
Capítulo 16: Compromisos, segundas oportunidades, fin.
Crystal en multimedia
Anoche no pude dormir bien pensando en el techo de la habitación de Stella. Di varias vueltas, terminando boca arriba, viendo el techo de mi habitación y me quedaba pensando en la cantidad de cosas que podría encontrar allí. Las posibilidades son varias y descartar algo sería estúpido.
Salgo del dormitorio de las chicas y mis ojos escanean el lugar buscando a Ian, pero no lo veo por ningún lado. Usualmente suele estar esperándome con nuestro café matutino. Finalmente encuentro a alguien conocido entre los alumnos que se encuentran charlando afuera.
Ross está parado a unos metros de mí. Sosteniendo un café en cada mano. Él también parece estar buscando a alguien y cuando sus ojos se posan en mí, puedo entender que ese alguien soy yo. Me sonríe comenzando a acercarse.
Abro la boca para saludarle.
—Antes de que digas algo, solo traigo café y compañía —se apresura a decir, extendiéndome mi café.
—Iba a decir hola —replico elevando mis cejas. No tardo en aceptar lo que me ofrece.
—En ese caso; Hola, Novy —inclina levemente su cabeza.
Aprieto mis labios, sintiendo que las palabras sólo saldrán de mi boca. Ahora puedo sentir que la valentía que sentía ayer, se va desvaneciendo de a poco. Mientras más tarde en decírselo, menos podré decirle.
Ross parece darse cuenta que algo no está bien conmigo porque detiene nuestra caminata y borra cualquier rastro de alegría de su rostro.
—Heaven, no tienes que hacer esto —habla en voz baja para que las personas que caminan a nuestro alrededor no puedan escuchar— Si te pareció que íbamos muy rápido, sólo dímelo. No me evites.
—No es eso —es lo primero que sale al dejar de privar a mi corazón de ser honesto. Ross me observa desconcertado, esperando a que prosiga— No quiero esto. Yo no te quiero —suelto sin más.
Ross eleva las cejas, sorprendido. Seguido de eso, suelta una risa sin gracia y baja la mirada.
Entorno los ojos sin poder creer que dije esas palabras. Me insulto mentalmente por no poder expresarme correctamente.
—No, espera. Yo si te quiero —me corrijo torpemente. Ross me observa seriamente con una pizca de tristeza en la mirada— Eres una persona genial y... lamento haberte estado evitando. Actué como una imbécil, lo admito. Y... Dios, eres uno de los chicos más guapos que he visto en mi vida. Cualquier chica mataría por estar contigo. Eres Ross Monroe —suspiro, percatándome de que estoy balbuceando— Te quiero. Por eso estoy diciéndote que no quiero esto —hago una pausa— Lo siento.
Ross aprieta sus labios, sin devolverme la mirada.
—Pero si te quiero como amigo —mis palabras no lo harán sentir mejor de ninguna forma, pero quiero que sepa todo lo que siento— No me imagino estar en Saint Rose sin ti. Necesito a Ross Monroe en mi vida —sigue sin responderme— Así que... ¿Aceptas estar en mi vida como mi genial amigo Ross? —me arriesgo preguntando eso.
No pensaba encontrarme con Ross a primera hora luego de una noche donde sólo podía pensar en los fantasmas de Saint Rose. Las palabras que dije sólo salieron directamente de mi corazón y posiblemente mis disculpas hayan apestado. Pero es lo que siento. Lo quiero como amigo y me dolerá si rechaza mi amistad, pero son consecuencias que tendré que aceptar.
Él no responde enseguida a mis disculpas, sé queda viéndome unos segundos y luego baja la mirada como si le doliera tener que hacerlo. Cuando comenzaba a pensar que no volvería a dirigirme la mirada, lentamente quita esas ideas de mi mente.
—Extraordinario —suelta sin levantar la mirada.
—¿Disculpa? —pregunto sin entender.
—Extraordinario amigo Ross —replica mirándome.
Su respuesta causa un enorme alivio dentro de mí. No puedo evitarlo y suelto un suspiro, haciéndole reír.
—Está bien si no quieres una relación conmigo, Heaven. No tengo ningún problema con eso. No puedo obligarte a sentir algo que claramente no sientes —remoja sus labios— Pero no por eso te apartaré y fingiré que no existes. Lo último que quiero ahora es tener una mala relación con alguien. Además... tú misma lo dijiste. Necesitas un Ross Monroe en tu vida.
Elevo mis brazos para abrazarlo y al instante me detengo, cuestionándome si en realidad es una buena idea hacerlo. No tengo ningún problema en hacerlo, pero quizás eso lo incomode.
—Los amigos se abrazan, Novy —dice divertido.
Ross me abraza y me hago puntillas para poder recostar mi mentón en uno de sus hombros. Cierro los ojos, disfrutando de este momento. Estaba tan asustada por confesarle mis sentimientos. Imaginé muchas veces lo dolido que se vería y lo mucho que me odiaría a mí misma por lastimarlo. Todos esos sentimientos negativos y horas de pensar diferentes escenarios fueron en vano porque Ross no reaccionó como mi mente creyó que lo haría. Lo cual agradezco.
En cuanto abro mis ojos puedo ver a Rhett y Charlotte saliendo de los dormitorios femeninos. Ella viene platicándole sobre algo mientras utiliza su celular. Él la escucha atentamente aunque viéndose algo aburrido. La rubia eleva la mirada, encontrándose con la mía. Al instante me saluda con una sonrisa efusiva y una mano bailarina. Esto hace que Rhett también mire en su dirección. Su ceño se frunce levemente al verme y no es tan cálido como su novia.
No tengo ganas de ver a Rhett. No más de lo necesario, por lo menos. Desde que Charlotte me contó sobre su embarazo, tomé la decisión de terminar con esto. Solo hablaremos para averiguar quién es el asesino, sobre otra cosa no.
Saludo rápidamente y obligo a Ross a comenzar a caminar. Él no parece interesado en mis repentinas ganas de salir corriendo y si lo está, prefiere no tocar el tema. En lugar de eso me habla sobre como su madre planea una super fiesta familiar en las vacaciones de invierno.
—¿Tú tienes planes? —me pregunta, en cuanto nos adentramos al instituto.
—Eh... —alargo— Solo pasarlo con mis padres cosa que no es muy divertida.
—¿Te llevas mal con ellos? —arquea una ceja.
—Digamos que para estar con ellos debes tener mucha paciencia —hago una mueca divertida— De la cual carezco —agrego.
—Podrías pasar las vacaciones con nosotros —propone— No creo que a mi madre le importe. Después de todo, tu madre es amiga de la mía. Sabe que te cuidará.
—Quizás me deje —hago una pausa— O quizás insista en venir también.
—Buen punto —chasquea su lengua— Pero pensaré en algo, Novy. No te preocupes.
Ross se despide de mí para ir a su clase. A lo lejos puedo reconocer la espalda de Ian y camino hasta él con rapidez. Coloco una mano sobre su hombro, obligándolo a prestarme atención. Se quita los auriculares para verme con picardía.
—¿Elegiste al pelirrojo o al castaño? —me pregunta divertido.
—Baja la voz —miro a nuestro alrededor. Todos parecen estar ocupados en sus asuntos— A ninguno —contesto.
—¿Cómo que a ninguno? No puedes simplemente no elegir.
Frunzo el ceño.
—¿Por qué no?
—Porque entonces no sería divertido —contesta como si fuera la respuesta más obvia del mundo. Entorno mis ojos, volviendo mi vista al frente— Yo no me divertiría —agrega enfatizando la primera palabra.
—¿Quieres que me aprenda chistes? Puedo hacerlo si quieres diversión... —alargo sarcástica.
—Honestamente creí que te quedarías con el pelirrojo. Agradezco no haber apostado nada con la señorita Donnet —ignora mis palabras.
Suspiro al pensar en Rhett. Si las cosas fueran diferentes; si él no tuviera novia y está no estuviera embarazada, quizás hubiera funcionado. Mientras tanto, no pienso seguir escavando en ese terreno.
—No puedo elegirlo —suelto, cruzándome de brazos— Tiene novia.
—Pues, a él no le parece impedimento para besarte.
—Es... mucho más que eso —ladeo la cabeza, pensando que debería callarme. Ian me mira rápidamente— Tienen una relación hace tiempo —agrego, intentando reparar mi error.
—¿Cinco meses te parece mucho? Entonces creerás que un año es una eternidad —contesta volviendo a ver al frente.
Decido no responder a eso y finalizar con ese tema. Sé que Ian es bastante astuto —quizás más que yo—, fácilmente puede sacarme el secreto de Charlotte.
—Necesito que consigas la llave de Stella —susurro.
—¿Otra vez? —frunce el ceño— ¿Quieres ir a jugar a la ouija?
—Anoche soñé con Stella. Básicamente fue casi igual al sueño que tuve con Savannah. Busque en todos lados, menos en un lugar.
—¿En el retrete?
—En el techo.
Ian se gira para verme, por primera vez, verdaderamente sorprendido. Aunque su expresión dura sólo unos segundos al ver detrás de mí.
—Chismosa a la vista —murmura, pasando una mano por su mentón.
—Vamos durante el almuerzo —le ordeno en voz baja.
—Hecho.
V se detiene frente a nosotros, sonriendo efusivamente.
—¡Buenos días, chicos! —exclama juntando ambas manos— Pensé que podríamos almorzar juntos hoy si no tienen otros planes.
Abro mi boca para responder, pero Ian coloca una mano sobre mi hombro, siendo más rápido en proporcionar una respuesta.
—Lamentablemente, sí. Pero créeme, nos hubiera encantado estar contigo. Quizás la próxima, V.
La sonrisa de V pierde un poco de efusión, pero se recompone al instante, encogiéndose de hombros.
—La próxima —repite asintiendo con la cabeza.
Deshacemos nuestra sonrisa en cuanto está lo suficientemente lejos. Me siento mal por haber rechazado su oferta. Quizás no tiene con quien almorzar. Por más que siempre este rodeada de personas, presiento que no están a su lado por quién es, sino por lo que puede decir. En este internado son realmente muy chismosos.
A Ian no parece importarle V, sólo camina en silencio posiblemente pensando en cómo buscaremos la llave.
(...)
Las clases se volvieron mucho más largas de lo usual. Lo más irritante es que no pude dejar de pensar en lo que encontraremos. ¿Qué será? ¿Una foto? ¿Un nombre? ¿Un cuerpo desmembrado? Honestamente no me sorprendería encontrar esto último, pero sí sería en colmo. Para mi suerte, el profesor de química no prestó atención a la falta de interés en su clase y a mis pies inquietos.
Lia, quién se sienta junto a mí, me preguntó en dos ocasiones si necesitaba tomar aire o ir al baño. Mi respuesta fue que estaba bien y solamente tome demasiada cafeína, pero por sus breves miradas, sospecho que no me creyó.
—Tengo que organizar el baile de invierno —me dice cuando salimos de la clase. El tono de lamento que utiliza me obliga a tener que prestarle atención— Usualmente estoy emocionada. Amo los bailes. Pero ahora solo puedo pensar que hay otras personas, como Stella, que estarían emocionados por asistir.
Lia suspira triste.
—¿No puedes cederle la obligación a alguien más? —pregunto.
—Como presidenta del consejo estudiantil, no —replica haciendo una mueca— Estuve pensando en hacer un homenaje a cada persona que falleció. Solo lo hicieron por Zack y sé que Stella debe sentirse indignada por ello —se ríe desganada— Espero que puedas ayudarme.
—Estaré encantada de hacerlo —asiento sonriendo.
Ian se encuentra esperándome junto a mi casillero. Al ver a Lia a mi lado, finge revisar su celular para no saludarla. Es su forma de evitar hablarle y así poder olvidarla. Sí, su plan es ignorar que existe. Algo completamente fácil de hacer teniendo en cuenta que estamos en un internado y comparten la mayoría de las clases. Noten mi sarcasmo, por favor.
Lia no tiene idea de los sentimientos de Ian por ella y cuanto lo lástima que haya vuelto con Tanner. Que él esté utilizando su celular no es ningún impedimento para que ella vaya a saludarlo tan efusivamente como siempre.
—Qué bueno que te veo —le dice con alegría. Ian levanta la mirada, fingiendo no haberla visto antes— Heaven acaba de decirme que me ayudará con la organización del baile de invierno y me preguntaba si tu podrías alistarte también.
—¿Me hablas a mí? —suelta torpemente. Su expresión sería se suaviza al verla.
Sonrío divertida al ver que Ian no podrá resistirse al encanto de Lia.
—Claro que te hablo a ti —contesta extrañada, pero divertida— Hicimos tan buen equipo en el anterior baile. Me encantaría que me ayudaras.
La boca de Ian se abre, pero ninguna palabra sale de sus labios. Aprieto mis labios, conteniendo mi risa. Lia eleva sus cejas esperando que mi amigo responda su pregunta y posiblemente cuestionándose si él está bien.
—Sí —la respuesta de Ian sale de sus labios en forma de suspiro, luego de segundos de esfuerzo y suena totalmente afligido por ello.
—¡Genial! —exclama dando cortos aplausos.
—Lia, ¿Nos vamos?
Tanner está a unos metros de nosotros, moviendo uno de sus pies de forma impaciente. Cuando sus ojos se posan en mí puedo encontrar la misma expresión de desconfianza que la última vez que nos vimos. Elevo el mentón levemente, devolviéndole la mirada. No dejaré que me intimide.
—¡Comenzaré con los preparativos! —nos guiña un ojo antes de seguir a su estúpido novio.
Cuando está lo suficientemente lejos, Ian y yo quitamos nuestras sonrisas falsas, suspirando al mismo tiempo.
—¿Cuál es su problema? —pregunto, disgustada con Tanner.
—¿Cuál es mi problema? —pregunta Ian, al parecer disgustado consigo mismo— ¿Por qué acepte ayudarla?
—Porque, querido amigo... —coloco una mano sobre su hombro—... estás bajo el hechizo de Lia.
Ian hace una mueca.
—¿Lo estás disfrutando, no? —me pregunta.
—Mucho.
Ian mira a alguien detrás de mí y tras darme una sonrisa maliciosa, escucho que llama a Rhett. Volteo levemente para verlo. Él se encuentra buscando algo en su casillero. Siento ganas de golpear a mi amigo por eso. De no ser por él, Rhett ni siquiera se habría dado cuenta de nuestra presencia. Se ve tan absorto en sus pensamientos que fácilmente podría haber pasado junto a nosotros y no notarnos.
—¿Cuál es tu problema? ¿Por qué lo llamas? —le pregunto en un susurro.
—Es mi venganza —replica. El rubor ya abandono sus mejillas y con esa sonrisa maliciosa en cualquier momento le salen cuernos— No me ayudaste con Lia. Podrías haber hablado por mí cuando enmudecí.
—¿Qué querías que dijera? «Oh Lia, por favor nótalo antes de que comience a babear e inunde Saint Rose» ¿Eso te parece bien?
Mi plan, a diferencia del de Ian, es ignorar a Rhett la mitad del tiempo. Obviamente tendremos que hablar alguna vez porque vamos detrás del asesino y entonces, lo haré sin ningún problema. Pero no le hablaré más de forma casual y mucho menos estaré a solas con él. Espero que Ian no sea lo suficientemente vengativo.
Nos saluda desconcertado y procede a contarnos su interrogatorio con la agente Wilson. Cuenta que ella, por lo que entendió, no sospecha de él. Sólo le hizo varias preguntas sobre Stella, si tenía enemigos, si veía a algún profesor capaz de hacer eso, cosas así. Pero siempre apuntando a alguien mayor, como si los estudiantes estuvieran descartados desde el comienzo.
Si me preguntan a mí, no podría dictaminar que sea joven o adulto. Todo es tan confuso. Porque no me imagino a una persona de nuestra edad haciendo estás cosas. Por otro lado, no veo a alguien mayor interesándose por los dramas de los adolescentes —como lo fue la infidelidad de Tanner hacía Lia— o mis propios dramas. La única persona que sabe lo de Chase es Crystal y ella jamás diría nada de eso.
Eso me recuerda que mi hermana debía decirme algo. Me lo dijo ayer cuando descubrieron el cuerpo de Stella. No la he visto desde entonces.
—Bien. Debemos irnos —le recuerdo a Ian cuando me siento incapaz de seguir esquivando la mirada de Rhett— El almuerzo terminará pronto.
—¿A dónde van? —pregunta Rhett.
De repente, me encuentro igual que Ian cuando Lia le habló hace minutos.
—Necesitamos la llave de Stella —Ian contesta por mí.
—¿Otra vez? —Rhett frunce el ceño. Ian asiente con la cabeza— Yo podría entretenerlo mientras Ian busca la llave, pero tenemos que hacerlo más tarde o mañana. El señor Wyatt no se encuentra en Saint Rose.
—¿Lo despidieron? —pregunta Ian, sorprendido.
—Por lo que sé solo fue a visitar a su familia —se encoje de hombros.
Suspiro frustrada.
—Pero lo necesitamos ya. ¿Y si cuando la obtenemos es demasiado tarde? —le pregunto a Ian. Puedo sentir la mirada de Rhett sobre mí.
—Estoy seguro de que el techo seguirá allí dentro de unas horas —me responde encogiéndose de hombros.
Ian menciona que irá a almorzar antes de ponerse de malhumor por estar bajo el hechizo de Lia. Lamentablemente la comida no puede evitar que sienta odio hacia el mundo porque las cosas no salen como quiero.
Cuando voy a seguir a Ian, la mano de Rhett me detiene. Me suelto con suavidad de su agarre.
—¿Por qué presiento que estás escapando de mí? —me pregunta entrecerrando los ojos y sonriendo levemente.
—Porque eso es justamente lo que estoy haciendo.
Rhett ladea la cabeza, desconcertado por mis palabras. Volteo con la intención de irme, pero me detiene de la misma forma que antes.
—¿Qué cambió desde la última vez que nos besamos? —me pregunta sin entender.
—Todo cambió —respondo frunciendo el ceño.
—Nova, ni siquiera pasaron veinticuatro horas... —eleva sus cejas, divertido.
—Rhett hablo en serio —tras decir eso, su sonrisa se desvanece de apoco— Lo que hacemos está mal.
—Voy a dejar a Charlotte.
Al escuchar eso, mis ojos casi se salen de su lugar. Si estaba enojada, ahora lo estoy mucho más.
—¿Cómo puedes...? —me quedo callada. Charlotte sigue sin decirle que está embarazada. Aprieto mis labios, casi rompo la promesa que le hice de no decir a nadie y mucho menos a Rhett. Él me observa esperando que continúe— No pienso seguir haciéndole esto a Charlotte y deberías tener el mismo pensamiento que yo —digo en su lugar.
—¿Crees que no me siento una basura? —réplica con desdén— Que no esté llorando no significa que me enorgullezco de lo que hicimos, Heaven.
—Me alegra que compartas el sentimiento, entonces —espeto entre dientes— Será más fácil continuar como si nada.
Rhett aprieta sus labios, claramente igual de molesto que yo.
—No dejes a Charlotte. Ella te quiere —suelto luchando contra el nudo que tengo en la garganta— Yo no te quiero.
Intento irme, pero Rhett me detiene.
—Heaven, espera... —suena triste.
—Que te bese no significa que te quiera —digo fríamente, soltándome de su agarre.
Vuelvo a voltearme permitiendo a mi labio inferior temblar todo lo que desee y a mis ojos, soltar cuantas lágrimas puedan. Para mi suerte, Rhett no vuelve a detenerme y creo escuchar sus pasos alejándose.
Es mucho más doloroso de lo que pensé. De solo pensar que él está cerca de mí, siento como cada músculo de mi cuerpo sufre por saber que no puedo abrazarlo, no puedo acariciar sus mejillas y no puedo besarlo. Decirle que no lo quiero fue lo primero que salió de mis labios. No quiero que deje a Charlotte. No quiero que sufra por esto, aunque es muy tarde para ello, si puedo evitar que su sufrimiento sea menor me gustaría hacerlo. Se lo debo.
Camino por el pasillo pensando donde ir. Perdí el apetito y no tengo ánimos para soportar las bromas de Ian. Lia se encuentra con el imbécil Tanner. Por más que ahora seamos amigos, no puedo contarle a Ross lo que pasó con su mejor amigo y obviamente charlar con Charlotte no es la mejor idea del mundo.
Sé quién puede escucharme en este momento, pero no sé dónde está. Entonces decido enviarle un mensaje, diciendo que necesito decirle algo. La respuesta llega al instante, avisándome que está en su respectiva clase. Para mi suerte, se encuentra muy cerca de donde estoy. No tardó en llegar.
Me asomo por la puerta para ver a Crystal corrigiendo unos exámenes. Ella no nota mi presencia durante unos segundos hasta que mira de reojo. Entonces vuelve a mirarme, con expresión alegre me invita a pasar.
Cierro la puerta a mis espaldas y camino algo desganada hasta su escritorio. Me siento frente a ella, sobre un pupitre.
—¿Por qué esa cara? —me pregunta volviendo a centrarse en los exámenes— ¿Acaso nuestros padres están aquí? —bromea.
Eso me recuerda a las vacaciones de invierno.
—¿Podemos escapar? —suelto de repente. Crystal me observa extrañada— Ya sabes. No ir a casa. Quizás Francia o Italia.
Crystal deja lentamente su bolígrafo para verme pensativa. Decido continuar con mi propuesta.
—Estar aquí apesta, pero no tanto como estar con nuestros padres. ¿Por qué no nos vamos de viaje? Estoy segura de que no se opondrán si les dices que fue tu idea —mi hermana sigue viéndome sin decir nada. Frunzo el ceño— ¿Por qué no dices nada?
—Estoy casada.
Si estuviera bebiendo agua en este momento posiblemente me hubiera atragantado o la hubiera escupido de la sorpresa. Pero en lugar de eso, solo frunzo el ceño, sintiendo que algo aquí no está bien.
—¿Po-podrías repetirlo? Creo que no escuché bien —digo sonriendo.
—Escuchaste bien —asiente Crystal, pronunciando cada palabra lentamente, como si al finalizar la oración temiera detonar una bomba atómica.
—No, no escuché bien —me cruzo de brazos— Porque sí escuchara bien, significaría que te casaste y ni siquiera se lo dijiste a tu única hermana, y entonces tu hermana tendría que odiarte por siempre por negarle la oportunidad de ser dama de honor.
Crystal intenta sonreír, pero su intento fallido parece más una mueca.
—¿Sorpresa? —mueve torpemente sus manos, intentando ser divertida.
Abro mi boca sorprendida. No estoy enojada con Crystal por privarme de ser dama de honor, pero no puedo creer que haya tomado una decisión tan importante sin hablarme sobre ello o mencionárselo a nuestros padres. Esperen...
—¿Nuestros padres saben sobre esto? —pregunto más indignada que sorprendida.
Crystal se apresura a negar.
—¡Por supuesto que no! —exclama, como si acabara de decir una locura— Eres la primera persona que lo sabe. Bueno, la única además de...
—Además de Matt —canturreo divertida, cruzándome de brazos— Al parecer la frase que dice donde hubo fuego, cenizas quedan es cierta.
No estoy sorprendida de que Crystal y Matt estén juntos, después de todo, siempre supe que los dos jamás dejaron de quererse. Desde que supe que él vino a enseñar en Saint Rose sin tener la menor idea de que mi hermana también trabaja aquí, presentí que en algún momento volverían a intentarlo.
Mi hermana se ruboriza por mis palabras.
—Bueno, no estamos casados legalmente —frunzo el ceño al escucharla decir eso. Crystal se acomoda en su lugar para proseguir, sin perder la sonrisa— Estaba desayunando en mi habitación mientras leía un libro. Matt simplemente entró, lo cual me extrañó. Estaba muy nervioso, las palabras no le salían. Los segundos pasaban y él no me decía nada. Entonces comencé a pensar que vio algo con respecto a los asesinatos y había entrado en una especie de shock o algo así. Cuando me puse de pie para llamar a la señora Kingston, él simplemente lo soltó. Me dijo que no quería pasar un día más sin ser mi esposo.
—¿Y se casaron? —pregunto, confundida.
Crystal asiente emocionada.
—Sé que no es legal porque fue en mi habitación y solo dijimos acepto. En vacaciones nos casaremos legalmente y compraremos los anillos. Solo nosotros dos. Pero yo siento que ya estamos casados. ¿No es eso genial? —lleva una mano a su pecho, enternecida con su propio relato.
—¿Se casaron en tu habitación? —vuelvo a preguntar, haciendo una mueca.
—A algunas personas les parecería romántico —espeta, dejando de sonreír.
—Oh, es muy romántico. Creo que podría escribir un libro sobre ello —contesto con una mezcla de sarcasmo y verdad. Crystal aprieta sus labios— Solo creo que no es algo que tu harías. Es más bien algo que yo haría. Casarme sin decirles a nuestros padres. Usualmente tú harías una lista de pros y contras sobre casarte en tu habitación, le dirías a nuestros padres y organizarías una gran fiesta con muchos invitados.
Crystal es la persona más controladora y calculadora que conozco. No es espontanea. Piensa detenidamente cada cosa que hace y hasta me atrevo a decir que cada paso que da. Ella jamás se casaría sin pensarlo dos veces. Mucho menos en su cocina.
—Lo sé. Esto no es propio de mí —me da la razón bajando la mirada a sus dedos— Es solo que no quiero volver a pasar por esto. Tengo miedo de que el resultado sea el mismo.
—¿A qué te refieres con "esto"? —ladeo la cabeza.
—Pasé meses viendo diseños de vestidos, diseñando las invitaciones, viendo salones, adelgazando para poder entrar en el vestido de mis sueños, dejándome crecer el cabello para poder hacerme el peinado que quería y matándome en el gimnasio. ¿Para qué? Para que el novio se vaya con nuestra prima —espeta elevando las cejas.
No se atreve a elevar la mirada y la entiendo. Esta conversación se está tornando demasiado sentimental y profunda para nuestro gusto. No solemos hablar de lo que sentimos porque no somos buenas aconsejando y porque no estamos acostumbradas a hablar sobre ello.
El único momento que nos permitimos ser sentimentales es cuando ya no podemos más con nuestros sentimientos. Eso es exactamente lo que le está sucediendo a mi hermana.
—No voy a pasar meses de estresantes para que el resultado sea el mismo —vuelve a hablar con un hilo de voz.
Miro hacía la puerta. Nadie parece estar lo suficientemente cerca para vernos y tampoco interrumpirnos. Me coloco detrás de Crystal y entrelazo mis brazos sobre sus hombros, abrazándola. Tampoco solemos ser cariñosas, pero como dije, hay excepciones.
—Me alegra que te hayas casado en tu habitación —le digo, recostando mi rostro en uno de mis brazos, dejándolo junto al suyo— Eres increíble. Matt es el hombre más afortunado del mundo y sé que él lo sabe.
Crystal coloca una de sus manos sobre la mía, acariciándola con su pulgar.
—Lamento que el café te haya reemplazado como dama de honor —me dice sonriendo.
—Oh, no te preocupes. Me hubiera ofendido si era algo inferior como el té.
—Lamento dejarte sola con nuestros padres —me dice con un tono menos animado que el que utilizó antes. No respondo, sólo aprieto mis labios, imaginando por unos segundos lo estresante que será estar allí sin Crystal— Espera, creo que podrías venir con nosotros. Matt te adora.
Decido dar por terminado nuestra etapa cariñosa y sentimental alejándome de ella.
De verdad quisiera ir con Crystal y Matt, pero es mejor que no. Tres son multitud y mucho más si dos de ellos van a casarse. Sé que podré soportar a nuestros padres cuatro semanas, es decir, los soporte por dieciséis años.
—No te preocupes. Sé que Rachel tiene mucho que contarme. Así que apenas los veré —me encojo de hombros, intentando verme más animada de lo que sueno.
En verdad espero que mi mejor amiga me perdone por olvidar hablarle todos los días como habíamos acordado. Bueno, sé que después de explicarle mi situación aquí en Saint Rose, me recibirá con los brazos abiertos y lista para escuchar todo con lujo de detalles.
Crystal asiente un poco apenada por no poder estar a mi lado, pero agradecida de que sus vacaciones serán sólo con su esposo o futuro esposo.
—Oh, por Dios. ¡Lo olvidé! —exclama de repente, llevando una mano a su frente— Tu cumpleaños.
Por un momento me olvidé de ello. Mi cumpleaños es el cuatro de enero. Crystal y yo siempre pasamos el día anterior haciendo cosas que me gustan o lo que yo elija.
—Ven a visitarme y les tiras la bomba atómica a nuestros padres —sonrío divertida— Como regalo de cumpleaños quiero que hagas enojar a mamá.
Crystal se ríe y finaliza con un suspiro.
—Algún día tienen que enterarse —hace una mueca, insegura— Van a estar decepcionados, ¿verdad? —me pregunta.
Sonrío sin separar los labios.
—Por supuesto que sí —asiento causando que ella suspire— Pero no te preocupes. Allí estaré para darte la bienvenida al club de hijos que decepcionan.
Crystal vuelve a reír, negando con la cabeza. Me encojo de hombros sonriendo abiertamente.
—¿No tenías algo que decirme? —me pregunta, extrañada.
Vuelvo a recordar lo que me tenía mal y mi ánimo decae pensando que Crystal no estará conmigo cuando vuelva a casa. Prefiero no contarle. Ella está tan contenta con su compromiso/casamiento que no quiero que mis cosas la perturben.
—Ayudaré a Lia con el baile de invierno —sonrío forzadamente.
(...)
"Veme detrás del instituto. La parte que está frente al bosque."
La pantalla de mi celular se ilumina con el mensaje de Rhett. Vuelvo a bloquear la pantalla esperando que nadie haya visto eso. Charlotte se sienta unos lugares más atrás de mí. Si tiene buena visión podría haber visto el mensaje de su novio. Pero no creo que lo haya hecho. Cuando volteo a verla se encuentra tomando nota de lo que el profesor está diciendo. Debo dejar la paranoia de lado.
Cuando el profesor termina de hablar me pongo de pie, guardando mi celular en mi bolsillo y le pregunto si puedo ir al baño. Sin prestarme mucha atención, asiente rápidamente y vuelve a escribir algo en la pizarra.
Al salir de la clase, me dispongo a ir donde Rhett me indica. Nos veremos detrás del Instituto, pero en la parte que da directamente al bosque. Porque en los demás lugares podrían vernos porque quedan frente a la cafetería, dormitorios y gimnasio. Este da frente a la nada. Nadie puede vernos y tampoco nadie va a ir. Allí encontraron el cuerpo de Lucy Duncan. Sería morboso ir. Bueno, a menos que busques extrema privacidad como nosotros.
Como la mayoría está clase, puedo caminar tranquilamente sin encontrarme con alguien que quiera establecer una conversación conmigo o que esté viendo a donde me voy. Muevo mis manos, nerviosa por encontrarme con Rhett. Después de nuestra discusión esta mañana y las cosas que le dije, no lo sé, estoy a punto de girar sobre mis talones e irme.
Diviso a Rhett a unos metros frente a mí. Está de espaldas y solo, ocupando su celular. Agradezco lo primero. Quizás deba aprovechar que no puede verme e irme lentamente a buscar a Ian, o esperar escondida que él aparezca.
Entorno mis ojos, regañándome mentalmente por ser tan estúpida. Yo me metí en esto. Me puse en esta situación y debo afrontar las consecuencias. Debo estar a solas con Rhett. No nos besaremos o algo así. Sí sé que eso pasó las veces anteriores que estuvimos a solas, pero no está vez y nunca más.
Arreglo mi cabello y me dedico de inspeccionar rápidamente mi apariencia por la pantalla de mi celular. Estoy bien. Tengo algunas ojeras y me olvide por completo de aplicarme rímel esta mañana, pero bueno, me vio vomitar los zapatos de Ross. Si comparamos las situaciones, ahora debo verme como Miss Universo.
Rhett se recuesta por la pared y observa al cielo, viéndose frustrado, como si intentará resolver el problema de matemáticas más difícil del mundo. Murmura cosas que no puedo escuchar. Por un segundo pienso que es a su celular, pero ya lo guardo. ¿Habla solo?
Gira su rostro hacía mi dirección, viéndome fugazmente y luego volviendo a hacerlo una segunda vez.
—¿Nova? —vuelve a ponerse recto, retomar su postura confiada— ¿Qué haces ahí?
Sé que se refiere a porqué estaba parada viéndolo como una idiota, pero decido hacerme la tonta.
—Tú me dijiste que viniera —contesto entrecerrando los ojos, acercándome a él.
—¿Qué tanto escuchaste? —me pregunta, como si temiera de mi respuesta.
—¿De tu conversación con tus amigos imaginarios? —bromeo manteniéndome seria.
—No tengo amigos imaginarios.
—Ah, ¿Hablabas con fantasmas?
—No, no tengo la suerte de poseer ese don.
Al parecer mi broma aliviano un poco el ambiente entre nosotros y me alegra que así sea. Nos llevábamos bien antes de besarnos y me gustaría que volvamos a ser así. Extraño que seamos el equipo Rhett y Heaven.
—Entonces, querido, me temo que debes estar volviéndote loco —me encojo de hombros, fingiendo pena.
Rhett ríe secamente sin dejar de verme.
—Puedo confirmarlo —replica.
Los ojos de Rhett me observan de forma intensa. Sé que nuestro momento de bromas porque puedo entender que esa mirada, está muy lejos de expresar diversión. Abre la boca, intentando decir algo, pero parece arrepentirse al instante de ello. Miro detrás de él, esperando que Ian venga a salvarme de esto y rogando que si está escondido por ahí como venganza, se apiade de mí.
Me rindo intentando atraer telepáticamente a Ian y vuelvo a ver a Rhett.
—Dicen que las mejores personas lo están, ¿no? —suelo torpemente.
Él parece decidido a hablar está vez, pero su capacidad de hablar no parece estar de acuerdo.
Se ve tan tierno estando nervioso. No puedo evitar fijarme que no trae la corbata hecha hoy, solo la tiene alrededor del cuello de su camisa. Mis dedos se mueven levemente, sintiendo deseos de hacérsela. O de acariciar su cabello rojo. El cual está despeinado por el viento y porque él inconscientemente suele despeinárselo.
«¡No! Heaven, basta. Ya has hecho suficiente. Rhett y tú son muy buenos amigos. Es un excelente besador también. Pero él está con Charlotte. Aleja esos pensamientos.»
Decido hacerle caso a mi consciencia. No es tan fácil alejar esos pensamientos, ni ordenarle a mi corazón que deje de querer a Rhett. Pero si puedo caminar lejos de él.
Cuando estoy dispuesta a voltear e irme sin decir nada más, puedo divisar a Ian caminando hacia nosotros. Una sonrisa de alivio se dibuja en mi rostro y mis brazos lo reciben ansiosos una vez que se acerca. Mi amigo no parece tan contento de verme, pero al menos acepta mi abrazo.
—¿Y a está que le picó? —escucho que le pregunta en un susurro a Rhett.
—Se está volviendo loca —contesta rápidamente.
—¿Qué no puedo abrazarte porque eres mi amigo? ¿Necesito una invitación acaso? —le pregunto fingiendo esta ofendida, separándome lo suficiente para verlo.
Ian solo se ríe desganado.
—¿Escuchaste eso, Nova? No respondió sarcásticamente —me dice Rhett, mirándome solo escasos segundos antes de prestarle atención a Ian.
Rhett tiene razón.
—¿Estás bien? —le pregunto, haciendo un puchero.
—El almuerzo —contesta.
—¿Qué pasó en el almuerzo? —pregunto.
—Fui por comida y termine con Lia robándome mis papas —baja la mirada.
Al escuchar la última palabra, mi estómago protesta por algo más que café.
—¿Y? ¿Acaso ese no era uno de tus sueños? —bromeo con la intención de subirle el ánimo, pero al ver que su expresión no cambia, entiendo que no lo logré.
—Tanner estaba a su lado —suelta un suspiro— Y también robaba mis papas.
Hago una mueca y palmeo suavemente su espalda.
—Un momento —miramos a Rhett— ¿Lia? ¿Te gusta Lia? —pregunta sin poder creerlo.
Ian y yo nos miramos seriamente. Creo que puedo reconocer una pequeña chispa de su normal brillo maligno y sarcástico.
—¿Estás pensando lo mismo que yo? —arqueo una de mis cejas, separándome por completo de él.
—¿Piensas que Rhett es la persona más inteligente de Saint Rose y que con su coeficiente intelectual, y su capacidad de saber cosas imposibles de saber, debería ir a Harvard? —lleva una de sus manos a su mentón.
Asiento con mi cabeza repetidas veces. Rhett suelta un bufido.
—¡Mejor que eso! —exclamo— Deberías trabajar con el gobierno, Rhett. No desperdicies tanto talento.
—Ja ja ja —contesta sarcástico.
—Sí, la CIA o el FBI. Deben estar buscándote, Rhett Kingston —finaliza sonriendo.
Ian y yo nos reímos. Me alegra que se sienta, aunque sea, un poco mejor. Sé lo que es ver a la persona que quieres con otra. Solo que Ian en realidad merece estar con Lia. Ambos se merecen. Son geniales. Las personas que debemos estar solos somos Tanner y yo.
—Lia necesita a alguien como tú —dice Rhett cuando nuestras risas cesan— No a alguien como Tanner —baja la mirada, pensativo.
Ian aprieta sus labios, viendo sorprendido a Rhett y sin saber que decir al respecto. Sé que a él le cuesta mucho hablar sobre sentimientos. Así sean los suyos o los de alguien más. Si intentas ponerte profundo, lo único que recibirás es silencio de su parte o una respuesta sarcástica.
En esta ocasión al parecer es lo primero. Ian no piensa decir nada más al respecto y Rhett parece tan absorto en sus pensamientos que la única que puede continuar la conversación soy yo.
—Debes decirnos para qué nos citaste —digo entonces.
Rhett niega con la cabeza y parpadea un par de veces, volviendo a la realidad. Ian entrecierra los ojos, extrañado, pero no dice nada más al respecto.
—Ya tengo un plan.
¡Nuevo capítulo! ¿Les sorprende el compromiso de Crystal? ¿Apoyan la decisión de Rhett de dejar a Charlotte o la decisión de Heaven de que deben seguir juntos? Si fueran Heaven, ¿A quién eligirian? ¿Rhett o Ross? Amo leer sus comentarios :)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro