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01 - JungWon


El telón poco a poco fue bajando, y la pequeña, pero encantadora sonrisa del artista, fue desapareciendo con él. Suspiró, sacudiendo su cabeza mientras miraba sus zapatos.

Era la cuarta vez que el menor se presentaba ante tantas personas, pero siempre se sentía como la primera vez. Los aplausos aún resonaban por todo el salón, y el menor se preguntó si de verdad lo había hecho tan bien.

Negó con la cabeza, tratando de disipar esas ideas erróneas. Su mamá se lo había dicho antes "algunas veces... las personas solo actúan por lástima; no te confundas, chiquito, los demás solo son amables."

JooWon jamás estuvo de acuerdo en que su pequeño se dedicara a la música, de hecho, con la esperanza de hacer recapacitar a su hijo, siempre expresó su desacuerdo con ello. Gracias a eso, su pequeño nunca pudo establecer un vínculo con ella; claro que le dolía, sentía que había fallado como madre, pero por mucho tiempo le tuvo fe a su descabellada idea.

Claro que, al final, no dio resultado.

Para su sorpresa, JungWon abrió sus alas solo y sin ayuda. Arribó sin mirar atrás, ansiando el emocionante futuro que imaginó desde niño.

JungWon fue tan… impredecible y decidido. Al principio, quiso cumplir sus sueños por el deseo propio; al pasar el tiempo y ver todas las trabas, lo hizo para que los demás vieran que él podía lograr lo que se propusiera.

Sonrió otra vez, porque él logró lo que quería.

Cuando el telón bajó por completo, se levantó con cuidado. Aún se sentía nervioso y, si daba un paso en falso, podría acabar besando el piso en pura casualidad.

Siguió su camino hasta su pequeño cuarto de cambio –que antes había sido un empolvado cobertizo–, saludando robóticamente a cualquiera que pasara por ahí, porque su cabeza estaba pensando en lo asquerosa y deprimente que su vida había sido tiempo atrás.

Claro que, aún con la inseguridad calando en su cuerpo, JungWon siempre intentó salir adelante y socializar con gente. Creyó que estaría bien, porque no todas las personas eran como su mamá.

Pese a todos sus anhelos, las relaciones jamás estuvieron de su lado.

Al sentirse desplazado por todos en su familia, JungWon cayó ante los más pequeños gestos de cariño de parte de muchos desconocidos. Abrazos y pequeños cumplidos, cosas tan simples lograron hacer que Yang se desconociera por completo.

Poco a poco, fue presa de muchas personas desalmadas.

GaYeon fue una compañera suya en la universidad. Era una joven demasiado agradable y cooperativa, pero JungWon se había metido en muchos líos por ella. Jamás supo por qué le dejó de agradar; con el tiempo, perdió el interés, y solo quedaron los tristes recuerdos.

SeokHoon era torpe. Fue su compañero de habitación mientras estudiaba en la cátedra y un desastre con patas, JungWon nunca podía dejar sus cosas en cualquier lugar, porque SeokHoon lo terminaba rompiendo con su torpeza. Por mucho tiempo, el menor pensó que era pura coincidencia, hasta que comenzó a notar que en sus ojos existía un pequeño brillo al romper sus cosas; JungWon solicitó inmediatamente un cambio, lo movieron junto a un muchacho llamado SungHoon, y las cosas mejoraron un poco.

JiYeon, la señora de la fotocopiadora. JongIn, con quien compartía algunas clases. Ah, JungWon sentía que la vida le escupía en la cara.

— Auch.

JungWon se quejó, mirando a la persona frente a él. DaYeon, la hija del dueño del local donde él trabajaba, le sonrió, apenada, sosteniendo un frasco con agua, que estaba inclinado en su dirección.

— ¡Me asustaste! — la menor exclamó, dejando el plástico en la pequeña mesa, llevando sus dos manos hacia su pecho. — Creí que un pervertido estaba entrando, como siempre tocas para entrar… Lo siento, JungWon.

JungWon sonrió, haciendo un ademán con su mano para restarle importancia al asunto. DaYeon tenía razón, ellos tenían un tipo de código; cuando uno de ellos tocaba la puerta del cobertizo, tocaban cuatro veces seguidas para hacerse notar. Pero JungWon estaba tan metido en su pasado, pensando en todas las personas malas con las que se había topado, que se había olvidado de su pequeño código.

— No te preocupes, DaYeonnie, fue mi culpa — la pelirroja asintió, dándole la razón, luego se volteó y tomó el frasco con agua, empapando un poco en su cabello. — ¿Noche de cita?

— Ya quisiera — río bajo, haciéndose una coleta —, tengo una cita, pero con mi padre: quiere presentarme a su nueva pareja.

— Oh, entonces ya me voy. Si me ve, me preguntará cómo rompí esas quince copas la otra vez — el menor sonrió, tomando su mochila, que reposaba en la vieja silla madera, de la esquina de la habitación.

— Ah, ¡yo también quiero saber! 

El menor negó, yendo hacia la salida para escapar; antes de que DaYeon insistiera, JungWon aceleró el paso y salió de la habitación, cerrando la puerta tras él.

Cuando JungWon comenzó a trabajar en ese restaurante, empezó como mesero. Los primeros meses fueron bastante buenos, hasta que, en una mala jugada de su mente, vio a una persona de su pasado; su corazón se removió y se dio la vuelta de golpe, chocando contra un estante. El mueble se movió y JungWon temió lo peor, cubrió su cabeza, pero, afortunadamente, todos los vasos cayeron a su alrededor y ninguno sobre él.

Cuando se volteó, todos le miraban, pero aquella persona que creyó ver no estaba. JungWon pagó todos los gastos del accidente, pero jamás reveló la verdad porque para él era demasiado vergonzoso.

Su vida era una vergüenza.

Vio la hora en su teléfono, aún faltaba un poco para que fueran las diez de la noche, así que podía dar un par de vueltas por el local; inseguro, caminó hacia la barra de bebidas. Cada que terminaba de cantar, los nervios lo consumían por completo, y siempre terminaba sediento.

Mientras caminaba, algunas personas lo felicitaban por su voz; JungWon sonrió, porque cada que lo felicitaban, su mente rememoraba a una de sus parejas.

Entre tanta gente, JungWon conoció a JongSeong. En ese entonces, el menor podía describirlo como un adorable muchacho; sonrisa encantadora, preciosa personalidad, hábitos naturales, talentos extraordinarios… JongSeong realmente se mostró hacia él como una maravillosa persona.

Él siempre fue encantador, pero luego… JongSeong se convirtió en una persona tan… demasiado...

JungWon sacudió su cuerpo levemente, tratando de olvidar todos aquellos recuerdos. Él solo quería los buenos, y trataba de recordar a JongSeong como un novio que lo apoyó en su carrera musical.

Le sonrió a HeeSeung, quien se encargaba de la barra, que le tendió un vaso con soda. JungWon tomó asiento en una butaca, recibiendo la bebida con gusto.

— Gracias, Hee.

— De nada, JungWonnie — el mayor le sonrió, volviendo a poner su atención en el resto de bebidas que debía servir, hasta que recordó algo. — ¡Oh dios, casi lo olvidaba! JungWonnnie, hay una persona que quiere verte; dijo que era un promotor de música o algo así. Como sea, ¡él se interesó por tu voz!

JungWon lo miraba con atención. Por cada palabra, sus ojos se abrían con mucho más asombro, dándole un aspecto adorable.

— ¡¿En en serio, Hyung?!

— Sí, JungWonnie — el mayor sonrió, pero su sonrisa desapareció tan pronto como apareció. — ¿Me crees un mentiroso?

— ¡No… No, Hyung! — el mayor negó repetidas veces. — Es solo que… ¡Por dios, Hyung! ¡He esperado esto por tanto tiempo! ¡Y… y… ¿dónde está?!

— Oh, fue al baño, JungWonnie — HeeSeung pudo ver cómo la emoción de su amigo se disipaba, así que se apresuró a hablar. — Pero no te preocupes, ¿sí? Dijo que volvería rápido. Él en serio estaba muy emocionado por tu talento.

JungWon se limitó a asentir, la emoción abandonando su cuerpo por completo. Mantuvo su sonrisa, pero con pesar, recordando las primeras veces que lo citaban para contratarlo: siempre acababan burlándose de él.

"No tienes lo que buscamos, lo siento." "¡Por favor, JungWon! Estás ocupando el lugar de alguien que, realmente, podría desear esta oportunidad mucho más que vos"

— Sí, como sea, Hyung. Si vuelve a aparecer, dile que lo esperaré entre una de esas mesas.

HeeSeung mordió su labio, algo apenado. Él había conocido a JungWon en una madrugada otoñal; mientras el mayor estaba cerrando el local, escuchó un sollozo, seguido de un desconsolado llanto.

HeeSeung pudo irse, considerando la hora y los peligros que lo rodeaban, pero estaba de tan mal humor, que quiso botar a cualquier borracho que estuviera rondando por su acera.

Cuando se dirigió hacia los extraños sonidos, sus facciones se suavizaron en pena; un muchacho, que no pasaba los veintitantos, lloraba, como si el mundo se fuera a acabar. Tenía la cabeza enterrada en la acera, y sus manos estaban atrapadas entre las hebras de su cabeza.

La furia se disipó en el cuerpo de HeeSeung.

Luego de eso, ambos establecieron una relación amical. Por lo que sabía, JungWon había llorado porque su pareja lo había abandonado sin avisar; HeeSeung tampoco preguntó mucho, porque el rostro del menor se hundía en llanto cada que quería sacar el tema.

JungWon no lo culpaba.

JungWon tampoco pensaba mucho en él, JungWon también quería olvidarlo. Sin embargo, JungWon oía su voz durante las silenciosas noches.

— ¡JungWon, te he estado buscando! — Esa voz era la que escuchaba; una parte de él se lo decía, y la otra quería irse al infierno por escucharlo después de tanto tiempo. Él conocía esa voz, pero no quería voltearse para ver al dueño. — ¡Te vi ahí arriba, y he estado esperándote para felicitarte por tu talento!

JungWon carraspeó, ligeramente nervioso. No quería voltearse. No iba a voltearse porque, si JungWon lo veía, estaría condenado.

Sin embargo, no pudo hacer nada cuando JongSeong se posicionó frente a él, como si quisiera que lo viera.

Tenía el pelo rubio, con algunas mechas alborotadas; su perfil izquierdo estaba siendo iluminado por una ligera luz, que resaltaba sus facciones; su postura era firme y confiada, dándole un aspecto varonil. JungWon sentía que JongSeong lo miraba con la sonrisa más hermosa que le había visto alguna vez. Parecía feliz, feliz de verlo.

Llevaba una camisa a cuadros negros y un fondo liso blanco, con el cuello de esta saliendo para fuera; sus mangas, que eran del mismo color que la camisa, estaban arremangadas a la mitad de su brazo. Su pantalón negro era liso y no estaba demasiado ajustado, en cambio, sus zapatos negros parecían ceñirse a sus pies.

JungWon quería gritar, porque JongSeong se veía muy bien, y él no estaba listo para hablarle.

— … Ha pasado mucho tiempo, ¿no crees? — su sonrisa pareció expandirse, y JungWon quiso darle una cachetada para descargar todas sus emociones.

— Sí, ha pasado bastante tiempo… — coincidió, queriendo escapar de esa conversación que jamás creyó llegaría.

— ¿Está ocupado? — JungWon quiso decirle que sí, que el asiento estaba ocupado, que no se sentara ahí, que se fuera de su vista, porque él no quería verlo; sin embargo, las palabras se enroscaron en su garganta y, al no obtener respuesta, Jay se sentó. — ¡Es genial volver a verte! Te he extrañado tanto… Solo tú lograbas que nuestro departamento estuviera siempre ordenado e impecable, estos meses he estado rodeado de basura y…

JongSeong no paraba de parlotear, mientras que JungWon apenas mantenía una sonrisa inestable.

Recordó entonces que, cuando vivían juntos, él siempre era el encargado de distribuir las tareas de limpieza; él siempre debía insistir en que Jay hiciera su parte, entre recompensas y pequeños retos en el medio, JungWon debía buscar la forma en la que limpiar fuera divertido para su pareja; también, él iniciaba las discusiones, ya que el mayor argumentaba que era un pesado porque JungWon se molestaba cada que su departamento estaba sucio.

El menor jugó con sus dedos, replicándose lo duro que fue con el mayor. Si JungWon no hubiera insistido tanto en la limpieza, JongSeong se hubiera quedado.

—… ¿cómo estás, JungWonnie?

"JungWonnie".  Su corazón palpitó con fuerza, y no sabía si era de emoción; muchos solían usar ese apodo para referirse a él, pero, cuando salía de los labios de JongSeong, era otra cosa. El mayor pareció notarlo, porque sus ojos solo reflejaban pena y vergüenza.

A pesar del apodo, la voz de JongSeong no parecía tener interés en él. JungWon lo sabía: el mayor siempre fue educado, hablaba con emoción, pero era muy cuidadoso con sus palabras.

— Uh… sí… bien, y-yo… he estado… m-muy… bi-bien — JungWon tragó duro, él nunca fue bueno para mentir.

Su voz era como un hilo enredado, demasiado trabado conforme lo tocaba. Temblaba, porque no se permitía hacer otra cosa, aunque poco a poco sentía que perdía el control de su anatomía. Además, sus ganas de desaparecer se incrementaban por segundo.

— Me alegro de que así sea — el mayor murmuró, viendo directo hacia sus ojos. — ¿Has estado comiendo bien? Tus mejillas se ven muy delgadas, JungWon.

"No, el primer mes creí que te fuiste porque encontraste a alguien más flaco y bonito, así que creí que, si adelgazaba, tú me querrías."

— Sí… no… — JungWon trató de sonreír, tratando de sonar tranquilo. — Bueno, estuve yendo al gimnasio.

— Deberías comer un poco más, JungWonnie. Cuando vivíamos juntos, tú estabas bien así como estabas, ¿recuerdas? Tu peso siempre fue saludable.

JungWon mordió su mejilla interior, para que ese dolor opacara el de su corazón. Le molestaba tanto que JongSeong insistiera en hablar sobre ambos en un pasado, además de que le dolía.

Recordaba que, cuando JongSeong se fue, él fue a hablar con la señora Park, pero ella ni siquiera quiso recibirlo. Diciendo que era una mala persona, que no merecía a su hijo, y que él ya estaba yendo por el buen camino.

JungWon no quiso saber exactamente a qué se refería, pero lo entendió pocos meses después cuando se enteró por las redes sociales de un amigo de la universidad.

"¡Kim EoJin y Park JongSeong se casan! Fotos mías perdiendo el conocimiento durante la fiesta:"

JungWon se destrozó viendo las fotos de SungHoon, su amigo y hermano de la novia, puesto que al final de ellas siempre salían la pareja de recién casados. Pero, aún así, JungWon comentó en la publicación, deseándoles felicidades mientras él se deshacía en lágrimas.

JungWon no le deseaba ningún mal a EoJin, un par de veces intercambió un par de palabras con ella, y sabía que era una muchacha de buena educación y carácter. Ella era abogada y, si bien a veces era ruda, nunca fue grosera con él ni le trató mal.

En cambio, si se trataba de JongSeong… a él tampoco le deseaba mal.

Claro que estaba molesto, furioso y destrozado después de su relación. Sin embargo, JungWon siempre tomó la culpa como suya, porque a veces no hay culpables y él necesitaba descargar sus sentimientos en algo. Y, si iba a tirar mierda en palabras, ¿por qué no hacerlo consigo mismo? 

JungWon tuvo a JongSeong mucho tiempo con él, pero no pudo hacer que su relación creciera como él hubiese querido, y estaba bien porque las cosas no siempre salen como uno quiere.

— … oh, por dios, es tardísimo. EoJin me matará si no llegó a casa en hora — JongSeong río por lo bajo, sacudiendo su cabeza. — JungWonnie, estoy tan feliz de verte, no sabes lo contento que estoy al verte tan bien. Tu carrera avanza, estás viviendo bien y seguro ya hay alguien qu–

— ¡Demonios, JongSeong! — JungWon reclamó en voz alta, aunque la ensordecedora música tapó su voz para los demás. — ¡Deja de mentir y sé honesto! — JongSeong frunció sus cejas, totalmente confundido. — Yo no soy feliz, y tú no estás feliz de verme así.

— ¿Qué dices, JungWonnie? Claro que estoy feliz — habló JongSeong, siendo cuidadoso, porque sentía que estaba entrando en un terreno peligroso. — Míranos: yo estoy bien, ¡y tú igual! Te ves mucho mejor desde que yo me fui, separarnos fue una buena decisión.

JungWon sentía que estaba a punto de quebrarse por lo dicho, sin embargo, JongSeong sentía demasiada vergüenza.

Pero de sí mismo. Tal vez esas no fueron las mejores palabras que pudo decir.

— ¿Separarnos? — preguntó JungWon, con ironía; el dolor se estaba mezclando con su furia. — ¡Tú te fuiste y nunca miraste atrás! ¡Dijiste que encontraría a alguien mejor, pero nadie jamás…

Mientras JungWon se quebraba, JongSeong le prestaba solo un poco de atención, porque su mente estaba realmente concentrada inspeccionando cómo estaba. Tenía los ojos vacíos, y sus labios no paraban de temblar; sus mejillas se veían mucho más delgadas al hablar, y podía ver pequeñas marcas de ojeras alrededor de sus ojos, porque JungWon estaba llorando y las lágrimas se encargaban de limpiar el maquillaje sencillo que llevaba.

— … dijiste que me amarías hasta tu último respiro, JongSeong. ¡Me lo prometiste cuando empezamos a salir!

JongSeong quiso soltar un millón de maldiciones. Se vio con diecinueve años, bajo un gran árbol de manzanas, con JungWon descansando a su costado mientras le prometía que tendría todas las estrellas para poder ser su pareja como se debía, porque él creía que JungWon no merecía menos.

Ese día, JungWon mandó al diablo su propuesta, diciendo que él no las necesitaba, pero que, a cambio, quería que JongSeong lo amará hasta el final de su relación. JongSeong negó, diciendo que aquello era muy poco, así que le prometió que lo amaría hasta su último respiro.

Carraspeó, sintiéndose un idiota. Él ni siquiera pudo hacer feliz a JungWon en lo que duró su relación; por cada segundo que pasaba de su día a día, JongSeong estaba seguro de que dejar a JungWon había sido una buena idea, porque el menor merecía algo mejor que él. JungWon merecía a alguien que sí diera todo por él, y que lo amara con esa misma intensidad.

Pero, en ese momento, JongSeong estaba empezando a creer que se había equivocado.

— Yo... lo siento tanto, JungWon. Espero que encuentres a esa persona — JongSeong se levantó del asiento, inclinándose en una corta reverencia. Sus manos las mantenía apretadas en su pecho, pero JungWon creyó verlas temblar. — Sé que encontrarás a una persona que te amará como tú. Mereces recibir el amor de alguien que te ame más que yo.

— Dices que me amas… ¿de qué me sirve eso, si me abandonas? — soltó JungWon, mirándolo. Tenía la voz atorada en la garganta, y miles de dudas pegadas dentro de su cabeza.

JongSeong no quiso decir más, negando, porque nada de lo que dijera tenía peso, ni siquiera para sí mismo. Salió del local a paso rápido porque, si se volteaba y veía a JungWon, él echaría a perder todo lo que construyó en su vida

JungWon solo pudo asentir, porque a veces las mejores respuestas son no responder.

Cuando JungWon quiso abrir la boca para maldecir su día, su voz se secó en agonía. Agarró su copa de soda y la bebió de golpe, tratando de contener el dolor en su garganta; cuando quiso calmarse, se dio cuenta que no podía, porque JungWon había perdido el control de la situación.

Tantas horas en las que ensayaba frente al espejo por si algún día se encontraba con JongSeong. Tenía tantas preguntas, y ni siquiera le pudo cuestionar algo.

JungWon quería saber si era feliz con ella, si su vida era más tranquila, si ahora su madre sí lo aceptaba como su hijo, si los gastos ya no eran tan pesados ahora que ejercía su título de abogado.

JungWon quería saber porqué JongSeong no lo escogió a él.

Se giró hacia la barra, queriendo llamar la atención de alguien para que le trajeran alguna bebida, antes de que pudiera hacer alguna seña, vio a HeeSeung apuntando hacia él y, a su costado, a un completo extraño viéndolo.

JungWon se imaginó su apariencia y rápidamente bajó su cabeza a la mesa, queriendo desaparecer porque estaba hecho un desastre y sí existía aquel promotor. Ante tantos pensamientos, JungWon rompió a llorar otra vez.

Estaba pensando en alguna forma de escapar de ahí; quería llegar a su hogar y seguir llorando hasta que la vida se acabara, pero la voz de un joven lo llamó.

— ¡Oh, eres tú! ¡Te he estado buscando por todas partes! Veras, soy parte de una fundación que busca a personas tan talentosas y brillantes como tú y… — el rubio paró de hablar al ver que el contrario ni siquiera se inmutó ante su presencia. Tal vez JungWon no hablaba coreano, sí, tal vez era eso, o lo estaba ignorando; frunció sus labios, queriendo preguntarle por qué exactamente no le prestaba atención. Se acercó y, al oírlo sollorar, su expresión se suavizó. — Hey, ¿por qué lloras?

JungWon mordió su labio, con la intención de que dejará de temblar; sin embargo, no habló, porque, si JungWon abría la boca, rompería a llorar nuevamente. Y él no podía permitirse eso frente a una persona de semejante importancia.

— Lo siento tanto… Fue porque grité muy fuerte, ¿cierto? Muchos suelen regañarme por eso, en serio, lo lamento… — el más alto bajó la cabeza, sintiendo que la culpa le golpeaba en cada una de sus células. — ¡La idea es que llores cuando firmes el contrato!

Jake se asustó cuando no oyó respuesta ante su comentario; había estado en el baño, arreglando su apariencia antes de acercarse al menor, mientras practicaba su voz y lo que diría, sonó su teléfono que le anunciaba la hora.

Prácticamente, salió corriendo para buscarlo y así no perderlo de vista. Fue hacia donde HeeSeung, el joven con quien había compartido un par de palabras sobre JungWon, pero el mayor estaba tan ocupado sirviendo unas bebidas que ni siquiera pudo hablarle, solo le señaló hacia una mesa, donde se encontraba un muchacho con la cabeza totalmente gacha.

Jake supuso que ahí estaría la futura estrella.

Vio a su alrededor, y en la mesa descansaban dos copas de providencia dudosa, enarcó una ceja, haciéndolos a un lado. Al ver que JungWon no tenía ninguna intención de levantarse, se acercó nuevamente hasta la barra, pidiéndole a una muchacha un vaso de agua.

Suspiró, él no trabajaba bien en apuros, mucho menos cuando no comprendía nada de lo que pasaba. Naturalmente, algunos jóvenes, que se unían a la compañía donde trabajaba, rompían a llorar después de firmar, no antes.

Entonces cayó en cuenta que, si lloraban antes o después, daba igual, porque a él no le afectaba en nada.

Cerró los ojos y colocó la mejor sonrisa que tenía, acercándose nuevamente hacia JungWon. Dejó la copa a un lado, comenzando a jugar con sus dedos; personalmente, Jake no sabía cómo comenzar esa conversación, mucho menos con JungWon llorando.

Cuando el llanto se disipó, y Jake solo oía el sorber de su nariz, habló:

— Te traje agua — sonrió leve, extendiendo con timidez la copa.

Ah, Jake se sentía tan avergonzado. Había pasado media hora tratando de sacar algún tema de conversación y, en cada intento fallido, quería desaparecer por no saber qué hacer en esas situaciones.

JungWon estaba igual, y tal vez mucho más. La noticia de un supuesto promotor de música lo había conmocionado en sobremanera, y el sorpresivo encuentro con JongSeong… había sacudido toda su anatomía.

— Lo siento, y gracias — JungWon sonrió apenas, deshaciéndose de las lágrimas que deseaban seguir cayendo. — No hice una buena impresión...

— Oye, está bien. El contrato puede esperar, créeme, no me iré a ninguna parte — Jake le sonrío, y JungWon pensó que su sonrisa era muy bonita. — Tómate ese vaso de agua y, si quieres, podemos hablar sobre esto luego.

JungWon asintió, algo inseguro, porque para él eso ya era un caso perdido. Se había demostrado a sí mismo que no podía soportar sus emociones, a tal grado de quebrarse frente a muchas personas, y por una razón que debía estar más que olvidada.

JongSeong… JongSeong… ¿cómo se atrevía a acercarse a él, sabiendo que aún existía la posibilidad de que hiciera estragos en su corazón? En ese momento, JungWon sentía que su corazón era como un cristal roto: delicado, peligroso y transparente.

Recordó cómo JongSeong lo había hecho pedazos, pedazos tan pequeños que jamás podrían unirse de vuelta; incluso si lo intentaba, al armarlo se lastimaría, y además, no quedaría igual.

De todas formas, JungWon tenía que intentarlo. Debía reparar cada pequeña grieta de él para seguir adelante, porque, de esa forma, solo estaría yendo en círculos. Con indecisión, tomó el vaso de agua y, a medida que se acababa, pidió un deseo, como si de una vela se tratase.

Jake le sonrió levemente, señalando hacia un pequeño maletín y, con un asentir de parte de JungWon, comenzó a hablar sobre quién era y qué hacía.

JungWon escuchó sin prestar mucha atención, estaba dedicándole esos últimos momentos del día a JongSeong.

Porque, a partir de unos meses, esa sería su escena final con él.

¡Ih, estoy emocionada!

Sé que no es lo mejor que tengo ni lo mejor que puedo ofrecerles, pero tuve un pequeño accidente en Navidad y, gracias a eso, he estado con el brazo vendado hasta hace unos días. Además, sufrí un bloqueo y me costó un par de días escoger la canción.

Aparte de esos problemas, quise hacer un capítulo narrado desde la perspectiva de Jay, pero no me quedó tiempo, y no quiero forzarme a terminar de escribir algo que todavía puedo seguir desarrollando; puede que por esa razón encuentren algunas incoherencias. Tal vez, algún día esa parte podrá ver la luz en mi perfil.

Actualmente, a pesar de no cumplir todas mis expectativas, creo que tiene su encanto; y, de todo corazón, espero que lo disfruten. <3

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