Capítulo 53 La Verdad de Todo
-Megan- La llamé, cuando la ví bajando con su maleta- ¿Dónde está Anais?- Le pregunté.
-Arriba- Contestó con su voz tierna- Está trayendo su maleta- Miré mi reloj de mano.
-Se nos hace tarde- Agregué- Dile a Carson que meta tu maleta al auto, voy por Ana- Ella asintió.
Hoy había sido un día perfecto, después de años de dificultades, obstáculos, peleas y conflictos ahora éramos esposo y esposa. Por un momento llegué a dudarlo, al principio le había dado tantas vueltas al matrimonio que por un instante, dude que se casará conmigo. Al verla caminar al altar, con ese hermoso vestido de novia, con esa sonrisa gigante y con su hermano de brazo supe que no había dudas en ella. La felicidad de saber que está embarazada y que en su vientre estaba procreando vida, no se podía comprar con nada en el mundo. Yo, he tenido una larga y extenuante vida y por muchos años me comporte como un hombre que no quería vivir, pero tampoco tenía el valor de suicidarme. Mi historia con Asmodeo, mi larga lista de muertos, mi innombrable sufrimiento por la maldición y el gran dolor de mis sombras. Todo fue recompensado, por primera vez en mi existencia. Sabía que todos estaban más que felices por esto, por la unión entre Ana y yo. Margared siempre supo que ella era la indicada y siempre me insistió para que la buscará, ella me centro en muchas ocasiones y recibí un sinfín de consejos respecto a mi comportamiento, ahora, se lo agradecía infinitamente. Aunque había algo que me afligía y no me dejaba tener una felicidad completa. La muerte de mi amada Roxana. Recuerdo que hace 60 años la encontré abandonada en una estación de tren en Amsterdam, ella solo tenía 7 años y me la lleve, la crié como mi hija, cuando llegó a la adolescencia sus sentimientos cambiaron, fuí su único amor y cuando se volvió madura, me amo como un hijo. Le di muchas oportunidades para que se fuera, dejándole en claro que jamás la abandonaría. Yo quería que tuviera descendencia, que amará a un hombre y envejeciera con él, pero no, ella jamás se fue, se quedó con nosotros leal hasta su muerte. Jamás la convertí en vampiro a pasar de que me lo pidió en muchas ocasiones y cuando empecé a verla envejecer me sentí tentado hacerlo, pero no lo hice. No iba a condenar a alguien que amaba incondicionalmente a un infierno en vida. Subí los escalones, aún habían muchos invitados, personas que no eran de mi agrado, pero por educación y protocolo real, debía invitar. Louis no pudo venir, pero si envío a su circo completo. Fui a la habitación y Ana no estaba, aunque su maleta si estaba lista, la tomé, baje con ella hasta el vestíbulo. ¿Dónde estaba?. Ya casi era hora de irnos, aunque de por sí, íbamos a llegar un poco más tarde de lo que tenía premeditado, iríamos a una de mis propiedades fuera del país, en una cabaña en el bosque de Epping Essex Inglaterra, con una lago enorme, allí pasaríamos su embarazo. A través de los cristales de la puerta de entrada la vi afuera, fruncí el ceño y fui hasta allí. Estaba de espaldas mirando hacia afuera. Lucia un poco extraña, se había cambiado de ropa
-Es hora de irnos, cariño- Le dije- Se nos hace tarde.
-Claro que si, mi amor- Contestó dándose la vuelta, di un paso atrás.
-Renata- Ella sonrió con malicia- ¿Dónde está Anais?.
-¿La señora Cranwell?- Preguntó- No llevan ni 8 horas casados y ya la perdiste de vista.
-Renata, no me hagas...
-¿Hacer qué?- Preguntó soltando una carcajada- Sin tus sombras no eres nadie, Derek- Abrí la boca con sorpresa- ¿Crees que no sé del trato que hiciste con Mammón para que te devolvieran la vida? ¿Qué pensaría la corte y tus enemigos al darse cuenta de que ya no eres el tan temido príncipe de la oscuridad?- Y antes de poder responder ella despareció de mi vista, le di una patada a una piedra de la frustración y entre hecho una furia. En el vestíbulo estaban los hermanos de Anais, mis padres y mis hermanos hablando. La gran mayoría de la gente ya de había ido.
-¿Han visto a Anais?- Les pregunté, por que guardaba la esperanza de que la aparición de Renata fuera una coincidencia. Ellos negaron.
-Debe de estar huyendo de ti- Dijo Aaron.
-Ha desaparecido- Informé.
-No, debe de estar con Megan en el jardín o algo así- Hablo Tessandra.
-Derek, hijo Cálmate- Agregó Margared- Todo está bien.
-No, no está bien. ¿Por qué no me escuchan?.
-Vale. ¿Qué sucede Derek?- Preguntó Elif.
-Anais ha desaparecido, Retana tiene que ver, me la encontré afuera en el jardín.
-¿Retana?- Preguntó Liz.
-La doplengangüer de Anais- Explicó Margared.
-¿No estaba muerta?- Preguntó Aaron.
-No- Llamé a los guardias de seguridad que estaban con nosotros- Quiero que peinen todo el bosque, busquen hasta debajo de las piedras, ella no debe estar muy lejos- Ellos asintieron, en ese momento me acordé de Megan- Megan- Susurré- La niña, ¿Dónde está?- Les pregunté y no supieron darme una respuesta.
-No te preocupes, aquí está- Contestó Carson entrando con ella a la sala.
-No quiero que la pierdan de vista, si se llevaron a Ana probablemente venga por Megan.
-Derek... La vamos a encontrar- Dijo Tessandra- Ni que no conocieras a Anais, en cualquier momento entrará por esa puerta con la cabeza de quién la halla secuestrado colgando, ella es realmente fuerte y lo sabes- Solté un suspiro.
-No solo es su vida la que está en peligro- Debía decirles si quería que tomaran esto en serio- Anais está embarazada.
-¿Qué?- Preguntaron al unísono.
Narra Anais:
Desperté, desperté con un horrible dolor de cabeza y muy somnolienta. Fruncí el ceño al sentir un dolor punzante en mis sienes y al tocarme allí, note que tenía una especie de raspón. Abrí los ojos en una cama completamente desconocida para mí, en una habitación donde solo estaba la pequeña cama donde me encontraba recostada, las paredes eran de piedra y concreto y había una puerta de hierro, con una mini ventana con barrotes, parecía la cárcel. ¿Qué había ocurrido?, Aún traía mi vestido de novia, aunque estaba sucio y lleno de tierra seca. Trate de empezar a hacer memoria respecto a lo que había ocurrido. Imágenes de la boda, la fiesta, el vals, luego salí al patio antes de irnos y en ese momento justo, recordé absolutamente todo.
Flashback:
-¡Felicidades a la señora Cranwell!- Exclamó una voz que salía del oscuro y frondoso bosque- O debo de decir, de forma más formal. Su majestad Anais Cranwell, reina de los vampiros- Di un paso atrás al ver de quién de trataba.
-Renata- Susurré, empecé a ponerme muy alerta- ¿Que... Qué haces aquí?- Pregunté.
-Vengo a dar mis felicidades, bueno, aunque no haya recibido una carta de invitación. Pero bueno... Esos detalles se pasan y a darte una pequeña sorpresa- Ella saco sus colmillos y sus ojos se pusieron rojos y corrio hacia mí, usando su supervelocidad. Quise correr, pero ella me acorraló contra el tronco de un árbol tomándome del cuello, antes de poder huir, me estaba asfixiando- Sangre fresca, siempre me gustó más directo de la vena- lamió mi garganta. Deslice mi mano por debajo de la falda del vestido, saque el cuchillo que había traído y se lo enterré, eso hizo que me soltará. Tosi un poco por la falta de aire, pero no tuve tiempo de poder recuperarme, empecé a correr hacia la puerta de entrada, sabía que solo debía abrirla y gritar para que vinieran en mi ayuda. Cuando creí que podría llegar, otro vampiro se atravesó en la puerta impidiéndome el paso, di dos pasos atrás y sentí como me tomaban de los brazos inmovilizando mis movimientos y me ponían algo en la boca y nariz, empecé inhalar ese extraño aroma.
-Derek- Susurré antes de caer desmayada.
Fin del Flashback.
Empecé a ponerme muy nerviosa y a entrar en una crisis emocional, no sabía dónde estaba, en qué parte y quién me secuestro. Bueno, la respuesta a esa pregunta si la sabía, lo que no sabía era porqué. El vestido me pesaba, la estrechura de la habitación me daba claustrofobia y el silencio parecía querer enloquecerme. Por los pequeños barrotes de la mini ventana de la puerta podía ver un pasillo, pero no identifiqué hacia donde iba. No se escuchaba nada lejos o cerca y tampoco tenía muy claro lo qué estaba sucediendo. No sabía si era de noche o de día, no sabía si habían pasado horas o días, ni siquiera entendí por que estaba ocurriendo esto. Escuche pasos acercarse, pasos pesados se detuvieron al frente, me preparé para atacar cuando poco a poco, se fue abriendo la puerta, pero un arma apuntándome detuvo mi acción de inmediato, cuatro hombres, fornidos me miraron fijamente, levante mis manos en señal de paz, lo que menos quería era un disparo y menos en mi estado, quizá si fuera uno o dos, pero cuatro en este momento era mucho. Uno de ellos me empujo del hombro para que avanzará, solté un suspiro, iba en medio de los cuatros, tres de ellos amenazándome con armas de fuego, me quería quitar el maldito vestido, Me guiaron por un estrecho pasillo con paredes de piedra hasta llegar a unas escaleras, subí con cuidado, cada paso que daba me ponía más nerviosa, ¿Qué era lo que estaba sucediendo? Llegamos a un vestíbulo, era una casa y estaba en un sótano, los muebles era de un color rojo, rojo sangre, todo estaba parcialmente oscuro, en la esquina mirando hacia la ventana cerrada, divise la espalda de un hombre, alto y corpulento. Di un paso atrás pero coche con de espaldas con los orangutanes que me habían escoltado, trague saliva.
-Señorita Franklyn- Habló aún sin darme la cara- Se ve usted hermosa en ese vestido de novia lástima las circunstancias.
-¿Quién es usted?- Pregunté.
-Bueno, actualmente mi nombre es Cam, pero la historia me conoce como Caín- Fruncí el ceño- Sí, el primer asesino de la historia y también el primer inmortal del mundo.
-¿Qué?.
-Te voy a contar la verdad Anais, la verdad de todo- Estaba muy confundida- Yo planee todo esto, soy la mente detrás de la mente, el hombre que todo lo ve. Yo corrompí a Macristen, yo la llene de venganza. Ella era débil, débil de corazón, se dejo corromper, toda jugada que ella hacía yo estaba detrás de ella. Todo lo planee para que al final yo pudiera obtener mi tan deseado descanso.
-¿Qué quieres decir con eso?- Pregunté.
-Dios los creo para proteger a sus amados he intocables humanos, para que la maldad no prevalezca entre ustedes. Si armaba una guerra en la que sus mundanos estuvieran en peligro él me volvería a ver, él me castigaría, al fin podría morir.
-¿Hiciste todo esto para poder morir?.
-Tú jamás lo comprenderías, he caminado solo entre eones de años, mi crimen merecía la muerte, pero él me castigo de la peor manera. Tú arruinaste mis planes, claro, como la maldita mano izquierda de Dios, siguiendo sus ordenes como una borreguita. Empecé a pesar cual sería la mejor manera de castigarte, primero pensé en asesinar a Derek o alguno de tus hermanos, pero no me satisfacía esa idea, tenía que ser algo que de verdad te doliera, que te quemará, te derrumbara. Eres como un ave fénix, resurges de las cenizas, sería muy difícil hacerte quebrar. Luego se me ocurrieron tus hijos, son dos ¿no?- Abrí mis ojos con sorpresa.
-¿Cómo lo supiste?- Pregunté aterrada.
- Tu embarazo es algo raro, una nueva raza, ni siquiera tu sabes si tendrás un parto normal o morirás dando a luz- Se dio la vuelta por primer vez, tenía un ojo azul y otro negro como la noche, su mirada era terrorífica, vacía, sin alma, como la mirada de Derek cuando usaba sus sombras. Tragué saliva, mi corazón palpitaba desesperado, tenía mucho miedo- Tus hijos serán mis hijos, te los quitaré y no volverás a verlos jamás. Ese será tu castigo por haberte entrometido en mis planes. ¡Enciérrenla!- Exclamó, uno me tomó del brazo, le di un codazo en el rostro y una patada al otro, entre los cuatro me tomaron a la fuerza y me sometieron- No hagas que te mate antes de tiempo- Me dijo con su mirada fría.
-Me encontraran antes de que puedas ponerle una mano encima a mis hijos- Le advertí- Un hombre normal iría al infierno por la mujer que ama, mi esposo no es un hombre, menos alguien del común, te juró que te matará.
-Que lo intente, yo no puedo morir, querida
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