mensajes, entre ellos personas que no esperaba encontrar entre sus contactos, como Nathan.

Abrió el chat rápidamente y leyó el mensaje, pero antes de hacerlo fue interrumpido.

— Buenas noches. — Escuchó una voz acercándose desde su derecha. —

Sus padres saludaron y el ahora castaño alzó la vista hacia donde provenía la voz.

Los ojos de este conectaron enseguida con los contrarios.

Eran unos ojos que conocía a la perfección.

Que hacía mucho que no veía, pero jamás olvidaría.

Jungkook Taylor.

Vio al chico abrir la boca, pero enseguida la cerró.

El pelinegro llevaba un traje negro, con un toque informal debido a que la camisa que llevaba estaba con un par de botones abiertos. Se veía en sus manos unas cosas negras sobre ellas; tatuajes. Sus piercings seguían ahí. Estaba peinado con un recogido de pelo en un moño, ahora el pelo estaba largo.

Su cuerpo estaba bastante más grande de lo que recordaba.

Aunque el castaño casi rubio también había perdido su buen físico, se veía más delgado y quizás era por eso que lo notaba más grande.

Bastante más corpulento que hacía 13 años.

— ¡Jungkook! — Saludó su padre, que estaba sentado delante de su hijo mayor. — ¡Cuanto tiempo! — Se levantó de su asiento para darle la mano. — A veces me pregunto qué hay de tu vida y por casualidad nos hemos encontrado. —

— Buenas noches, señor Williams. — Sonrió el chico algo nervioso. — Es un placer verles después de tanto. —

— Y tanto que sí, hace más de 10 años. Has crecido muchísimo, ya no eres un niño. — Le agarró de los hombros. — ¿Así que tú eres el encargado de todo esto? Enhorabuena. —

— Sí... Soy el encargado de este restaurante, de la franquicia de mi jefe y también encargado de todo el tema de la economía. —

— Me alegro de que te vaya bien. Desde que lo dejasteis tú y Tae no he sabido nada de ti, así que me alegra demasiado verte, ambos ya habéis crecido. —

Ambos se miraron, aunque el castaño casi rubio apartó la mirada de inmediato.

Sus dos hermanos menores conocieron al pelinegro, pero eran muy niños como para entender la situación.

Y ahora ya lo hacían, pero a pesar de haber guardado un buen recuerdo de los momentos pasados con Jungkook, ellos no acababan de saber cómo relacionarse con el mayor.

Su padre y su supuesto exnovio se quedaron hablando hasta que le avisaron al chico para que realizara el discurso.

Algo que le molestó, porque no se había acercado a saludarle a él.

Pero era justo.

Él le había dejado ahí solo, en Estados Unidos, aunque durante esos 13 años no lo recordara. Pero, probablemente Taylor pensaba, al igual que el resto, que lo habían dejado.

La humanidad y universo jugaban sucio.

Y como siempre, él era muy bueno con el público y las palabras. Hacía reír a la gente, sacar sus sonrisas sinceras y transmitía seguridad.

Siempre lo había sido bueno para eso...

La primera vez que lo demostró fue en aquella presentación de literatura en la que decidió apoyarle y tranquilizarlo.

Y quizás aquel fue uno de los momentos más claves para enamorar al menor, a pesar de en ese momento no tener ni idea de que acabarían siendo pareja.

No sabía cómo reaccionar ante ese encuentro tan poco esperado.

No esperaba encontrárselo casi 72 horas después de volver.

Tampoco sabía cómo acercarse al chico.

¿Y si no quiere verme?

¿Y si me odia por la supuesta ruptura?

Se hizo paranoias en la cabeza, una tras otra, quedándose totalmente sumergido en sus pensamientos mientras el discurso del pelinegro al que no había visto en 13 años seguía.

Una vez terminó, aplaudió junto a la gente por educación y reflejo, debido a que poco menos de la mitad del discurso había estado pensando en qué sucedería si decidía acercarse.

El tiempo había transcurrido y no podía ir como si nada. Taehyung Williams había cambiado mucho. Cuando llegó a América se hacía pasar por una persona fuerte e imponente, que no le importaba nada lo que le dijeran. Pero en realidad no era así, era la persona más sensible. Sin embargo, ahora, después de 13 años, ya no era un adolescente dispuesto a comerse el mundo, había crecido y sabía que aquello no era posible. Ahora era un joven que no era capaz de hacer mostrar eso, menos con aquel chico que tenía delante, hablando con clientes. Ese chico le aterrorizaba ahora mismo, cuando quizás años atrás era su todo y la persona en la que podía apoyarse y confiar plenamente.

Pero Jungkook también había crecido y se habría dado cuenta de muchas cosas.

Ya no estaban en 2005 o 2006.

Ahora estaban en 2019 y ambos eran hombres adultos, ya no unos niños que solo tenían sexo y no debían preocuparse más que por los estudios y quedar con los amigos.

Ambos tenían un trabajo y responsabilidades fuera de este.

Quizás Jungkook se había casado con alguien y estaba planteando la idea de tener niños.

Era algo que no podía saber si no se acercaba al chico.

Pero tampoco se veía capaz de hacerlo. Suponía un esfuerzo mental y emocional dependiendo de la respuesta y reacción del pelinegro.

Suspiró y salió de sus pensamientos.

Encontrándose a su padre nuevamente hablando con el pelinegro.

Ellos dos se llevaron muy bien años atrás y se notaba.

— No os preocupéis por la cuenta. — Sonrió el que algún día fue su pareja mientras guiñaba un ojo a su padre. —

— No, no, no hace falta. —

— Sí, no se preocupen. — Insistió Taylor. —

El chico se acercó a la mesa mientras el padre de la familia Williams se sentaba. Jungkook se posicionó en la cabeza de la mesa mientras miraba al ahora castaño.

— Debería irme, ha sido un placer volver a verles. — Sonrió. —

— Igualmente, Jungkook, has crecido mucho desde la última vez que te vi, espero que estos años hayan ido muy bien. — Su madre le dio una sonrisa amable. — Ya nos veremos. —

— Claro, cuando quieran. —

Este agarró un papel de uno de sus bolsillos junto a un bolígrafo. Y escribió algo antes de extenderle la mano con el papel al menor.

El hijo mayor de los Williams lo miró a los ojos, sorprendido, y el pelinegro insistió con la mirada para que lo agarrase.

Sus padres y hermanos hablaban entre ellos y los sentimientos lo estaban devorando poco a poco sin que se diesen cuenta.

Agarró el papel doblado con la mano temblorosa y nerviosa antes de que el mayor desapareciera, yéndose a la caja a hablar con el chico que estaba allí.

Su familia no le preguntó nada, ya que ellos no estuvieron pendientes de lo que sucedía a su alrededor.

Abrió el papel bajo la mesa, leyendo de inmediato lo que ponía.

"Acabo mi turno a la una de la madrugada, ven si quieres"

Sonrió y miró en dirección hacia donde se había ido el pelinegro, pero este ya no estaba.

Suspiró intranquilo y se unió a la conversación que estaban teniendo al lado suyo.

Cuando terminaron de cenar el castaño se ofreció a llevarse a sus padres y hermanos a casa, ya que estos fueron en transporte público.

Tenía dos horas de por medio antes de que el turno del chico pelinegro terminase y tenía que calmar los nervios de alguna manera.

Condujo y dejó a sus padres en su antigua casa, llenándole de recuerdos al verla, e incluso entró durante un rato y al ver la habitación en la que residió durante casi un año se le vinieron miles de recuerdos.

Al final, después de trece años, había olvidado como era aquel lugar, como era Estados Unidos, la vida allí, olvidó lentamente como eran los rostros e incluso voces de aquellos que lo rodeaban y era abrumador volver de golpe.

Seguía siendo surrealista viajar en el tiempo.

Cuando salió de la casa las gotas empezaron a caer del cielo, así que se apresuró a entrar al coche y conducir, tenía por lo menos 40 minutos hasta el restaurante y quedaba una hora para que acabase el turno de Jungkook.

Por desgracia, el tráfico empezó a ser muy grande y no pudo llegar al centro.

Quedaban 10 minutos y empezó a estresarse.

Tenía por lo menos 40 minutos caminado y llovía.

Se bajó del coche luego de aparcar donde pudo.

No iba a darle plantón a Jungkook.

Ansiaba verlo y ahora que tenía la oportunidad, no la perdería.

Nada más salir del coche, su pelo y ropa empezaron a empaparse.

Caminó con prisa mientras miraba cada poco tiempo la hora, el tiempo corría con prisa y a él le quedaba cada vez menos tiempo.

El viento golpeaba contra su rostro e iba a dirección contraria a la suya.

Debido a la niebla que había, cosa que era raro estando casi en verano, no podía ver casi nada.

Los minutos pasaban y ya había pasado más de 20 minutos desde que el chico había salido de su turno. Se estaba estresando y estaba perdido por Provo, una ciudad que no conocía.

Agarró el GPS del móvil y empezó a correr hacia la dirección.

Sentía que iba a morir de una hipotermia.

La lluvia caía más fuerte, dándole fuertemente contra el cuerpo y empapando su ropa, haciendo que la mezcla entre calor del cuerpo y frío de la ropa le hicieran un efecto negativo.

Le preguntó a varias personas por donde ir debido a que el móvil se estaba quedando sin batería y sin él no podría encontrar su coche.

Con el rato reconoció algunas de las calles por las que había pasado con el coche, relajándolo un poco debido a que su estrés estaba subiendo en picado.

No quería perder la oportunidad de hablar con Jungkook.

Casi se resbala por el agua que había en las calles, pero por suerte se estableció a tiempo.

Su respiración y calor corporal subían, al igual que sus mejillas y nariz se ponían frías debido a las temperaturas mezcladas.

A lo lejos, a dos calles después, pudo ver varias luces, ya casi se encontraba en la calle que debía. Pero no lograba ver a nadie parado delante del restaurante.

En ese momento empezó a llorar, mientras corría, las lágrimas se mezclaban con el agua de la lluvia.

Pero al acercarse cada vez más, pudo visibilizar la figura del chico, se estaba alejando, yéndose.

Probablemente, había esperado 30 minutos por él.

— ¡Jungkook! — Lo llamó desde la otra calle y lo vio girar sobre sí mismo. —

Este también estaba empapado.

Pasó el cruce a pesar de estar el semáforo en rojo, no había ningún coche. Cuando llegó y se puso delante del pelinegro, respiraba agitadamente y lo miró.

Taylor sonrió antes de pronunciar.

— Has vuelto. —

¡Hola! Aquí el capítulo, espero que os guste. Nos vemos en 2-3 días con más. No olvidéis votar, ya queda casi nada para el final y el epílogo.

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