Capítulo 15 Cartas
-¿En serio vas a quitarle a la niña?- preguntó Carson cuando salimos de la casa. Me detuve antes de abrir la puerta del copiloto.
-No, no del todo- solté un suspiro- Realmente no sé si mi tía está viva. Aprecio lo que Calixta a hecho por Megan, pero... Por ahora, es la única familia que me queda. Pediré su custodia cuando todo esto termine, pero sin embargo, no la voy a separar de la que considera es su madre- explique. Abrí la puerta y me introduje, él me imitó.
-No puedes hacerte cargo de una niña, Anais, sólo sería una carga. Es mejor que se la dejes a ella- él prendió el motor del vehículo, lo miré frunciendo el entrecejo.
-¿Cómo puedes decir eso, Carson? Megan no es, ni será un carga, es una Braus, quizá la última descendiente de nuestro linaje. Se lo debo a mi tía, ella murió por buscarme a mí. Ella hubiera podido bien seguir escondida, largarse lejos con su hija, pero no... Se quedó para buscarme a mí- puse los ojos en blanco mientras seguíamos avanzando- Yo no soy tú hermana- abrí mis ojos como platos y me cubrí la boca, eso había salido sin poder contenerlo. Yo y mi bocota. El detuvo el auto en secó y si no hubiera tenido el cinturón de seguridad, me hubiera ido de narices contra el parabrisas, lo miré aterrada- ¿Pero qué carajos? ¿Enloqueciste?.
-¿Cómo sabes que es mi hermana?- preguntó, lo miré sin decir nada. Sus ojos empezaron a cambiar de color.
-Vi una foto de ambos juntos. No hubiera podido significar nada pero, los dos tienen el mismo apellido- explique- Creó que ya se por que te caigo tan mal- se hizo un silencio sepulcral, el puso de nuevo en marcha el auto. Siguió avanzando atravesando la lluvia que empezaba a caer, la dirección quedaba a 45 minutos atravesando la ciudad, cerré la ventanilla para evitar el frío y empecé a mirar las cartas que me había dado Calixta. En total había 19 cartas, todas de la misma persona, A.
-Eres todo lo que Renata un día fue- volvió hablar, lo miré prestando atención- Juro, que si la obligaba a volverse en monstruo no sería nunca la misma. Aún así no me importó. Después de que despertó de la transición humano a vampiro apagó su humanidad y no la volví a ver hasta 40 años después, cuando era la prometida de Derek. Le suplique que recapacitará, le dije que aprendiera a ser madura, pero no me hizo caso. Siguió con su juego de seducción, quería que ambos príncipes se volvieran locos por ella, lo logro.
-¿Derek sabe qué eres su hermano?- pregunté, él asintió. Después de eso se hizo otro silencio, pero está vez no incómodo.
Empecé a sacar las cartas del cofre, ella tenia razón siempre llegaban en la misma fecha y era dirigidas a mi. Me empece a preguntar quién era A y porque enviaba cartas. Note que había 15 cartas abiertas y 4 que aun estaban en su respectivo sobre, no habían sido nunca abiertas. Una de ella en especial me llamo la atención, en ella no solo estaba escrito mi nombre sino también el de mi mamá, era la única entre todas. La tome, la abrí y empece a leerla "Hola mi querida Isis, aquí estoy como cada año escribiéndote, sin falta como siempre, y aunque carente de cordura no me falta el razonamiento para recordar que te he amado desde el primer instante en el que llegaste a nuestras vidas. La mía y la de tu madre, si mis cálculos no me fallan hoy estas cumpliendo 18 años y espero que Maggie cumpla su parte del trato y es decirte la verdad. También espero que mis palabras no hallan quedado en el olvido, y tu madre se haya compadecido de mi y te pasara las cartas que te he enviado durante tantos años. Hace mucho tiempo que tu madre no me devuelve una carta, realmente quisiera saber cómo están, aunque también me gustaría saber cuando saldré de este lugar. No te preocupes por mi, sé que no será pronto. Al principio creí que este método de enviar cartas y no recibir alguna era muy cruel, luego comprendí que no había otra forma de mantenerte a salvo, así que no, no podemos juzgar a tu madre por lo que ha hecho. Siento que pronto se me acabaran las palabras y no porque quiera, tengo muchísimas cosas que decirte, pero tengo que ahorrar mis palabras para mis momentos de lucidez ya que son muy pocos. Solo me queda, como cada año desearte un feliz cumpleaños que lo más seguro es que quede grabadas en estas hojas manchadas de tinta, ya que posiblemente tu madre ni siquiera te muestre este escrito. Anais, de verdad me duele muchísimo imaginar que quizá tu nunca sepas de mi existencia y que tal vez, nunca te enteres de lo mucho que te amo y te amare, eres y serás siempre lo mejor que me ha pasado y hasta el día que me muera te seguiré escribiendo, sin importar los años que pase. Para mi querida Isis, tu padrino Alexander Octovos" mi padrino, estaba vivo. Pero dónde estaba y por que sabiendo donde vivíamos nunca fue a buscarnos, o, quizá si lo había hecho y yo no lo recordaba. Tantos años pensé que estaba muerto, todos me hicieron creer eso, nunca terminaría de entender por que tantas mentiras y tantos secretos. Limpie una lagrima que se derramo sin querer, vivo, estaba vivo.
...
-Carson, ¿estás seguro que esta es la dirección?- pregunte al ver la edificación, era una especie de hospital. Él asintió.
-Por supuesto. Anais, es un hospital psiquiátrico- fruncí el ceño, eso no podía ser. Salimos del auto, el lugar era bastante grade, dos pisos con la fachada de color blanco, con un jardín muy grande donde estaban sentados algunas personas cuidadas por algunas enfermeras, empezamos a caminar hasta adentro, entramos por una puerta de vidrio dividida en dos. Era un pequeño vestíbulo, el lugar era en forma redonda, con algunas puertas al rededor. Nos acercamos a un hombre detrás del mostrador el cual hablaba por teléfono, era un pelirrojo de ojos oscuros y algunas pecas resaltaban a través de su piel. Todo era extremadamente limpio y a pesar de eso había un olor a viejo que realmente me daban ganas de vomitar. Trague saliva pesadamente.
-¿Puedo ayudarlos?- preguntó el hombre después de colgar el teléfono, lo miré sin decir nada.
-Hola- Habló Carson- Venimos a visitar un paciente- explicó, aunque quisiese las palabras nos salían, en serio no podría aún.
-Por supuesto, ¿Cuál es el nombre del paciente?- preguntó de nuevo. Mi acompañante me miró arqueando una ceja. Miré al chico, volví a soltar un suspiro.
-Si nombre es Alexander Octovos- Conteste. Él me miró frunciendo ligeramente el ceño y abriendo un poco la boca, estaba sorprendido.
-¿A?- Asentí- Hace más hace más de ocho años nadie viene a visitarlo ¿Qué tipo de relación tiene con él?.
-Es... Es mi padrino, no sabía que estaba aquí, creí que estaba muerto. Supe que estaba vivo por unas cartas que me envía cada año para mí cumpleaños- Expliqué. Él asintió.
-Debe de estar en la biblioteca, síganme- ordenó. El pelirrojo salió del mostrador y empezó a caminar por dónde anteriormente habíamos entrado.
Salimos de nuevo al aire libre, pude respirar con mejor facilidad, el olor a humedad me estaba asfixiando. Afuera hacía muchísimo frío y empezaba a nevar, empezamos a dirigirnos al jardín tracero, el piso estaba cubierto por pequeños montones de viene, sin embargo, aún podía ver las pequeñas piedrecitas debajo de mis pies. El hospital quedaba a las afueras de la ciudad, arriba de una pequeña montaña, al rededor había muchas vastedad de vegetación, tal vez así era muchísimo más difícil que algún enfermo escapase. Estaba nerviosa, hoy por primera vez en mi vida una a conocer al hombre del que tanto me habían hablado, la mente maestra de que logro que la sangre de ángel y la de demonio pudiera adaptarse en un sólo cuerpo, en una sola persona. Muchos quisieron duplicar su trabajo pero no lo lograron, es como cuando un pintor trata de copia el método de Picasso o la técnica de Van Gogh, puede que lo logren, pero no serán los mismos, siempre habrá fallos, saldrán imperfectos, en otras palabras solo serán una imitación barata. Al frente de nosotros una gran cabaña de madera. El chico abrió la puerta y nos dejó entrar primero, adentro estaba oscuro y cuando se encendieron las tenues luces color blanco pude admirar mejor dónde estábamos. Las paredes eran estanterías gigante desde el suelo hasta el techo, habían infinidad de columnas de libros, no pude ocultar mi asombro. Seguimos caminando bajando unas pequeñas escaleras, atravesamos una de las columnas y finalmente llegamos a una sala de estar escondida en un rincón, los sillones de cuero negro. Aquí adentro no olía a humedad, sino más bien a tabaco, lo cual, es más asqueroso. En el inmenso salón había un tercer hombre, aplastaba uno de los cigarros en un cenicero y con su otra mano pasaba la página de un desgastado libro, no lograba identificar de cuál de trataba. A, levantó su vista y sin fijarse en nadie más, su mirada de posó en mí. Sus ojos grises como las nubes a punto de soltar un aguacero, vacíos, sin vida, detrás de unas grandes pestañas y una pulidas cejas. Sus arrugas escondidas detrás de una tupida barba de color negro, con algunos mechones blancos. Trague saliva, las manos empezaron a temblarme y mi nerviosismo aumento aún más. Él se puso de pie dejando caer el libro, le sonreí para bajar la tensión del ambiente. Traía una bata de pijama, unos pantalones de mezclilla blancos y estaba sin camisa.
-Tienes visitas, A- sin más el chicos se fue.
-Hola- Le dije, el sonrió, una sonrisa que lo hizo ver muchísimo más joven.
-A... Anais- su voz sonaba algo cansada y apagada- Adelante... Adelante, siéntate, aquí- señaló un espacio al lado de él, sus ojos estaban cristalizados, me mordí el labio y camine hasta sentarme justo a su lado. Carson no me siguió pero se quedó muy cerca de mi- Eres tú- Asentí, lo dijo como si no lo creyera, se sentó a mi lado pero apartado- Pu... Puedo- Balbuceo un poco, estirando su mano para tocar mi rostro, volví a asentir- Perdona estoy un poco sucio- el sobo su mano en mi mejilla, volvió a sonreír- No sabes cuánto llevo esperando este momento- Derramó una lágrima que de deslizó por su mejilla, le sonreí, mis ojos también se estaban cristalizando, pero no quería llorar- Han pasado años desde que te vi, sólo tenías cinco años cuando tuve que desaparecer de sus vida.
-¿Por qué te fuiste? ¿Cómo terminaste en este lugar?- pregunté.
-No... No lo sé, yo no lo recuerdo. No recuerdo muchas cosas, de hecho los únicos recuerdos que tengo son contigo. Te he amado siempre- Me acerque y le dí un abrazo, sólo llevaba unos minutos con él y ya sentía que lo amaba. Su abrazo me hacía sentir estar en los brazos de mi padre. Si Derek conociera mejor a mi padre entendería porqué mis expectativas con él eran tan altas. Se separó de mí, me tomo un mechón de cabello y lo puso detrás de mi oreja- Isis, estás tan grande. ¿Cuántos años tienes?.
-19 años, Alexander, ya no soy una niña- conteste con dulzura. Él frunció ligeramente el ceño.
-Alexander- susurro- Ese es mi nombre- no era una pregunta, sino más una afirmación para sí mismo- No lo recordaba- me dijo.
-¿Cómo no lo ibas a recordar?- pregunté.
-No recuerdo muchas cosas, Anais. A veces me llegan vagos recuerdos, que parecen pesadillas sobre una hermandad, demonios, vampiros. Que locura ¿No?- lo miré confundida, no recordaba nada, sólo a mí y a mi madre. Miré a Carson, no tenía memoria.
-Alexander, ¿No recuerdas nada?- el negó- ¿En serio nada? ¿Sólo a mí?.
-Si, y a Maggie, a veces. Por cierto, ¿Dónde está? ¿Por qué no vino contigo?- abrí ligeramente mis labios, tuve que parpadear varias veces para que las lágrimas no cayeran. Él no recordaba que mi madre estaba muerta, todos estos años él creyó que ella no le había devuelto ninguna carta por que no quería, cuando en realidad no podía. Tomé sus manos y las estreche, aclare mi garganta, me estaba partiendo el corazón.
-Padrino- le llamé, el volvió a mirarme a los ojos- Mi madre no pudo venir, por que ella no está- me limpie rápidamente una lágrima que se cayó sin querer- A, mi madre está muerta, murió hace cuatro años- su semblante cambio radicalmente, se levantó de forma abrupta y empezó a caminar de un lado a otro.
-Es... Está muerta- empezó a susurrar, caminaba moviendo sus manos frenéticamente- νεκρούς, αριστερούς, κυνηγοί δαιμόνων, νεκροί, προδοσία, αδελφές, θάνατος- empezó a susurrar cosas en griego. Trate de acercarme pero el se giró repentinamente y y le dió un golpe realmente fuerte a una mesa cerca, provocando que se cayera- No... No... No... No, ella muerta. ¿Quién te va a proteger ahora? Mi niña, ellos te persiguen, quieren tu sangre, ella es la traidora- Algunas lágrimas se deslizaron por mi rostro al verlo en ese estado, quería ayudarlo, pero no sabía como. Una de las enfermeras entro al lugar y empezó a tratar de calmarlo- Ella... Tú... Tú la mataste- me señaló- No eres Isis, no... Mi Isis está pequeña yo le salve la vida- Evite un sollozo, no debí haberle dicho la verdad.
-Vamonos. Ana- me llamó Carson, lo miré- Él estará bien, vámonos, ha sido todo por hoy- Volví a mirar a la enfermera, mientras batallaba por calmarlo. Salí corriendo del lugar. Afuera el viento frío me azotó fuertemente. La nieve se estaba convirtiendo el lluvia y empezaba a mojar mi cuerpo, la tarde de escondía en el horizonte y le daba paso a la noche, las lágrimas se mezclaban con las gotas de agua. Sentía un nudo en la garganta y un vacío en el estómago, sollocé deseando desde los más profundo de mi ser que todo esto terminará pronto. Carson apareció junto a mí y me cubrió de la lluvia con su chaqueta, me empujó suavemente de la espalda y empezamos a caminar, me estaba doliendo mucho la cabeza. Me abrió la puerta del copiloto, yo entré, inmediatamente sentí la calefacción encendida del auto. Él entro junto a mí y pudo en marcha el auto. Empecé a secarme el agua con la chaqueta de mi acompañante y con ella mis lágrimas, no podría mostrar debilidar, no ahora. Mi teléfono resonó, lo tome del bolsillo de mis jeans.
-Hola- hablé, se escuchó un silencio sepulcral- ¿Quién es?- pregunté confundida.
-Ana- escuché mi nombre en un susurro- So... Soy Calixta- su voz seguía muy baja- Necesito que me ayudes, no ha encontrado, ven pronto.
-¿Qué?- pregunté- ¿Dónde estás?- otro silencio más largo.
-Macristen, ¿Qué... Qué haces aquí?- se escucho del otro lado de la línea.
-¿Creíste que te esconderías por siempre?- Su voz resonó, era ella, abrí mis ojos y un escalofrío me recorrió de pies a cabeza, la línea se cortó.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro