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El día de su cumpleaños lo pasó en grande, aquel día permanecieron en la casa hasta la hora de comer, aprovechando las últimas horas antes de irse de aquella pequeña casa.
Desayunaron todos juntos, comiendo sobras del pastel y entre otra comida que realizó Seojoon para celebrar el cumpleaños del menor del grupo. Todos charlaron alegremente y cantaron la canción de cumpleaños para el rubio.
Ordenaron la casa mínimamente e hicieron las mochilas para dejarlas en el coche y subir en ellos, el chico que había reservado la casa, esperó al dueño para entregar ambas llaves, pagar la estancia y agradecerle por todos los servicios.
Una vez todos se subieron a sus respectivos coches, condujeron en dirección a un restaurante cercano, perdido en las montañas para comer antes de hacer el viaje de cuatro horas y despedirse de los chicos que habían ido desde Arizona para el cumpleaños.
Entraron a ese pequeño restaurante de comida internacional, en el cual había una reserva hecha por los invitados.
— Esto es increíble. — Miró la pared que estaba llena de banderas de países de todo el mundo. —
Se sentaron en una mesa alargada, donde cabían todos a la perfección.
Vio la carta, en la que al lado de cada plato había la bandera de su respectivo país.
— Podéis pedir lo que queráis, pero en la reserva pedimos un menú internacional, que es como una probada de todos de platos, pero en pocas cantidades. — Explicó Jin. — Si queréis otro menú, se puede cambiar. —
Ninguno cambió el menú, ya que querían probar todos los platos. Pidieron sus bebidas y esperaron pacientemente a que llegaran las pequeñas tapas.
El restaurante estaba lleno, así que agradecieron haber reservado, puesto que había una cola inmensa fuera de la casa a pesar de estar en medio de la montaña y a las afueras de Salt Lake City.
Dos camareros llegaron con cinco platos, los cuales los repartió por toda la mesa, se trataba
— Esto son las tapas y platos más típicos en España... — Explicó. — Las suelen comer antes de los platos principales o en pequeños bares que sirven esto así... Lo que veis circularmente en lonchas, es jamón serrano ibérico, un embutido que se utiliza mucho en el lugar, lo del lado son patatas bravas con su salsa, por supuesto. Lo siguiente es una tortilla de patata, algo muy típico en España. También hay un plato de paella, suele hacerse con distintos tipos de mariscos, y por último un plato con distintos tipos de embutidos; morcilla, butifarra, butifarra blanca, fuet... El más destacado es el jamón ibérico, por eso hay un plato entero de ello. —
Los chicos lo escuchaban con la boca abierta y hecha agua debido a que tenía muy buena pinta, una vez acabó su explicación y se retiró, los chicos empezaron a probar todo, fascinados con los distintos nuevos sabores que su paladar probaba.
No mucho después el chico llegó con nueve vasos pequeños, tres veces el tamaño de uno de chupito, y les sirvió una especie de puré espeso rojizo.
— Esto es gazpacho, es una sopa fría hecha con; tomates, cebolla, ajo, pimiento, aceite y sal. — Les sirvió con una jarra a cada uno. — Esto es para que lo probéis, pero si queréis más, os dejo la jarra aquí. —
Se retiró y todos probaron la sopa, algunos les fascinó, a otros no.
Trajeron platos de muchos países diferentes, entre ellos; Italia, Marruecos, Pakistán, India, Turquía, Rusia, Reino Unido, México, Colombia, Perú, Argentina, Chile, Brasil, Bolivia, China, Tailandia, Indonesia, Australia, Japón y Corea. Todo, claramente en escasas cantidades para no llenarse muchísimo.
Algunas comidas les gustaron más que otras, pero sin duda probar esa cantidad de platos les hizo alucinar y descubrir más sobre la gastronomía de otros países.
En el momento en el que probó la comida Coreana quedó indiferente, como si su paladar ya hubiera recordado esa comida, pero él sabía que jamás la había probado, o eso pensaba. Reconoció los pequeños platos que le habían servido, dejando impresionados a todos sus amigos, aunque él aseguró no haber comido jamás ese tipo de comida.
No recordaba que provenía de ese país y que por esa razón su paladar conocía los sabores.
Para finalizar, el camarero trajo un pastel alemán que tenía unas velas encima y pusieron la canción de cumpleaños feliz en los altavoces, provocando que todo el restaurante se diera cuenta de que allí había una celebración. Todos sus amigos y algunos desconocidos cantaban el cumpleaños.
Una vez acabaron de cantar sopló las velas mientras todos aplaudía, incluso gente de otras mesas.
Él estaba rojo como un tomate, avergonzado por el hecho de que todos se enterasen de que era su cumpleaños.
Cortaron el pastel y comieron, impresionados por el buen sabor de ese postre.
Acabaron llenos, pero satisfechos.
Salieron fuera en busca de los coches. Era el momento de las despedidas.
— Gracias por todo chicos, y por venir. — Abrazó a Nathan y Rowdy. — Espero que nos volvamos a ver pronto. —
— Gracias a ti por invitarnos y considerarnos. — Dijo Rowdy. — Espero que el viaje de vuelta os vaya bien. —
— Igualmente. —
— Ya me irás contando como va con tu futbolista. Espero que no siga siendo tan gilipollas, eres un gran chaval y no me gustaría que hicieran daño a mi amigo. — Susurró Nathan cerca de su oído. —
— Y yo espero que pronto me presentes a tu novia que claramente no conseguirás. —
— Agh... Cállate. — Le dio un golpe en su hombro. —
Abrazó individualmente a cada uno y se despidieron de todos, después subieron al coche y con la mano, los despidieron, viendo como se alejaban.
Ellos se subieron a los dos coches y empezaron su camino, rumbo a Salt Lake City, para seguir con su vida y salir de aquellos grandes días.
Durmió durante el trayecto, ya que el que conducía era Yoongi.
Cuando estaban a punto de llegar despertó, reconociendo las carreteras que indicaban casi el inicio de la entrada a la ciudad.
Bajaron de los coches para ahora despedirse de sus compañeros de voleibol. Se dieron abrazos, bonitas palabras y buenos deseos y cada uno marchó por su camino.
Yoongi dejó a cada uno de sus amigos en su casa, quedando como último Taehyung.
— Nos vemos después de las vacaciones, Yoon. — Le abrazó. — Gracias por traerme. —
— Gracias a ti por invitarme. —
Se despidieron y el rubio entró a la casa mientras el peli menta arrancaba el coche.
Cuando entró a su hogar, los dos pequeños de la casa corrieron mientras gritaban el apodo que le habían puesto. Este los saludó con entusiasmo y jugó un rato con ellos. Sus padres le preguntaron respecto a cómo había ido el viaje y él les contó varias cosas, aunque como siempre, quitó el alcohol que había de por medio.
Después de eso, fue a su habitación, agotado por los tres días que había vivido, y cuando estuvo a punto de tumbarse para dormir, volvió a desmayarse por el gran cúmulo de cansancio que llevaba en las espaldas.
— ¿Quién eres tú? — Gritó inconscientemente, sabiéndose de memoria la frase. —
— Soy tú... — Contestó. — Tú yo de... — La figura respondió, pero nuevamente, el nombre del lugar se escuchó como si hablara en un idioma inventado o desconocido. — Estás perdido, ... Taehyung desaparecerá del mundo... Solo quedarás siendo Taehyung Williams... Desaparecerás de la historia del siglo XXIII. —
— ¡¿Por qué?! — Gritó. —
La persona sin rostro contestó, pero no se le escuchó debido a la gran fuerza en la que iba el aire.
— ¡No te escucho! —
— Porque... — Y en aquel momento la mano se lo llevó. —
Fue detrás de ella, pero al meterse dentro del agujero no despertó, empezaron a aparecer imágenes, eran recuerdos suyos... De su realidad.
Estaba él de niño con sus verdaderos padres creciendo poco a poco, después se veía en su primer día de secundaria, días de su último año de preparatoria, con su pareja, pero todos, incluido él mismo, estaban sin rostro, al igual que la figura que afirmaba ser él. La última visión que tuvo, fue la del día en el que se durmió mientras lloraba antes de viajar en el tiempo.
Pero cuando se dormía, todo se volvía negro y despertó.
Estaba completamente aturdido, no sabía qué sucedía. Eran las cuatro de la madrugada y suspiró agotado.
No quiso pensar mucho en el tema y se arropó para finalmente quedar dormido. Tenía que estar bien para el día siguiente, que sería noche vieja y a las 00:00 año nuevo, 2006.
════ ∘◦❁◦∘ ════
Desde que Jimin le dijo que lo más probable era que sintiera algo más por Taehyung Williams, no pudo gestionarse a sí mismo.
Estuvo todo el día en la habitación de Jimin junto a Namjoon, quienes trataban de animarlo y razonar respecto a sus nuevos sentimientos.
Por supuesto, tuvo que irse por la noche debido a que al día siguiente irían sus padres a casa por noche vieja, debido a que en noche buena y navidad no pudieron estar.
Ordenó y limpió la casa junto a su hermana Olivia, quien se quejaba de que sus padres fueran.
Ellos siempre fueron una familia feliz hasta que ambos hijos de los Taylor crecieron, descubriendo secreto tras otro acerca de la familia y decidieron quedarse a vivir los dos juntos en Estados Unidos mientras sus padres vivían en otro país y viajaban de lugar en lugar por trabajo.
Lo que más odiaba, era que sus padres trataban como si nada a ambos chicos cuando realizaban reuniones familiares obligatorias por festividades como año nuevo o cuando cada año quedaban para realizar la foto familiar que tenían costumbre de hacer desde que su madre quedó embarazada del mayor de los hermanos, Jungkook.
Odiaba con todo su ser aquella foto familiar. Sin embargo, cuando era niño, la esperaba con ansias y guardaba cada una de las fotos en un álbum que le habían regalado sus padres. En la actualidad seguía guardando las fotos en el álbum, el problema era el dolor que le traía recordar aquellos momentos en los que era feliz, cuando era niño.
Recientemente, comparó la última foto familiar que habían hecho el 31 de diciembre del año anterior, con una en la que salía junto a su hermana y sus padres, todos sonrientes.
Aquel día debería prepararse con un traje e ir al estudio donde harían la foto, en la que lo habían hecho durante toda la vida y desde que tenía consciencia.
Se alistó con un traje que sus padres le habían mandado a hacer y enviaron, para luego esperar a su hermana e ir en coche al lugar en el que se encontrarían con sus padres después de varios meses.
Cuando llegaron al lugar, aparcaron y el hermano mayor le dio unas palabras de ánimo a la más pequeña, ya que a ninguno les gustaba pasar tiempo con sus padres.
Cuando se adentraron, allí estaban ambos, los saludaron de manera cordial, aunque ellos intentaran que fuese un poco más ameno y empezaron la sesión.
No iba muy larga, debido a que realizarían un par de fotos, escogerían la mejor y se irían a casa.
Se posicionaron como solían hacerlo y escuchó a sus padres decir un "sonreíd" pero él no lo hizo.
El flash cegó sus ojos, pero siguió con los ojos abiertos mientras miraba a cámara.
Hubo bastantes fotos más y el fotógrafo, después de esto, se las enseñó desde la cámara para que escogieran. Cuando lo hicieron, este las imprimió, cuatro en papel de fotografía e hizo una copia para ponerla en un marco, como solían hacerlo cada año.
En la casa de los hijos de los Taylor había una sala en la que estaban las fotos de cada año, esta sala solía estar cerrada, era una especie de estudio, pero la abrían cuando iban a ir sus padres.
Allí había papeleo de la familia, entre otras cosas, y las imágenes de cada año en marcos colgados en una pared blanca, que tenían por costumbre hacerla el 31 de diciembre, menos la primera, que se realizó el 30 de agosto, dos días antes de que él naciera.
Cuando llegaron a la casa, se cambiaron a algo más cómodo, que para sus padres algo cómodo, era una camisa y pantalones tejanos o de vestir. Él vistió con la camiseta de cuello alto que vistió para la presentación junto a Taehyung y unos pantalones de vestir más simples que los del traje.
Pidieron comida, la cual tenía que ser mucha calidad, ya que sus padres eran unas personas finas e incluso podría decir pijas.
Mientras comían, él jugaba con la comida en su plato, pensando en los últimos sentimientos que había descubierto que sentía en los dos últimos días.
— ¿Hijo, pasa algo? — Preguntó su madre. —
Alzó la vista, encontrándose con la señora Taylor, su madre.
Era una señora de unos 48 años, en su piel se notaba que estaba haciéndose mayor, con algunas arrugas que se notaban ligeramente en su frente y al lado de sus ojos. Siempre había sido una madre muy comprensible y no podía negar que había sido buena madre, pero por desgracia, se dejó llevar por su padre. La apariencia física de su madre era semblante a la de su hermana, bastante alta para lo que suelen llamar la estatura estándar de una mujer, la piel pálida como la suya, el pelo de un castaño claro, a diferencia de su marido y sus dos hijos y los ojos de color negro.
Su padre era un hombre de 52 años, alto, aunque no mucho más que su madre, más o menos de la misma estatura de su hijo. Con el pelo negro como el carbón, los ojos marrones claros, grandes y brillosos como los suyos y de su hermana. El hombre tampoco fue un mal padre, siempre les dio todo lo que pudo y amor de un padre, el necesario para unos niños. Sin embargo, él y su familia llevaban un negocio que lo heredó después de la muerte de su abuelo, que fue cuando Jungkook era muy pequeño. Se quedó a cargo de la gran empresa, dejándose llevar por los números y provocando que poco a poco se alejase de su mujer e hijos y más tarde, cuando los pequeños Jungkook y Olivia se hacían mayores, llevó a su mujer con él para manejar su negocio por todo Estados Unidos y Europa.
Aquello provocó que sus dos hijos se sintieran mal por el alejamiento de su padre y que obligase a su madre a hacerlo.
No vivió nada fuera de lo habitual a demás de la ida de sus padres, pero después de eso, él era un chico normal y sin problemas en el instituto o en cualquier cosa. Lo único que sí era complicado, era el tema de la homosexualidad en su familia paterna.
Jungkook, a pesar de ser bisexual, siempre pensó y sigue haciéndolo, que en el futuro se casaría con una mujer para evitar problemas.
— Sí, estoy bien, madre. — Se llevó el tenedor a la boca. —
— ¿Cómo te va en el último año de instituto? Debes disfrutarlo... — Preguntó su padre. — Es muy importante disfrutar de las cosas a tu edad, luego deberás centrarte en tus estudios para ser empresario y heredar toda la fortuna de los Taylor. —
— Lo sé, padre, eso haré. Ahora disfruto con mis amigos y cuando estudie la carrera, me centraré. —
El silencio incómodo se volvió a formar en la familia.
Jungkook no quería la fortuna de su padre ni seguir con el negocio. Tan solo de pensar en tener un futuro como el de su padre, un hombre amargado, que viaja de país en país para ir de negocio en negocio, lo ponía verde. Pero no era algo que quería decirle a su padre hasta más adelante.
Sabía que su hermana sí quería heredar la empresa de los Taylor, así que habló con ella por ese mismo tema y le explicó que no quería heredarlo, así que cuando lo hiciera, se lo daría directamente a ella.
Cuando terminaron de comer, sus padres salieron para ir a visitar la ciudad, ya que hacía muchos meses que no pisaban aquel lugar.
Los dos hermanos Taylor fueron a colgar la nueva foto familiar, la cual ya tenía un hueco preparado.
Después de eso, cada uno se metió en su habitación y por fin, el pelinegro pudo ponerse realmente cómodo, con un pantalón de chándal y sudadera.
Cuando sus padres llegaran, volvería a ponerse lo de antes.
Lo primero que hizo, fue abrir esa última conversación que había tenido con el rubio.
— Gracias. — Leyó en voz alta. —
Suspiró y se tiró a la cama.
No podía seguir así, su relación con el chico había cambiado demasiado.
Hace un mes estaba en aquella cama, mientras le daba aquel beso cálido y lleno de amor.
Hasta ese momento no pudo entender por qué le había dado esa clase de beso. Pero ahora sabía que lo había hecho porque después de esa semana llena de celos al verlo feliz en la concentración, se alegraba de tenerlo a su lado de nuevo y lo expresó con un beso suave y cariñoso, pero camuflándolo en algo caliente para que no se notase mucho.
No sabía qué hacer respecto a sus sentimientos, ya que todavía no los aceptaba.
En algún momento del día anterior se preguntó si el rubio sentía algo similar, pero descartó la idea de inmediato. Si había estado con su amigo Jimin haciendo un trío junto al capitán de básquet, era imposible que fuera algo mutuo.
Pero yo también he estado con Hannah.
Era cierto, él durante ese tiempo aceptó estar con Hannah.
No sabía a ciencia cierta por qué lo había hecho, simplemente se dejó llevar por las emociones de los celos, debido a que él ya no sentía prácticamente nada por ella, sus sentimientos eran restos diminutos que a penas podrían influenciar en algo. A demás, él y Hannah no formalizaron nada durante esas dos semanas, ni siquiera se les podía llamar folla amigos debido a que solo habían mantenido relaciones un par de veces, una por semana quizás.
Lo había hecho por celos, aquella fue la conclusión final.
Abrió el teléfono y navegó por la red social más activa del momento. Vio una publicación de Taehyung, que había sido subida el día anterior, había fotos de comida y una del grupo entero, en la que ponía un corazón.
Suponía que aquel fue el último día que celebraron su cumpleaños, ya que, por lo que sabía, Taehyung Williams era unido a su familia y probablemente pasaría año nuevo en aquel pueblo del que le había dicho que venía.
Cuando escuchó que sus padres llamaron a la puerta, se visitó y peinó a toda velocidad para bajar, aunque su hermana ya les había abierto.
Ellos venían con bolsas en las manos, las cuales habían dejado en su habitación. Su padre se fue a la especie de despacho donde estaban todas las fotos familiares y su madre se quedó en la cocina.
Eran las nueve de la noche, así que debían cenar.
Sus padres habían comprado comida de un restaurante prestigioso de la ciudad y su madre preparaba las uvas que comerían para las campanadas.
— ¿Te ayudo? — Se ofreció poniéndose a su lado. —
Su madre le sonrió con aquella sonrisa que desde que era niño había acostumbrado a ver, hasta que se tuvo que ir, obligada por su padre.
— Claro que sí, Jungkook. — Dijo en un tono relajado. —
Cuando su padre no estaba presente, su madre se relajaba, podía volver a tratar a sus hijos con ese cariño incondicional que siempre les había dado a ambos y que tanto echaban de menos sus hijos.
El chico empezó lavando las uvas.
— ¿Cómo te van las clases? ¿Tus amigos? ¿El futbol? —
— Muy bien, mamá. — Se atrevió a apodarla como años atrás. — Jimin y Namjoon están bien... El futbol fenomenal, como siempre. —
Su madre lo abrazó.
— Me gusta que me llames mamá, hijo. Madre suena muy distante. —
Sintió el cálido cuerpo de su madre contra el suyo, rodeó sus brazos al rededor de la señora y se aferró a ella. Se sentía reconfortante y hace mucho tiempo que necesitaba uno de sus abrazos, hace años, pero sobre todo en aquel momento.
Su madre, quien a pesar de no saber nada, conocía a su hijo y sabía que probablemente no estaría pasando por una buena temporada, que a pesar de decir que todo iba bien, detrás de esas palabras había algo más. Pero como madre de su hijo, decidió no forzarlo a explicar nada, solo lo abrazaba, expresando con ese abrazo todo el amor que sentía por su pequeño hijo, al que tanto anhelaba cuando no podía verlo, cosa que era la mayoría del tiempo.
La señora Taylor anhelaba llegar a su casa, a su hogar, ver a sus hijos, recibirla con alegría y después cocinar la cena junto a los dos pequeños que trataban de ayudarla.
Siempre se había arrepentido de seguir el camino de su marido y no estar junto a sus dos pequeños. Deseaba volver en el tiempo y cambiar lo que hizo.
Pero ya no era posible.
— Te he traído un regalo de Europa, no sé si te gustará, ya estás hecho todo un hombrecito y no sé tus gustos, pero lo he traído con todo mi amor... — Le dijo cerca de su oído y este asintió. —
— Sea lo que sea, estará bien, mamá. —
Oyeron un ruido, era la voz de su padre llamándolos. Se apartaron con rapidez y siguieron con las uvas.
El hombre entró a la habitación y los vio organizando todas las cosas para las uvas.
— Hijo, ven, quiero enseñarte una cosa. — Lo llamó y este se giró. —
— Voy, padre. —
Se secó las manos y se despidió de su madre con una mirada mientras seguía al hombre.
Este lo llevó al pequeño despacho, encima del escritorio, había unos papeles.
— Estos papeles, fueron el inicio de nuestro negocio, cuando tu tatarabuelo lo inició. — Explicó. — Cuando los Taylor no éramos nadie. —
Jungkook se acercó después de que el hombre le hiciera un gesto, indicándole que se acercara.
— Tu bisabuelo, abuelo y yo, hemos seguido con este proyecto, que empezó siendo uno muy pequeño hasta llegar a lo que es a día de hoy... Y tú serás el que seguirás con este proyecto que cada vez se hace más grande. Me enorgullece imaginar a mi hijo con la gran empresa, dirigiéndola, viajando por todo el mundo junto a su futura esposa para sacarlo adelante. —
En aquel momento, en el que su padre pronunció las palabras "esposa", se le vino a la mente un rostro, pero no era el de una mujer.
Era el de Taehyung.
Se dio un golpe mental y siguió escuchando a su padre.
— Toma este regalo, hijo. — Su padre le entregó una caja. — Me lo regaló tu abuelo el día de noche vieja, cuando tenía 17 años, como tú, este reloj pasó desde el creador de nuestra empresa, hasta mí, y ahora serás tú quien lo lleve. —
Agarró el reloj de oro y su padre le ayudó a ponérselo en la muñeca.
— Póntelo en momentos importantes, como hoy que es cuando te lo entrego. —
— Lo haré, padre. —
— Yo sé que lo harás, hijo. — Le dio unas palmaditas en el hombro. — Ahora sigue ayudando a tu madre. —
Cuando volvió con su madre, esta ya había acabado, así que, junto a su hermana, pusieron la mesa y cenaron todos juntos en un ambiente de incomodidad.
Más tarde, pusieron las campanadas y comieron las uvas.
Sus padres, no mucho más tarde marcharon, porque tenían que viajar por trabajo, como siempre. Su madre le dio un último abrazo y a escondidas le dio una bolsa, era el regalo del que le había hablado horas atrás.
════ ∘◦❁◦∘ ════
Taehyung estaba jugando junto a los niños que había en esa casa. El chico era un amante de los niños. Se suponían que todos eran sus primos, excepto sus dos hermanos. Eran unos 6 niños contando a sus dos hermanos, 3 de ellos tenían de 7 a 9 años y el más pequeño era uno de 3 años, muy adorable.
No tenía primos cercanos a su edad, así que mientras los adultos hablaban, él jugaba con los niños, cosa que no le generó ningún problema, ya que todos los niños eran tranquilos y no generaban ningún berrinche.
En el pequeño pueblo de Nevada hacía más frío que en Utah, así que estaban muy abrigados.
— ¡Te encontré! — Le dijo a uno de sus primos. —
Jugaban al escondite, él la paraba por ser el mayor y porque nadie más quería.
— ¡No es justo! — El menor hizo un puchero. —
Jugaron algunas partidas más, en las que él tuvo que esconderse y era pillado más facilmente debido a su tamaño notoriamente más grande que el de los niños que podían meterse debajo del sofá sin problema.
Cuando fue la hora de las campanadas, todos se reunieron cálidamente en el sofá y comieron las uvas una por una.
12. Comió la primera.
11.
10.
9. Empezó a tener la boca llena.
8.
7.
6.
5. Tosió, atragantándose.
4.
3.
2.
1.
— ¡Feliz año nuevo! — Dijeron todos felices mientras su padre utilizaba un cañón de confeti, que caía en las cabezas de todos. —
Se abrazaron, deseando un nuevo año nuevo.
Después de eso, los más pequeños se fueron a dormir y quedó él con los adultos.
Se sentó en el sofá que daba en dirección al televisor y encendió su teléfono, escribió mensajes de feliz año nuevo a sus amigos. Bajando por los chats, se topó con uno que no quería tener ahí.
El de Jungkook.
Entró al chat y vio la última conversación, había sido algo seca esa respuesta y se arrepentía. Así que decidió, sin que jamás lo supieran sus amigos, enviarle un mensaje deseándole el año nuevo, no pasaría nada si lo hacía.
Cuando lo envió no fue visto de inmediato como de costumbre, supuso que lo estaría celebrando con alguien y que le contestaría después.
Dejó el teléfono de lado y se unió a la partida de Monopoly que su familia estaba empezando.
════ ∘◦❁◦∘ ════
Abrió el regalo de su madre, se trataba de un anillo de plata. No solía llevar joyas, pero que su madre le diese ese pequeño detalle le alegró. Se lo puso y después agarró el teléfono para poder revisar que no hubiera recibido ningún mensaje.
Pero ahí estaba el de la persona que menos esperaba y a la vez anhelaba recibir.
Taehyung.
Lo abrió rápidamente y lo leyó.
"Feliz año nuevo, Jungkook. Lo siento por haber respondido así el mensaje, estaba algo ocupado en ese entonces. Espero que lo hayas celebrado junto a tu familia... Nos vemos"
Empezó a caminar nervioso por toda la habitación, contento.
Se tiró a la cama mientras tenía el teléfono en las manos, parecía un adolescente de película.
— ¡Me ha escrito! — Celebró feliz. —
En seguida escribió una respuesta y la envió.
Empezó a hacerse ilusiones con el mensaje, esperando poder volverse a ver con el rubio.
Aunque no sabía como reaccionaría al verlo, habían pasado muchas cosas desde la última vez lo vio.
Pero quería descubrir como sería un encuentro después de aceptar (más o menos) sus sentimientos, saber si podía manejarlos delante de él.
Tenía ganas de iniciar las clases, por primera vez en muchos años.
Pero era solo para poder ver a un rubio que lo tenía loco.
¡Hola! Otro capítulo más, espero que os haya gustado. Nos vemos mañana con más, no olvidéis votar y escribir vuestras teorias en comentarios.
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