
Capítulo 33: Confía en mí (o quizás no).
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HEAVEN
— Te escuchamos —coloco ambas manos en mi cintura, nerviosa por lo que Charlotte vaya a decir.
— No es Tanner del que deben desconfiar —eleva una de sus cejas, haciendo una pausa para remojar sus labios— Es V.
Intercambio una mirada con Rhett, quién parece sentirse igual de frustrado que yo por lo enredado que es esto.
— ¿Alguien les dijo algo de mí? —pregunta llevando una mano detrás de su cuello— Apuesto a que fue esa maldita... —murmura entre dientes.
— No diremos nada —le contesta Rhett, entrecerrando los ojos— Prometimos que todo lo que digan va a ser privado y mantendremos eso con todos, incluso contigo.
Charlotte suspira un poco frustrada al ver que no hablaremos y asiente decidida a contarnos su versión.
— Probablemente no crean nada de esto, pero no puedo dejar que manchen el nombre de Tanner de esta manera —eleva una ceja— Tanner y yo estuvimos casi toda la noche escondidos en la clase de ciencias, fumando y hablando sobre nuestro futuro. No pudo ser él quién asesino a Ian. Sí, tenían sus problemas. Después de todo, Ian estaba hablando mal de Tanner o eso decía V —agrega antes de que salga en defensa de mi amigo— Pero Tanner no es capaz de asesinar a alguien, menos a todos sus amigos —mira a Rhett, esperando su apoyo, pero él baja la mirada— Volví al baile solo para avisarle a Lia que iba a irme porque me sentía mal, pero en realidad iba a irme con Tanner. Fue entonces cuando vi salir a Ian, limpiándose la camisa con la mano. Fui, avisé que me iba y cuando ya estaba yéndome, vi a V viniendo apresurada. Estaba por ignorarla, pero me sostuvo del brazo y me obligo a quedarme con ella por su estado de ebriedad, así que los busque a ustedes.
— ¿Sabías que Tanner hizo que expulsen a Cole de Saint Rose? —le pregunto.
Charlotte me observa durante unos segundos antes de responder.
— Sí.
— Zack también lo sabía e iba a decírselo a la directora Monroe. Tanner no quería eso. Discutieron esa noche, ¿Lo recuerdas? —comienzo a caminar a su alrededor mientras hablo, lentamente hasta llegar a donde estaba— Tu hermano iba a delatar a Tanner, Charlotte.
— ¿Crees que defendería al asesino de mi hermano? —pregunta entrecerrando los ojos.
Honestamente, no sé en quién creer, pero sí sé que no puedo confiar en nadie.
Sin embargo, la pregunta de Charlotte me hace confiar un poco en ella porque sé cuánto amaba a Zack y no sería capaz de lastimarlo, mucho menos estar del lado del asesino de su hermano. Pero todo apunta a Tanner, lo cual me parece extraño porque es demasiado obvio, pero a la vez todo tiene tanto sentido así que no debería extrañarnos que cada vez más pruebas —o testimonios— contra él salgan a la luz.
Si Tanner realmente es el asesino supo que Ian jamás dejo de investigar y se encargó de deshacerse de él tan pronto como pudo.
— No, no lo creemos —contesta Rhett haciendo que ambas giremos nuestros rostros para verlo— Pero tampoco creemos que Tanner es completamente inocente.
— ¿Cómo puedes decir eso? —Charlotte mira a Rhett como si no lo reconociera— Tanner era uno de tus mejores amigos, Rhett...
— Me llevo mucho tiempo y muchas decepciones pensar como ahora, Charlotte.
Puedo notar que los ojos de ambos expresan mucha tristeza y de repente, siento que estoy estorbando.
— Lamento haberte engañado con Tanner—vuelve a hablar, parpadeando para alejar sus lágrimas— Y a ti haberte obligado a guardar mi secreto —me mira por unos segundos antes de bajar la mirada a sus puños cerrados— Pero ustedes están siendo demasiado ingenuos. Deben...
La puerta interrumpe cualquier cosa que Charlotte fuera a decirnos. Ninguno se mueve. Estamos dispuestos a ignorar aquella persona que interrumpe, pero la misma que tiene la palabra es quién decide abrir la puerta y evitar terminar oración.
— Qué sorpresa encontrarlos juntos —dice el agente Brixtòn con una pequeña sonrisa falsa— Queremos hablar con ustedes.
— Justo estaba yéndome —comenta Charlotte— Con permiso.
Charlotte hace el intento de salir, pero la agente Wilson le bloquea el paso. La sonrisa de la rubia no abandona sus labios, pero sus ojos demuestran cuanto le desagrada lo que la agente acaba de hacer.
— Queremos hablar con los tres, Charlotte —dice la agente Wilson.
Rhett da un paso al frente, colocándose junto a Charlotte.
— Estaremos encantados de hablar con ustedes.
Arqueo una ceja. Esto es una mala idea.
— No hablaremos sin un abogado presente.
Todos voltean a verme.
Intento verme segura, pero siento que mis piernas se convierten en gelatina. Junto ambas manos detrás de mí, apretándolas con fuerza. Falta tan poco, estamos tan cerca de conocer al asesino, no puedes fallar ahora. Son las palabras que me digo mentalmente como incentivo.
— Estoy con Heaven en esto —señala Charlotte, sorprendiéndome pero no tanto. Sería estúpido ir sin abogados.
— Yo no —dice Rhett haciendo que nosotras le miremos con incredulidad y los agentes con interés.
— Está bien —asiente el agente Brixtòn— Acompáñanos, Rhett.
Si la telepatía existiera, recibiría todas mis alertas y se quedaría. Esto no es buena idea.
Intento que mis ojos expresen todo lo que mi consciencia está gritando en este momento, pero Rhett ni siquiera parece notarlo cuando se gira para verme. Y sí lo hace, es muy bueno fingiendo o ignorándome.
— Espérame aquí.
Creo que me leyó bastante bien porque, por su tono, puedo entender que acaba de decirme "confía en mí". Lo hago, confío en Rhett, pero no confío en el agente Brixtòn.
— Nos vemos con sus abogados —nos dice la agente Wilson antes de seguir a Rhett y Brixtòn.
Estoy por volver a adentrarme a la habitación, cuando Charlotte vuelve a hablar.
— Debes mirar a Ross, Heaven —su tono es casi desesperado— Debes verlo a él y dejar de perder el tiempo con nosotros.
Se va dejándome intrigada con sus palabras. Jamás se me ocurrió pensar en Ross como el posible asesino. Después de todo, él es una de las personas más lindas que he conocido aquí y posiblemente una de las pocas en las que confío.
Además de Rhett, obviamente.
Me siento en la cama. En el hipotético caso de que sea cualquiera de Saint Rose, ¿Cómo podrían saber mi secreto? La única vez que revele la mitad de mi secreto a alguien de aquí fue en aquella pijamada con Lia, Charlotte y V... pero no me embriagué. Recuerdo perfectamente todo lo que dije y en ningún momento se me escapó que asesiné a alguien.
Después está la vez que se lo conté a Rhett. Lo cual tendría sentido si se lo hubiera contado mucho antes. Desde el primer día que llegué aquí el asesino sabe mi secreto y Rhett lo sabe hace solo unas horas.
La única persona que sabe mi secreto aquí en Saint Rose es Crystal y de ninguna manera mi hermana me traicionaría de esa forma. Creo que preferiría arrancarse una extremidad a herirme de alguna manera.
Desearía poder hablar con Ian en estos momentos. Necesito debatir con él todo lo que está pasando, quién creemos que miente... quién no.
Decido sacar el libro de Ian de debajo de mi cama. Una de mis manos acaricia las hojas que fueron escritas por mi amigo. Esta vez no tengo lágrimas que derramar, siento que se me acabaron. Es momento de inhabilitar mi corazón y comenzar a usar mi cerebro.
Ian dio la vida por esta investigación y voy a llegar al final de esto. No me importa si para ello debo llegar al mío también.
Tomo un bolígrafo y, como si Ian lo fuera a leer, comienzo a escribir.
Querido Ian:
Esto es lo que descubrí...
N.O
— Rhett Kingston —comienza Joe sentándose frente a él. El adolescente no hace más que levantar la mirada— ¿Estás seguro de que no quieres un abogado? Podemos solicitar...
— Estoy bien —le interrumpe Rhett.
Joe quiere sonreír, pero se limita a asentir. Esto va a ser divertido, piensa.
— Tengo entendido que no es la primera vez que encuentras un cuerpo.
— No lo es —contesta Rhett— Hace un tiempo encontré el cuerpo de Stella Brooks. Ella era mi amiga y yo estaba cumpliendo parte de mi castigo en el sótano cuando ocurrió.
Se esfuerza por mantener el contacto visual con el agente. No se dejará intimidar.
— Pero no estabas solo, ¿verdad? —señala Joe haciendo que Rhett se tense.
La agente Wilson le habló sobre Heaven Nova y Joe no puede estar más ansioso por hablar con aquella chica que parece ser un imán para los cadáveres. Cuando una de las personas que interrogó le sugirió que debe hablar con Heaven y Rhett supo que no debía esperar más tiempo.
Mucho menos luego del hallazgo tan importante que le acaban de notificar.
Aunque lamentablemente para Joe y para esta investigación, Heaven se negó a venir sin la presencia de su arrogante madre y también competente abogada.
— Estaba con Heaven Nova. Ambos debíamos limpiar el sótano como castigo, pero ella se fue antes. No quería estar en un mugroso sótano y le debía algo, así que me quede limpiando solo —aprieta sus manos debajo de la mesa, debe controlar sus nervios. Debe controlarse ahora más que nunca— Ahí fue cuando encontré el cuerpo de Stella.
— ¿Qué hay de Heaven? —Joe posa sus brazos sobre la mesa, acercándose a Rhett e intentando demostrar desinterés— Este no fue su primer descubrimiento tampoco.
Rhett ladea la cabeza, pensando que Joe es un idiota y Heaven hizo bien en no venir sin su madre.
— No lo fue —imita su acción— De hecho, yo vi primero a Ian. Intenté que no se acercara, pero no pude hacer mucho.
— ¿Eran amigos?
— Mejores —contesta.
— ¿Qué hay de ti y de Ian?
— Nos éramos tan unidos como lo era con Heaven, pero éramos buenos amigos.
Joe introduce una mano en el bolsillo de su abrigo, sacando una de las pocas cosas que pudieron rescatar de la escena del crimen. La pequeña bolsa de plástico contiene el celular de Ian.
— Entonces —dice Joe, dejando la bolsa sobre la mesa que los separa— ¿Por qué le enviaste un mensaje a Ian diciendo que lo matarías?
El agente Brixtòn saca el celular de aquella bolsa de plástico y le enseña a Rhett el último mensaje que Ian recibió... desde su celular.
"No estoy bromeando, Ian. ¿Creíste que Charlotte no me lo diría? Abre la boca y te mataré."
Rhett traga duramente.
— Me equivoqué —dice aflojándose un poco su bufanda, sintiendo que en vez de estar en invierno, están en pleno verano— Voy a necesitar un abogado después de todo.
HEAVEN
La puerta de mi habitación se abre, haciendo que me sobresalte y desilusione al ver que no es Rhett, sino Crystal quién irrumpe mi silencio de esa manera.
— ¡Casi me matas del susto! —exclamo cerrando el libro de Ian, temiendo que quiera echarle un vistazo.
— Tal vez eso te ayude a recordar que tienes una hermana —contesta cerrando la puerta detrás de ella— Estuve todo el día intentando localizarte. De hecho, si no puedes recibir más mensajes de voz, es porque llené tu buzón.
— Ni siquiera sé dónde está mi celular —me encojo de hombros.
Dejo el libro de lado y sutilmente lo cubro con una almohada. Sonrío nerviosamente sin saber que decir mientras ella mira el desastre que hay en mi habitación; Una pila de ropa sobre una silla en un rincón, los pétalos aun lado del basurero y por suerte cerré la puerta del baño porque la sangre solo la espantaría, y posiblemente me regañaría.
La mirada de Crystal parece suavizarse mientras analiza mi desorden.
— Lamento lo de Ian —me dice con una pequeña sonrisa, dejando de lado su molestia por no responder sus mensajes— No puedo creer que ya no esté.
— Lo sé... —murmuro mirando fijamente el suelo— Ni siquiera pasó un día y ya lo extraño.
Espero que cambie de tema porque usualmente los sentimientos no son nuestro tema favorito, pero sorprendentemente, no lo hace.
— También debe estar extrañándote. Ustedes dos eran de quienes más se quejaban en la sala de profesores —le miro con el ceño fruncido. Ella sonríe— Hablaban toda la clase, ¿Qué esperabas? —me codea divertida.
Me río recordando las incontables veces que nos que llamaban la atención para que dejáramos de hablar.
— Así que... —vuelve a hablar al ver que me quedo en silencio—... ¿Solo te sentaste aquí a escribir? ¿Durante todo el día?
Comprendo su desconcierto. Después de todo, no disfruto escribir. Durante años —y sobre todo después de lo de Chase— Crystal insistió en que debería tener un diario donde escriba todos mis pensamientos. Como no quise ir a un terapeuta y apenas tomaba los medicamentos que me recetaban, mi hermana me aconsejó acudir a un libro y que allí plasmara todos los pensamientos que me cuesta expresar.
— Bueno... —alargo pensando en mi día.
Le confesé a mi novio que soy una asesina y él me confesó que lo es también. Al rato tuve una recaída y casi me suicido, pero mi amigo fantasma impidió que lo hiciera. Luego, mi novio y yo decidimos unir a nuestros otros amigos a la investigación para averiguar quién de ellos es cómplice del asesino principal.
— Básicamente —miento.
— ¿Qué hay de Rhett? ¿No lo viste? —pregunta sentándose a mi lado.
— Unos segundos...
Intento no sonreír al recordar nuestro encuentro de esta tarde. Aun puedo sentir sus manos acariciar mi piel, sus brazos envolviendo mi cintura y aferrándose a mí con fuerza. Fue perfecto, sin importar la pequeña discusión que tuvimos después. Cada recuerdo de ese momento va a quedar por siempre en mí.
Repito las últimas palabras y me percato del error...
— Ay por Dios... —susurro.
— ¿Qué sucede? —me pregunta Crystal.
Me levanto de un salto de la cama, repasando en mi mente todo lo ocurrido, pero de una forma más analítica y menos sentimental. En ningún momento nos detuvimos para hacer algo más, algo que debíamos tener en cuenta, algo que ahora nos podría meter en un problema.
— ¿Heaven? —mi hermana también se incorpora.
— Te mentí —le señalo con mi dedo índice. Ella me observa desconcertada— No estuvimos unos segundos, fue un poco más de tiempo...
— Ajá... —asiente entrecerrando los ojos.
— No-nosotros... —logro decir pensando en si será demasiado tarde para tomar precauciones—... Bueno, verás...
— Heaven —eleva las cejas, insistiéndome en dejar de lado mi tartamudeo y supuesta intriga que en realidad es nerviosismo.
— Nos acostamos —suelto— Y no usamos protección.
Crystal inhala todo el aire que sus pulmones le permiten y se mantiene así, durante varios segundos, tanto que pienso que va a desmayarse. Cuando ya estoy preparada para sostenerla, ella vuelve a demostrar signos vitales y exhala volviendo a la realidad.
— ¡Ian murió anoche, Heaven! —es lo primero que dice.
— ¡No estábamos celebrando nada! —me defiendo— Fue más bien... —frunzo el ceño dándome cuenta de lo que iba a hacer— ¿Qué digo? ¡No voy a darte explicaciones!
— Tampoco quiero que me expliques —me aclara dándome una mala mirada. Suspira— Esto fue hace unas horas, ¿no es así? —asiento con la cabeza—Puedes tomar la píldora del día después.
Crystal vuelve a tomar su bolso.
— Es bueno que te hayas dado cuenta ahora y no dentro de tres meses —niega con la cabeza— Voy a ver si la señora Kingston tiene una o tendré que ir a comprarla a la ciudad.
— ¿Te he dicho que eres mi hermana favorita?
Me da una mala mirada.
— Te mataré a Rhett y a ti cuando vuelva —sonríe falsamente.
Me siento en la espera de la dichosa pastilla. No es que no me gustaría ser madre, claro que lo quiero, pero claramente no en este momento. Tengo metas por cumplir, metas que posiblemente se me dificultarían si tengo que hacerme cargo de otro ser humano.
Me río.
Ni siquiera puedo hacerme cargo de mi misma, ¿cómo podría hacerme cargo de otra persona? Esta tarde casi me suicido y luego casi me embarazo. Definitivamente no debo estar a cargo de nada, ni de nadie en los próximos cinco años de mi vida tras recibir el alta de algún terapeuta.
No puedo creer que Rhett tampoco haya dicho nada sobre la protección. Esperaba que si mi cerebro no funcionara, al menos el de él sí.
Me tranquiliza tener a Crystal aquí. Es lo más cercano a Ian que encuentro en este momento. No puedo contarle sobre la investigación, pero me alegra poder hablar con ella sobre esto.
CRYSTAL
— Por suerte para ti, la tengo —me dice Elizabeth yendo a buscar entre sus cajones— Crys, ¿Cómo puedes olvidar algo así? —me pregunta utilizando el apodo que solo ella utiliza.
— Dejé de tomar mis pastillas hace tiempo porque los efectos secundarios fueron demasiado para mí —miento— Tengo que ir al doctor cuando todo este caos pase. Necesito hacerme algunos estudios.
— ¿Estudios? —regresa con la píldora y con una mirada preocupada.
— Estudios para ver si todo está bien conmigo —le cuento con una pequeña sonrisa— Matt y yo queremos tener un bebé.
Esta última parte no es mentira, pero tampoco es completamente la verdad. Matt y yo hemos hablado sobre ser padres, y ambos estamos encantados con la idea. Pasamos tanto tiempo separados y —en mi caso— con las personas equivocadas que no vemos la hora de por fin pasar a otra etapa. Estar juntos y ser felices, posiblemente adoptar una mascota y tener un bebé.
Pero debo encargarme de algo primero.
— ¡Oh! ¡Me alegro tanto por ustedes! —exclama acercándose con una sonrisa— Serás una buena madre y apuesto que Matt se esforzara lo suficiente para estar a tu altura —bromea.
Su celular comienza a sonar y me hace una indicación de que espere mientras lo contesta. Bajo la vista a mis uñas solo tengo un esmalte negro en ellas y esperaba que, al llegar a mi destino, pudiera ir con una manicurista. Pero tuve que volver por Heaven. Espero que tenga otro esmalte porque el mío ya me aburrió.
— ¿Rhett? —elevo la mirada al escuchar el nombre de mi nuevo cuñado— ¿Qué? ¿Cómo...? Bien. Ahí voy.
— ¿Ocurrió algo? —pregunto.
— Rhett está en problemas —como lo supuse— Debo ir con él.
— Lo entiendo por completo —tomo la píldora que deja sobre la mesa más cercana— ¡Llámame si necesitas ayuda! —exclamo antes de que salga.
Miro la píldora en mi mano y suspiro. Heaven es una idiota.
(...)
Abro la puerta encontrándome con Heaven mirando por la ventana. Ella deja la cortina en su lugar y suelta un suspiro de alivio al verme.
— Pensé que cuando volvieras ya tendría al bebé —bromea por mi tardanza.
— Elizabeth me entretuvo y me regaño por mi descuido —me río— Nuestra madre jamás me regañaría por algo como esto.
— Bueno, tampoco es como si fuéramos a hablarle a ella cuando tengamos una emergencia —se encoje de hombros.
Mi madre es una persona muy difícil de complacer, por no decir imposible y muy fácil de hacer enojar. Sus regaños jamás eran regaños, eran largos discursos de cómo deberías esforzarte para ser mejor que todos y por más que estés capacitada para ser la mejor, jamás estas esforzándote lo suficiente. Siempre puedes esforzarte un poco más.
Eso es lo que mejor hace. Presionar a los demás. Sé que nos ama, por eso nos presiona todo el tiempo. Su madre era igual así que no conoce otra forma de demostrar su amor, pero sus muestras de cariño son agotadoras.
Intenté toda mi vida estar a la altura y terminé cayendo desde lo más alto.
Así que decidí mandar todo al diablo y venir a Rusia. Tenía un empleo esperándome y no conocía a nadie. Comenzaría de nuevo. Dejaría atrás todos mis problemas, aunque sin saberlo, el mayor problema lo encontraría aquí.
Antes de irme no solo estaba deprimida porque mi vida se había ido al diablo, sino porque Heaven también lo estaba y nuestra madre seguía sonriendo como si nada.
Como si el hijo de sus amigos más cercanos no hubiera abusado de su hija adolescente. Siendo la abogada y participando en la búsqueda del infeliz que arruinó la vida de mi hermanita.
Pero entonces, descubrí que la mitomanía es hereditaria.
— Sé que te sientes dolida porque Tristan lo arruinó, pero fue solo un desliz sin importancia, Crystal —dijo aquella tarde de primavera en la privacidad de mi habitación— Tristan es un imbécil, ¿Y qué? Todos los hombres lo son. Pensé que ya todas las mujeres sabíamos eso.
No contesto, solo sigo empacando frenéticamente. Ni siquiera sé si mis vestidos de fiesta me servirán de algo en un internado de Rusia, pero no puedo detenerme. Quiero sacar todas mis pertenencias de esta casa y mi persona de Los Ángeles.
— Quizás no sea demasiado tarde —volvió a hablar— Quizás pueda hablar con Susan y te consiga de nuevo el trabajo. No creo que lo hayan ocupado tan rápido. Sé que ella está pasando un momento duro por la desaparición de Chase, pero seguro puede levantar el teléfono por la abogada de su hijo.
— No quiero nada de esa horrible familia —espeté enojada— Y mientras más lejos estemos de aquí, mejor —pensé en voz alta.
Pude ver por el rabillo de mi ojo, que mi madre se paralizó.
— ¿A qué te refieres? —me preguntó.
— ¿Cómo que a qué me refiero? —solté, irritada.
— ¿Qué hiciste Crystal? —se acercó y me tomó de la muñeca, obligándome a verla.
— ¿Qué hice yo? —pregunté, soltándome de su agarre— Debería preguntarte lo mismo, pero en tiempo presente. ¿Qué diablos estás haciendo, madre? ¿Qué haces dirigiendo la búsqueda del idiota que abusó de tu hija?
Me miró durante unos minutos, los cuales parecieron eternos, hasta que finalmente se acercó a cerrar la puerta y volvió con una expresión que jamás vi antes en ella: preocupación.
— Prométeme que no le dirás esto a tu hermana —me observó amenazante y a la vez, desesperada.
— ¿Está bien? —contesté, dudativa.
— Chase no está desaparecido, es decir sí —entornó los ojos— pero no porque alguien lo haya secuestrado y busque una recompensa como sospechan los oficiales —fruncí el ceño— Sé que eres la reina de la moral, pero necesito que por una vez en tu vida, guardes este secreto por mí.
Ignoré su sarcasmo y asentí, completamente intrigada.
— Tu padre tiene que ver con ello. Se juntaron para cenar y colocó algo en su bebida. Fue el fin de semana pasado, cuando supuestamente estuvimos fuera por negocios —me contó en susurros— Chase mencionó que debía reunirse con un viejo amigo más tarde. Dijo que tenía una cabaña en el bosque, así que asumo que debe estar en algún lado de la carretera o, con suerte, un oso se lo comió.
— Ustedes... —me costó respirar— ¿Hicieron qué? —pregunté esperando haber oído mal.
— Estoy dirigiendo la búsqueda porque necesitamos actuar como si nada hubiera pasado.
— Oh por Dios —negué con la cabeza.
— El veneno es indetectable. Cuando lo encuentren y hagan los estudios solo encontraran que su muerte fue por un paro cardiorrespiratorio, así que descartaran un homicidio.
— Mamá...
— Joseph y Susan no pueden sospechar o estaremos en problemas —llevo una mano a mi pecho— Crystal, hicimos esto por tu hermana. Sé que tu corazón puro y bueno te impide hacer este tipo de cosas, pero debes guardar silencio.
— Cuando lo encuentren, no pensaran que fue un paro, mamá —hice una mueca y sentí mis piernas flaquear. Mi madre entrecierra los ojos— Heaven lo asesinó y lo enterramos en la interestatal 15.
Allí la que casi tuvo un paro cardiorrespiratorio fue mi madre.
— ¿Crystal?
Vuelvo a la realidad. Heaven me observa extrañada.
— ¿La píldora? —vuelve a hablar.
— Oh, aquí tienes —le tiendo la píldora y saco una botella de agua que compre en el trayecto— Tómala y recuéstate.
— No voy a dormir —frunce el ceño.
— No quiero que lo hagas —miento— Solo dije que te recuestes un rato.
Heaven no tarda en tomarla y soltar un dramático suspiro de alivio, por el cual sonrío. Se recuesta en la cama, acostándose de lado para verme. Busco la silla que debería estar en su escritorio, pero que está en una esquina de la habitación sosteniendo una pila de ropa. La echo a un lado y la traigo para sentarme junto a ella.
— ¿Elizabeth mencionó algo de Rhett? —me pregunta— Brixtòn se lo llevó para interrogarlo hace rato, pero aún no tengo señales de él.
Niego con la cabeza.
— No me dijo nada —me encojo de hombros.
— ¿Cómo lograste entrar? —cambia de posición y se queda viendo el techo— Creí que no le permitían la entrada a nadie.
— ¿Crees que alguien le prohibiría algo a alguien con un rostro como el mío? —bromeo haciéndole reír— La directora Monroe mintió diciendo que aún debo firmar mi renuncia, así que me permitieron entrar.
— Al parecer aquí todos tienen la misma manía —cierra sus ojos con una pequeña sonrisa— Mamá ha estado impidiendo que Brixtòn hable conmigo. Y creo que evitarlo me hace ver culpable.
— Pero no hiciste nada —miro a los pies de su cama, aquella almohada con algo debajo— ¿Verdad? —pregunto volviendo la vista a Heaven.
Heaven abre los ojos solo para entornarlos ante mi pregunta.
— Claro que no —contesta volviéndolos a cerrar— Pero solo digo... que quizás sea una idea hablar con él.
— Hablaré con mamá sobre ello —le digo— Pero sea cual sea su respuesta, debes hacerle caso. Mamá siempre sabe lo que hace.
Como enviarte a Saint Rose para que estés a mi lado y te sientas mejor, pienso.
— No siempre —suelta un bostezo.
— Bueno, casi siempre —me corrijo.
La respiración de Heaven se vuelve cada vez más lenta y durante unos minutos no vuelve a hablar.
Creo que es mi oportunidad.
Comienzo a levantarme lentamente para no despertarla, pero entonces vuelve a hablar.
— ¿Crystal?
— ¿Mjm? —vuelvo a sentarme.
— Gracias por estar aquí —hace una pausa— Y evitar que me embarace.
— Cuando quieras —contesto— Bueno, no cuando quieras. La próxima usa protección, ¿sí?
Se ríe.
— Lo haré.
Heaven toma una de las almohadas que tiene a un lado. Es una pequeña de color violeta que me quitó hace un tiempo. Cuando la abraza, sé que va a dormirse. Desde que es pequeña solo se duerme si abraza algo. No importa qué. Una vez cuando fuimos a acampar, durmió abrazando una silla plegable porque yo no quería que me abrazara. En mi defensa, tenía calor y los mosquitos estaban a punto de enloquecerme.
Poso una de mis manos sobre el hombro de Heaven para comprobar que siga durmiendo y al ver que no hay respuesta, decido levantarme.
Le coloco el seguro a la puerta, lo cual, mi hermana debería hacer más seguido. Mi celular comienza a sonar en mi bolso, lo cual me sobresalta. Lo busco con rapidez y lo callo, esperando que Heaven siga dormida.
Al parecer sí.
Reviso mi celular sin sacarlo de mi bolso y veo que es un mensaje de Matt. Lo leeré después. Lo vuelvo a dejar y observo por unos instantes la píldora que Elizabeth me entregó, la que en realidad debía darle a Heaven.
Cierro mi bolso. Necesito hacer esto rápido.
Levanto la manta, cubro a Heaven con ella. Ni siquiera se mueve, pero me esfuerzo por cubrirle todo el cuerpo. Hace bastante frio y su ropa no es demasiado abrigada que digamos.
Tomo el libro que estaba debajo y comienzo a leer.
¡LEELO SOLA, HEAVEN!
¿Qué piensan del capítulo? Pronto vamos a leer otros puntos de vista.
¿Qué piensan de Crystal? ¿Y de su mamá?
¿El mensaje de Rhett a Ian?
¿A quién le creen?
Falta muuuuy poco para el final :)
¡Nos leemos!
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