XI
Había pasado una semana, habían recorrido la mayor parte de la ciudad y aún no encontraban nada, se estaban desesperando, sobre todo Kagome, quien no quería olvidar a Sesshomaru, no le había contado aquella parte de su conversación, quizás el si quería olvidarla, no sabía y la idea de pensar en eso le hacía sentir muy mal.
-¿No hay algún lugar que no hallamos visitado aún?- interrogó Sesshomaru
-Mmmm...pues...- se puso a pensar en la ciudad, habían visitado cada rincón incluso los visitaron más de dos veces para asegurarse...¡un momento!- ¡si hay un lugar que falta!- dijo chocando su puño contra su palma- pero...esta muy lejos
-Donde
-A las afueras de la ciudad, hay personas que se mudan allá y creo que hay un antiguo templo- dijo mirandolo fijamente
-Hmp, bien- dijo mirándola también, se quedaron así unos segundos, donde Sesshomaru pudo apreciar aquellos hermosos ojos azules, sintió que podría perderse en ellos- vamos
-Si, iremos en autobús- dijo buscando algo de dinero en su mochila- llegaremos más rápido
La siguió hasta el paradero y se sentaron a una distancia prudente, el autobús llegaría en cualquier momento, Kagome alzó la mirada al cielo, "por favor, que los encontremos" pensó con un poco de tristeza, faltaba muy poco para la luna llena, no quería perder aquellos recuerdos, pero ¿y si ellos no querían ayudarlos?, no pensó en eso, sacudió su cabeza para alejar esos pensamientos, debía pensar positivo.
***
Sango se encontraba en el árbol sagrado, mirandolo fijamente y pensando ¿como es que paso todo esto?, de un día para otro perdían a Kagome, luego no se podía cruzar por el pozo, la pequeña Rin llega a la aldea pidiendo ayuda, ya que, no encontraban a Sesshomaru, y definitivamente así era, Inuyasha busco, olfateo e hizo todo lo posible por buscar a su medio hermano, pero no lo encontró, y ahora, el hanyo llegaba diciendo que Kikyo viajaría con ellos para seguir la búsqueda de los fragmentos.
No tenía nada contra ella, pero sentía como si estuviera reemplazando a su amiga, una lágrima se deslizó silenciosamente por su mejilla, acompañada de muchas más, se dejó caer de rodillas y se llevó las manos al pecho.
-¡Por favor!- dijo en un hilo de voz- ¡quiero a Kagome de vuelta!- grito hacia el árbol, como si aquel pudiera cumplir sus deseos
-Todos queremos lo mismo- dijo una voz tras ella- pensemos que todo esto pasará y que ella volverá
-¡La extraño mucho!- se lanzó a los brazos de Miroku, este simplemente le acaricio el cabello suavemente- siento que la estamos traicionando
-Yo también, pero nada podemos hacer, Inuyasha ya tomo la decisión- dijo soltando un suspiro- hay que seguir adelante, seguiremos buscando la manera de traerla con nosotros
-Muchas gracias, su excelencia- se quedaron un poco más así, ella sobre su pecho y el acariciando su cabello, unos minutos más tarde decidieron volver a la aldea, al llegar se toparon con Inuyasha y Kikyo hablando fuera de la cabaña de la anciana Kaede.
-¡Al fin llegan!- les dijo el hanyo enojado- ¡los estamos esperando desde hace mucho!, ¿donse estaban?
-En el pozo- le respondió Sango- ¿qué pasó?
-Comenzaremos el viaje para encontrar fragmentos
-Oh...- no dijo nada más
-Bien, vamos- dijo Miroku- ¿dónde está Shippo?
-¡Ese enano no quiere ir!- dijo apuntando dentro de la cabaña- ¡pero no importa, vámonos!
Sango y Miroku ignoraron a Inuyasha y se adentraron en la cabaña, vieron a Shippo sentado de brazos cruzados y con lágrimas en los ojos.
-¿Por que no quieres ir?- le pregunto Miroku
-¡No quiero a esa mujer con nosotros!- dijo mirando mal a Kikyo- ¡quiero a Kagome!
-¡Ten más respeto, renacuajo!- el hanyo se acercó a él- ¡si sigues así, te voy a golpear!
-¿¡A si, y por qué!?- se defendió prestándole importancia a la amenaza- ¡no viajaré con ustedes y punto!
-¡Maldito enano!- comenzaron a pelear y los demás trataron de separarlos, al final, Miroku afirmó a Inuyasha junto a Sango y el pequeño kitsune lo miro enfadado
-¡Me largo, no pienso quedarme con un idiota sin cerebro!- le gritó y salió corriendo hacia el bosque
-¡Ve a buscarlo!- le exigió Sango
-¡No lo haré, si quiere irse pues que se valla!
-Inuyasha, es un niño- hablo Miroku mientras lo soltaba- no puede andar solo
-¡Que no!- gruño enojado- si quieren vallan ustedes, yo iré por los fragmentos
La exterminadora y el monje se miraron con tristeza, "si hace falta Kagome aqui", pensaron ambos, decidieron que le darían un poco de espacio a Shippo, después de todo, era el más apegado a Kagome y necesitaba pensar con la cabeza fría.
Comenzaron el viaje, desidieron que viajarían en Kirara, no querían hablar más del tema, viajaron en silencio, uno incomodo y lleno de tensión.
***
-Sesshomaru- habló Kagome cuando se encontraban en el autobús- que...¿que pasará si no nos quieren ayudar?
-Los obligare
-Quieres estar lejos de mi, lo antes posible- no era pregunta, Sesshomaru no respondió, la verdad en que ese era su plan en un principio, pero ahora no estaba seguro, su bestia le repetía cada día que no se alejara de ella, ahora no sabía que hacer, debía irse, si o si, pero no al mismo tiempo no quería.
Llegaron a su destino, tuvieron que caminar un poco para encontrar la calle que los llevaría a las pocas casas que habían en ese lugar, cuando lo encontraron, avanzaron lentamente, como si su cuerpo les dijera "solo un poco más", vieron a lo lejos una casa de campo, era muy linda y acogedora, no era ni muy grande ni muy pequeña, aunque se veía abandonada, el pasto estaba sin cortar y no se escuchaba nadie cerca.
Sesshomaru cerró los ojos y se concentró para ver si sentía algo, pero nada, caminaron un poco más lejos de aquella casa, se adentraron al bosque y vieron una cabaña, de nuevo se concentró, pero esta vez sintió algo, una presencia ya conocida.
Era imposible, su mente le jugaba una broma, avanzo más hacia la cabaña y lo volvió a intentar, esta vez era más fuerte, no se equivocaba, camino rápidamente y entro en el lugar, Kagome tuvo que caminar más rápido para lograr alcanzarlo, ambos se encontraban en la entrada, avanzaron y detallaron el lugar, estaba bien cuidado, lo primero que vieron fue una sala de estar y la cocina, un pequeño comedor y más adentro una habitación, Sesshomaru avanzo lentamente, y cuando llegó a la puerta, la abrió y busco en cada rincón.
Y lo encontró, parado frente a la ventana, con sus manos tras la espalda, y su porte tan elegante de siempre, entonces lo vio voltearse y sonreírle, ninguno se movía o decía nada, sintió a Kagome a su lado, pero no se inmutó.
-Hola, Sesshomaru- le saludo.
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