IV
Saliendo del pozo tomó la mochila y se dispuso a caminar hacia la aldea, no quería llegar de noche ya que muchos demonio, aunque no tan poderosos, salían a hacer de las suyas, prefirió apurar el paso, y cuando llegó, se adentró en la cabaña de la anciana Kaede.
-¡Hola a todos!- saludo muy alegre a todos, o al menos casi todos- ¿donde esta Inuyasha?
-Hola señorita Kagome- le saludo Miroku- el salió a caminar
-¡Kagome, volviste!- Shippo se lanzó a sus brazos y le regaló una linda sonrisa- ¿me trajiste dulces?
-¡Claro que si, y no solo eso!- olvidandose por completo del hanyo, se sacó la mochila y se dispuso a abrirla, sacó un pequeño bolsito color crema con diseño de hojas en tonos café y rojo- todo es para ti
Shippo tomo el bolsito y lo abrió, de este saco dulces y una caja de crayones junto a un cuaderno para dibujar, sus ojitos brillaron de emoción y de nuevo corrió a abrazar a Kagome, dándole las gracias y un beso en la mejilla.
-Tambien traje comida para Inuyasha, y mi madre envió esto- saco fideos instantáneos y dos bentos más- lo preparo ella para que compartamos ¿Ya comieron?
-Estabamos a punto de hacerlo- dijo Kaede- ¿me ayudas?
-¡Claro!
Pusieron manos a la obra, Miroku fue por leña para la fogata, Shippo estaba dibujando, Kaede y Kagome pusieron todo sobre el piso, luego de unos minutos estaban sentados esperando el agua para tomar un té.
Luego de la cena, Kagome salió a estirar las piernas, camino hacia el bosque disfrutando la suave brisa, camino lentamente tarareando una canción, mientras avanzaba pudo ver una serpiente caza almas, supo entonces donde se encontraba el hanyo, no le tomó importancia y siguió su camino, quería llegar al río para ver el atardecer, en esa época eran muy hermosos y no quería perder la oportunidad de verlo. Apresuró el paso para no perderse nada y tropezó con una rama pero no le tomó importancia, siguió con su camino y cuando llegó se sentó a la orilla del río mirando al cielo y sonriendo un poco.
***
Solo caminar le ayudaba a olvidar un poco a la miko, pero ¿desde cuándo caminaba cerca de la Aldea?, jamás se acercaba a los humanos, pero ahora tenía una niña acompañando y en su mente estaba la miko, solo esperaba que no lo notaran, sería un golpe a su orgullo que lo vieran rondando cerca de ahí.
Logró ver como Kagome salia a caminar y se perdía en el bosque, peleó con su bestia interna por si la seguía o no, al final decidió seguirla, de lejos la observo caminar hacia el río y también vio la serpiente caza almas, creyó que iría a ver al hanyo, pero la vio seguir su camino y apresurar el paso, ¿es que lo sintió y se sentía en peligro?, no, no era eso, la vio tropezar y el olor a sangre inundó sus fosas nasales, era exquisito, cerró los ojos y se imaginó saboreando su sangre, debía ser exquisita, se la imaginó dulce.
-"Necesito probarla"- su bestia estaba peleando por tomar el control, lo notó en su voz, ronca y profunda- "debe ser exquisita"
-Hmp, no digas tonterías- gruño enojado y tratando de controlarlo- nos vamos
-¿Por que no sales?- escucho la voz de la miko- te sentí desde hace tiempo
Salio de entre los árboles y quedó tras ella, la vio voltearse y mirarlo con una sonrisa, la observo detalladamente, la luz de los últimos rayos de sol le hacía ver hermosa, su cabello tenía destellos azulados y sus ojos eran preciosos, te invitaban a perderte en ellos.
-"Estas siguiendo los pasos de tu padre"- le hablo su bestia
-Me voy- dijo con rabia y dando media vuelta
Kagome pudo ver como sus ojos se volvían incluso más fríos, ¿es que dijo o hizo algo?, no, claro que no, ¡el fue quien la siguió! ¿¡por qué se enojaba!?, una venita de enojo salio en su frente.
-¡Ese imbecil arruino mi puesta de sol!- grito mirando el cielo notando como ya era de noche- ¿¡y encima se enoja conmigo, que demonios hice yo!?
Realmente se encontraba molesta, ese hombre acabaría con su paciencia, decidió respirar hondo y caminar de regreso a la Aldea, era lo mejor, ya que mañana comenzarían su viaje.
Al llegar se topó con Inuyasha, este al verla camino rápidamente hacia ella y cuando se encontraba cerca la comenzó a olfatear.
-¿Por que hueles a sangre y a Sesshomaru?- pregunto con los ojos levemente cerrados- ¿es que te ves con el a escondidas de todos?- podía escucharlo ¿enojado, y por que?
-¿Sangre?- se buscó alguna herida, y efectivamente tenía una en la pierna, ¿cuando y como?- oh, creo que fue cuando me tropecé- dijo en un susurro, que el hanyo escuchó perfectamente
-No me has respondido por que hueles a ese bastardo- le tomo del brazo con un poco de fuerza
-No tengo por qué hacerlo- le miro enojada- ¿o es que yo te interrogó por que te vas a ver a Kikyo?
-Eso...tiene explicación- dijo soltando su brazo
-No me importa, es tu vida no la mía- le dijo siguiendo su camino a la cabaña, el hanyo quedó mirándola "tiene razón, no tengo por qué explicarle nada" pensó.
***
Ya se encontraba lejos de la Aldea, y de aquella mujer, claro que alcanzó a escuchar su grito, y no le tomó importancia, al llegar al lado de sus seguidores, se sentó a los pies de un árbol y cerró los ojos, debía al menos tratar de olvidar ese aroma a sangre, pero ¿cómo?, realmente era exquisito para el, mezclado con el aroma de ella, frunció el entrecejo al notarse pensando en ella otra vez.
Culpaba a su bestia por no poder controlarse, solo era sangre ¿cómo se podía volver tan loco solo por eso?, estaba decidido, se alejaría de ella y así no cometería el error de su padre, pero ¿y Rin? No podía dejar a la niña sola, y tampoco quería que fuera con el, era peligroso, tratarían de matarla, aunque, estaban
Ah-Un y Jaken para cuidar de ella.
Al final decidió que seguiría su viaje para volverse más fuerte, volvería al menos cada dos días para saber de Rin y ver que estuviera bien, y trataría de mantenerse lo más lejos de la miko.
***
Tres meses habían pasado, consiguió con éxito no ver a la miko, la última vez que la vio fue cuando consiguió su espada Tokijin, luego de eso se fue, peleó y mató a todo aquel que osaba cruzarse en su camino, iba a ver a Rin cada dos noches asegurándose de su bienestar.
Ahora caminaba tranquilo y sin apuro por medio del bosque, debía encontrar a Rin, pudo olerla, se encontraba cerca de una cascada, junto a Jaken, un chico y...había olor a sangre, ese olor lo conocía muy bien...era...la miko.
-"Es mucha sangre"- hablo su bestia- "ve a verla"- gruño enojado
-Hmp
No apresuró su paso, siguió con calma e ignorando a su bestia, ¿desde cuándo le importaba alguien que no era el?, llego donde se encontraban, Rin al verlo se alegró y luego su rostro cambió a uno de tristeza total.
-¡Amo Sesshomaru, por favor salvela!- pidió con angustia
-¡Por que el amo tendría que salvarla!- le grito Jaken
-Silencio
-¿Puede salvarla?- le pregunto aquel chico que acompañaba a su protegida- ella...esta muerta
¿Muerta?, ¿cómo pasó todo esto?
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