Capítulo 8: ¿Celos?
Hola mis queridos lectores, aquí les traigo un nuevo capítulo. Primero decirles que siento haber subido tarde pero ya expliqué el motivo. Ahora voy a tener unos días libres, así que aprovecharé para escribir nuevos capítulos y subir más seguido. Espero que les guste y disfruten del capítulo. Les dejo una canción muy bonita y que acompaña y una fotografía de... ¿mejor comprobamos por qué la he puesto, no? Un besazooo :3
John Moore
— ¡Alison!— vuelvo a gritar su nombre mientras la veo alejarse rápidamente. No entiendo qué ha sucedido. Nuestros cuerpos estaban encajando a la perfección, mis labios están ansiosos por volver a besar los suyos. Podía sentir el calor emanar de su suave piel... pero ella se ha ido corriendo. Huyendo de mí sin ningún motivo.— ¡Alison!— ella acelera el paso pero la sigo de cerca, si estiro la mano la puedo coger así que eso hago. La tomo del codo y la hago volverse para quedar cara a cara.
— Suéltame John, estoy cansada y mañana tengo mucho trabajo— dice tirando de su brazo para deshacerse de mi agarre.
— No me jodas Alison ¿qué ha sucedido en la piscina? Estábamos bien y has salido huyendo —digo acercándome a su cara. Ella retrocede y la suelto.
— Ha sucedido lo que tenía que pasar. Buenas noches— y sin más cierra la puerta de su habitación en mis narices. Paso las manos por mi pelo verdaderamente cabreado y frustrado. Recuerdo que he dejado mi ropa en la piscina y vuelvo con paso firme a por ella.
Con toda la rabia acumulada que recorre mi cuerpo, le doy una fuerte patada a la hamaca donde instantes antes estaba sentado.
— ¡Joder!— respiro profundamente y recojo la hamaca porque si no lo hago ahora lo voy a tener que hacer mañana. Me dejo caer en ella siendo totalmente consciente de mi entrepierna erecta, voy a tener que darme una ducha de agua muy fría para poder solucionar esto. Esta mujer me enloquece, me hace perder la cabeza y yo la deseo como nunca había deseado a ninguna otra. Esto no es sano para mí, porque hace años que perdí la confianza en las mujeres y la fe en el amor. No consigo entender el motivo que la ha podido llevar a huir de mí, solo tenía que pedirme que parase si no quería seguir. Pero no lo ha hecho, al contrario, ha respondido a mis besos y a mis caricias. Estaba tan dispuesta como yo.
Tal vez haya sido una manera de vengarse igual que la noche anterior en el bar. Si es así me las pagarás Alison Keller, porque a John Moore nadie le trata de imbécil.
Me levanto de la hamaca y recojo mi ropa, algo en mi cabeza se enciende. Anoche un tipo intentó abusar de ella, puede que haya sido eso lo que la ha hecho huir o puede que solo esté buscando desquiciarme. Muevo la cabeza para apartar todas las ideas de mi mente, ahora mismo solo quiero descansar y olvidarme de todo, en especial de este calentón que llevo encima. Cuando me encamino hacia dentro del hotel, una figura femenina se detiene delante de mí.
La miro y sus ojos dulces me hacen sentir en casa. Me siento cansado, frustrado y por supuesto, excitado.
— No tienes buena cara John.
— La tendría si la nueva dejara de jugar al gato y al ratón conmigo. Solamente confirma mi teoría de que todas las mujeres son iguales y solo buscan enloquecer a los hombres—. Ella acaricia mi hombro y me sonríe dulcemente.
— John, siempre te digo que no se puede juzgar a las personas por vivencias que hayas tenido con otras personas. Yo también soy mujer y no creo que sea igual que las demás ¿o sí?— beso su frente y niego con la cabeza.
— No Rose, tú eres única y especial. Te adoro y lo sabes. Pero Alison... ella de verdad me está volviendo loco.
— Bueno, tal vez aunque has intentado con todas tus fuerzas mantener al amor lejos de tu vida puede que ahora haya decidido entrar sin avisarte. Y cariño, contra el amor no se puede luchar —se da la vuelta y entra al hotel dejándome plantado con la cabeza llena de ideas. ¿Amor? No creo en él, tampoco en que exista una persona con la que voy a estar toda mi vida. Solo conozco a una pareja que haya sobrevivido al tiempo y cuyo amor ha ido creciendo al igual que su familia. Rose y Carl, ellos son el tipo de pareja que cree en el amor porque se han encontrado el uno al otro. Admiro mucho eso de ellos pero yo no soy así, el amor es un completo asco y solo nos hace débiles.
Me dirijo hacia mi habitación ignorando las miradas que me dedican las mujeres, estoy mojado y sin camiseta. Ellas me devoran pero me da completamente igual, por suerte no se fijan en mi erección o tendría una cola interminable de féminas calientes en la puerta de mi habitación. Me meto en la ducha y dejo que el agua fría recorra mi cuerpo, cierro los ojos y recuesto mi cabeza sobre la pared de la ducha. Necesito despejar mi mente para que vuelva a funcionar antes de que definitivamente me vuelva demente.
***
Suena el despertador y lo apago de un solo golpe, gruño pero me levanto. No tengo demasiadas alternativas, así que hora de trabajar. Bajo hasta recepción para ver si Rose me va a necesitar para algo en concreto. La piscina está limpia y hoy no me apetece limpiarla, el recuerdo de anoche sigue presente en mi cabeza así que prefiero hacer otra cosa.
Cuando llego a la recepción, veo a las personas que acaban de llegar para pasar aquí sus vacaciones. Los botones empiezan a subir maletas, la chica no da abasto con las llaves y sonrío cuando veo a Rose hablando con un hombre. Parece encantada aunque a él no le puedo ver, se nota que es un hombre de negocios por cómo va vestido. Ella me ve y me hace un gesto con la mano para que me acerque, ambos están riendo y no creo que a Carl esto le gustase demasiado. Ese pensamiento me hace sonreír por primera vez en el día.
— Rose venía a ver si tenías algún trabajo para mí o me necesitabas para algo.
— John te presento a Edward Collins. Señor Collins, John le ayudará en todo lo que necesite —me tiende la mano y yo le doy la mía. Nos miramos a los ojos y creo haberle visto en alguna parte, seguramente en algún periódico o algo similar. Tiene algo que me gusta, me cae bien al instante.
— Me has obligado a llamarte Rose así que por favor, llámame Edward. Señor Collins me hace sentir viejo —suelta una carcajada a la que me uno. Opino igual que él.
— Está bien Edward, voy a buscar a las chicas. Tú pon al día a John de lo que necesitas y él lo hará. Es el mejor —ella me guiña un ojo y yo beso su mejilla. Esta mujer me adora y todo lo que hago según ella está bien hecho.
Se aleja hacia el lugar de reunión de los trabajadores, seguro para ver cuál de las chicas está libre.
— Tú dirás para qué soy bueno.
— He venido para alquilar el salón. Voy a prepararle una fiesta de cumpleaños a mi novia Angy que se vuelve loca por ver Miami pero ella no sabe que la fiesta será aquí. Voy a necesitar ayuda para poner a punto todo, seguro que entre los dos conseguimos algo decente porque amo a esa mujer —joder, sí que está enamorado. Espero que tenga suerte con ella porque las mujeres...
— Seguro que lo conseguimos, voy a enseñarte el salón, después lo limpiaremos y me aseguraré de que todo está bien. Luces y demás.
— Perfecto, voy al coche a por los papeles que necesitamos. La amiga de mi novia me ha anotado todo lo que vamos a necesitar para hacer la fiesta. Estas mujeres son muy exigentes.
— Estoy de acuerdo —se marcha y yo voy al salón, este salón solo se utiliza para fiestas y hace mucho que aquí no hay una tan grande. No es lo que más le gusta al jefe. Escucho pasos a mis espaldas y la puerta que he dejado entre abierta se abre por completo. Me giro para ver a quién ha enviado Rose y me encuentro con los ojos azules que me tienen atormentado. Ha mandado a Alison y sé que lo ha hecho con alguna intención. Ella me mira también sorprendida, su respiración se empieza a acelerar y entra titubeante.
— Rose me ha mandado para limpiar.
— Perfecto, puedes empezar cuando quieras —mis palabras suenan duras, el recuerdo de lo que pasó ayer y lo frustrado que sigo estando por no entender nada me enfurecen. Paso por su lado dirigiéndome a la puerta para salir, no puedo quedarme en una habitación cerrada con ella por muy grande que sea el salón.
—John —siento su mano posarse sobre mi brazo y una corriente recorre mi cuerpo entero. Quiero besarla y tocarla, acariciar su cuerpo. La anhelo y necesito, sentir su aroma en mi piel, perderme en ella. Joder no quiero sentir todo eso, no quiero tener que darle la razón a Rose ni enamorarme. La miro a los ojos y veo algo que no me gusta, parece herida por mis palabras y ahora soy yo el que se da patadas mentales por haberla hecho sentir así.
Lanzo un suspiro —Lo siento, no quería sonar tan duro. Pero no entiendo qué pasa contigo y conmigo. Te deseo y cuando parece que tú también quieres lo mismo que yo sales corriendo. Dame una explicación, algo —sin esperar respuesta la tomo de la cintura y la estrecho contra la pared. Ahora está atrapada por mi cuerpo y su respiración es más acelerada que antes.
— Yo... cuando pueda me voy a ir John. Esto no puede ser —¿se va? Y una mierda.
— No te estoy pidiendo matrimonio Alison, quiero estar contigo. Necesito estar contigo.
— No queremos lo mismo, somos muy diferentes.
— Tú no te has molestado en conocerme, me estás juzgando sin siquiera saber qué quiero o como soy. Eso me duele porque pensé por un momento que eras diferente —mis palabras le han hecho daño. Me aparto de ella lentamente sin romper la conexión de nuestros ojos. Ella toma mi rostro entre sus manos y estampa sus labios contra los míos.
Alguien se aclara la garganta detrás nuestro y nos separamos. Edward ha vuelto y parece apenado por haber interrumpido. Yo también me aclaro la garganta y separándome de Alison me acerco a él.
— Lo de esta lista ¿es lo que necesitas?
— Sí, ¿me lo puedes conseguir?
— Por supuesto —salgo del salón y me voy a conseguir todo lo que hay en esta lista.
Cuando lo tengo todo regreso al salón y me encuentro con Edward en el camino. Vamos juntos. Al entrar nos encontramos con Alison y Mery, ambas alteradas y con el pelo un poco alborotado. Si mi olfato no me engaña, estas dos se han peleado y sinceramente espero que Alison haya ganado. Ellas nos miran, Edward se acerca a ellas.
— ¿Todo bien señoritas? —ambas le miran y los ojos de las dos se abren como platos. ¿Qué les ocurre a estas mujeres?
— Sí, todo perfecto señor Collins —dice Mery haciéndose la obediente.
— Me alegro, tiene que quedar todo estupendo. Esta fiesta es para la mujer de mi vida —las dos lanzan un pequeño suspiro y yo enarco una ceja. No sé si reírme o sentirme un poco celoso por como Alison mira a Edward. A mí nunca me ha mirado con admiración como lo está haciendo con él. Sin duda los celos empiezan a aparecer en mi interior y si siento celos es porque Rose tiene razón, me estoy enamorando de Alison.
— Venga, volvamos al trabajo—digo de nuevo en tono duro. Voy a por la caja donde he metido algunas cosas de la lista y escucho a Alison hablar con Edward. Siento rabia, respiro e intento controlarme.
— Le vi en una revista.
— Si decían cosas malas mentían, si decían que estoy locamente enamorado es verdad —los dos se ríen y yo quiero romper o golpear algo.
— Entonces decían la verdad —los miro y Alison ve mi rostro. Su sonrisa se borra y se pone a trabajar lo más lejos posible de Mery. Yo salgo a por las demás cosas que vamos a necesitar y Edward también se va. Escucho que le pregunta a la chica de recepción por las tiendas de Miami, irá a comprar el regalo para el cumpleaños de su amada.
— No sé cómo puedes estar tan enamorado. A las mujeres no hay quién las entienda, creo que están locas —Edward se voltea y me mira.
— Amigo a las mujeres no hay que entenderlas, hay que amarlas. Y creo que no has conocido a la adecuada o la has conocido pero no lo quieres ver. John, no hay peor ciego que el que no quiere ver —me da un golpe en el hombro y se va sonriente. Antes de que todo lo que me ha dicho inunde mi cabeza me pongo a trabajar. Ahora no quiero pensar en todo eso.
Con la caja en brazos, regreso al salón y escucho la voz de Mery, inconfundible porque es odiosa.
— Sé que estás celosa porque John no te hace ni caso pero es que yo soy demasiada competencia para ti —¿Está loca? Si ella le dice esas cosas, tal vez Alison las haya creído. Por eso huye de mí, para no ser una más entre mis sábanas.
— A ti se te va la cabeza. Déjame en paz que estoy trabajando.
— Eres una oportunista, también has intentado ligar con Edward Collins. Menuda zorra han ido a contratar, seguro le hiciste algún favor a alguien —las ganas de golpearla aumentan y entro despacio. Quiero sorprenderla para que se vea acorralada.
—Mira olvídame, ahora no tengo tiempo para esto. Tengo que limpiar las ventanas y has tenido suerte de que esté arriba de esta escalera porque si no retomaríamos lo de antes —confirmado, se han peleado y han llegado a las manos.
— Cuidado no te caigas —dice Mery con mucha malicia y veo como empuja la escalera. Alison se tambalea encima, suelto la caja y corro hacia ella dándole un empujón a Mery por el camino.
— ¡Ahh!—Alison cae de las escaleras pero llego a tiempo y la atrapo. Ahora está entre mis brazos con los ojos cerrados por el miedo.
—Hey dragona, estás entre mis brazos. Tranquila estás bien, creo que deberías dejar de hacerte la dura y dejarte caer como ahora entre mis brazos —abre sus hermosos ojos azules y me mira. Sus labios se curvan en una hermosa y deslumbrante sonrisa, nunca me había sonreído así y mi corazón palpita fuerte.
— Gracias por salvarme de nuevo John —miro sus labios y sin dejar de mirar sus ojos le dejo claro lo que va a suceder. Ella no se aparta así que olvidándome de lo frustrado que estaba por todo y olvidándome de todo el mundo la beso. Ahora estoy tranquilo, la aprieto contra mi pecho y ella me responde el beso. Dragona, eres mía.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro