Capítulo 9: Tensión sexual
Mis queridos lectores, aquí les dejo el próximo capítulo e informarles que hasta el lunes o martes no subiré. Sí, estoy de nuevo en fiestas *-* Espero que os guste :)) Os dejo una fotografía de John y una canción recomandable, ponerla cuando ponga "Poned música" os hará adentraros todavía más :)) Un besazoo y a disfrutar :3
Alison keller
Después de dejar a John tirado afuera, me siento lo suficientemente mal para querer golpearme a mí misma. Sus ojos mostraban confusión, me deseaba, lo sé por la gran erección que tenía bajo del bañador y por como la rozaba cuando tenía mis piernas enroscadas en su cintura. No quiero ser el segundo plato de nadie, no quiero ser otra más, no quiero. No sé qué me pasa con él, pero no puedo caer en su juego o mejor dicho, no quiero caer... Me dejo caer en la cama y doy un suspiro al aire. La tranquilidad invade mi habitación y aunque mi mente está dando vueltas a lo mismo, intento relajarme, dejando que mis pestañas bajen y me dejen descansar en los brazos de Morfeo.
Una luz da en mis ojos, es molesta y demasiado brillante. Pongo mi mano delante de éstos y puedo ver que me dejé la ventana abierta. Me acerco y al momento suena el despertador. Lo apago antes de ir hacia la ventana y comienzo a escuchar coches ir rápido, pitidos y muchos gritos de mujeres, ¿qué está pasando allí fuera? Me asomo y veo a un montón de gente en la entrada del hotel, los guardias respaldan a un hombre que acaba de llegar. No sé quien es pero por lo que veo, debe ser de gran nivel económico e importante. Cierro la persiana y echo la cortina para que los pocos rayos de sol no puedan entrar en la habitación.
Extiendo el uniforme encima de la cama y me doy una ducha de agua fría. Me despejo rápidamente, estoy con ganas de enfrentarme al día. Nunca me he despejado de esta forma tan activa. Me hago una cola alta, me visto y bajo sonriente a la cafetería para tomar mi desayuno. Tomo rápido el café con leche y me encuentro con Rose.
— Hola Alison, te estaba buscando. —le sonrío y espero a que me diga que debo hacer hoy. — Ve al salón, tenemos una visita muy especial y lo han reservado.
— ¿Quién ha venido? Había mucho alboroto esta mañana... —digo curiosa.
— Edward Collins, ¿te acuerdas de él? —me quedo con la boca abierta. — Así mismo me he quedado yo cuando lo he visto aparecer con su flamante sonrisa. Es una casualidad que estuviéramos hablando de él el otro día y hoy esté aquí.
— ¿Voy a conocer al señor Collins?
— Sí. Anda ve ayudar y lo verás. —responde con una ensanchada sonrisa. Parece que Edward ha traído muchas sonrisas al hotel.
Camino a paso rápido para llegar al salón y poder ayudar en todo lo que me pidan. Sin embargo, cuando llego, Collins no está allí sino John. Me quedo parada en la puerta, sorprendida al verle, no esperaba que estuviera aquí. Mi respiración sin motivo alguno empieza acelerarse y no me gusta. No me gusta que mis sentidos se activen por sí solos.
— Rose me ha mandado a limpiar. —digo un tanto nerviosa.
— Perfecto, puedes empezar cuando quieras. —responde enojado y parte de culpa la tengo yo al dejarle ayer sin ninguna explicación. John empieza andar hacia la puerta y siento que debo disculparme. Poso mi mano en su musculoso brazo y una corriente me recorre entera.
— John. —lo miro a los ojos esperando alguna respuesta en ellos. Él me mira con intensidad, me pierdo una vez más en sus ojos, son preciosos. Sin embargo, él no quiere saber nada de mí hasta que lanza un suspiro que me hace cambiar de idea.
— Lo siento, no quería sonar tan duro. Pero no entiendo qué pasa contigo y conmigo. Te deseo y cuando parece que tú también quieres lo mismo que yo sales corriendo. Dame una explicación, algo. —me toma de la cintura y me acerca a él, estoy atrapada entre sus brazos y eso... me gusta.
— Yo... cuando pueda me voy a ir John. Esto no puede ser. —solo pensar en que algún día me iré de aquí para ir donde mi amiga, me hace daño. Me siento triste y débil, sabiendo que no volveré a estar aquí, a su lado.
— No te estoy pidiendo matrimonio Alison, quiero estar contigo. Necesito estar contigo.
— No queremos lo mismo, somos muy diferentes. —digo antes de pensar en lo dicho.
— Tú no te has molestado en conocerme, me estás juzgando sin siquiera saber qué o como soy. Eso me duele porque pensé por un momento que eras diferente. —eso me ha hecho daño, yo soy diferente, sin embargo, no puedo entregarme a él. "Tienes miedo" reafirma mi cabeza. Siento sus brazos irse de mi cuerpo y en un arrebato cojo su rostro con mis manos y estampo mis labios contra los suyos.
Es el mejor beso que nos hemos dado hasta ahora. Es tan tierno, dulce... Es tan cálido que se me eriza la piel solo con un simple roce. Alguien a nuestras espaldas se aclara la garganta, interrumpiendo este increíble momento. Me separo despacio de sus labios y no puedo creer lo que están viendo mis ojos, Edward Collins en persona. Mis ojos se abren y de mi boca sale una gran y entusiasmada sonrisa. Éste nos mira sonriendo, con una ceja alzada pero no dice nada. Empieza a hablar con John y terminan yéndose los dos a hacer no sé qué de una lista. Cosas de hombres.
Me pongo de nuevo a decorar el gran salón, limpio las mesas y las sillas, el polvo de los marcos de las ventanas, limpio los cristales hasta que entra una sin cerebro a estropear mi día.
— ¿No había otra a la que encontrar? —dice quejándose. Es lo único que saber hacer, aparte de jugar con los hombres. No le contesto y sigo con mi trabajo. Pero cuando menos me lo espero me tira del pelo y me echa hacia atrás. Quedo pegada a ella y siento su aliento en mi oreja. — Cuando vuelvas a meterte en mis conversaciones y en mí vida, te juro que te haré la vida imposible.
— ¿Más todavía? Mery, Mery, crece de una vez, que no tienes dos años o bueno, sí, sí que los tienes... —me rio a carcajadas y ésta me arrastra unos cuantos pasos más. Le doy un codazo en el estómago y empezamos a pelearnos.
— ¡No quiero que te acerques a John! ¡Él es mío! —grita enfurecida.
— John no es de nadie. Él sabe escoger a la mujer indicada y lo siento, no eres tú. —me pega un guantazo y siento mi cara arder. La empujo y se da contra una de las mesas..
— ¡Eres una cualquiera, barriobajera! —su voz de pito es bien molesta. Le estampo dos bofetadas, una en cada mejilla y ésta intenta atacarme de nuevo, pero se para al escuchar voces detrás de la puerta del gran salón.
Cada una nos ponemos a lo nuestro, yo sigo fregando ventanas y ella hace como si quitara el polvo de las sillas que ya está quitado. Es tonta, sin cerebro, no podemos hacer nada por ella. El señor Collins y John entran en el salón. Sus caras están sorprendidas, quizás por las pintas que llevamos las dos. Debo reconocer que he actuado como una niña pequeña, pero me he quedado bien a gusto.
Edward nos habla a las dos, estamos hechizadas por este hombre. Es tan romántico y gracioso. Ojala hicieran algún día esto por mí, aunque no sé si algún día llegaré a conocer al indicado. En ese momento mis ojos se dirigen hacia John, éste se me queda mirando y cambio mi rostro. Vuelvo a ponerme al trabajo y no entiendo porque le he esquivado la mirada y he cambiado mi parecer, ¿estaba celoso? Lo he visto en sus ojos, ¿de verdad le puedo gustar... aunque sea un poco? Una pequeña sonrisa brota de mis labios, pero nadie se entera ya que la quito de inmediato. Mejor sonreír por dentro.
(PONED LA MÚSICA)
Mientras Edward y John hablan, subo a la escalera para limpiar las ventanas más altas. Mery está rondando y eso no es buena señal, viniendo de ella, nada es buena señal.
— Sé que estás celosa porque John no te hace ni caso, pero es que yo soy demasiada competencia para ti. —y volvemos a lo mismo. ¿Desde cuándo yo me he declarado competencia con alguien? John sabe elegir solo y si tanto empeño pone en qué no podré conseguirlo es porque lo tengo yo más cerca que ella, ¿no?
— A ti se te va la cabeza. Déjame en paz que estoy trabajando. —evito contestarle más. No quiero entrar en su juego. No quiero más peleas, aunque con esta mujer, es imposible.
— Eres una oportunista, también has intentado ligar con Edward Collins. Menuda zorra han ido a contratar, seguro que le hiciste algún favor a alguien. —lo que me faltaba por escuchar. ¿Ahora soy yo la zorra? Vamos anda...
— Mira olvídame, ahora no tengo tiempo para esto. Tengo que limpiar las ventanas y has tenido suerte de que esté arriba de esta escalera porque sino, retomaríamos lo de antes. —no puedo con ella, que alguien me dé paciencia o juro que la estrangulo con mis propias manos. Vuelvo a ponerme al trabajo pero me sorprende al escucharla por última vez.
— Cuidado no te caigas. —empuja la escalera y grito esperando la fuerte caída que me espera, pero eso no llega a suceder. Caigo en unos brazos musculosos y fuertes, puedo notarlo.
— Hey dragona, estás entre mis brazos. Tranquila estás bien, creo que deberías dejar de hacerte la dura y dejarte caer como ahora entre mis brazos. —abro los ojos cerrados todavía y sonrío al ver que ese musculoso es John.
— Gracias por salvarme de nuevo John. —él se acerca dándome a entender lo que va a pasar y no me aparto, no quiero apartarme, quiero sentir esos suaves labios contra los míos. Nos besamos tiernamente, pero el beso se va intensificando más. Nos separamos para coger el aire oportuno y nos quedamos mirando a los ojos. Es hermoso y aunque no quiera reconocerlo, tengo sentimientos hacia él. Acaricio su mejilla y me acerco lo suficiente para que nuestras narices se rocen. Cierro los ojos disfrutando del momento, no quiero que nadie ni nada lo estropee.
— Alison... —dice en un bajo susurro.
— No digas nada. —tapo su boca con mi mano y vuelvo a mirarle a los ojos. — Solo bésame.
Volvemos a estampar nuestros labios, ahora juntos me siento de maravilla. La tensión sexual que tenemos los dos aparece en instantes. Nos besamos con desesperación, no nos damos apenas momentos para coger aire. John empieza a morder y besar mi cuello, gimo por lo bajo, disfrutando de sus labios tocando mi piel. Me deja en el suelo, atrapada entre su cuerpo y la pared. Cojo el bajo de su camiseta y tiro de él, éste me ayuda a quitarle la camiseta y dejarla tirada por el suelo. Me coge del culo y me levanta para que enrolle mis piernas a su cintura, lo hago sin ningún tipo de molestia. Este momento me recuerda a la piscina, pero esta vez no puedo negarme, sin saber el motivo, lo necesito. Necesito sentirlo. Acaricia mi cuello y empieza a bajar su mano hasta los primeros botones de mi camiseta, los desabrocha uno a uno, dejando pequeños besos. Abre totalmente la camiseta y sonríe, vuelve su vista a mis ojos y me centro en ellos. Apoya su frente en la mía y cierra los ojos, cojo su rostro con mis manos y lo hago mirarme. Mi respiración está entrecortada, la adrenalina recorre todo mi cuerpo y la pasión necesita salir.
— John... –digo cogiendo el aire necesario. — Yo... Yo... —la puerta se abre de golpe y los dos abrimos los ojos al máximo. No puede ser...
— ¿Hola? ¿Hay alguien?
— Sí... — John sale de detrás de la puerta, apoyándose en ésta para impedir que se vea algo.
— Te he estado buscando. No encuentro esto de la lista, ayúdame. —ruega Collins. Ya es la segunda vez que nos interrumpe. Frunzo el seño y me apoyo contra la pared, con los brazos cruzados bajo de los pechos.
— Claro, ahora mismo. Ve, ahora te alcanzo. —Edward le da unas palmadas en el brazo y se encamina primero. — Joder... —se rasca nervioso la cabeza. — Debo ir con él. —dice frustrado.
— No te preocupes, es tú obligación. —empiezo abrocharme los botones de la camiseta, me arreglo un poco el pelo y salgo de allí.
Subo a mi habitación, necesito una ducha de agua bien fría. Sin embargo, antes de meterme en la ducha, decido abrir las persianas y abrir las ventanas, necesito que corra un poco de aire. No obstante, cuando me asomo por la ventana, me quedo boca abierta, no puedo creer lo que estoy viendo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro