"Cuando tenía cinco años te ví por primera vez. Tú debías de tener alrededor de siete u ocho y ya eras un niño imposible de pasar por alto. Tenías los cachetes regordetes sonrojados con una sonrisa amable enmarcado tus labios llenos de chocolate, te habías pasado casi media hora devorando los dulces que habías recolectado, tus ojos marrones brillaban con entusiasmo contenido de alegría provocada por la enorme cantidad de azúcar que habías ingerido o simplemente porque estabas feliz, no lo sé, nunca tuve las agallas de preguntarte.

Era la primera vez que me dejaban asistir a recolectar dulces en Halloween; había decidido ir vestida de mi ídolo del momento, Kim Possible, me parecía cool que ella siempre pudiera vencer a los malvados, era mi super heroína. Tu habías ido disfrazado de Wolverine por lo que tu cabello negro estaba encrespado hacia arriba; tus padres te habían dibujado una barba con marcadores pero mientras comias se te borró.

Oía cómo le decías a tus amigos más cercanos que eras el super héroe más fuerte de la habitación, que podrías vencerlos a todos con los ojos cerrados. Yo quería retarte a que lo intentaras, solo me quedé observandote desde la mesa de los mayores, pues mi madre no quería que me alejara de ella.

En algún momento te diste cuenta de que te miraba e hiciste gestos de ofrecerme los pocos dulces que te quedaban, dulces de manzanas, eran mis favoritos pero estaba segura de que no lo sabías, mi tonto corazón de niña de cinco años inmediata te catalogó como amigo, aún cuando no sabía cuál era tu nombre, aún cuando sabía que pasarían muchos años más antes de que lo supiera.

Recuerdo haberme acercado a tí para comer los caramelos que me ofrecías, mi madre se dio cuenta y me detuvo, golpeó mi rostro mientras me gritaba. Tu mirabas todo sin comprender desde una esquina de la habitación, yo tampoco comprendía, sólo quería ir a buscar dulces, para eso era Halloween. Mi padre me tomó entre sus brazos y me alejó de allí lo más rápido que pudo.

Esa noche ellos dos pelearon hasta que me quedé dormida, pero eso no me importaba, todavía continuaba pensando en esos caramelos de manzanas que me ofreciste, los cuales jamás llegué a tomar.

Tiempo después entendí porque mi madre me golpeó, ella estaba enferma. Papá me dijo que estaba muy triste, que no sabía cómo expresar esa tristeza, por eso era agresiva. No sé qué pasó luego de aquello pero mi padre y yo nos fuimos, muy, muy lejos de allí, tanto que casi nunca más ví a mi mamá.

Y jamás te volví a ver a tí.