Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 5 Samirah

Caminaba por un bosque, estaba descalza y el frío taladraba mis huesos. No era ese típico bosque que soñaba cuando estaba en el mundo onírico, era otro, todo era gris y los árboles estaban marchitos y sin hojas. Habían voces, muchas, todas gritaban en mis oídos y casi no podía identificar que decían, era susurros, no, era gritos. Ni siquiera podía identificar que eran, no había luna, ni luz, todo era oscuridad. Tenía miedo, mucho, no podía saber donde estaba y no podía dejar de temblar. Sentí un vértigo en mi estómago, uno que por poco me hizo vomitar, caí arrodillada y tuve que sostenerme la cabeza por qué sentía que en cualquier momento iba a estallar. Grité, grité tratando de soltar todo lo que ahora me rodeaban, era muchas emociones y las voces me iban a volver loca, estaba llorando, gritando, gimiendo. Mi respiración estaba acelerada y todo me daba vueltas, cerré los ojos apretando los párpados, deseaban que todo se detuviera, quería salir de este mundo. "Controlalo" una voz resonó en mi cabeza "concéntrate" calme el agitar palpitante de mi corazón y regule mi respiración "No te dejes agobiar" las voces poco a poco fueron desapareciendo, pero el mareo y el dolor de cabeza seguía. Seguía llorando arrodillada y cubriéndome el el rostro con mis brazos, sentía miedo. Abrí los ojos y me encontré en otro bosque, diferente al anterior, éste está lleno de nieve, los copos se dejaba arrastrar por el viento y llegaban a mi cuerpo. Me puse de pie, tambaleando, sentía el frío en mis pies y en mi cuerpo. Más adelante a unos cinco metros un arbusto cubierto por rosas, rosas las cuales, no habían muerto aún y caminando junto a ellas estaba esa mujer, esa maldita mujer que no sabía quién era y que invadía mis sueños cuando se le antoja.

-Nunca debes dejar que las pesadillas te consuman, puedes quedar atrapada en el mundo onírico si te dejas llevar- habló mientras acariciaba los pétalos de una rosa.

-¿quién eres?- pregunté, aún seguía desorientada por la pesadilla- Y no me digas que ya lo sé, por qué estoy harta de escuchar esa respuesta- le dije

-Pequeña Anaís. Eres el orgullo de tu madre y la mía. Quien diría que esa pequeña bebe se convertirías en tan poderosa cazadora. Hasta ahora no a existido demonio o bruja capaz contra ti.

- ¿Quien eres? ¿Porque nombras a mi madre como si la conocieras?- pregunté- Dímelo todo, por favor- suplique.

- ¿Crees que tú madre desapareció por completo? No es así. Ella sigue a tu lado desde lo más alto posible. Nosotras somos poseedora de unas habilidades única y la magia negra no podrá hacernos nada- estiró su brazo y abrió la palma de su mano- ¿Quién soy? Averígualo tú misma.

-Pero ya estamos a dentro de tú cabeza- resalte, ella negó.

-Estamos en tú cabeza, es diferente- di dos pasos adelante, tomé su mano helada y me paso un corrientazo de electricidad en el cuerpo, sentí un vértigo horrible en el estómago, mis ojos se pusieron en blanco.

Estábamos en una especie de habitación, la mujer estaba sentada en una cama frente a mí, mimaba a alguien acostado en la cama. Me acerque a ella, era una niña, más o menos cinco o seis años de edad, sus cabellos negros hasta sus hombros, sus ojos permanecía cerrados, estaba dormida. El increíble parecido de ella con mi madre era grande, por un momento creí que era ella, pero esa idea se fue por la borda cuando ví sus ojos. La diferencia entre ella y mi madre era sus ojos, la fantasma los tenía azules, mi madre negros como la noche misma. Ella arrullaba a la niña y le cantaba en voz baja. Tocaron la puerta, ella con dificultad se levantó aún con la pequeña en sus brazos y camino hasta ella, la abrió y entro una mujer afroamericana, su cabello caía en hondas perfectas por su espalda. Tenía unos jeans negros y una blusa holgada color blanca, una gabandina cubría sus hombros y llegaba hasta más abajo de sus rodillas. Afuera llovía, así que la mujer traía un paraguas. Me recorrió un escalofrío cuando la mujer afroamericana paso atravesando mi cuerpo, por un momento contuve la respiración. La fantasma no tenía esa horrible cicatriz en el brazo, tampoco se veía tan blanca como aparecía en mis sueños. Estaba en su cabeza, en uno de sus recuerdos, entonces lo recordé. Un día, mientras me visitaba en los sueños ella me dijo que nunca había estado muerta, y sí podía entrar en su cabeza, es por que era cierto. Pero... ¿Quién era? ¿Por qué me visitaba, por qué me ayudaba? Un horrible dolor de cabeza empezó a invadirme, le sentía mareada.

-Calixta- hablo la fantasma- Gracias por venir- ella le entre la niña, para que la cargue, brevemente la pequeña se sacudió, pero no alcanzó a despertar.

-Sabes que lo hago con gusto y por que se trata de algo de viva o muerte- hablo la mujer, que acaba de conocer como Calixta- ¿Cuánto tiempo?- preguntó.

-No lo sé- ella agachó su mirada- Mi hermana murió hace un mes, con suerte me he mantenido con vida, pero no me queda mucho tiempo- algunas lágrimas se le salieron- Cuando encuentre a Anais- ella me había estado buscando después de la muerte de mi madre, no salía de mi sorpresa- iré por Megan y desapareceremos- la mujer asintió- para todos ella es tú hija- no era una pregunta, sino una afirmación, no entendía que estaba pasando.

-Samirah- En ese entonces, lo entendí todo.

Lo que iba a decir la mujer se interrumpió, el vínculo se rompió, desperté de mi ensoñamiento, totalmente aturdida y con un horrible dolor de cabeza. La luz solar se colaba por las ventanas, así que tuve que parpadear varias veces para observar mejor, mi cabeza daba miles de vueltas y mi respiración era agitada. Todo cobraba sentido ahora, ella era la verdadera hermana de mi madre, lo que no me explicaba era porque no la recordaba hasta ahora. Samirah, era su nombre y era la menor de las hermanas Braus, la mayor era Macristen,estaba Betzzaveth, luego mi madre y por último Samirah. Aunque cabía resaltar que, ni Macristen, que resultó ser la traidora, ni Betzzaveth era hijas de sangre pura de los Braus, así que en este caso. Las verdaderas descendientes era mi madre y su hermana menor, que eran las hijas legítimas. Todo este tiempo, ella era la que me se había encargado de guiarme por el camino correcto, mostrándome siempre los oscuros secretos de nuestra familia. Pero... ¿Dónde ha estado todo esté tiempo? ¿Por qué sólo me busca los sueños?. Salí de la cama, tomé una toalla en el perchero y me metí al baño, por alguna extraña razón mis manos temblaban, estaba nerviosa, no sabía por qué exactamente, quizá era por la pesadilla/sueño que había tenido. Había pasado un mes entero en el que le había declarado como muerta, no obstante, también me la pasé en recuperación, mis heridas por fin (después de mucho tiempo) se había regenerado del todo, ya no dolían, aunque de vez en cuando sentía punzadas, (Benjamín decía que eso era completamente normal) ahora solo quedaban tres horribles cicatrices, las cuales detestaba con mi alma. Me despoje de mi pijama, me metí a la regadera caliente, de inmediato sentí como mis músculos se relajaban. Derek, con mucha delicadeza me había estado haciendo curación, también viajaba todos los días al instituto, por que seguía siendo profesor allí, me mantenía informada de lo que sucedía con mi familia, hasta ahora, según lo que él, lo habían tomado con mucha calma.

Margared, Benjamín y Rose me trataba con mucho amor y respeto, siempre pendientes de que estuviera bien y que no me faltará nada. Líz me hablaba de vez en cuando por teléfono y me mantenía informada de la bruja, aunque hasta ahora no había podido obtener ninguna pista, llegue al momento en el que perdí la esperanza, pero luego me recordé que no debía hacerlo, esto a penas era el comienzo. Tomé el bote de shampoo y me unté un poco del líquido en las palmas de las manos, luego empecé a frotarlo en mi cabello. Necesitaba relajarme y empezar a armar las piezas del puzzle, tenía que encontrarla antes que los demás se dieran cuenta que estaba viva. Salí del baño al terminar, me puse una toalla en el cabello y la otra en el cuerpo, fui hacia el closet y saqué la ropa, uno shorts gastador azul oscuro, me lo puse con una blusa de tirantes blanca, junto con un chaleco de seda manga larga, hasta mis rodillas, me puse unos botines y me acerque al espejo de cuerpo entero para peinarme. Derek, en este mes que llevaba viviendo y durmiendo bajo el mismo techo se había mostrado muy respetuoso, algunas noches se quedaba conmigo pero se iba cuando me quedaba dormida, nunca a intentado tocarme de forma indebida o insinuando algo (tal vez lo hacía por respeto a su familia). No es que yo lo quisiera, no, pero conociendolo como lo conozco, había imaginado que quizá, el trataría de, al menos insinuarme algo. O quizá, muy en el fondo, si deseaba que lo hiciera, deseaba que me deseará. Cuando estuve lista, salí de mi habitación, aún era temprano, pero ya todos debía estar despiertos, la casa estaba en completo silencio. Bajé las escaleras de cristal y al frente ví el comedor. Rose estaba poniendo la mesa, se sonreí dirigiéndome a ella. Ella era una mujer de pocas palabras, siempre con una sonrisa en el rostro para todos nosotros, pero más para Derek, ella lo atendía en todo con mucha delicadeza, compresión, atención y sobre todo amor. Cada vez que lo veía, se encendía una chispa en sus ojos y una sonrisa aún más grande y hermosa aparecía en sus labios. Podía contar con los dedos de una mano, las veces que veía que Rose no atendiese a Derek, por algún motivo y tuviera que hacerlo Margared o yo, cada vez que ella le expresaba a él una inconformidad o se quejaba de algún dolor, Derek de inmediato se ocupaba de ella y velaba él mismo que ella estuviera bien.

-Buenos días, señorita Ana- habló con entusiasmo ella, mientras ponía los platos, tomé algunos de sus manos y empecé a ayudarle.

-Buenos días. Rose, ¿Cómo dormiste?- le pregunté.

-Yo muy bien como siempre. El señor Cranwell, me pidió que cuando despertase le dijera que la estaba esperando en su oficina- contesto mientras, volvía a tomar los platos de mis manos, fruncí el ceño.

-¿En serio? ¿Sabes porqué?- ella negó- Iré a ver qué necesita, volveré para ayudarte con el desayuno.

-No se preocupe, yo me encargo de eso- Camine por el pasillo corredizo, hasta llegar a la puerta de la oficina, la abrí con cuidado y Derek estaba acostado en el sofá doble de la pequeña sala, sus ojos estaba cerrado, camine silenciosamente hasta él, me detuve y lo miré un segundo, él realmente era hermoso, su piel pálida, se veía aún blanca con la luz que de reflejaba en su rostro, su cabello negro azabache y sus facciones marcadas, metí mis dedos en su cabello y empecé a sobarlo, el sonrió y abrió sus ojos, los cuales me penetraron hasta el alma. Me acerque a él y lo bese, sus labios empezaron a danzar con los míos, en perfecta sincronización, como siempre el tono dominación de mi boca, volviendo el beso más intenso, nos separamos por falta de aire.

-Parece que la futura señora Cranwell durmió muy bien anoche- habló burlón, mientras de incorporaba de la cama, me senté a su lado en el mueble y se sonreí.

-Creo que dormí a medias- el frunció el ceño- Tuve un sueño, que me dió un poco de esperanza, pero antes de él, tuve una pesadilla, aún me duele un poco la cabeza. Hay una mujer, que me visita en mis sueños, creía que era una fantasma, ella me ayudaba y me daba pistas cuando no sabía que Macristen era la verdadera bruja, siempre estaba ahí, ella me decía que la conocía, pero yo no la recordaba. En el sueño entre en su cabeza, luego recordé quién era.

-¿Y quién es?- preguntó él, muy interesado en lo que decía.

-Samirah, la hermana menor de mi mamá, ella está viva. Derek, todo este tiempo a intentado comunicarse conmigo, dándome pistas y abriéndome caminos. Es ella y está viva- le dije, sonriendo, él solo se quedó mirándome, sin decir nada- Di algo, Derek, no te quedes callado- lo insite.

-Mi amor- me miraba con... ¿Lastima?... Odiaba que me mirará de ese modo, me hacía ver cómo una niña inocente, que acaban de hacerle daño- Muchas veces, los caminantes de sueños que mueren, no se dan cuenta que están muertos y quedan atrapados en el mundo onírico- el tomo mis manos, las aparte de inmediato y lo miré frunciendo el entrecejo.

-No me crees, ¿Verdad?.

-Anais, es que es imposible que ella esté viva- puntualizó él, negué- Ana yo estuve en su entierro, en el entierro de toda la familia Braus.

-¿Acaso debo recordarte que yo estoy muerta hace un mes?- me levanté de donde estaba sentada y lo miré- Yo soy la caminante de sueños, se lo que viví en el mundo onírico y no sólo es de ahora, lleva meses visitandome. Yo sé que está viva- Me sentía ofendida, mucho, ¿Por qué no me creía?.

-Lo siento, pero me es muy difícil creerte- eso me destrozó el alma entera.

-No tiene caso- cerré los ojos, soportando el dolor que ahora me consumía- ¿Me pides confianza? Y a la primera que te la demuestro dudas de mi y mi palabra.

-Anais- Dió un paso hacia mí, pero retrocedí.

-No te acerques a mi. Iré ayudarle a Rose con el desayuno.

-Ana- quiso decirme algo, pero en ese momento su teléfono sonó.











Capítulo dedicado a SolLandriel4 por su cumpleaños número 16. Dios te bendiga hermosa, que te dé muchos años más de vida, feliz vuelta al sol.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro