Capítulo 34 Emboscada
Narra Tessa:
-Tessa, levántate- Gemí con protesta, no quería levantarme- Maldita sea Tessandra, que te despiertes, debemos irnos- La voz de Elif cada vez más se hacía autoritaria.
-¿Adónde?- Sollocé mientras cubría mi cabeza con una de las almohadas.
-La directora Hood nos llamó, dijo que nos quería en el instituto por que hay una emergencia nacional. Camina, flaca, no seas perezosa- Odiaba que me dijera flaca, era un apodo de muy mal gusto.
-¡Ay, no me digas flaca!- Exclamé- Ya voy... Ya voy, me baño y nos vamos.
-¡Muévete!- Dijo mientras me arrojaba un almohada a la cara. Me quedé un segundo en la cama, procesando lo que pasaba y reiniciando mi cerebro. Mire el reloj digital en cajón de noche y era las siete de la mañana, nos habíamos dormido a las cuatro. Froté mis ojos tratando de darme fuerzas para despertarme del todo- ¡FLACA, MUÉVETE!- Escuché gritar a mi hermana del otro lado.
Me levanté a regañadientes y fui hacia el baño, me recogí el cabello bien por que no quería mojarlo y me di una ducha muy rápido. Si era cierto que había una emergencia nacional eso quería decir que se acababan las vacaciones y posiblemente sea algo muy grave. Tanto para la academia, como para el cónclave las semanas que nos daban de receso era algo completamente sagrado, lo respetaban muchísimo, así que esto debía ser algo muy importante. Envolví una toalla en mi torso al terminar y salí de nuevo a la habitación, rebusque en mi bolso la ropa, unos jeans gastados y una blusa de tirantes. Empaque las cosas que había desempacado y cerré el maletín. Lynchburg quedaba lejos de Blacksburg y eso de estar viajando de un día para otro resultaba siendo muy agotador. Cuando iba saliendo vi la puerta de la habitación que era de Anais entreabierta así que me acerqué, no había nadie adentro, miré todo desde el marco. La habitación estaba un tanto oscura por que la persianas no estaban abiertas, todo estaba igual a cuando ella estaba. Solté un suspiro y salí cerrando bien. Baje las escaleras y fui al comedor mamá estaba reprochandole a Elif el porque debíamos irnos tan rápido, diciendo también que esa academia era una explotación, puse lo ojos en blanco negando. El desayuno estaba listo así que comí en silencio viendo cómo ambas seguían discutiendo, no me explicaba como se la pasaba así. Yo odiaba las discusiones, siempre trataba de evitarlas por que realmente me parecía una verdadera perdederá de tiempo. Elif estaba tratando de explicarle lo que había sucedido, según lo que entendía era una emergencia nacional que tenía que ver con el cónclave y el consejo o algo así. Realmente no estaba entendido mucho. Al final las tres nos sentamos a comer tranquilamente y sin discutir más del tema. Termine primero así que me puse a revisar los archivos que había descargado, eran archivos secretos de la hermandad, informes en los que había participado Macristen y casi todos mostraban incongruencias y así era como ella se salía con las suyas, encubriendo sus casos y maquillando la verdad. En más de uno había participado Anais, ella la usaba para hacer el trabajo sucio. También vi el expediente de Diego, fue muy extraño por que desapareció de un momento a otro sin dejar rastro y nadie supo que sucedió con él. Posiblemente la bruja lo tuviera secuestrado, pero.... Con qué propósito, mi hermana me saco de los pensamientos informando que nos íbamos. Mi madre me dio un beso en la frente y nos sugiero que tuviéramos mucho cuidado en el camino y nos informo que Aaron iría para su cumpleaños. Asentí, salí de la casa y espere que Elif sacará el auto de la cochera, aparco al frente, metí todo en la parte de atrás y subí. Le hice un ademán a mi madre y salimos. Anoche todo había sido muy tranquilo, no peleamos y por primera vez en meses me sentí tranquila y a gusto con mi familia. Los edificios y personas pasaban a gran velocidad y en la boca del estómago se me hizo un vacío, un mal presentimiento se instaló en mi pecho y no pude evitar mirar a Elif mientras ella tenía su vista puesta al frente.
...
-Gracias por venir Tessandra, Elif. Y disculpen por favor haber interrumpido sus fiestas- Se disculpó la directora Hood.
-No se preocupe, directora no ha sucedido nada- Contestó Elif.
-Díganos ¿por qué nos citó?- Pregunté. Ella nos indicó que siguiéramos a su oficina y al entrar nos encontramos con Deneb- Reverendo- Saludé- Que bueno verlo.
-Tessa, Elif que inmenso placer verlas, aunque lastimosamente en estas circunstancias- Contestó él mientras se ponía de pie apoyado en su bastón.
-Deneb, ¿Qué ocurrió? ¿Es algo grave?- Preguntó Elif.
-Sí, lastimosamente si. Nos llamaron de la Corte Imperial Vampírica informaron que... Han robado el cáliz de sangre- Contuve mi respiración por la sorpresa- También que Macristen está preparándose para una guerra entre los dos mundos y cuenta el respaldo de un rey del infierno- Elif y yo nos miramos con el ceño fruncido
-Les pido suma discreción con esto, centinelas, si se los confiamos es por que sabemos que están perfectamente capacitadas para esto- Agrego la directora.
-¿Cómo sucedió esto?- Pregunté.
-Ella robo el cáliz, y dicen también que tiene las llaves de Armageddon. No confiamos en la hermandad. Por eso queremos que esta noche vayan al reino de los Sílfides y corroboren si es cierto esto o no. Estamos muy nerviosos, ella no puede poner sus manos en las reliquias divinas.
-¿A qué hora quieren que vayamos?.
-En la noche- Dijo Hood- La reina Ahíana las estará esperando. Según tenemos entendido las llaves del Armageddon nunca aparecieron después de que Cristofer entro en la dimensión alterna, pero queremos estar seguros. Son las últimas en las que realmente confiamos.
-Mientras tanto volveré al cónclave y haré como si nada estuviera pasando- Contestó Deneb. Asentimos. Esto era suprema mente peligroso. Salimos de la oficina en silencio, sin decir una sola palabra, la academia estaba realmente silenciosa y solitaria.
No sabía mucho de las reliquias divinas, eran objetos complejos y completamente misteriosos, y algunos ni siquiera se encontraban en este plano. El observatorio, por ejemplo, inventar una ubicación era insinuar que es de este mundo y era todo menos eso. No me consta, pero aquellos que han podido llegar a ese manejo de nivel astral y espiritual aseguraban que era un artefacto capaz de ver el pasado y el futuro de cualquier ser haya habitado la tierra. Allí, solo podía ir los caminantes de sueños o aquellos que estuvieran ligados a un don como este, había muchos que se dormían con la esperanza de llegar al observatorio y jamás despertaban, quedaban atrapados en un sueño eterno y nunca despertaban y por más hechizos y brujería que impusieran nunca volvía abrir sus ojos. Era una especie de castigo impuesto por los ángeles para alejar aquellos que no eran dignos. Subí a la habitación y saque la ropa de la maleta, mi hermana de me había pedido así que decidí no darle importancia y dirigirme a los circuitos para practicar mi puntería. Tomé el arco y las flechas y baje, al llegar al jardín observé de lejos a Derek hablaba con Elif y si no estaba mal se encontraba con uno de sus hermanos, con Carson si mi memoria no fallaba. Siempre me pareció el más frío y despreciable de todos los Cranwell, aunque si bien es cierto que a todos les guardaba cierto rencor, al príncipe más que a nadie. Puse la flecha en el arco y apunte a uno de los blancos. Uno, dos, tres, solté un suspiro y empecé a correr pasando por todos los obstáculos mientras disparaba las flechas, casi todas sin poder ver bien el objetivo por que estaba ocupada esquivando las pruebas que tenía el circuito. Me gustaba el entrenamiento físico, pero más el teórico en eso me desenvolvía muy bien. Al principio me frustre demasiado al no encontrar un arma ideal para mí, las espadas son incómodas de camuflarse, las dagas sea muy pequeñas aunque fáciles de esconder, no me gustaban las armas de fuego por que hacía mucho ruido. Después coincidí con el arco y las flechas y desde entonces me enamoré completamente del arma, además de que mi puntería era la mejor del instituto, superando incluso, algunos estudiantes de mejor rango que yo. Termine agitada, sudando y con la respiración entrecortada, apoye mis manos en las rodillas y respiré fuerte y tranquila. Volví a mirar a mi hermana seguía hablando con Derek, parecía que estuviera discutiendo sobre algo, luego ella saco un estaca y se la dio. Entrecerré los ojos sin entender, lo le di mucha importancia, realmente él solía ser así, lo que me extrañaba era su comportamiento, se llenaba la boca gritando a los cuatro vientos que amaba a Anais pero realmente su actitud cuando murió fue muy rara, nunca la lloro, permaneció por fuera casi un mes, no le importaban los casos, era un completo tempano de hielo solido. Giré en mi eje para irme a cambiar y choque de frente con un cuerpo, alcé la mirada y me encontré con Carson Cranwell. Fruncí el ceño y arquee en un ceja mientras me cruzaba de brazos. Trague saliva nerviosa, su silencio empezaba a incomodarme, le sostuve la mirada firme.
-Señorita Franklyn, si quiere que le de un consejo no vaya- Habló, con su voz neutra y frívola. Fruncí el ceño sin entender- Está noche, no vaya con la reina Ahíana.
-¿Qué quieres decir?- Pregunté.
-Hágame caso, lo lamentará si va está noche a la misión. Así que no vaya.
-Yo no sigo ordenes tuyas, Carson. Es una misión y tengo la obligación de ir- Sus ojos se oscurecieron y si las miradas mataran, estuviera muerta hace mucho.
-Tan terca y orgullosa como la idiota de Anais.
-Te exijo que la respetes, Carson.
-Es la verdad, ambas son igual de tercas como una mula, la idiota esa nunca hace caso y por eso le pasa lo que le pasa.
-¿Por qué hablas de ella como si estuviera viva?.
-Vámonos hermano- Lo llamó Derek interrumpiéndonos- Tessandra que bueno verla.
-Lo mismo no puedo decir- Susurre, mi hermana me miro de mala manera.
-Adiós Derek- Los despidió Elif, puse los ojos en blanco- ¿Que estabas hablando con Carson?- Me preguntó cuando ya se habían ido.
-Nada importante, el hombre esta chiflado ¿Tú qué estabas hablando con Derek?.
-Me pidió algo prestado, ¿te cae mal Carson?.
-Todos me caen mal, son vampiros- Mi hermana me miro arqueando un ceja- No puedo negar que son muy sexys los condenados y son todos 5.
-Yo nunca te he conocido un novio Tess, eres muy apática con los hombres mi flaca- Puse los ojos en blanco.
-Deja de decirme flaca.
...
-Majestad un gusto verla- Salude mientras hacía una reverencia, ella imito mi acción.
-Hermanas Franklyn, que bueno tenerlas en mi reino, me imagino que las ha enviado Deneb- Habló ella.
-Así es majestad, Deneb quería que la acompañáramos y la escoltarámos a llevar las llaves del Armageddon al cónclave- Contestó Elif, la reina pareció sorprendida y frunció ligeramente el ceño.
-¿Las llaves del Armageddon? Se equivocan se perdieron cuando el demonio Cristofer la robo, nunca se supo donde quedaron- Elif y yo nos miramos sin entender.
-Pero... Usted llamó a Deneb y le dijo que nos enviará- dijo Elif.
-No, yo no he llamado a nadie. Creí que venían por alguna misión de Deneb, estoy igual de sorprendida a ustedes.
-No sé, pero esto me huele muy mal- hablé- Majestad, es mejor que venga con nosotras, quién quiera que haya llamado nos quería a todas reunidas.
-Como siempre la más inteligente de las hermanas Franklyn- Su voz la conocía perfectamente, salió desde uno de los grandes árboles y nos miró, estaba muy cambiada, me atrevería a decir más joven incluso, me pasó un escalofrío por la columna vertebral- Efectivamente las quería reunidas aquí, no solo por que pienso asesinar a la reina, sino también a ustedes. Son una maldita piedra en el zapato y tengo que quitarlas de mi camino- Elif se puso en posición de combate y sacó su espada.
-¡Guardias ataquen!- Exclamó la reina.
-Salga de aquí majestad- Le ordenó Elif.
Todo se puso más oscuro y el ambiente se volvió pesado, más de lo normal. La carga de energía negativa era increíble, incluso podía decir que me costaba respirar, el viento empezó a soplar con furia y la lluvia a caer con potencia. Había algunos sílfide a los costados del trono y de inmediato atacaron a Macristen, nosotras corrimos por el bosque detrás de reina, escuchaba pasos que corrían atrás de nosotras. Lo único en que podía pensar era que debíamos salir del reino, el suelo estaba pantanoso, se unía con el peso de mis pies, los árboles se agitaban y parecía que todos estaba cayendo. Bajábamos por una pendiente, no teníamos ninguna luz y sólo podía sujetarme fuerte de algunas ramas para no caerme rondando. Cada vez estaban más cerca, Elif tomó a la reina Ahíana de los brazos le cubrió la boca con su mano y se escondieron en una cueva en forma de madriguera. Cómo pude me empuje con las manos, trepe un árbol pequeño y me subí a una rama justo a tiempo antes de que me vieran. Desde arriba podía ver nuestros perseguidores, era un hombre y una mujer, en silencio tomé el arco de mi espalda y apunté con una flecha a uno de ellos y se la enterré en el cráneo, esté cayó sin vida al suelo. Tome otra flecha, salte a los hombros de la mujer tomándola por sorpresa pero ella fue más rápida, se inclinó hacia adelante haciéndome caer pero en un reflejo rápido rodé por el suelo impidiendo que me lastimara. Mi respiración estaba acelerada, la miré desafiante y hasta ese momento me di cuenta que se trataban de guardianes de la reina, malditos traidores, se acercó a mí me lanzo un puñetazo que esquive con facilidad, lo tomé del brazo di la vuelta se lo puse en la espalda y le disloque el hombro. Ella soltó un grito de dolor y me dio un codazo en la nariz, di pasó atrás y antes de que me volviera a atacar saqué un flecha y se la enterré en el corazón. La mujer exhaló con dificultad y cayó al suelo sin vida. Mi cuerpo estaba completamente cubierto por pantano, me toque la nariz y pude apreciar como sangraba, me dolía horrible. Fui hacia mi hermana, seguían escondidas en el mismo lugar, les informe que el peligro había pasado, Ahíana nos dijo que había un salida del reino atravesando el bosque. Asentimos, seguimos caminando despacio y con cuidado de no caer por los vacíos, mi manos estaban temblando y la lluvia no ayudaba el paso. Al llegar al sitio indicado no había nadie, ni guardias, ni ninfas, nadie. Eso me dio muy mala espina, había traído conmigo la espada Luz del Alba, así que la saqué. Sentí como me atacaba por la espalda haciendo que cayera al suelo. Mi hermana reaccionó de inmediato chocando su espada con la de mi atacante, le dio una patada en el estómago y dando un giro le dio otra en el rostro. Elif y yo estábamos espalda con espalda cubriéndonos por ambos costados, no sabía dónde había dejado a la reina, pero me alegraba que me estuviera ayudando, por muy fuertes que fuéramos por separadas, juntas éramos imbéciles. Le enterré la filosa estaba a uno de sus secuaces y si un salto atrás cuando otro quiso tomarme del cabello, aunque mi hermana de inmediato lo asesino. En el fondo del lugar, en un sitio oscuro y apartado la vi, me separé de Elif y fui hacia ella pero al llegar allí no estaba, fruncí el ceño, había sido un espejismo. Sentí un dolor penetrarme por atrás y cuando agache la mirada vi una espada que me atravesaba por la espalda. Solté un desgarrador grito cuando ella la saco dejándome mientras me desangraba, deje caer la Luz del Alba, mientras caía arrodillada al suelo.
-¡TESSA!- Escuché gritar a mi hermana, caí al suelo sollozando, mientras no podía sostenerme a mí misma por el dolor. Macristen la sostuvo por los aires elevandola del suelo- ¡Suéltame, maldita rata asquerosa!- Exclamó- La atacaste por la espalda, cobarde, sabes que de frente no puedes vencerla- Apreté mi abdomen tratando de que así, no saliera más sangre, estaba empezando a ver borroso, el dolor era más que horrible.
-Mírala- Habló Macristen- Mírala, como se desangraba, como su vida se va y no puedes protegerla querida Elif- Una lágrima se deslizó por el rabillo del ojo, solté un gemido- Voy a dejar que veas cómo muere, luego te mataré a ti.
-¡Con mi hermana no, perra!- Fue todo lo que escuche antes de perder el conocimiento.
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