Capítulo 19: Abrazos
Hola mis queridos lectores, aquí está el capítulo que prometí subir todos los lunes jejeje Espero que les guste :D No os entretengo más, solo quería daros también las gracias por todo este apoyo que me estáis dando. De verdad, sois increíbles!!! Un besazooo :3
Alison Keller
Luke me ha dejado entrar a ver a Zoe un momento antes de que la entren a quirófano. Parece que nadie le dice ni le contradice nada, por lo que me da a entender que tiene bastante poder aquí. Será el jefe, supongo.
Abro una de las dos puertas grandes que me separan de toda esa gente que me mira esperando que arme otro espectáculo más. No señores, no voy a volver a gritar, no voy hacer nada. El pasillo largo me recuerda al hotel donde estuve trabajando. Esos largos pasillos que siempre debían ser limpiados... Muevo la cabeza para deshacerme de esos pensamientos y vuelvo en busca de Zoe. Las habitaciones no tienen paredes, son todo cristaleras para ver desde fuera a los pacientes. Me paro al ver a Zoe con una mascarilla y la mirada perdida en el techo. Sin embargo, no tarda mucho en cerrarlos lentamente. Mi pequeña... Mis lágrimas empapan mi cara al verla tan débil y recostada en esa cama. No me gusta ver que no se mueve, no me gusta ver esos ojos cerrados. Mi corazón se contrae al verla. Poso mi mano en mi boca y ahogo una de las mil palabras que salen de mi boca. No puedo creer que se esté yendo tan deprisa de nuestro lado. Si yo me siento así, no puedo imaginar cómo lo estará Luke.
Las enfermeras entran y le ponen otro gotero más. La miran con tristeza y salen de la habitación, haciéndome una pequeña sonrisa que no les llega a los ojos. Me visto con la bata verde, los guantes, el gorro, los peucos, la mascarilla y entro a la habitación. Las máquinas añaden el sonido a la habitación muda, la respiración de Zoe la acompaña y yo solo me mantengo en distancia en ella.
—Espero que te recuperes Zoe, si no... —La poca voz que sale de mi garganta se rompe y dan de nuevo paso a las lágrimas. Me apoyo en la pared, apoyando mi frente en ella. No puedo. No puedo verla ahí y no hacer nada. Joder, ella tiene que luchar, estamos aquí...
—Alison... —dice una voz masculina en la puerta de la habitación. Luke también ha venido a despedirse y no tarda en acercarse y darme un gran abrazo. Lo necesito, necesito esto, necesito que me diga que todo va a salir bien, que se va a poner buena, que superara esta maldita guerra y volverá a reír como lo hacía antes. Me abrazo más a Luke y siento como si fuera John el que lo hace. Como le necesito a él también, ojala pudiera estar aquí, ojala fuera él el que me dijera que todo saldrá a pedir de boca. Mi llanto aumenta y Luke no puedo evitar llorar también. Por mi culpa se está poniendo así... —Todo saldrá bien. —Besa mi sien y me hace mirarlo. —Lo haremos posible, ella se pondrá bien, ella no nos abandonará. Ella es fuerte... —Sus lágrimas caen como agua en la lluvia. Le limpio las lágrimas y le doy un dulce beso en la mejilla.
—Confío en ti y en la fortaleza de ella. Quiero veros juntos, quiero ver una maldita boda y que sea un felices para siempre, ¿de acuerdo? —le digo casi exigiendo algo que puede que no suceda.
—Ten por seguro que será lo primero que haga cuando Zoe salga de este hospital. —Su mirada está clavada en el cuerpo inmóvil de Zoe, como si le estuviera diciendo cuanto la ama en silencio.
Salimos los dos callados, no nos decimos nada. Nuestros rostros lo dicen todo.
—Ya está todo preparado —dice una de las enfermeras que nos ve pasar.
—Está bien. Llévenla a quirófano, ahora voy yo —les contesta y sigue con el camino que llevábamos. Traspasamos las puertas y la gente nos mira curiosos. Algunos les pregunta por algún paciente, a lo que él les dice que espere con la mayor amabilidad posible. Se para delante de la sala de espera y sé lo que me espera. Una larga y dolorosa e impaciente espera. Lo miro por última vez y le doy un abrazo. —Todo saldrá bien Alison, debemos tener fe.
—Tengo fe en ti y en ella. Ve, no lo hagamos esperar más... —digo aguantando las lágrimas. No quiero volver a llorar. Él no necesita más lágrimas, necesita apoyo.
—Gracias. —Besa mi frente y se marcha.
Decido sentarme un rato en las sillas incómodas de la sala de espera. Hay gente igual de impaciente que yo, se levanta, se pasea por el pasillo, vuelve, pasea por aquí dentro y eso me pone más nerviosa. Miro el reloj y solo ha pasado media hora desde que Luke ha entrado. La espera desespera y mucho...
***
Han pasado tres horas y todavía no sé nada. La gente de allí dentro me estaba poniendo muy nerviosa, ya no aguantaba más. Las puertas del ascensor se abren, dejo pasar a las personas que están a mi lado y luego salgo yo. El hospital hoy está abarrotado de gente. Personas que van a la cafetería, gente que entra a urgencias, otras que cogen el ascensor y muy pocas que salen a la calle a coger un poco de aire fresco o fumar, lo que más les apetezca. Respiro varias veces, intentando llenar mis pulmones de aire. Necesito que mi cabeza se despeje, aunque sé que es imposible. Necesito que todo salga bien, necesito... necesito...
Siento como me rodean unos fuertes y grandes brazos. Puedo oler su perfume, es tan igual al de John. Mis lágrimas vuelven aparecer. ¿Por qué la vida se empeña en recordármelo cada minuto? Inconscientemente me pego más a la persona que me está abrazando y lloro todavía más fuerte. No soy feliz. Mi mejor amiga se está muriendo y se está luchando por su vida. Y John... John está lejos. Lo dejé allí solo, sin una explicación cara a cara, con una miserable carta. Entreabro la boca para poder coger aire, los brazos me aprietan mucho más y no levanto los ojos hasta que oigo la voz del que me está abrazando... "Estoy aquí dragona, todo saldrá bien".
John Moore
Antes de que el avión despegue llamo a mi hermano, no sabe que voy así que se va a sorprender bastante. No tarda en responderme y le noto bastante triste.
—¿John? —. Hace tiempo que no estamos juntos pero sé cuándo ha llorado.
—Sí Luke, soy yo. ¿Estás bien?
—No, sé que es inútil mentirte, eres mi hermano y me conoces. La pierdo John, la estoy perdiendo y no me queda más remedio que entrar a quirófano con ella. Si se muere en mis manos... no sé lo que haría John —. Su voz se quiebra incapaz de seguir con la conversación. Cierro los ojos mientras escucho que hay que apagar todos los aparatos electrónicos, en unos minutos despegamos.
—Tranquilo Luke, en unas horas estoy contigo. Te llamaba para que lo supieras, no vas a estar solo hermano. La salvarás, eres el mejor. Y juntos ampliaremos ese hospital que tanto adoras —mis palabras le sacan una sonrisa.
—Ahora su amiga está con ella, la vamos a preparar para entrarla a quirófano pero avisaré al portero de mi casa para que dejes tus cosas —le corto antes de que siga preocupándose por esa estupidez. Ahora tiene cosas más importantes que hacer como salvar a la mujer que ama con locura.
—No seas idiota Luke, nos vemos en el hospital. Ve y salva a la mujer que amas tú que la tienes al alcance de la mano —. No decimos nada más, no lo necesitamos. Conexión de mellizos se puede decir, aunque no somos iguales nos compenetramos bastante bien.
—Te dejo John, has elegido el mejor momento para venir a verme hermano —. Sonrío al ver la cara de advertencia de la azafata, es la cuarta vez que llama mi atención por estar hablando con teléfono.
—Luego nos vemos Luke, todo saldrá bien ya lo verás. Además es necesario que en algún momento te prepare una despedida de soltero —ambos soltamos una risotada, al menos he conseguido eso. Colgamos y apago el móvil de manera que la azafata se relaja.
Yo lo estoy pasando mal pero mi hermano... es muy valiente. Debe ser duro tener a tu lado a la mujer que amas y ver cómo se va muriendo sin poder hacer prácticamente nada.
Decido no pensar en ello porque de inmediato Alison acude a mi mente sin poderlo evitar, no es que no quiera pensar en ella, es que deseo poderla tocar, besar, abrazar... tenerla a mi lado aunque no sé dónde se ha metido esta mujer.
Me recuesto sobre el asiento de cuero del avión. Cierro los ojos y suspiro, no sé cómo me he dejado convencer de hacer esto. En realidad sí lo sé, necesito un cambio de aires o me voy a volver loco, además, mi hermano me necesita a su lado y el muy cabezón no pensaba llamarme para contarme la situación por la que está pasando. Sabia por sus cartas que la mujer que ama estaba mal pero no tanto. Viéndolo según mi hermana, debería estar agradecido porque aunque no tengo a Alison, por suerte la pesada de mi ex ha pillado el mensaje y debe estar intentando cazad a otro multimillonario por Miami. Al menos esta vez ese no soy yo.
—Señor Moore, ¿necesita algo? —. La azafata siempre de lo más atenta, pero estas son las ventajas de la primera clase.
—No gracias —digo sin ser demasiado simpático. Ahora no me apetece hablar con nadie, después de hablar con Luke estoy intranquilo y preocupado por él.
Cuando por fin el avión se estabiliza en el aire, saco el portátil y empiezo a trabajar en el proyecto de Luke. Ampliar el hospital es una idea genial, sobre todo para aquellos que sufren enfermedades como el cáncer y tienen que pasar largas temporadas hospitalizadas. Si lo hacen en un espacio propicio y adecuado, al menos no serán un mal rato.
Reviso los contratos que ya he firmado con los constructores y que la compra del lugar donde se va a realizar esta nueva ala esté todo en perfecto orden. Luke no sabe nada de esto y al menos espero devolverle un poco la esperanza y las ganas. Siento la vista cansada, miro por la ventanilla y veo el cielo azul, "como los ojos de Alison" es inevitable que piense en ella. Joder, es el amor de mi vida. No sé si existe algo o alguien allí arriba, pero si algún día la vuelvo a tener a mi lado no la pienso dejar marchar nunca más.
Sin darme cuenta, estamos a punto de tomar tierra. Las horas de vuelo desde Miami se me han hecho bastante cortas, seguramente porque tenía la mente ocupada. Me desabrocho el cinturón de seguridad cuando el avión se detiene en la pista de aterrizaje. La azafata nos despide de lo más amable y yo salgo de ese pájaro de hierro. Con mi maletín me dirijo hacia la cinta donde recojo mi maleta, por suerte no la han perdido, como siempre otra ventaja de viajar en primera clase, suelen tener más cuidado con tus cosas.
Cojo un taxi nada más salir del aeropuerto de California y le indico que me lleve al hospital, aunque Luke me haya dicho que avisaría a su portero, prefiero ir directamente a verle.
En pocos minutos estamos en el hospital y entro con la maleta a cuestas, está abarrotado de gente. En urgencias no dan abasto, parece que todos se han puesto enfermos hoy. Veo a algunos que salen a fumar o simplemente a tomar aire, yo me dirijo a los ascensores y entro en uno, pulso el número de la planta donde se encuentra el despacho de mi hermano cuando veo salir del ascensor de en frente a la persona que ha ocupado mis pensamientos noche y día. Parpadeo repetidas veces, incapaz de creer que sea ella, debo de estar volviéndome loco e imaginar que Alison está saliendo del ascensor que tengo en frente. Ella no levanta la cabeza, parece triste. Sus ojos azules como el cielo, están enrojecidos y su cabello negro le cubre parte de la cara. Cuando voy a salir del ascensor para seguirla, las puertas de este se cierran.
—¡Maldición! —grito desesperado mientras pulso varios botones con la intención de que se detenga el ascensor. Necesito saber si es ella, necesito verla de cerca. El corazón me late a un ritmo verdaderamente peligroso, "suerte que estoy en un hospital, si me da un infarto me atenderán rápidamente" no sé porque la voz de mi cabeza está irónica en este preciso momento.
El ascensor por fin decide pararse pero en la planta de las oficinas, hay que joderse, nunca hacen caso cuando uno lo necesita. Bajo rápidamente y abro el despacho de mi hermano, sé que es el suyo porque en la placa de la puerta indica "Dr. Moore" y no hay otro así que. Veo que no está y supongo que debe seguir en quirófano, dejo allí mi maleta y demás y salgo disparado hacia el ascensor. Debe haber salido fuera porque no ha podido ir a muchos lugares. El ascensor tarda siglos en subir, así que dispuesto a hacer todo tipo de locuras, bajo por las escaleras de incendios. Cuando llego a la planta baja salgo por el lado de la recepción, la chica se sorprende al verme pero no dice nada. Salgo como un loco por la puerta principal y siguiendo en mi momento de locura total la busco por todas partes hasta que al fin mis ojos encuentran lo que tanto ansían ver. Está allí, es ella y es real. Me acerco y la rodeo con mis brazos. Ella pega su espalda a mi pecho y la escucho sollozar, está llorando y eso no me gusta lo más mínimo. Aunque debo admitir que mi corazón se siente aliviado, al fin puede ir a un ritmo normal aunque casi se me sale por la boca con la carrera que me acabo de pegar. La aprieto más contra mí para que me sienta, no estás sola Alison, mi vida. Dispuesto a tranquilizarla y sentirla, acerco mi boca a su oído.
—Estoy aquí dragona, todo saldrá bien —susurro apretándome más contra ella. Siento como deja de respirar unos instantes. Aún entre mis brazos se da la vuelta para mirarme, sus ojos están abiertos como platos, enrojecidos pero aun así, hermosos. Su cara es de incredulidad total, creo que piensa que la locura ha llamado a su puerta. Acaricio su rostro dulcemente y trago con dificultad el nudo de emociones que se me ha formado en la garganta, la tengo otra vez entre mis brazos.
—John, ¿eres tú de verdad? —asiento como un idiota. Ella rodea mi cuello con sus manos y se aprieta contra mí. La levanto y esconde su rostro en el hueco de mi cuello, sus lágrimas están empapando mi camisa pero no me importa. La abrazo más fuerte, creo que en cualquier momento la voy a romper, a ella parece no importarle por lo tanto a mí tampoco. Beso su cuello dulcemente y le acaricio la espalda de forma sosegada.
—Sshh, tranquila dragona. Sí soy yo de verdad y no me pienso volver a apartar de tu lado ni a dejar que tú te apartes del mío. Esta vez es una orden señorita, si se vuelve a ir será encadenada a mí de por vida —. Ella separa el rostro de mi cuello y me mira a los ojos, una pequeña sonrisa aparece en su rostro. Acaricia mi cara contemplándome como si fuese algo muy valioso, un diamante o algo similar, quién sabe. Y tomándome por sorpresa me besa, pero es un beso nuevo que expresa todo lo que todavía no nos hemos dicho. Le respondo al beso encantado hasta que nos falta el aire y nos vemos obligados a separarnos.
Nos miramos a los ojos fijamente, ambos nos sonreímos. Me ha extrañado tanto como yo a ella, su mirada y sus gestos me lo confirman.
—Te quiero —esas palabras salen de sus dulces labios hacen que mi corazón se hinche. La beso y ella me vuelve a rodear el cuello con sus manos, esta conexión siempre ha existido pero ahora, por fin dejamos a un lado los miedos e inseguridades y dejamos que fluya. Poso mi frente sobre la suya sin romper el contacto de nuestras miradas.
—Te quiero dragona, ahora y siempre hasta el fin de mis días o incluso más —. La abrazo como si el mundo se fuese a terminar y nos quedamos pegados minutos, horas o días. La verdad es que el tiempo ha dejado de importar desde el mismo instante que la he rodeado con mis brazos.
—John —la miro a los ojos y la vuelvo a notar nerviosa e inquieta, preocupada y triste. La dejo en el suelo pero no aparto mis brazos de ella.
—Dime dragona, no me gusta verte esa mirada triste. Por cierto, me ha gustado que me digas te quiero en vivo y en directo, leerlo en una carta no es lo mismo —veo culpabilidad en sus ojos y eso no me agrada. No pretendía hacerla sentir mal con el comentario.
—Lo siento, yo también lo he pasado mal. Mi amiga... mi amiga se está muriendo John y yo he estado sola, te he necesitado tanto —vuelve a abrazarse fuerte contra mí y la recibo encantada.
—Tranquila Alison, mi hermano trabaja en este hospital y sé que es uno de los mejores que existe. La salvarán ya lo verás —. Tomo su rostro entre mis manos y la hago que me mire a los ojos. —Todo irá bien porque ahora no estás sola, yo estoy contigo y hare lo que haga falta para que no sufras. Yo cuidaré de ti mi vida —me besa y siento que se relaja entre mis brazos. Me explica que a su amiga la están operando y es complicado, a vida o muerte. Entiendo que esté en este estado pero ahora parece que dos dragones juntos son más fuertes que por separado.
Abrazados, decidimos entrar a la sala de espera del hospital. Quiere estar allí cuando la operación termine y yo no tengo intención de separarme de ella. Nos sentamos a esperar, ella apoya su cabeza en mi hombro y la siento tan cansada que en cualquier momento se queda dormida.
—Tengo miedo John —me levanto y ella me mira descolocada. Me arrodillo delante de ella, tomo su rostro entre mis manos y cuando sus hermosos ojos azules me miran fijamente, digo lo que he callado y ahora no puedo dejar de decir. Al escucharme, sus ojos brillan ligeramente y sé que al menos vamos a estar juntos pase lo que pase.
—Alison, te quiero.
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