Capítulo II
Capítulo II:
- "Hola, te has comunicado con Ray, en este momento no estoy en casa. Por favor, deja tu mensaje después del tono".- Le "habló" un "contestador automático" pero el hombre de tez morena, quien se hallaba en la azotea del edificio en el que trabajaba como oficinista para una empresa de electrónica, no se lo tomaba como un chiste.
- Vamos, Ray, amigo, te has ausentado por una semana y no voy a cubrirte de nuevo.- Le habló éste, mientras que sentía el aire fresco que venía desde el Norte.
- "Louis, ya te lo dije: No pienso volver a la Oficina hasta que toda esta mierda se haya calmado".- Respondió su amigo, quien se encontraba en su casa, trabajando online.-
- Pero si es solo una enfermedad cualquiera. Te enfermas de cualquier cosa, sin importar que haga calor, frío, llueva o venga el "Super Bowl".- Alegó el moreno, riéndose de esas excusas.
- "Lo siento, pero ya tomé mi decisión. Además, ¿no ves las noticias?. Está todo jodido en el país. Tengo entendido que piensan cerrar las fronteras, por precaución".- Le contó Ray esa historia, pero el moreno no se lo creyó.
- Escucha, amigo, te lo diré de una: No pasa nada. La Oficina está asegurada, somos muy poquitos aquí y si vienes, por lo menos unas horitas, de seguro el Jefe te dará unas buenas vacaciones. Yo las necesito.- Intentó en convencerle pero no hubo respuesta.- De acuerdo, Ray, respeto tu decisión pero no vengas, después, con que quieres que te vuelva a cubrir. La semana que viene vienes para acá.- Finalizó y colgó la llamada.- Dios, ¿qué le pasa a este chico?.- Quiso saber, tomando asiento y de ahí volvía a su cubículo.
Miró a su alrededor, sus palabras estaban acertadas con que no había mucha gente en el edificio. Unas muy pocas personas merodeaban por allí. A su derecha, pudo observar a una chica que se estaba cargando su botella de agua con el dispenser que tenían allí. Dos amigos conversaban tranquilamente y bebían café. Un tercero estaba enfocado en sus labores con la computadora. Louis, por su parte, respiró hondo y con ello regresó al trabajo.
En su pantalla podía verse el periódico que estaba leyendo ese día:
"¿Una nueva Pandemia amenaza al Mundo?. La OMS guarda el silencio y la "C.E.D.A" exige respuestas ante el incremento de casos, dentro de los EEUU, de una misteriosa enfermedad que han denominado como la "Gripe Verde". Hasta el momento se desconoce la causa y los síntomas.
Para esta semana, el Doctor Randall Hamilton dará una conferencia de prensa sobre esta enfermedad para calmar los nervios y así evitar un pánico general".
Se pasó sus manos por su cabeza calva, respirando hondo. Había estado leyendo y siguiendo esa noticia desde que comenzó. Temía, pensaba de que, tal vez, él podría sufrir de esa rara enfermedad y si le pasaba algo así, ¿acaso podría morir?. Sacudió su cabeza, sacó de uno de los gabinetes de su escritorio un frasco de Píldoras y se tomó una con agua.
- "Tranquilo, Louis, eres un hombre racional, no te dejes engañar por lo que dicen algunos "expertos" o por esos conspiranoicos".- Pensaba para sus adentros, reclinándose en su silla y de ahí miraba al techo, dejando que los efectos del fármaco hicieran su trabajo.- "Esto se solucionará, ya lo verás, a la brevedad. En unos días todo volverá a la normalidad, tal y como la conocemos, dejaremos de lado esta estupidez y volverás a ver a Ray aquí, en la Oficina. Jajajajaja, el trabajo que le van a dar, sobre todo del Jefe cuando regrese aquí".- Se río para sus adentros de una posible cómica situación que tendría su amigo que afrontar.- "Si, ya lo verás: Todo se va a normalizar".- Se dio aquellas buenas vibras y el sonido del teléfono lo sacó de sus pensamientos, por lo que volvió al trabajo, así que procedió en atender a un cliente que solicitaba información acerca de los bienes que ellos tenían en la empresa.
El motociclista había dejado la Ciudad de Filadelfia, internándose en los suburbios y con ello llegó hasta un bar, en donde una fila de aquellas poderosas máquinas estaban estacionadas, una contra la otra, por lo que éste se detuvo, la apagó y procedió a ponerle la cadena de seguridad. Acto seguido, entró en el pequeño local, en el cual fue recibido por sus amigos.
- ¡Hey, miren quién vino! ¡Francis!.- Exclamó uno de los motociclistas, el cual era demasiado joven.
- ¡¿Cómo están, hijos de puta?!.- Les saludó el motoquero.- ¡Perdón si demoré, un "Cerdo" me obligó a pagarle la multa porque me detuve unos minutos para ir a sacar dinero del cajero!.- Contó aquella anécdota, llevando a que muchos se rieran y abuchearan al "Agente de la División de Tránsito".- Pero bueno, dejemos a esos infelices con su vida. ¡Hey, Clay, ponte una buena rola, este sitio está más callado que una Iglesia! ¡Andy, sírveme la mejor cerveza que tengas y bien helada como el Invierno!.- Pidió Francis y recibió su bebida, deleitándose con su sabor, mientras que uno de sus amigos encendía la Rockola Antigua que tenían allí.
- ¿"Midnight Raiders"?.- Preguntó Clay.
- Por supuesto.- Respondió el motociclista y de ahí empezó una buena fiesta dentro del bar.
Zoey se hallaba en su habitación de la planta alta. Podía oír a sus padres que discutían acerca del Futuro de su única hija, mientras que ella tenía la mirada clavada en el piso y con pensamientos acerca de lo que le gustaba hacer, sobre todo el de mirar películas de zombies con su padre, dejándose llevar por la emoción pero eso se había convertido en un problema, debido a que su rendimiento en la Universidad de Filadelfia había hecho merma en sus calificaciones y asistencia, por lo que estaba a pocos pasos de ser expulsada de allí.
No quería seguir oyendo esa charla. Era inútil, ¿por qué su madre no desistía de una buena vez?. Ella no era una máquina, necesitaba su momento de paz pero no le resultaba. Fue entonces que se recostó en su cama y procedió a ponerse las almohadas contra las orejas para no escuchar ni una sola palabra más de esa discusión.
- "Es imposible convencerla. Lo reconozco. Ella sabe que era mi responsabilidad mantener mis calificaciones pero con mi fascinación hacia las películas del Género Zombie terminaron por destruir esa "base" de equilibrio. Es como desestabilizar una balanza con más peso y llevar a que todo lo que está al otro lado, termine por salir volando hacia todas partes. Sí, esa es la pura verdad. Aún así, me gustaría poder elegir lo que yo siento. Puede que esa carrera no sea lo mío pero...tampoco puedo dejarla de lado porque se invirtió mucho dinero en mi educación".- Pensó la castaña, mientras que se iba quedando dormida por aquel día tan largo y esperaba de que las cosas mejoraran.
Se llevó las manos a la cabeza. Pensaba, dudaba acerca de que si debía renunciar a su carrera universitaria, aunque significaría ganarse la frialdad de su madre, que nunca le volviera a hablar, aunque contara con el apoyo de su padre. No sabía qué hacer. Su mente estaba perdida, en una "Nebulosa" que le impedía razonar. ¿Acaso estaría bien dejar la Universidad?. Podía empezar de nuevo, siempre había una nueva posibilidad pero, viniendo de una familia donde la educación y el prestigio eran importantes, Zoey reconocía de que se encontraba en medio de un "Callejón sin salida". Tendría que ser rápida, hallar la mejor respuesta que dejara satisfechos a ambos pero eso llevaría su tiempo.
¿Qué dirías cuando has dado todo por el país que tanto amas?. El haberse enrolado en el "Cuerpo de Marines de los EEUU", luchado contra el Comunismo de Ho Chi Minh en la "Guerra de Vietnam", resultar herido, ver morir a tantos Camaradas de Armas, ser condecorado...para después perder la lucha en los Años 70, contemplar, con un sabor amargo en la boca, cómo las tropas de EEUU se retiraban, los Comunistas entraban, izaban su bandera y tomaban el poder...Sí, ese era gusto amargo de una derrota que afectó a incontables efectivos Norteamericanos y el regreso, donde el rechazo de una sociedad que los veía, en parte, como asesinos, donde no todos fueron unos salvajes y sanguinarios que cometieron crímenes de lesa Humanidad contra la población civil pero que, gracias a esa minoría, gente como Bill terminaron por detestar a la sociedad, a su forma de ver las cosas y eso los alejó de tantos seres queridos, como amigos y familia. Ya nadie lo llamaba, él estaba entrado en años, la vejez, pronto afectaría su cuerpo pero se mantenía en forma, haciendo ejercicios y comiendo saludable, aunque no podía evitar fumar uno o varios cigarrillos al día pero eso no importaba: Él había cumplido con su papel y si tenía que morir, sería en paz.
Sin embargo, un problema de salud comenzó a molestarle, sus pulmones no estaban funcionando del todo bien, por lo que tuvo que ir al hospital y su médico de cabecera le dio un triste diagnóstico.
- Bueno, Señor William Overbeck.- Se acercó el doctor con unas placas y las examinó por un buen rato.- Como puede ver, esto no será sencillo pero...
- Vaya al grano, Doctor Thompson, no le temo a los resultados.- Pidió el Veterano de la Guerra de Vietnam, mientras que el chico asentía con la cabeza.
- De acuerdo, si usted así lo pide, bien: Le hemos detectado un poco de flema en los pulmones, eso no se lo ve como algo complicado pero, debido y más que nada a su edad, creemos que pueda ser indicio de algo mucho más complicado. Creo que puede estar formándose un tumor, así que vamos a someterlo a una operación para remover el líquido y de ahí haremos un chequeo para ver si hallamos algún rastro de tumores. Descuide, este procedimiento no dura mucho.- Le habló el médico, mientras que Bill se quedaba tranquilo, poniéndose de pie.- Si usted desea, podemos hacerlo para hoy mismo, ¿le parece?.- Preguntó éste.
- No tengo ningún problema, adelante.- Le concedió el peli blanco aquella citación y tras decir eso, fue llevado a una "Habitación Común"; en donde un joven enfermero de tez morena lo estaba esperando para ayudarle.
- Por favor, deje sus pertenencias aquí, sobre todo si lleva algo metálico. ¿Necesita una mano, Señor Overbeck?.- Preguntó el moreno pero Bill negó con la cabeza.
- Tranquilo, hijo, no hay de qué preocuparse.- Respondió el viejo, mientras que iba dejando su cinturón, el único objeto metálico que llevaba allí consigo y de ahí procedía a tomar un descanso en la cama, mirando hacia el techo, sin embargo, él notó que el enfermero había puesto el canal de noticias.
- "Soy Catherine O'Hara reportando desde el Centro de la Ciudad de Nueva York, en donde hace un par de minutos, el Alcalde Rudolph Giuliani ha dado una conferencia de prensa sobre el elevado número de casos de esta misteriosa enfermedad que ha hecho colapsar muchos de los Hospitales Metropolitanos y en donde ha pedido a la población que eviten salir de sus casas a menos de que sea necesario por la ola de disturbios y saqueos que se están produciendo. En este mismo momento, a pocos metros de donde nos encontramos, podemos ver a la Policía y la Infantería que avanza contra los grupos de delincuentes, pandillas y bandas que han estado saqueando varios negocios de la "Quinta Avenida". Sin embargo, también...esperen...¡Dios!".- Relataba una mujer de tez morena, quien escuchó una serie de disparos. Se tiró contra el piso, uno de sus compañeros dejó caer la cámara contra el piso, mientras que un grupo de policías iban disparando contra un pequeño "Escuadrón" de personas, las cuales cayeron fulminadas por las balas. La mujer se puso de pie y pudo contemplar la masacre perpetrada.- "¡La Policía ha disparado contra un grupo de personas y...".-
- "¡Hey, no empujes!".- Pidió uno de los camarógrafos pero vieron descender a un grupo de hombres y mujeres de la "C.E.D.A", quienes llevaban trajes anti-contaminación.
- "¡Por favor, aléjense de los cuerpos de los infectados! ¡Son peligrosos por los fluidos! ¡Déjennos hacer nuestro trabajo!".- Ordenó el que parecía ser el Jefe de aquel grupo, los cuales comenzaron a trabajar en la calle.
- Apaga eso, chico.- Le aconsejó Bill y el moreno asintió con la cabeza.
- Trato de no ver ni oír esto, pero me da bastante miedo. Temo de enfermarme con esa porquería...Usted, Señor Overbeck, ¿tiene familia? ¿Alguien al que pueda llamar?.- Quiso saber el chico pero el Veterano de la Guerra de Vietnam no dijo nada, se quedó callado y miraba por la ventana.
- No te preocupes por mí. Yo estoy bien, ellos ya tienen sus cosas por hacer, sus familias. Conmigo han sido felices pero es mejor no molestarlos.- Respondió el peli blanco, cosa que, por un momento, tuvo la intuición de haber calmado los miedos de aquel muchacho.
En la habitación del Hotel en la que se encontraban, un chico de cabello castaño, ojos café, remera roja, chaqueta negra, pantalones y zapatos del mismo color se hallaba afuera, con una chica pelirroja, contemplando la vista de la Ciudad de Filadelfia que ofrecía aquel vasto edificio.
- Oye, Takashi.- Le habló la muchacha.
- ¿Sí, Rei?.- Preguntó el joven, dirigiendo su mirada hacia ella.
- ¿Crees que esa enfermedad que se está dando en gran parte de EEUU llegue a Japón?.- Temió, debido a que su padre se hallaba allí junto a su madre y el resto de su familia.
El castaño no sabía qué decir, se quedó pensativo, trató de darle una mejor respuesta a su novia, por lo que buscó las palabras adecuadas con las cuales expresarse. Respiró hondo y tomó el rostro de su chica, acariciando la suave piel y de ahí obtuvo lo que buscaba.
- Tranquila, estoy seguro de que podrán con ello. No te preocupes.- Le prometió pero, en aquel momento, varias ambulancias, patrullas y una serie de camiones de la "C.E.D.A" y el "C.D.C" iban a tomar velocidad hacia el Norte de la Ciudad de Filadelfia junto a varios carros del "Cuerpo de Bomberos", debido a una serie de columnas de humo que provenían de uno de los barrios.
Aquello era el "Preámbulo" de una catástrofe que se estaba preparando desde las sombras...Una plaga, una peste se estaba expandiendo por EEUU y quizás por todo el Mundo, desconocida y llevando a que la propia Muerte creara los "Ejércitos" que marcharían sobre el mismo para sembrar el pánico, la angustia, el derramamiento de sangre y la destrucción a manos de éstos.
[Un nuevo capítulo y ya, en el que viene, vamos a ver cómo todo se hunde. Envío mis saludos y agradecimientos para todos ustedes, amigos, sobre todo para Tarma Jones.
Cuídense y que tengan un buen comienzo de día Martes de mi parte, Camaradas.].
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