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Capítulo 20 La Historia del Príncipe

-Abre los ojos Anais- Me susurró Derek al oído, poco a poco fui abriendo los ojos, tenía miedo de hacerlo, no sabía en qué momento todo explotó, no había escuchado ni sentido absolutamente nada, todo era penumbras. Quedé atónita, no salía de mi sorpresa, estábamos afuera y la casa se encontraba en llamas, solté un sollozo, miré a Derek y entonces él se desplomó al suelo, pude tomarlo antes de que su cuerpo cayera.

-Derek- Lo llamé- Derek, ¿qué pasa?- Pregunté pero parecía que estaba perdiendo el conocimiento. Liz se acercaba con Megan a su lado y al llegar a mí me ayudó a cargar a su hermano- Liz ¿qué le pasa?.

-Sus sombras, hizo mucho esfuerzo para sacarte de allí y evitar que el estallido los lastimara. ¿Has bebido sangre, Derek?- no contestó estaba desmayado- Yo creo que no, vamos a casa.

-Ven con nosotras Megan- le dije a la niña y ella asintió- ¿Hace cuánto no beberá sangre?- Le pregunté mientras arrastramos el cuerpo de Derek hacia el auto.

-No lo sé, él es un vampiro diferente a nosotros, debe beber sangre muy seguido, cuando no lo hace pasa esto- Ambas pusimos su cuerpo en lo asientos de atrás. 

-Megan ve adelante.

Me hice atrás junto con él. Liz conducía, por fortuna la casa no quedaba muy lejos de allí. Apoye su cabeza en mis piernas y lo admiré mientras dormía, estaba empezado a sudar y la temperatura le aumentaba, su piel ya por naturaleza era blanca, pero ahora empezaba a tomar un color verdoso enfermizo, realmente me preocupaba muchísimo su estado. Seguíamos avanzando por las calles, la lluvia empezaban a caer de nuevo y lo más jodido de todo era que posiblemente este clima no nos ayudará mucho con la investigación. Abrí sus párpados y sus ojos se estaban tiñendo de un leve color rojo, lo cual era aún más malo. Debería de estar preocupada por la persona que puso la bomba y tratar de encontrarla, pero de ese asunto me encargaría después. Liz llamó desde el vehículo a Margared y le explico lo que sucedía, nos dijo que posiblemente Derek llevará semanas sin beber sangre humana y que en este momento estuviera no sólo débil sino también muy susceptible y lo más sano por ahora sería darle sangre de animal y mantenerlo amarrado al menos mientras ellos llegaban. Llegamos a la casa, salí lo más rápido posible del auto y abrí la puerta principal, Dominick iba bajando las escaleras salió tomó a su hermano como si no pasara absolutamente nada y subió con él a la habitación, lo recostó en la cama, estaba sudando tanto que parecía que hubiera estado bajo la lluvia. Baje al piso de inferior para por unos paños de agua tibia, abrí las alacenas buscando un recipiente, en serio que odiaba este lugar, no encontraba nada finalmente encontré un tazón de cristal, lo llene de agua y subí las escaleras de nuevo. Volví a la habitación y sus hermanos le estaba poniendo unas esposas y lo amarraban al barandal de la cama, fui a una de las maletas y tomé una toalla, la sumergí en el agua helada y luego me senté al lado de Derek para empezar a empañar su frente, realmente estaba muy pálido. Miré a Liz y a Dominick y les sonreí, Benjamín y Margared llegarían en la madrugada y mañana por la tarde nos estaríamos yendo de aquí. Solté un suspiro y recapitule todo lo que había pasado este día y que había sido extremadamente largo, mi padrino, la muerte de Calixta, la niña y la bomba. La bruja realmente quería deshacerse de la evidencia como para llegar al punto de volar la casa volar la casa. Ella tenía que haberse dado cuenta que Megan estaba escondida, sabía que no podía matarla por las runas de protección, no quería imaginar qué hubiera pasado si no hubiera estado allí o que hubiera pasado conmigo sin Derek. Le di un beso en la frente, estaba calmado, había algo malo con las esposas.

-Son de plata- Les dije. Ellos asintieron- Pero lo lastimaran.

-No te preocupes, no le pasará nada. Cuando despierte tendrá mucha hambre, será mejor mantenerlo así mientras se alimenta, más que todo por la niña- Contestó Dominick. Asentí.

-¿Hace cuanto pasa esto?- Pregunté.

-Desde que le dieron sus sombras- Respondió Liz.

-¿Derek no nació con ellas?- Ambos negaron.

-Se las dió su padre, es una historia muy larga Ana. ¿Derek no te ha contado?- Preguntó Liz, negué- Todavía le duele y a mí también recordarlo.

-A él le cuesta abrirse, no es personal Anais. Bueno quizá sí lo sea- Me dijo Dominick. A veces me gustaría que confiara más en mí. Derek soltó un sollozo y poco fue abriendo los ojos- Le traeré la sangre- Me senté frente a él para mirarlo a los ojos.

-Hey, hola- Hablé- Me asustaste- Metí de nuevo el paño en el agua y lo pase por su rostro.

-¿Te han dicho que te ves hermosa?- sonreí negando- Eres hermosa, la mujer más hermosa que haya visto en mis setecientos años- Quiso estirar su mano para tocarme pero las esposas se lo impidieron, escuche un quejido por su parte- Eso duele- sus palabras salían arrastradas, como si estuviera borracho. Dominick volvió a la habitación con una bolsa de sangre, hice una mueca de asco, olía asqueroso.

-Ana, mejor sal mientras se alimenta- Asentí, me puse de pie y empecé a caminar a la salida, tuve que cubrirme la nariz al pasar por su lado.

-Los ángeles me libren de algún día tener que beber esa cosa- Le dije, ellos cerraron la puerta y se quedaron adentro, solté un suspiro, esta vida era agotadora, en las escaleras vi sentada a la niña, empecé a bajarlas lentamente y me senté a su lado, estaba cabizbaja y el verme me miró a los ojos, sin duda alguna tenía los mismo rasgos de la familia Braus, estaba llorando con mi pulgar le limpie las lágrimas, no quería imaginarme por lo que estaba pasando- Hola, pequeña. Con todo este alboroto no hemos tenido tiempo de hablar tú y yo.

-Gracias por salvarme- Empezó hablar- Si no hubieras llegado yo sería cenizas, ni siquiera me conoces y aún así estas arriesgando tu vida por mí- Le sonreí y tomé su mano.

-No, no te conozco. Pero sé que eres mi prima, sangre de mi sangre- Solté un suspiro.

-Creí que yo era la última descendiente.

-Yo creí igual, ambas nos equivocamos. Escucha Megan, ahora somos tú y yo y quiero que sepas que para mí siempre será primero mi familia y ahora perteneces a ella.

-La familia siempre es primero- Asentí- ¿Todos son vampiros?- Volví asentir- ¿Por qué si eres una cazadora vives con ellos?.

-Es larga la historia, los Cranwell me han protegido por años, por ahora es lo único que tengo.

-¿No tienes más familia?- preguntó.

-Tengo a mi padre y tres hermanos, pero ellos creen que estoy muerta.

-¿Por qué?.

-Para protegerlos de la persona que te quiere asesinar- Le expliqué- Y tú deberías dejar de hacer tantas preguntas.

...

La tenía frente a mí, la miraba a los ojos y veía como de movía y libremente por el lugar, me quedé de pie en mi lugar, rígida, estupefacta y aterrada, tenía esa sonrisa de superioridad dándome a entender que no sería capaz nunca de vencerla. Di un paso adelante, toda la rabia inundaba mi sistema, con unas incontrolables ganas de llorar, quizá de frustración pero lo cierto es que ni yo lo sabía. Me sobresalte en mi lugar mientras me despertaba, me tomó un momento darme cuenta de dónde me encontraba. Entonces lo recordé todo, después de charlar con Megan, Liz salió de la habitación, dijo que le cedería su cuarto a la niña para que ella pudiera tener privacidad, ella dijo que dormiría en la cama de Carson y que Dominick dormiría en el mueble, realmente lamentaba mucho que tuviera que hacerlo, lo que menos quería era general molestias. Me había quedado dormida en la barra del desayuno de la cocina, ni siquiera me había dado cuenta de cuándo pasó. Mire el reloj arriba de la nevera era poco más de las tres de la mañana. Levanté la cabeza y me dió una fuerte punzada en el cuello, había estado en una muy mala posición, me puse de pie, estaba haciendo un frío terrible y entonces noté que la puerta de atrás estaba entreabierta, un escalofrío me recorrió pero no sabría decir si era por el viento gélido o por el mal presentimiento que se había instalado en la boca de mi estómago. Camine lenta y muy silenciosamente hasta la puerta de madera y con sumo cuidado la cerré. Giré en mi eje y empecé a dirigirme hasta el vestíbulo, si alguien había entrado no tendría oportunidad de salir, estaba sola en la planta de abajo y los Cranwell quizá estuvieran durmiendo. Subí cada escalón con una lentitud casi estresante y al llegar al corredor note que la puerta de la habitación donde se suponía estaría Megan durmiendo estaba abierta, todo era oscuridad, camine hasta estar adentro pero no había nada, la niña dormía plácidamente en la cama y entonces pude soltar un suspiro de alivio, me había vuelto muy paranoica. Sentí como me tomaban por atrás y sujetaban mi garganta con un cuchillo, de inmediato reaccioné, quizá por costumbre me agache hacia adelante dejando que la persona detrás de mí pasará por mi espalda y cayera al suelo. La persona lanzó un cuchillazo a mi dirección mientras estaba en el suelo lo cual me hizo dar un paso atrás, me dió un patada acto que provocó que mi espalda chocara contra unas estanterías y éstas se destrozaran. La niña dió un brinco de la cama, se había despertado por el escándalo, el hombre o mujer, realmente no pude reconocerlo porque tenían vestimentas muy raras se puso de pie de un brinco y me atacó con una patada lateral, pude esquivar el ataque pero me tomó del brazo y lo puso atrás de mí, ejerciendo fuerza para que el hueso húmero se saliera de la clavícula. Solté un grito de dolor y no pude ver más nada sino cuando la silueta salió por la ventana. Los Cranwell entraron corriendo a la habitación sin saber que estaba sucediendo, me estaba doliendo mucho como para acomodar el hueso yo sola, un mínimo esfuerzo y provocaría el peor dolor existente.

-¡Anais!- Exclamó la niña mientras corría a mi para abrazarme- ¿Qué pasó?- Yo también quisiera saber eso.

-Ana. Dios santo, se te salió el hueso- Habló Liz mientras se cubría su boca con asombro. Entró a la habitación para estar a mi lado.

-No es nada, va a estar bien- Contestó Carson con la mayor de la tranquilidad, de verdad que lo odiaba.

-De verdad que eres un insensible- Lo regañó Dominick.

-¿Alguien quiere por favor ayudarme?- pregunté con cierto sarcasmo señalando mi hombro dislocado. Carson se acercó y se paró justo frente a mí.

-No rompió el hueso- Me dijo- Eso es bueno, debió tener mucha fuerza.

-No me digas- él río brevemente.

-A la cuenta de tres- Asentí- Uno- Y sin previo aviso acomodó el hueso en su lugar, solté un grito de dolor y más de dolor, de sorpresa.

-Que carajos, tratala con suavidad- Lo regañó Liz.

-¿Qué putas pasó con el dos y el tres?- pregunté reteniendo las lágrimas, en serio que eso dolía.

-¿Estás bien, Anais?- preguntó la pequeña, asentí, cerré mis ojos un segundo para calmarme.

-Este lugar ya no es seguro, debemos movernos- Agregó Carson- Si ese hombre era de la bruja, para este momento ya debe de saber que estas viva.

-Era más como una mujer y no creo que sea de la bruja, ella hubiera mandado un vampiro o un neófito, incluso un cambia formas.

-De todas formas aquí ya no estamos seguros, hay que irnos- Agregó Dominick. Asentí.

...

-Has estado muy callado desde que salimos de la casa- Hablé. Derek se sentó en la cama soltando un suspiro. Habíamos llegado a la nueva casa, era mucho más grande que la anterior, con dos pisos y seis habitaciones, tres en cada piso, era en el lado norte de la ciudad, instalamos a Megan en una de las habitaciones y se durmió al instante. Derek había estado muy callado, quizá por la debilidad que lo invadía, pero sentía que no era eso lo que lo tenía así. Me crucé de brazos y me recoste contra la pared.

-¿Cómo te sentirías tú si en tu propia casa atacaran a la persona que amas y no te hubieras dado cuenta porque estabas dormido?- Ahora lo comprendía. 

-No fue tú culpa. Derek, no teníamos cómo saber que nos atacarían-  Negó, aún se veía muy débil, trató de quitarse la camisa pero falló por que su cuerpo le pesaba. Me acerque a él y lo tome del rostro para que me mirara- No quiero que te sientas culpable, en este momento no estas en condiciones, no me trates como si fuera una novata. 

-Ana, mi deber para contigo es mantenerte a salvo y no, no te trato como una novata, podrás ser un soldado élite del cónclave y sin embargo, siempre voy a tratar de protegerte.

-No tienes que hacerlo, sé cómo hacerlo sola- me abrazo por la cintura y recostó su cabeza en mi abdomen- Déjame hacerlo- Le dije mientras le ayudaba a quitarse la camisa, cuando lo hice y volvió a abrazarme y me permitió ver su espalda de nuevo, el relieve de sus heridas sobresalía por encima del tatuaje, pase mis dedos por ellas- ¿Qué te pasó?- Le pregunté. 

-Fue hace mucho- Contestó contra mi estómago. Levantó su vista para mirarme a los ojos, tiró de mí para que me sentara en horcadas encima de él, unió sus labios con los míos demandado atención pura, pasó sus manos por mi espalda hasta llegar a mi sosten y desabrocharlo, sonreí contra sus labios- Listo, puedes ir a empijamarte.

-Contestame, por favor- Le suplique- No sé nada de ti. Derek y no tengo ni idea de quién es la persona que amo. Siempre creí que habías nacido con tus habilidades y Liz me contó que te las dio tu padre.

-¿Es importante para ti?- Preguntó, asentí- Mi padre, el rey Luis me azotó cuando era un híbrido, el látigo tenía pequeñas púas de plata que desprendían la carne del hueso- Un gemido de sorpresa salió de mi boca- Mi vida con ese hombre nunca fue linda, me trataba como a uno más de sus esclavos y sirvientes, siempre daba este tipo de castigos o peor, soy un bastardo, Anais- Mis ojos se llenaron de lágrimas y una de ellas rodó por mi mejilla, Derek la limpió con su pulgar, por mi mente pasaron todo tipo de atrocidades. 

-¿Y por qué te hizo esto?- Pregunté en un sollozó.

-En ese entonces la mujer era vendida al mejor postor, no importa si era una campesina o esclava, ni siquiera las reinas o las princesas se salvaban y más cuando la mujer era de una belleza extraordinaria. Lizzeth siempre ha sido muy hermosa y Luis quería venderla a un depravado él la mataría y yo nunca lo iba a permitir. Esa misma noche la saque del castillo y la lleve con Margared para que se la llevará lejos de Alemania. Ese hombre se dió cuenta y por eso me azotó- Su mirada estaba perdida, recordando otras épocas- Puedo ser un miserable, pero jamás permitiría que le hicieran daño a mi hermana, ella es intocable aunque sea una maldita consentida y caprichosa- Asentí, luego le di un pequeño beso en los labios.       

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